Amiga, amigo: Comienza el Adviento. Son muchos los personajes bíblicos, las parábolas y otras enseñanzas que nos hablan de este tiempo. Sin embargo hoy quiero que te fijes en Zaqueo. Él, con una mochila cargada de pecados y contrariedades, sale al encuentro del Señor… Y el Señor, se fija en él, como este año quiere fijarse en ti… Zaqueo baja a toda prisa y recibe al Señor muy contento… ¿Y tú qué vas a hacer? ¿Cómo le vas a recibir? |
Como Zaqueo, Señor,
yo también quiero conocerte.
Oigo el griterío de la gente: ¡Viene Jesús!
Vacila mi corazón: ¿Se fijará en mí?
Como Zaqueo, Señor,
soy bajo, muy bajo, mas no de estatura, sino de corazón.
Llevo años ejercitando mi ombligo, mi ego
Y, mientras mi yo aumenta, mi corazón disminuye.
Como Zaqueo, Señor,
el gentío, mis hermanos, me impiden verte,
el qué dirán me obliga a esconderme,
“tus hijos religiosamente correctos” me impiden el paso.
Como Zaqueo, Señor,
me subo a lo más alto de mi corazón,
donde Tú puedas verme,
donde yo pueda reconocerte.
Como Zaqueo, Señor,
escucho mi nombre
y mi corazón salta de alegría
y mi vida se dispone a recibirte.
Señor, que vienes a salvar lo que estaba perdido,
siento tu misericordia y tu perdón,
y me comprometo a devolverte con mi amor
algo de lo muchísimo que Tú me regalas cada día.
Señor, amigo de publicanos y pecadores,
este año has escogido mi casa, mi vida,
para establecer en ella tu morada…
¡Sí, Señor, sé bienvenido, no te fallaré!
Señor, quiero que te alojes en mi casa,
quiero tenerlo todo preparado,
quiero escuchar de tus labios y de tu corazón:
¡Hoy, hijo mío, te ha llegado la salvación
J.M. de Palazuelo