CÓMO LEER MONSTRUOS, S. A.

1 noviembre 2002

Jesús Villegas
 

Jesús Villegas, en esta magnífica reflexión sobre la película Monstruos, S.A, nos ofrece unas excelentes pistas para ver inteligentemente la proyección de la cinta e, incluso, para sacar de ella todo el jugo educativo posible.

 
En el número de verano de esta Revista, dedicado íntegramente al cine, exponíamos que toda película despliega ante nosotros múltiples líneas de significado y nos atrevíamos a clasificar éstas en cuatro tipos distintos. Para ilustrar esa teoría, vamos en esta sección a analizar la película de animación Monstruos, S.A., atendiendo a esas capas de sentido reconocibles en cualquier relato.
Hemos elegido esta obra por varios motivos: primero, por tratarse de una producción muy conocida y accesible; segundo, porque su aparente falta de pretensiones temáticas (meras disculpas al servicio de un portentoso ejercicio formal) oculta detrás concepciones de la vida muy poco inocentes; y, tercero, porque creemos que se trata de una obra muy sugestiva para su posible utilización educativa.
 
1º ¿Qué cuenta Monstruos, S.A.? (significado referencial):   
En Monstruópolis, un mundo paralelo al nuestro, habitado exclusivamente por seres monstruosos, se abastecen de energía gracias a los gritos de terror de los niños. Los asustadores (profesionales en provocar pánico, que trabajan en la empresa que da título a la película), para cumplir su misión, acceden a nuestro mundo real a través de las puertas de los armarios. Los pobladores de ese singular lugar creen que los pequeños humanos son criaturas letales para los monstruos, así que esquivan cualquier contacto físico con ellos y ponen un especial cuidado en que jamás quede abierta la puerta de ningún armario para evitar que una de esas venenosas criaturas se cuele en su reino. El conflicto se desencadena cuando una pequeña penetra en Monstruopolis. El pánico toma las calles y los dos protagonistas de la historia, Sulley y Mike, dos de los obreros del monopolio eléctrico Monstruos, S. A., intentan por todos los medios devolver a Boo, la niña, de nuevo a su habitación. En su empeño descubrirán que, en realidad, los humanos son inofensivos, que la gran factoría, para la que trabajan, prepara en secreto un maquiavélico plan para extraer salvajemente los gritos de los niños después de secuestrarlos y, finalmente, que produce diez veces más energía una carcajada que un grito.
 
2º ¿Qué temas plantea explícitamente la película? (significado explícito):
Como es habitual en estos casos, Monstruos, S.A. apenas apunta ninguna idea que no escape de lo previsible, aunque, eso sí, la forma en que aborda cada una de ellas no deja de ser en todo momento gozosamente original. Por ejemplo, uno de los temas principales, la falsedad de las apariencias, se desarrolla mediante la genial ocurrencia de invertir los roles tradicionales, convirtiendo a los monstruos en seres pacíficos, civilizados y un poco paranoicos que viven felices en su mundo, mientras el supuesto ogro de la función resulta ser una pequeña de aspecto inocente que apenas sabe hablar. A partir de ahí, los apuntes y detalles, que se inspiran o refuerzan simbólicamente esta línea temática de la relatividad de cualquier realidad, se vuelven los principales elementos animadores de la acción: empezando por las propias puertas de entrada al armario de los niños, que en Monstruópolis se presentan mágicamente como puertas fuera de cualquier pared, y siguiendo por la presencia de simulaciones (la película arranca precisamente en un “simulador de sustos” para aprendices de asustador; los monstruos meten miedo interpretando un papel de malvados que no tiene nada que ver con su verdadero carácter…), camuflajes (el monstruo malo se puede confundir camaleónicamente con su entorno), disfraces (la niña se disfraza de monstruo para pasar desapercibida en las instalaciones de la empresa mientras Sullye y Mike buscan la puerta de acceso a su habitación; los propios monstruos se retocan, maquillan o añaden prótesis para trabajar), mentiras (el empresario prepara en secreto una trama malévola para hacer prosperar su empresa, la secretaria incordiante al final se descubre como jefa de la empresa de seguridad estatal). La película está trufada de recursos y situaciones narrativas que subrayan insistentemente la idea motriz de que uno no puede nunca fiarse de las primeras impresiones, de que a veces la verdad se viste de extraños colores: de que, en suma, belleza o monstruosidad habitan más allá de las formas.
Un desarrollo lógico de la anterior línea temática conduce la película al siempre sugerente terreno de la reflexión sobre los prejuicios: si las apariencias son falsas pero nos obcecamos en agarrarnos a ellas, caeremos inevitablemente en las redes del miedo irracional a lo distinto y a lo desconocido. Los monstruos temen a los niños y, a la inversa, los niños se asustan con los monstruos porque entre ambas realidades sólo permanece tendido el puente de la ignorancia, de la superstición y el tópico. Ante esta situación, la película nos propone dos salidas de claridad meridiana: la necesidad de conocimiento mutuo y, en una línea más metafórica, la conveniencia de sustituir la violencia en las relaciones por la confianza y el humor: al final de la cinta, la empresa eléctrica de los monstruos soluciona sus problemas de solvencia gracias a que sus obreros han sustituido el oficio de asustadores por el de humoristas, tras el descubrimiento de que “la risa es diez veces más energética que el grito”. En este sentido, Monstruos, S. A. nos proporciona un buen material para trabajar con los niños y niñas cuestiones como la tolerancia o la aceptación del otro.
Junto a este tema, la película se asienta sobre el clásico cántico a la amistad de las cintas de Disney, representado en la típica, y no por ello menos antológica, pareja de protagonistas, Sulley y Mike. Su única crisis está motivada por el conflicto entre responsabilidad y satisfacción personal: Sulley quiere devolver a la niña a su habitación, pero a Mike no le apetece complicarse la vida, así que pone a su amigo en el dilema de tener que elegir entre Boo y él. Al final, en un arrebato de generosidad, Mike renuncia a su egocentrismo y se alía con Sulley para cumplir su misión, ensalzar la importancia del sacrificio por el bien común y, a la vez, salvaguardar así su amistad.
Hay otros temas menores que recorren esta obra. Apuntaremos tres para concluir:

  • q Sulley, que es la gran estrella de la empresa, un monstruo famoso y admirado en toda Monstruópolis, ha sacrificado su vida personal para triunfar en su oficio. Mike, que representa todo lo contrario (llega a decir: “soy tan romántico que debería casarme conmigo mismo”) le comenta: “la vida no es sólo dar sustos”. Su relación con Boo permitirá al primero revitalizar esa dimensión afectiva de su personalidad que permanecía en letargo por un exceso de dedicación a la tarea, lo que sirve en fin como recordatorio de que el triunfo no es nada si falta el contrapunto de una vida privada feliz, basada en el equilibrio emocional.

 

  • q La crítica y la denuncia de todos aquellos que se muestran capaces de cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos encuentran su mejor representación en el personaje del empresario, quien no duda en confesar: “prefiero secuestrar más niños antes que dejar que se hunda esta empresa”.

 

  • q Por último, la película apunta en un par de ocasiones que la inocencia infantil es cada vez menor, que los niños de hoy no se asustan igual que antes. Si a esto le sumamos el tratamiento del personaje de Boo, tendremos trazado un nuevo eje temático que, además, se erige en comentario sobre el nuevo concepto de cine de animación, que se viene cultivando desde hace unos años (mucho menos inocente, más en consonancia con los “nuevos niños”) y del que esta película es buena muestra.

 
3º ¿Sobre qué valores ocultos se levanta la película? (significado implícito)
Como la mayor parte del cine de animación actual, Monstruos, S. A. se funda en una serie de presupuestos axiológicos universalmente aceptados en nuestros días y no por ello menos cuestionables:

  • q Ante todo, no olvidemos que el personaje de Sulley, el héroe de la función, destaca sobre los otros monstruos por ser el que consigue más energía para la ciudad en sus incursiones en el mundo real. Que el héroe sea un ser excepcional, superior a la media, forma parte de los protocolos lógicos de cualquier narración, pero que su excepcionalidad se derive de un abierto planteamiento competitivo (el héroe es el que más beneficios obtiene) no deja de sorprender. En la empresa Monstruos, S. A., una clasificación expuesta en paneles electrónicos informa permanentemente de la productividad de cada empleado y, en consecuencia, el que la lidera es el más eficiente para el negocio, el más ejemplar para la consecución de los objetivos puramente productivos, el ciudadano perfecto. Sulley, en definitiva, empieza y termina siendo un héroe netamente capitalista, sólo suavizada esta condición por ese rebrote sentimental que lo ata a la niña y humaniza su perfil lo suficiente como para volverlo aceptable. A este nivel, toda la película se puede leer como un golosísimo análisis burlesco del mundo de la empresa, sin llegar a cuestionar en ningún momento sus principios.

 

  • q En este mismo sentido, si bien la película recurre continuamente a la parodia, ésta no consigue diluir los modelos de organización económica y social en los que se inspira. Que la compañía eléctrica sea un monopolio multinacional que controla toda la producción eléctrica del mundo (a la entrada de la empresa hay un mapamundi que representa nuestro planeta, ámbito de acción de la compañía) y que las imágenes de la ciudad de estos seres fantásticos sean un calco de una calle del viejo Nueva York, más allá de su pertinencia argumental, podría llevarnos a esquinadas interpretaciones donde la palabra imperialismo y la idea de una visión egocéntrico-americana del mundo ocuparía un lugar central.

 
 

  • q ¿Y qué decir del concepto absolutamente militar que subyace en el perfil de buen asustador que defiende la película? Han de ser monstruos (y cito textualmente) “decididos, tenaces, exigentes, que intimiden”. Su entrada en la gran nave donde trabajan los asustadores a cámara lenta, formando un grupo tan compacto como individualizado, evoca necesariamente a tantas y tantas cuadrillas de combatientes, dispuestos a dejarse la piel en el combate como nos lo ha pintado el cine norteamericano durante más de cien años. La misma admiración que suscita este ejercito entre los empleados de a pie de la empresa o la forma de entrenarse Sulley nos remite a este mismo ambiente bélico tan del gusto del nuevo vigía de occidente.

 

  • q Pero aún hay más. Recordemos que, para contrarrestar el miedo a la contaminación por contacto con cualquier manifestación de vida humana infantil, existe un equipo especial que vela por la seguridad de todos los habitantes de Monstruópolis, el CDA (fácil remedo de la CIA), cuyos hombres y dotaciones se ponen en acción de forma instantánea ante la más mínima señal de amenaza. Una vez se desata la histeria colectiva a consecuencia de la “invasión” de la niña, helicópteros, patrullas de hombres acorazados y otros ingenios militares intentan infructuosamente devolver el orden a una ciudad que arde. La secretaria – jefa secreta del CDA profiere frases tan jugosas como “Te estaré vigilando, siempre vigilo”, “Hay que hacer lo que es debido”, “Nada de esto ha ocurrido jamás”. Insisto: el tono de parodia y de sana burla no aminora el que valores como la seguridad por encima de la libertad o el miedo a ese enemigo siempre externo que acecha apuntalen una idea de mundo inspiradora muy concreta.

 
 
El espacio se me agota sin haber exprimido a fondo el tema (por ejemplo: ¿por qué el amigo del héroe, “el gracioso”, tiene un apellido de raíces europeo-orientales?): no obstante, creo haber demostrado hasta ahora cómo Monstruos, S. A. nos ofrece una superficie temática (significado explícito) tan indiscutible y positiva como tópica, a cambio de recubrir, tras su brillante virtuosismo, un sustrato de valores profundos (significado implícito) bastante mucho menos ejemplar.


 
            4º ¿Qué vínculos puede establecer entre esta película y otros ámbitos de la realidad actual ? (significado sintomático)
Puesto que los significados sintomáticos son fruto de la libre interpretación de la obra, al ponerla en relación con la sociedad que la crea, entramos en un terreno inabarcable, del que sólo se me ocurren apuntar algunas vías de trabajo que se podrían explorar con bastante interés pedagógico. Algunas se insinuaban al apuntar los valores ocultos:
 

  • q Relación paralela entre Monstruópolis / Mundo real – Estados Unidos/ (innumerables) amenazas externas.
  • q Desarrollo de la temática de los mundos paralelos, en comparación con otras obras artísticas de distintos medios o, simplemente, como manifestación del propio inconsciente colectivo actual.
  • q Paralelismos entre el empresario corrupto, dueño del mayor complejo eléctrico de Monstruópolis / otros casos de corrupción (¿caso Enron?).
  • q Rastreo de citas y juegos intertextuales de la película, de los que está sembrada.
  • q Resonancias míticas / culturales /sicoanalíticas de la relación entre el adulto con carencias afectivas, representado por Sulley, y la niña. Lo mismo a propósito de la pareja de protagonistas.
  • q El concepto de monstruo: variaciones que la película aporta sobre un universal narrativo.

 
                                                                        Jesús Villegas.