CONCLUSIONES DEL SEMINARIO SOBRE ANIMACIÓN VOCACIONAL

1 enero 2011

(10 – 11 DE FEBRERO DE 2009)

Comisión Nacional de Animación Vocacional
 
Nos han pedido en diversas ocasiones que publiquemos las conclusiones del Seminario sobre la Animación Vocacional, realizado por las inspectorías salesianas de España a lo largo de año y medio, y que tuvo su sesión final el 10 y 11 de febrero de 2009.
Creemos que es un buen material para la reflexión y la toma de decisiones en un tema tan complejo actualmente.
 

  1. La centralidad de la experiencia de Dios

 
–          La fragilidad de nuestra experiencia religiosa. Los jóvenes buscan en nosotros personas sólidas que ofrezcan un testimonio coherente de fe. Y en nosotros no se percibe con claridad la pasión por Dios. La crisis vocacional debe vivirse como una oportunidad para profundizar a nivel personal y comunitario en una espiritualidad salesiana bien estructurada y centrada.
–          Optamos por una vida religiosa apostólica, pero posiblemente corremos peligro de caer en el activismo, debilitando en nosotros el sentido de la experiencia religiosa, de la oración personal y comunitaria,  de la eucaristía.
–          En el ámbito del carisma salesiano, desde el compromiso serio en la misión, evitando el individualismo y fortaleciendo la realidad de la comunidad, la crisis vocacional nos emplaza a una profunda renovación espiritual, sosteniéndonos mutuamente en un proceso de auténtica conversión.
 

  1. La solidaridad fraterna en el camino de la vocación personal

 
–          Ante la situación dolorosa de salesianos heridos, amargados, rotos interiormente por diversos motivos, tendríamos que hacer un esfuerzo por favorecer “comunidades terapéuticas”, en las que, desde la misión salesiana, la experiencia de la fraternidad evangélica haga posible la acogida incondicional, la sanación de heridas, la recuperación vocacional, la esperanza teologal.
–          La fraternidad evangélica, que sostiene y consuela, ha de ofrecer el estímulo y los medios para facilitar elproyecto personal, el acompañamiento en la fe, las experiencias de oración personal y comunitaria.
–          Desde corresponsabilidad en la misión, los laicos de la Familia Salesiana, de honda experiencia religiosa, pueden ser elementos muy positivos en la experiencia vocacional de los salesianos consagrados.
 

  1. La calidad de la formación inicial y permanente

 
–          La crisis vocacional ha de ser interpretada como una oportunidad de profunda renovación, porque el problema no es simplemente la escasez de vocaciones, sino también y sobre todo las salidas dolorosas de tantos salesianos jóvenes y adultos. Esto debe provocar  una llamada a la responsabilidad, un discernimiento cuidadoso sobre la calidad de la formación inicial que ofrecemos, y la exigencia de una formación permanente, adecuada a los desafíos de nuestro tiempo.
–          El análisis de los abandonos comprueba sin duda la fragilidad de la opción de fe, y las carencias en la madurez afectiva. Estos datos deben iluminar el compromiso formativo de los responsables (inspectores, directores y formadores) en procesos personalizados. La vertebración de la identidad psicológica, la maduración afectiva, la experiencia de Dios en el seno de la espiritualidad salesiana han de ser hoy prioridades formativas, y exigen formadores coherentes y competentes.
–          La formación permanente es un elemento decisivo en la experiencia vocacional de los salesianos adultos. Y ha de ser entendida como un proceso espiritual, como un camino de conversión, que dé solidez a la propia opción vocacional y al compromiso en la misión. Su lugar natural es la comunidad, pero ésta ha de estar apoyada por iniciativas inspectoriales y regionales.
 

  1. Aceptar la realidad de nuestras comunidades: luces y sombras

 
–          En nuestras comunidades hay luces (sencillez, cercanía, atmósfera de familia…) y sombras (soledad, falta de comunicación, oración y eucaristías rutinarias, dificultades para acoger a jóvenes y a laicos…). Somos conscientes de nuestras limitaciones y de la necesidad de un testimonio comunitario que sea atractivo para los jóvenes, sin discursos voluntaristas, aceptando las limitaciones, conscientes de que nos une la fe, y de que hemos de abrirnos con cordialidad a los destinatarios de nuestra misión.
–          El escándalo para los jóvenes no son, en principio, nuestras limitaciones, sino sobre todo que no vean nuestro sentido de fe, y que descubran que no nos queremos o que no los queremos a ellos. La fraternidad evangélica ha de contar con salesianos heridos y cansados, con salesianos ancianos. Si la fe nos sostiene, serán posibles la sensibilidad, la compasión, la comprensión, haciendo que nuestras comunidades sean habitables y generosamente abiertas.
–          La pastoral vocacional tiene en la vida de comunidad una prueba de su autenticidad. Para adolescentes y jóvenes el testimonio de salesianos de cualquier edad, que viven con gozo su vocación, humanamente sensibles y cercanos, sencillamente coherentes, anclados en la experiencia de Dios y capaces de comunicarse con ellos y de preocuparse por ellos es decisivo.
 

  1. Los responsables de la animación y del gobierno

 
–          El estilo salesiano de animación y gobierno exige una atención preferente a las personas: a los miembros de la comunidad, a los laicos responsables, a los destinatarios de la misión. En este momento creemos oportuno subrayar que inspectores y directores tienen una responsabilidad inmediata sobre la situación personal de los salesianos, a los que han de saber acoger, consolar, acompañar humana y religiosamente, discerniendo cuidadosamente su aportación a la misión, según sus capacidades, fuerzas disponibles y su situación vocacional.
–          El liderazgo religioso (en nuestro caso sobre todo inspectores y directores) en tiempos de complejidad y confusión exige serenidad, dedicación, actitud de servicio, sentido del equilibrio, y necesita del apoyo continuo de la institución por medio de una formación permanente, que responda a sus interrogantes e inquietudes, a sus carencias y necesidades para ser hermanos entre hermanos que sepan orientar, sostener, acompañar en la experiencia humana y vocacional.
–          Los responsables de la animación y del gobierno han de fomentar en los salesianos, personal y comunitariamente, la espiritualidad de las constituciones, de forma que el testimonio de vida comunitaria, de los votos, del compromiso en la misión sea coherente y luminoso para los adolescentes y jóvenes de nuestra misión.
 

  1. La difícil tarea de la animación comunitaria

           
–          Los directores se sienten con frecuencia desbordados en su misión entre las tareas   ingentes de la obra salesiana y su papel como animadores de comunidad. Están     necesitados a su vez de animación y acompañamiento, necesitados de una formación           permanente que les ofrezca competencias y habilidades. Sobre ellos recae en último   término la responsabilidad de la pastoral vocacional local.
–          El testimonio comunitario en la animación vocacional no se basa sólo en una atmósfera comunitaria agradable, sino que tiene sus raíces en el papel del director como acompañante y padre espiritual, que implica actitud de respeto y acogida, capacidad de discernimiento y de corrección fraterna.
–          La comunidad salesiana es una comunidad apostólica, sujeto nuclear de la misión y  ámbito natural para el acompañamiento vocacional. La vida de comunidad es tarea de todos sus miembros y pertenece también al objetivo de la misión. Salesianos jóvenes, adultos y ancianos han de sentirse en ella corresponsables y comprometidos.
 

  1. La pastoral juvenil con sentido vocacional una tarea constante

 
–          En los últimos años la condición juvenil ha estado sometida a profundos cambios. Adolescentes y jóvenes tienen serias dificultades para acceder a la experiencia religiosa. Esto no puede llevarnos a bajar los brazos, sino a buscar nuevos caminos de encuentro, procurando conocer en profundidad el contexto social, creando ambientes educativos que faciliten la asimilación de valores humanos (justicia, solidaridad, paz, sentido de la vida…), haciendo ofertas de evangelización adecuadas a las diversas situaciones, no olvidando la propuesta vocacional explícita, de forma personal, allí donde se den auténticas experiencias de fe.
–          En esta oportunidad que abre la llamada crisis vocacional hemos de prestar especial atención a los agentes de pastoral: delegados, coordinadores, laicos de los equipos de pastoral, animadores. Necesitan apoyo, comprensión, formación permanente, acompañamiento personal.
–          Los estudios sobre la condición juvenil dejan patente la necesidad de atender a los jóvenes de 20 a 30 años, que ya están en condiciones de decidir sobre su futuro y de comprometerse. Por otro lado la familia como tal ha de ser integrada como destinataria y corresponsable en todas las ofertas de la pastoral juvenil. Y así conseguiríamos también un entorno muy adecuado para la educación de la fe en la infancia y preadolescencia. Respecto a la adolescencia hay que mantener la acogida incondicional, acompañándolos en sus complejos procesos personales, con tacto, ofreciéndoles luz y una experiencia religiosa, capaz de estructurar su interioridad afectiva y su escala de valores. Todo esto implica una atención preferente a nuestros animadores y a los miembros de la familia salesiana, como posibles agentes de animación vocacional.
 

  1. Procesos y propuestas en la pastoral juvenil y vocacional

 
–          Los adolescentes y jóvenes de nuestras obras viven en ambientes muy dispares y provienen de familias en las que la socialización religiosa ha desaparecido en su mayoría. La pastoral juvenil ha de tantear nuevos caminos de evangelización, procesos ágiles, itinerarios parciales, metodologías para una real iniciación cristiana. El Itinerario de Educación en la Fe sigue siendo un medio estratégico de evangelización y de propuesta vocacional para adolescentes y jóvenes, que exigen de nosotros sensibilidad humana y misionera.
–          ¿A qué llamamos “cultura vocacional”? Se trata de generar en nuestras obras un ambiente en el que sea posible educar en la apertura hacia valores postmaterialistas; en el conocimiento y posesión de la propia interioridad; en el sentido altruista de la vida; en la disponibilidad y constancia; en la fidelidad que acepta la renuncia y el sacrificio;  un ambiente que sea capaz de formar a los jóvenes en una voluntad resuelta, educando al silencio, a la reflexión, al sentido de lo gratuito, acompañándolos en el compromiso por la compasión, por la solidaridad, en el camino hacia una oración personal y comunitaria, que pueda conducir al joven a un discernimiento vocacional en medio de sus condicionamientos y fragilidades.
–          La necesidad ineludible del acompañamiento personal que hace posible la asimilación de los valores del evangelio, la unificación del joven mediante la experiencia de la fe en Dios Padre, revelado en Jesús el Señor por la fuerza del Espíritu. Busca integrar su personalidad desde el seguimiento de Jesús, haciendo de la fe el núcleo de su interioridad. Se trata de que el joven acompañado sepa leer su propia vida como historia de salvación y aprenda a responder a la palabra de Dios que resuena en su corazón. ¿Estamos los salesianos disponibles para ese acompañamiento? ¿Nos sentimos preparados?
–          En las diversas inspectorías hay iniciativas muy interesantes y probadas de pastoral vocacional, que se intercambian en el seno de la comisión de animación vocacional. Parece llegado el momento de iluminarnos y ayudarnos mutuamente para fortalecer la dimensión comunitaria de la pastoral juvenil y vocacional. Necesitamos crear “comunidades cristianas de referencia” en las que los adolescentes y jóvenes se sientan acogidos cordialmente, en las que puedan celebrar la fe y su compromiso en una atmósfera de serenidad y gozo.
–          Caminando juntos con propuestas concretas. El discernimiento vocacional y la maduración cristiana que supone necesitan acompañamiento personal y comunitario. De forma decidida hemos de configurar comunidades salesianas para que sirvan de referencia a adolescentes y jóvenes, que en el seno de sus familias quieran iniciar un camino vocacional. Además vemos la necesidad de crear comunidades de propuesta vocacional, en las que sean acogidos jóvenes en la vida comunitaria, con un acompañamiento específico. Por otro lado habría que lograr comunidades específicas de orientación vocacional, como preparación inmediata al prenoviciado. Éste ha de estar bien estructurado y ofrecer una experiencia real de comunidad, de espiritualidad salesiana, y de misión juvenil.