Pistas para el trabajo educativo con jóvenes inquietos (y adultos preocupados)
Mercedes Mas es animadora social. Trabaja en Milán
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
Desde una perspectiva pedagógica, con abundantes pistas para reflexionar y trabajar en grupo, el artículo señala los principales problemas que plantea la actual crisis ecológica y orienta hacia un nuevo modelo y estilo de vida más centrado en el ser, la sencillez, la simplicidad, la esencialidad, la calidad de vida, motivando y razonando las opciones propuestas, y proponiendo también algunos instrumentos que pueden ayudar a emprender la tarea y caminar en la dirección deseada.
La Naturaleza puede satisfacer las necesidades de todos,
pero no la codicia de cada uno (Mahatma Gandhi)
Este año estamos celebrando el 40 aniversario de la escuela de Don Milani, y nos va a ser útil recoger algunas de sus intuiciones metodológicas que aplicaremos al tema que nos ocupa.
Es opinión común entre los educadores que educar a los jóvenes no es fácil. En general no existe mucha confianza entre los adultos sobre la capacidad de los jóvenes de interesarse en los problemas del mundo. Y en parte es cierto, sobre todo la adolescencia se caracteriza por un grado importante de egocentrismo. Pero también es cierto, si recordamos nuestra adolescencia, que es la etapa de la vida en la que más buscamos modelos, ideas, valores, pistas para construir nuestro futuro. Para lo que no tienen oídos nuestros adolescentes y jóvenes (y pocos adultos, la verdad) es para los sermones. Para recibir consejos (debes…) ni juicios sobre las responsabilidades colectivas inconscientes que como ciudadanos del mundo y del norte tenemos ante problemas gravísimos, que pueden incluso preocuparles. Trabajar con jóvenes es aceptar hacer un camino de búsqueda común, donde los descubrimientos nos llevan a cambiar, a elegir, a confirmar, a renunciar o a pasar del tema. Pero a todos, educadores incluidos. Significa que al educador le toca traer (o aprovechar) una provocación y aceptar ponerse preguntas legítimas (cuya respuesta no la conoce el educador) en grupo. Intentar recorrer distintos caminos, escuchar varias voces, reflexionar juntos y hacernos una opinión (no común). Opinión que llevará a una elección, aunque la elección no coincida con la que tenía el educador en la cabeza. El mensaje (invisible) que pasa a través de la metodología es más importante que el contenido.
En segundo lugar, y ya entrando en el tema, recojo brevemente algunas pistas que la UNESCO propone para el Decenio de Educaciòn al Desarrollo Sostenible (2005-2014).
– Respecto a la metodología: Sintonizar con la modalidad de comunicación del interlocutor; usar una pluralidad de estímulos, cognitivos y emotivos; experimentar, realizar; usar la ironía y las paradojas para desmontar estereotipos; ofrecer ejemplos positivos y concretos (generar un sentimiento del posible); evitar catastrofismos y sentimientos de culpabilidad (bloquean); ser positivos (estamos buscando una mejor calidad de vida para todos).
– Respecto a los contenidos: Educación para todos; reducción de la pobreza; igualdad de género; salud, HIV/AIDS; protección del Medio Ambiente; derecho a agua; desarrollo rural; consumo sostenible; turismo sostenible; urbanización sostenible; diversidad cultural; comprensión intercultural; culturas locales; derechos humanos; mass media y tecnologias de la informaciòn y de la comunicación; participación ciudadana; cambios climáticos; biodiversidad; prevención de catástrofes; paz y seguridad humana; responsabilidad social de empresa; economía de mercado.
Son más temas de los que nos habríamos imaginado. Lo que nos da la idea de cuan complejo y amplio es el asunto. Pero pasemos a la acción pedagógica eligiendo algunos sobre los que trabajar concretamente. A continuación voy a proponer algunas pistas de trabajo para que un grupo pueda ponerse a pensar… y tal vez actuar.
- ¿Qué orilla hay que abandonar?
Medusas y otros bichos raros nos avisan de que algo no funciona. En efecto, algunas cosas no funcionan: Las medusas y las algas que se reproducen y ahogan el mediterráneo (cada vez más caliente). Las primeras porque quedan pocos peces y tortugas que se las coman, por el exceso de fosfatos las segundas; las fotos del satélite nos enseñan incendios sin fin, los desiertos avanzan; los glaciares se deshacen; tomar el sol se ha vuelto peligroso por el deterioro de la capa de ozono; las alergias y enfermedades pulmonares debidas a la contaminación se han convertido en una prioridad; los combustibles fósiles, soporte del desarrollo occidental, están acabándose.
1.1.El mundo dividido en dos nos preocupa
El mundo rico, donde el consumo es un fin en si mismo, (nos autodenominamos: sociedad de consumo). Inmersos en nuestra burbuja consumista nos olvidamos de sus efectos sobre el Planeta en un país lejano, quizás en condiciones de explotación. Pongámonos algunas preguntas:
– ¿Qué relación hay entre tu móvil y el Congo?
– ¿Y entre una hamburguesa y la Amazonia Brasileña?
– ¿Sabes qué países producen el cacao que desayunas?
– ¿Y quién fabrica tus vaqueros preferidos? ¿Y tus deportivas?
El mundo pobre que consiste en mitad de la población mundial y vive con menos de dos euros al día. De ellos 1.200 millones de personas no tienen agua potable, y 10 millones de niños menores de 5 años mueren a causa de enfermedades curables.
¿Es por qué viven en zonas sin recursos? A menudo tienen petróleo, diamantes, cobre, oro, coltán (eso, lo que tiene tu móvil). Producen cacao, algodón, café, fruta… Y sin embargo, viven en la pobreza, ¿por qué? Comparemos con los jóvenes las informaciones o las opiniones que tenemos (sin buscar aun las soluciones).
Preguntamos
- Preguntad a la gente las cosas que usa de forma habitual, y si sabe qué recursos naturales son necesarios para producirlos.
- Preguntad si saben de qué zonas del planeta provienen esos recursos?
- Preguntad cuáles son algunos países pobres y si saben los recursos naturales que poseen.
- Preguntad si alguien conoce la sorprendente historia del coltán.
- Preguntad si saben qué es el Comercio Justo.
Al final de las encuestas, intentad sacar la mayor información posible entre el contenido recogido y comentad los resultados y lo que vosotros pensáis.
1.1.Se buscan más planetas
Somos más de 6.000 millones de personas y todas tenemos derecho a vivir dignamente. Sin embargo ¡el 20% de la población consumimos el 80% de los recursos del planeta! Si todas las personas del mundo tuvieran nuestro mismo nivel de consumo y de vida, se necesitarían tres planetas para poder satisfacer las necesidades de todos. Uno de ellos sólo como basurero de nuestros residuos.
La huella ecológica es un parámetro para medir el consumo de recursos de cada país, respecto a la disponibilidad real de los mismos a nivel planetario. Por ejemplo: se ha calculado que el tenor de vida de un español exige 1,10 hectáreas de terreno para fines energéticos, 0,27 para fines edificables, 0,55 de pastos, 0,23 hectáreas de mar, y 0,23 de bosques. En total la huella ecológica de un español medio es de 3,11 hectáreas (contra las 0,8 de un indio, y las 6,2 de un norteamericano).
Reflexionamos
Si la disponibilidad de recursos para cada español es de 1 hectárea: ¿De dónde creemos que salen los otros recursos que usamos, que nos “comemos”?
Compartamos nuestras informaciones e opiniones sin buscar immediatamente la soluciones.
1.3. Los residuos
Más de 500 kilos de basura por persona al año. Esa es la cantidad que generamos en nuestro país. ¡Y sigue aumentando! La sociedad de consumo se ha convertido en la sociedad de la basura, y el 90% de los desechos acaban en vertederos o quemados en incineradoras. Los problemas son dos: el primero es la escasez creciente de materias primas. El segundo es qué hacer para eliminar los residuos. La capacidad de la Naturaleza para proporcionarnos recursos y asimilar nuestros desechos es limitada. Ahí van algunos datos de lo que tiramos: el 48% es orgánico (tiene una vida media de 1 año), el 18,5 % papel (3 años), el 4,1 % metales (50 años), el 3’7 % textil (30 años), el 11,7% plástico (1.000 años).
¿Sabes cuál es el problema de las incineradoras? Emiten a la atmósfera dioxinas y furanos, compuestos altamente tóxicos incluso en concentraciones muy bajas. Dejan cenizas y restos tóxicos equivalentes a 1/3 de las basuras quemadas. Aunque en algunos casos se aproveche la energía que producen, es más la que se ahorra si se reutiliza o se recicla la basura.
¿Y el problema de los basureros? La contaminación de la tierra y de las aguas subterráneas.
¿Y de las depuradoras? La eliminación de fangos tóxicos (debido a detergentes, pinturas, ácidos, amoniacos, lejías…). Y donde no hay depuradoras, todo ello acaba en los ríos y en el mar.
Investigamos:
Hacemos una lista de los productos de usar y tirar que utilizamos en casa. ¿Cuántos de ellos son imprescindiblesy cuántos no lo son?
1.4. ¿Se está cociendo el planeta?
¿Serías capaz de decir cuántas veces al día consigues, con un sólo dedo, encender la luz, la tele, el video, el DVD, el ordenador, le CD, la videoconsola,…? La electricidad ilumina, hace la vida más cómoda, entretiene nuestro ocio, mantiene en funcionamiento las industrias que producen lo que consumimos… y, además, ¡parece limpia! Pero el CO2 que emiten las centrales térmicas (donde se quema carbón, petróleo o gas) ha variado la composición de la atmósfera ¡y está cambiando el clima! Por no hablar de las guerras que resultan de la necesidad de mantener nuestro nivel de vida y de consumo… (aunque seamos noviolentos.)
Alguno dirá: pues para eso están las centrales nucleares. Imagino que sean conocidos los límites de las centrales nucleares. Por si acaso, ahí van: emiten radiactividad al medio ambiente; generan residuos radiactivos que duran centenares de miles de años; cerca de las centrales nucleares se ha detectado mayor incidencia de cáncer; es muy cara (sólo se mantiene con un fuerte apoyo estatal); el accidente de Chérnobil de 1986 ha causado ya 200.000 muertes.
Muchas voces gritan desde hace años pidiendo desarrollar más rápidamente y mejor las energías renovables y limpias. Por desgracia llevamos mucho retraso en esto, y ello se debe a la presión que ejercen laslobbys del petróleo para no perder el control y la ganancia, mientras quede petróleo. Hay otros en cambio que dicen que no bastan ni las fuentes fósiles ni las renovables. Que si tenemos un cubo lleno de agujeros, lo imprescindible es tapar los agujeros, no encontrar aguas milagrosas para llenarlo. Lo mismo ocurre con la energía. Nuestra gestión actual desperdicia al menos el 40% de la energía que utiliza en las casas, en las industrias, en los espacios comunitarios, en los transportes… Si tapamos los agujeros del cubo ahorramos el 40% de la energía. ¿Qué fuente renovable o fósil nos da un ahorro mayor? Esta es la razón por la que la mejor fuente es el ahorro energético.
Compartimos nuestras emociones:
Ponemos dos carteles en dos esquinas opuestas de la sala. Uno con un 0 e otro con un 10. Pedimos a los jóvenes que se sitúen entre el 0 y el 10 según la respuesta que quieran dar a las siguientes preguntas. Una vez situados, respondemos a la segunda pregunta desde el sitio:
- ¿Cuánto nos preocupan las señales de alarma que nos lanza el planeta? (de 0 a 10) ¿Qué es lo que más tememos?
- ¿Cuánto me siento impotente/resignado ante los problemas del mundo (0) y cuánto responsable/capaz de hacer algo para cambiar la dirección (10)? ¿por qué?
- ¿Cuánto nos preocupa que se nos esté pidiendo renunciar a algo que nos gusta mucho? ¿Qué es lo que más tememos perder?
- ¿Hacia qué orilla dirigirnos?
2.1. ¿Tener o ser? La elegancia de la simplicidad
Poseer más de un cierto número de objetos, en vez de ayudarnos a vivir mejor, nos quita el tiempo. En una cultura como la de los Navajos, donde se conocían sólo 236 objetos, el tiempo era abundante, pero en nuestra sociedad, donde cada casa contiene unos 10.000 objetos, domina la escasez de tiempo. Los bienes, grandes y pequeños, hay que elegirlos, comprarlos, colocarlos, utilizarlos, ordenarlos, limpiarlos, almacenarlos, repararlos y desecharlos. En la sociedad del bienestar el número de bienes y servicios se ha disparado. Y sin embargo el día sigue siendo de 24 horas. El stress es un compañero cotidiano, que a menudo nos impide gozar de lo que tenemos. El bienestar de este modo se reduce. Una buena comida en compañía, recoger la ensalada del huerto (o del balcón), un paseo con amigos o sólo, hacer el pan, leer un libro, tocar un instrumento, subir una montaña, una conversación con un amigo… necesitan tiempo pero aumentan la calidad de la vida. Lo dice el Principito al señor que toma pastillas en vez de beber agua para ahorrar tiempo.
Un tal Wolfgang Sachs analiza cómo hasta los años 80 el progreso y el bienestar (en el norte del mundo) crecían al mismo ritmo. A partir de un momento, un mayor progreso no ha procurado mayor bienestar, al contrario. Se han creado nuevos problemas: salud, miedo, inseguridad, ansiedad, stress. Vivimos en un dilema del que no nos es fácil salir.
Dibujamos
Dibujad una tarta en un folio (usado por detrás, por supuesto) y dividid la tarta en porciones según el tiempo que dediquéis a lo que os llena el tiempo: trabajar, estudiar, jugar, deportes, amigos, novi@, familia, descansar, voluntariado, religión, ordenador,…. o las voces que queráis. Coloread de rojo las cosas que vivís constress y en azul las que reciben el tiempo y la atención que necesitan.
Compartid vuestra realidad con el grupo. ¿Cómo vivís la relación con el tiempo, con las cosas, con las personas…? ¿Qué calidad de vida tenéis? ¿A qué desearíais poder dedicar más tiempo? ¿Si tuvierais una barita mágica, qué desearíais para ser más felices? ¿Cómo soñáis un futuro mejor? ¿cuánto poseer o exhibir ciertos objetos (y cuáles) nos hacen/harían sentirnos más importantes, más respetados, más influyentes…? ¿en qué ocasiones hemos experimentado o observado que tener es más importante que ser?
2.2. ¿Qué es lo “necesario”?
Esta es una buena pregunta para provocar a nuestro grupo de jóvenes (¡o de adultos!). Si tuviéramos que huir de donde vivimos por una catástrofe, con qué nos quedaríamos. Qué es lo imprescindible para vivir? En parte se trata de un criterio subjetivo, ciertamente, pero podemos compartir nuestras prioridades, nuestras necesidades. ¿Alguien del grupo ha tenido la oportunidad de vivir en algún país pobre? ¿De qué se ha dado cuenta? ¿Qué significa la expresión “necesidades inducidas”? (www.consumehastamorir.com ) ¿Quién induce a quién y por qué? ¿Cuánto nos sentimos libres ante el bombardeo de las “necesidades inducidas”? Podemos compartir algún ejemplo de “resistencia” personal conseguida, o de dificultades encontradas en la tal resistencia. Es interesante invitar alguna persona “normal” que tenga experiencia de sobriedad, que pueda compartir las razones por las que no tiene, tal vez, coche, o móvil, o tele… o que hace el pan en casa, o que hace los regalos a mano, o que escribe cartas de papel (no emilios rápidos), o poesìa…
Vivimos un desafío
A ver quién consigue sobrevivir durante una semana (o un día…) sin algo que nos parece fundamental: la tele, el mesenger, el móvil, el tabaco, la bottellita de agua siempre presente, la ducha diaria, el dinero, la moto/el coche… Es un buen ejercicio de Cuaresma: un ayuno distinto. Y luego nos lo contamos, para ver lo que hemos aguantado, lo que hemos descubierto, o sufrido…
2.3. Pero, ¿por qué vivir con lo necesario?
También ésta es una buena pregunta para invitar al grupo a reflexionar, antes de dar respuestas. Mejor si cada uno lo escribe en un papelito antes de hablar y luego estos se leen para animar el intercambio. Os recordamos algunas razones para vivir con lo necesario que podéis hacer leer a tres jóvenes en un cierto momento de la discusión (no al principio):
– Para sobrevivir: porque este planeta no da para todos si todos queremos tener el nivel de vida occidental (La Naturaleza puede satisfacer las necesidades de todos, pero no la codicia de cada uno. Mahatma Gandhi).
– Por justicia: porque la redistribución de las riquezas es un imperativo moral para el cristiano. Porque nadie debería “tener una piscina mientras su vecino no tiene que beber”. Porque un día nos preguntarán: “Dònde està tu hermano?
– Para ser más libres y felices : toda riqueza apesta de injusticia (Lc 16,9). “Una persona es rica en proporciòn a las cosas a las que consigue renunciar”.
Rezamos
“Al final de tu vida Dios no te preguntará qué modelo de auto usabas; te preguntará a cuánta gente llevaste. Dios no te preguntará los metros cuadrados de tu casa sino a cuánta gente recibiste en ella. Dios no te preguntará la marca de la ropa en tu armario sino a cuántos ayudaste a vestirse. Dios no te preguntará cuanto era tu sueldo, te preguntará si vendiste tu conciencia para obtenerlo. Dios no te preguntará cuál era tu título; te preguntará si hiciste tu trabajo con lo mejor de tu capacidad. Dios no te preguntará en qué vecindario vivías; te preguntará si conocías a tus vecinos. Dios no te preguntará qué marca de reloj llevabas, sino si tuviste tiempo para encontrar a tus amigos, a tu familia, a quienes te necesitaban…
Al final de tu vida Dios te abrazará y te llevará con amor a tu casa en el Cielo”.
2.4. Hacia la economía local
Os podrá parecer raro pensar que dirigirnos hacia la orilla producir localmente y consumir localmentepueda tener sentido. Pero hay por lo menos cuatro razones para consumir productos locales. La primera es de sentido común: es absurdo emplear energía y medios para transportar cosas que se pueden producir donde vivimos. La segunda es de tipo energético: las fuentes de energía renovables se deben consumir donde se producen porque no se pueden transportar. Así que invirtamos en tantas pequeñas centrales en vez de en oleoductos, gasificadores…. La tercera es de carácter ambiental. En el pasado, cuando las necesidades se satisfacían con los recursos del lugar (leña, agua, alimentos…) a la gente le convenía cuidar los bosques, tener limpios los ríos, segar los campos…. dependía de ello la supervivencia. Eso demuestra que la naturaleza es respetada cuando existe un sentido de pertenencia hacia la tierra. La cuarta razón es de tipo social: la experiencia demuestra que donde la economía está orientada hacia necesidades locales la gente está mejor. Los empresarios que saben que su mercado es gente local, están más estimulados a pagar mejor a sus empleados, a hacer las cosas bien (calidad) y a crear ocupación en el lugar. Pues sino, a quién venderán sus productos?
Observamos
¿Con qué criterio compramos? ¿El precio más bajo? ¿La marca? ¿La calidad? ¿El embalaje? ¿El trato a los trabajadores? ¿Hemos mirado alguna vez la etiqueta?
¿Sabes en qué países están prohibidos los sindicatos de trabajadores (China, Birmania, Corea del Norte)?
- ¿Cómo empujar la barca al agua?
3.1. El sentido de impotencia
A veces sabemos donde hay que ir, pero nos sentimos pequeños, impotentes, ante problemas grandes y complejos. Nos sentimos solos ante masas de personas que siguen sin problemas un rìo que arrastra. Es cierto, el sentido de impotencia es uno de los mayores obstáculos para echar la barca al agua. Una de las cosas que más nos asusta ante problemas grandes y complejos es la sensación de que hay que ser héroes y si no es así nos sentimos insignificantes. Y en cambio millones de hormigas insignificantes hacen caer un árbol y lo transportan a trocitos con su insignificantes fuerzas. Nuestras fuerzas “insignificantes” nos permiten elegir si usar el transporte público o el privado; si invertir nuestro tiempo en nosotros mismos o para que crezca la participación y la sociedad; si plantar un árbol o quejarme de los pocos árboles que hay; si comprar en una tienda del comercio justo (www.e-comerciojusto.org/es) o en un supermercado de una multinacional; si crear buen clima entre los vecindad o cerrar mi puerta con candado; si usar software libre o no; si participar de la solución de los problemas del barrio, de la ciudad o quedarme mirando… En fin, no saldremos en los periódicos, pero seguramente mejorará la calidad de la vida, para empezar la nuestra. Pero además hay otra razón para actuar, aunque seamos “insignificantes”.
Veamos algunos instrumentos que nos pueden ayudar a dar pequeños pasos en la direcciòn que deseamos.
3.2. La fuerza del Consumo Crítico
Como dice el misionero comboniano Alex Zanotelli, “cada vez que entramos en un banco o que compramos, votamos”. O sea, que el poder del consumidor es más fuerte de lo que pensamos. Que con nuestro dinero, si somos muchos, “orientamos” el mercado. Si los comerciantes, los agricultores, las empresas…comprenden que preferimos no comer pesticidas, herbicidas, OGM,… se invertirá en la lucha biológica contra las plagas. Si el mercado sabe que los consumidores prefieren gastar un poco más pero garantizar condiciones justas a los trabajadores, el mercado se pone las pilas para “agradar” al consumidor. Y si el consumidor no quiere meter su dinero en bancos que especulan, trafican con armas, sostienen empresas que contaminan o explotan… entonces los bancos empiezan a cuestionarse las inversiones. Este es un gran poder, fácilmente utilizable, aunque, eso sí, exige que el consumidor se informe bien, y no siempre encuentra la información en la televisión y en el periódico. Pero hay miles de revistas, asociaciones y ONG que saben muchísimo, dispuestas a contaros lo que hay detrás de los productos, de las empresas, de los bancos… para poder elegir. Para poder cambiar. Un sólo ejemplo sobre los efectos de una simple elección como la de qué medio usar para viajar.
Informarse
¿Sabías que la producción de CO2, la contaminación y el gasto de combustible de un sólo vuelo (de tu parte de vuelo) equivale a todo lo que contaminas en toda tu vida con el coche? ¿Sabías que el impacto ambiental de un viaje en tren es 0,001% que el de ir en coche? A veces, si llenas el coche, el viaje sale más barato que el tren. Pero cada vez más (¡qué paradojas!) el avión low cost sale más barato que el tren. Pero es porque no pagamos su verdadero precio en impacto ambiental: contaminar no cuesta nada. Nadie paga ese precio. Bueno nadie no. Nuestros hijos, nuestros pulmones, nuestro planeta…
3.3. La fuerza del decrecimiento feliz y colectivo
Cambiar estilo de vida no significa volver a la luz de las velas y a pasar hambre. Significa redescubrir el sentido y la medida de la inteligencia productiva. Pasar de la sociedad del desperdicio a la sociedad sostenible no significa sólo producir menos, sino también producir de otro modo: menos productos superfluos, más fundamentales; menos productos de muerte y más que den vida; menos energía de fuentes fósiles, más renovables; menos productos de usar y tirar, más duraderos. Menos tirar, más recuperar.
Pero no basta con buscar ser eficientes y esenciales. Uno de los instrumentos más potentes para el cambio es el término “colectivo”: menos productos privados y más públicos, compartidos, usar en vez de poseer. Lo que significa un menor gasto energético y de materias primas, un menor problema de transporte, almacenado y eliminación de residuos…. Y hay muchos ejemplos interesantes de ello: el Car Sharing, el Car pooling(www.shareling.es), el alquiler de bicicletas, Cohousing (la construcción de apartamentos con espacios y servicios comunes) , la Banca del Tiempo (http://www.redescristianas.net/2007/09/21/mas-de-10000-personas-ya-son-usuarias-de-los-bancos-de-tiempo-carmen-planelles/ ), las comunidades de vida, el intercambio de casas (www.intercambiocasas.com), el préstamo, las bibliotecas, videotecas, la compra colectiva o el alquiler temporáneo de bienes y servicios.. y muchos más que seguramente conocéis.
Compartir
Pongámonos algunos objetivos: ¿hay algunos bienes y/o servicios que podríamos no “poseer” privadamente y utilizar en comunión dentro de nuestro grupo, comunidad, barrio, familia…? Tal vez ya lo hagamos y podamos compartamos la vivencia. Una experiencia importante sería la de visitar una comunidad de vida. Existen algunas muy interesantes, religiosas y seglares, donde se comparte el dinero, o los espacios comunes, o el compromiso social o político, o algunos bienes y servicios, la oración, el tiempo, el trabajo …
3.4. La fuerza de la denuncia y la no-cooperaciòn
La noviolencia del Evangelio nos enseña a no ser neutrales, cuando detrás de ésta palabra lo que hay es “complicidad” inconsciente o cómoda. Decía Martin Luther King: “Más que la violencia de los malvados temo el silencio de los buenos”. Es lo que Primo Leví, un judío italiano llamaba la “Zona Gris”, o sea, todas las personas que sabían, vieron y no quisieron saber ni ver, no hicieron nada, por miedo o para no complicarse la vida. O como aquel chiste que dice que no quedaba sitio en el infierno y aun había una fila de personas esperando para entrar. Sale el demonio y dice: “Queda un solo sitio. ¿quién es el peor de vosotros? ¿Usted qué ha hecho?” El hombre responde: “Yo no he hecho nada, debe haber un error”- “¿Cómo nada?” “Sí, nada. La verdad es que he asistido a muchísimas guerras, barbaridades, violencia, guerras y otras cosas peores, pero yo nunca hice nada” responde el hombre asustado. El demonio vuelve a preguntar: “¿Pero de verdad usted vio todo lo que cuenta y no hizo nada? Pues adelante, ¡ el puesto es suyo!”
A menudo me/nos descubro en plena zona gris de muchas injusticias grandes y pequeñas. Todos pasamos por las zonas grises del mundo y podemos decidir si quedarnos en silencio (y ser cómplices) o sostener a quienes actúan una lucha justa. En la zona gris reside un gran poder. Muchos piensan, y tienen razón, que no basta con hacer bien lo que a cada uno nos toca hacer. Que hay un nivel de cambio que es político, que busca modificar estructuras injustas y violentas, y que para ello no basta con “plantar árboles”. Que hay que denunciar a los que los talan o los queman y los venden como madera ilegal. Que hay que solicitar políticas que vayan a la raíz de los problemas y no respondan sólo a los síntomas de los mismos. Que hay que sacar la información, hacerla circular y recoger el consenso de todos los que se indignan para concentrar la “fuerza del número”, que es una de las fuerzas de la noviolencia. La denuncia, la no-cooperación con la injusticia, la desobediencia civil,… son instrumentos de la acción noviolenta accesibles a la gente que no se quiere resignar a hacer sólo de hormiguita (que es mucho de todas formas). Greenpeace, Amnistía y miles de organizaciones nos han enseñado que una firma, una carta, tienen una gran importancia para defender a los que no tienen voz, a los invisibles,… La creatividad y la imaginación son necesarias en la búsqueda de canales originales y eficaces de comunicar con la gente “normal” para que salgan de la zona gris.
3.5. La fuerza de las 4 R
Revolucionar los estilos de vida significa pasar del consumismo a la esencialidad. Se trata de un estilo de vida que es capaz de distinguir entre necesidades reales e inducidas, que se organiza colectivamente para garantizar a todos la satisfacción de las necesidades fundamentales con el menor gasto de energía; que da a las exigencias del cuerpo el peso justo sin olvidar las exigencias espirituales, afectivas, intelectuales y sociales de la persona. La sobriedad se apoya sobre cuatro imperativos que empiezan por “R”: reducir, o sea, elegir lo esencial;recuperar, reutilizar los objetos mientras pueda serlo y reciclar todo lo que puede ser regenerado; reparar, o sea, no tirar las cosas en cuanto tienen un fallo, sostener a los manutentores, aprendere a arreglar nosotros las cosas; respetar: es la r mas importante, la que nos permite descubrir lo que es prioritario y lo que es secundario. Y actuar.
Resumiendo, queremos afirmar que (aun) es posible vivir mejor, todos, necesitando menos, pero para ello tenemos que actuar tres revoluciones importantes, y noviolentas. Pero ¿por qué tres revoluciones? Imaginad que la sociedad fuera como el tráfico urbano. Para que pueda circular ordenado es necesario que dentro de cada coche haya un conductor capaz de conducir, que no haya bebido, consciente y responsable. Esta es la importancia que tiene el nivel personal. Y sin embargo, si los coches frenaran mal por un defecto de fabricación, el primer nivel no sería suficiente. Por ello es fundamental el nivel productivo. Y aun así, si los semáforos no funcionaran, no bastaría que los conductores y los coches fueran estupendos. Los accidentes y los embotellamientos serían una realidad cotidiana. Por ello añadimos la organización. En la sociedad funciona igual. Necesitamos gente que comparta los ideales y los ponga en práctica, que se produzca en modo sostenible y correcto, y que se establezcan reglas adecuadas para funcionar. Cuanto mayor sea la coherencia entre los tres niveles, mayor será la probabilidad de dirigirse hacia la dirección deseada. Por ello, es necesario actuar contemporáneamente en los tres niveles, para cambiar la sociedad:
– La revolución del estilo de vida: Redescubrir la sobriedad, la simplicidad; reciclar y ahorrar; usar en vez de poseer; acortar las distancias; valorizar la autoproducción.
– La evolución de la producción: Producir bienes duraderos; producir localmente y consumir localmente; cultivar de forma biológica; evitar producciones contaminantes y peligrosas; limitar el uso de recursos no renovables; utilizar fuentes de energía renovable; valorizar el trabajo humano.
– La revolución de la economía: Garantizar las necesidades básicas de todos con la contribución de todos; impulsar la autoproducción y el intercambio de trabajo a nivel local; reglamentar el comercio internacional para garantizar ganancias justas a los productores; repartir equitativamente los recursos y los espacios ambientales a nivel mundial (evitar la concentración); reglamentar y orientar las actividades de las empresas.
Para concluir, no sé qué os parecen los estímulos que propongo en este artículo. Espero que no os hayan asustado. Espero que no asusten a vuestros chavales/as. Espero tanto que cada uno encuentre alguna pista sobre la que trabajar, recordando siempre que ninguna revolución lo es en solitario. Que la comunidad nos salva de nuestro sentido de insignificancia, pero también del de omnipotencia. Que nuestros jóvenes poseen talentos, recursos, como para dar y tomar, y están ahí, para que los catequistas, los educadores los hagamos emerger, para que les hagamos entusiasmarse, enamorarse de nuestro mundo, casa común, Reino que es y llega,… Y recordemos siempre que nuestro mundo no es un legado de nuestros abuelos, sino un préstamo de nuestros hijos.
Bibliografía sencilla
Jean Giono, El hombre que plantaba àrboles
Còmo vivir sin acabar con el Planeta. Cuaderno SETEM.
Araceli Caballero, Manual de buenas maneras para comensales respetuosos. Folleto Alandar n. 22.
Vida Religiosa y Ecologia. Cuaderno de estudio y reflexiòn. CONFER, Departamento de Justicia y Paz (2003).
Sitios web
www.ecologistasenaccion.org : Asociación que recoge a casi todas las asociaciones ecologistas españolas.
www.greenpeace.es : Asociación internacional de defensa del medioambiente.
www.arba-s.org: Asociación Recuperaciòn del Bosque Autòctono.
www.alandar.org : Revista critica de información religiosa y no sólo.
www.terra.org : Fundación para un estilo de vida sostenible.
Algunos films
Erin Brockovich
Milagros (director: Robert Redford)
Ferngully
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