Como un niño en brazos de su madre (Salmo 130)

1 enero 2008

Álvaro Ginel
 
La oración a partir del salmo 130 que aquí presentamos forma parte de la oración que oferta el Colegio de Loreto (Madrid)  de las Esclavas del Divino Corazón. Los destinatarios son los adultos que llevan sus hijos al colegio. El grupo está entre los 10 y 20 miembros. Se reúnen una vez al mes.
Es importante cuidar el espacio de oración: lugar recogido, lo más libre de ruidos posible, calor suficiente, iluminación acogedora, ornato sencillo pero que invite a la oración, a la profundidad. El espacio tiene que ágil para que cada participante tome la postura orante que mejor le vaya. Hay que penar en cómo preparamos los espacios en la vida familiar cuando hay algún acontecimiento. Oramos a través del cuerpo que somos y éste necesita unos mínimos.
 
Ambientación
– Estás aquí porque quieres, porque te apetece, porque buscas un rato de paz y de silencio al mes.
– Estás aquí, sobre todo, porque has escuchado la voz del Espíritu dentro de ti.
– Estás aquí, y estamos aquí, en plural, convocados por el Espíritu.
– Estar aquí es obra del Espíritu en nosotros. Nos quiere hoy decir algo, y esto es más importante que querer decirle algo.
 
Preparación a la oración
* Relajación: nos preparamos dejando un poco de sitio a Dios en nuestro corazón. Apartamos las cosas y preocupaciones que nos invaden. Este “trabajo” ya es oración, preliminares, para la oración; al hacerlo, posibilitamos que Dios ore en nosotros.
* Respiramos, dejamos las preocupaciones: las envolvemos en paquetes y las ponemos aparte. No es más importante lo que nos preocupa que lo que Dios tiene que decirnos.
 
El salmo 130 (martes, vísperas III semana ordinaria)
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  • Lectura  en alto del salmo 130

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
 

  • Comentario

Salmo breve, pero inmensamente profundo. El autor de este salmo tiene un dominio de sí y mucha experiencia de vida: ha educado esa parte de la persona que es delicada y difícil: el corazón, los deseos del corazón. El salmo alude al mundo difícil (muchas veces se nos escapa de las manos) de los deseos, donde nos solemos perder…
Lo que deseamos es lo que nos moviliza. Perder los deseos es como estar muertos. No desear nada es no tener vida. Las depresiones nos dejan sin ganas de nada, todo nos da igual, perdemos la ilusión, estamos sólo con ganas de llorar… Todo nos da igual… Pero no es que todo nos dé igual, es que estamos enfermos… Aquí se presenta un creyente que modera sus deseos no por enfermedad, sino por otras razones: por fe, por confianza en Dios.  No es que al creyente “le dé todo igual”, sino que se abandona a Dios positivamente y hace de los deseos de Dios sus deseos… El creyente no es un enfermo mental, sino un confiado voluntario, uno que pone todo lo mejor sus en manos de aquel a quine considera el mejor: Dios.
Los deseos no controlados es lo que hace que digamos que una persona es caprichosa… Caprichoso es el que funciona por lo que le apetece o se le antoja… en cada momento. Y uno de los peores castigos de Dios esabandonar al pueblo a sus caprichos: “Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer: los entregué a su corazón obstinado, para que anduviesen según sus antojos” (Salmo 80, jueves, laudes II semana).
El creyente que ha compuesto este salmo parece que ha recorrido un largo camino espiritual y humano:
– domina su ambición,
– domina sus ganas de aparentar,
– domina su dependencia de vivir pensando en lo que los demás dicen,
– domina el vivir según lo que los demás hacen y piensan de uno,
– domina sus ganas de grandeza, de riqueza.
(dominar = moderar)
Este creyente se contenta con su realidad:
– con lo que es,
– con lo que tiene,
– con su historia,
– con sus dotes personales…
Y la razón de moderarse y acallar no es un trabajo personal sin más,
acalla y modera sus deseos como un niño en brazos de su madre.
Es decir, siente a Dios como “familia”, como “madre”. Se siente en brazos de Dios como un niño en brazos de su madre. Dios es para él “su madre”. Este creyente trata con Dios de manera personal, filial. Dios le es cercano.
El niño en brazos de su madre:
– deja que su madre haga…,
– confía en que su madre hace…,
– acepta lo que su madre haga…
El niño que se ha amamantado del pecho de su madre,
se recuesta sobre su madre y se abandona. Duerme plácidamente. Todo corre por cuenta de su madre. él no tiene nada más que hacer que descansar en ella.
Quien se alimenta de Dios, se abandona a Dios, sin pedirle explicaciones… En Él descansa.
Esperar, abandonarse en Dios es la suerte del creyente.
Esta actitud de “infancia espiritual” es propuesta por Jesús en el evangelio al presentar a los pequeños comomodelo de abandono en Dios.
Nos ofrece también el salmo una imagen de Dios como madre tierna que tiene a su pequeño en los brazos.
En la presencia del Señor, trae tus deseos actuales, los que te movilizan o los que son “vitales” hoy en ti… Podemos hablar al Señor diciéndole:
– Señor, hoy, lo que más deseo es…
– Señor, hoy, los deseos de mi corazón son…
– Señor, hoy, mi corazón está agitado por…
– Señor, hoy, sólo deseo llorar, amar, cambiar, ver luz, escucharte, solucionar, calmar, callar, etc.
 

  • Tiempo de oración

Hacer oración desde la comprensión.
Con la explicación del salmo, dejar un largo rato de silencio.
Sugerencias para este tiempo:
– Imaginar la escena, sentirte en brazos de Jesús, de Dios… Acostarte y reclinar la cabeza como un niño…
– En presencia de Jesús hacer una lista de los deseos más íntimos, los que conoces y te martillean, y nombrarlos ante Jesús con las dificultades que tienes para acallarlos, moderarlos…     Atreverse a poner en los brazos de Jesús los deseos más profundos, los más secretos…
– A lo mejor te da miedo tocar tus deseos más íntimos… y rezas, entonces, prefieres hablar a Dios de tus miedos: “Me da miedo…”. “Me da miedo…”.
– O puedes rescribir el salmo.
 
Tiempo de oración en común (si se juzga oportuno)
– Leer la recomposición del salmo que alguno haya hecho.
– Qué he sido capaz de rezar y qué no…
– Cómo me he sentido en los brazos de Dios… Qué experiencia tengo de ponerme en brazos de Dios…
– Acallo y modero mis deseos (repetirlo).
– Quiero alimentarme, Señor, de ti para acallar mis deseos…
– Para mis deseos más hondos y fuertes, Señor: (y sigue una palabra: luz, amor, ver, fuerza…).
– Rezar juntos el salmo.
 
Despedida
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Salmo 130
 
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
 
 
Adaptación
 
Señor, mi corazón…
¡Cuántas cosas brotan en mi corazón!
¡Cuántas tormentas, volcanes
y movimientos sísmicos
atraviesa mi corazón, Señor!
Unas veces los modero y controlo.
Otras, me dominan y controlan…
 
No puedo decir hoy todavía
que no sea ambicioso,
que no pretenda grandezas,
que no quiera vivir sobre posibilidades,
que no dependa de otros,
que no…
 
No puedo decir todavía, Señor,
que acallo y modero
todo lo que bulle dentro de mi corazón.
 
Es cierto que no lo tengo abandonado,
pero tengo que reconocer, Señor,
que mi corazón es asignatura pendiente.
 
Señor, déjame soñar
en ese día que espero vendrá,
en el que mi corazón
esté educado
y acallado y moderado
hasta poder decir:
que mi alimento es tu voluntad,
que mis deseos son lo que tú desees,
que mi sitio es
reclinar la cabeza en tu corazón
y sentir la paz
porque tú eres el Dios en quien
me confío.
 
Ayúdame, Señor,
a educar mi corazón
y modelarlo
siguiendo tu corazón.