[vc_row][vc_column][vc_column_text]EL nuevo Directorio General para la Catequesis, del que se ocupan los estudios de este número de Misión joven, supone ciertamente una importante ayuda para el desarrollo de un ámbito concreto de la tarea evangelizadora que «constituye la misión esencial de la Iglesia», «su dicha y vocación» o «su identidad más profunda», según expresiones de la Evangelü nuntiandi.
Es verdad que no ha visto la luz en un clima de espontaneidad y libertad como el que rodeó el nacimiento del anterior en 1971. Sin embargo, como subrayan los autores que es escriben en esta ocasión; el Directorio confirma, por un lado, la opción evangelizadora de la catequesis o los criterios -alumbrados desde y partir del concilio Vaticano II – para la selección de sus contenidos (la palabra de Dios como fuente principal, el cristocentrismo o el carácter histórico y liberador del mensaje cristiano) Por otro, coloca la «pedagogía de Dios» como, «fuente y modelo de la pedagogía dela fe»,subraya la exigencia de la inculturación de la fe y destaca la «catequesis de adultos».
Con todo, el nuevo Directorio da la impresión de poseer dos almas diversas y hasta contrapuestas ( E. Alberich).Las notas apuntadas servirían para entender los latidos de una de ellas. La inflacción doctrinal, la descompensada relación entre centro y periferia eclesial (U.Gianetto) o la excesiva y ambigua preocupación por leer la Biblia conforme a las pautas del magisterio, serían otros tantos síntomas de movimientos surgidos de un alma distinta de la anterior.
Si quisiéramos leer el texto algo que ni ha previsto ni quizá pueda pretender un directorio de este tipo desde los problemas que rodean a la pastoral con adolescentes y jóvenes , la desazón es todavía mayor .Si suponer que , directa o indirectamente el núcleo problemático de la catequesis se encuentra en el terreno doctrinal o si tender a concentrar los esfuerzos y recursos , pese a destacar la catequesis de los adultos en la infancia… sugieren que el documento no ha cogido el toro por los cuernos; la indefinición y el olvido tanto de los estudios y experiencias en curso como de la importancia de la praxis cristiana con adolescentes y jóvenes, dan a entender que, una vez más, a la Iglesia le cuesta entrar en esa fiesta.
José Luis Moral
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«Coger al toro por los cuernos»