y no quedar como un “pringao”
– Hacer un botellón con los amigos y decir “basta ya” después de la segunda o tercera cerveza.
– Hablar de los padres delante de la pandilla, refiriéndose a ellos como papá o mamá y no como viejos, carrozas u otras expresiones similares.
– Celebrar el cumpleaños a la antigua usanza, con unos pinchos y una gran tarta (velas incluidas) descartando la famosísima barra libre.
– Ir de excursión con los de clase y amenizar el viaje animando a los compañeros a contar chistes o a cantar canciones dejando los discman para otra ocasión.
– Llegar a los 16 sin haberse “estrenado” con el sexo opuesto.
– Hacerse la cama, poner la mesa, lavar los platos, coserse un botón… sin recurrir “a los servicios de la chacha”.
– Salir de fiesta sin enseñar la tanga o el slip.
– Acabar la jornada “echando una parrafada” con Jesús.
– Ayudar a cruzar un paso de cebra a una persona mayor.
– Sobrevivir una semana a estar con el móvil apagado sin que el mundo se venga encima.
– Salir un domingo por la tarde de paseo con los padres, sin mirar a todos los lados atemorizado de encontrarse a alguno de los colegas.
– Apuntarse a un grupo juvenil, a una parroquia, a una ONG… sin tener que ocultárselo a los amigos.
– Ignorar por completo, delante del grupo, quién se ha divorciado en la serie del miércoles noche o quién ha sido nominado en Gran Hermano.
– Sustituir los cubatas o las cervezas por zumos o refrescos sin sentirse un bicho raro.
– Escribir cartas de amor a la novia, a pesar de que es del mismo barrio o estudia en el mismo instituto.
– Felicitar a los compañeros de clase con un tirón de orejas y con un regalo adquirido en “la tienda de todo a cien”.
– “Pasar la resaca” del sábado noche levantándose temprano para ir de pesca, “dejando tirado” el hermoso sillón del salón o la magnífica TV con canal digital.
– “Transgredir” el horario impuesto por los padres y en lugar de llegar a las 12, aparecer a las 11 por sentirse cansado, con dolor de cabeza o simplemente por no tener ganas de continuar “hasta que el cuerpo aguante”.
– Quedar uno solo en clase y no asistir a una manifestación por tener ideas propias y no opinar lo que el resto de la clase.
– Declararse amigo de Jesús, de los curas, de la Iglesia… sin dejar que el color rojo “haga de las suyas”.
José María Escudero