He aquí algunas indicaciones prácticas para hacer el «discernimiento» sobre la llamada de Dios.
- La calidad de mi vida humana
– ¿Cómo es mi relación con los que me rodean? ¿Qué carácter tengo? ¿Soy dialogante, sociable, capaz de trabajar en equipo…?
– ¿Soy responsable de aquello a lo que me he comprometido: familia, estudios, vida profesional, horarios, compromisos diversos (animador, monitor, etc … )? ¿Tengo un sentido generoso del trabajo? ¿Soy capaz de austeridad y sacrificio?
– ¿Cuáles son mis motivaciones de fondo en todo lo que hago?
– ¿Soy fiel a los compromisos adquiridos? ¿Doy continuidad a lo que inicio?
– ¿En qué contexto y circunstancias nace mi vocación?
– Tengo una actitud positiva frente al mundo, o una actitud de huida?
- La «consistencia» de mi experiencia espiritual
– ¿Vivo una fuerte relación personal con Dios Padre-Hijo-Espíritu?
– ¿Es Jesucristo alguien amado a quien quiero «imitar» y seguir ya desde ahora?
-¿En qué se concreta mi amistad con Jesús? Oración personal, Palabra de Dios, sacramentos, María, capacidad de conversión, motivación de lo que hago y «estilo de vida», vocación de servicio, etc.
- Mi sentido de Iglesia
– ¿Mi búsqueda es individual: «Mi Jesús y yo»… o me dejo ayudar?
– ¿Valoro el acompañamiento personal y también la vida de grupo?
– ¿Acepto la guía de la Iglesia (a través de las personas que tienen competencia) en mi camino de maduración y discernimiento? ¿Soy capaz de apoyar y estimular el camino de otros?
– ¿Tengo una mirada positiva sobre los otros miembros de la Iglesia y las diferentes vocaciones?
- Mi sentido de misión
– ¿Estoy atento a las «llamadas» del mundo, al clamor de las personas necesitadas?
– ¿Qué me dice la situación de tantos jóvenes «pobres» y abandonados?
– ¿Voy «conociendo» y viviendo el Evangelio y deseo «contagiarlo» a los demás?
– ¿Cómo se concreta esto en mi vida ordinaria?
– ¿Pienso que es una suerte y un regalo (gracia) poder trabajar por el Reino de Dios?
- Mis aptitudes («talentos»)
– ¿Me conozco bien? ¿Soy consciente de mis cualidades y limitaciones (definitivas o superables): físicas, psíquicas, intelectuales, afectivas…?
– ¿Me acepto como soy? ¿Tengo un buen nivel de autoestima?
– ¿Cómo acepto los avisos y correcciones?
- Mi proyecto
– ¿Tengo un proyecto ya «cerrado», hecho según mis ideas? ¿O me siento libre y disponible para cambiar ese proyecto porque mi preocupación real es amar y servir a Dios lo mejor que pueda?
– ¿Tengo una auténtica disponibilidad y una verdadera obediencia a la voluntad de Dios? ¿En qué se concreta?
– ¿Me dedico a hacer «turismo espiritual» o me tomo tiempo para madurar y profundizar lo que yo hago, y ver si realmente lo hago desde Dios?
– ¿Espero señales extraordinarias para avanzar o voy dando pasos concretos?
– ¿Tengo paciencia conmigo mismo (que no significa conformismo): respetando los tiempos de maduración y las lógicas etapas de todo proceso?
- Mis silencios
PASCAL ROLAND, Adaptación de José Sorando «Echo», n.° 130