Construyendo espacios de solidaridad y esperanza: trabajo en red

1 mayo 2007

Daniel Jover Torregrosa  es Presidente de APRISE (Asociación Promoción Iniciativas Sociales y Económicas)
 
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
El presente artículo recoge la ponencia pronunciada por el autor en el XV Congreso Estatal de Centros Juveniles Salesianos celebrado en Valencia (12-15 octubre, 2006). Su finalidad principal era iluminar el tema de fondo del Congreso: “En diálogo con la Sociedad: la participación en redes como compromiso social”. Desde una perspectiva educativa, ofrece un amplio marco de referencia para estar presentes en la sociedad y en el mundo desde una actitud de compromiso cristiano y señala un rico conjunto de propuestas concretas.
 

 “Mirad, en la vida no hay soluciones, sino fuerzas en marcha.

Es preciso crearlas y las soluciones vienen”

Antoine de Saint-Exupery

 
En este escrito presentamos un conjunto de reflexiones para desvelar matices ocultos y revelar algunas cuestiones esenciales para saber estar presentes en la sociedad y en el mundo desde una actitud de compromiso cristiano y una opción preferencial por los pobres que son -no hay que olvidarlo- los auténticos Vicarios de Cristo en la Tierra. En efecto la participación en espacios de solidaridad y cooperación  requiere aprender a trabajar en red, respeto al carisma e identidad de cada entidad considerando la diversidad y pluralidad como un valor no como una amenaza. Solo así podremos construir plataformas y redes  que no solo sean efectivas y eficientes sino también lugares de esperanza. Pero hay que reconocer que es más cómodo seguir en dinámicas endogámicas que atreverse a compartir espacios y redes. Siempre ponen a prueba nuestras convicciones y opciones. Pero nuestras organizaciones como Centros Juveniles son espacios educativos compuestos por personas cuya personalidad y carácter están “en construcción”.Deben  ser organizaciones que ofrezcan oportunidades de aprendizaje y maduración humana y cristiana. Colaborar  en redes y estar presentes en la sociedad  supone una preparación integral y objetivos claros.
Sabemos que hay períodos en que puede mas la decepción o el desengaño que la esperanza. Cuando se rompe la confianza  en ti mismo y con tus compañeros mas  próximos, cuando fisiológica y psicológicamente  eres vencido por ese mal invisible que afecta al alma y a las ganas de trabajar o vivir que llamamos depresión, stress, desmoralización, etc., podemos caer en la tentación del ensimismamiento y el derrotismo.
Este estado de ansiedad  y malestar personal  es también el veneno secreto de numerosas manifestaciones colectivas: la falsa percepción de los problemas/cuestiones y por ende el impulso a tomar decisiones equivocadas. Tomamos la opción de crear redes para mejor estar presentes en la sociedad  y construir soluciones cooperativamente siendo fieles a nuestra razón de ser.
Pero hay dos factores que limitan: los aspectos internos y los externos. Debemos asumir la relevancia que tiene nuestra componente subjetiva y emocional como algo importante en el aprendizaje colectivo y la construcción de nuestras organizaciones y Centros juveniles con estructura de red, desde la que es más fácil coordinarse, colaborar y cooperar. La componente afectiva interpersonal es un dato fundamental para entender estos procesos. El respeto siempre ha  de estar  presente en ese código interno implícito en cualquier red, aunque a veces las tensiones han hecho aflorar nervios, o las diferencias se convierten no solo en  inconvenientes sino obstáculos. ¡Que ningún conflicto nos impida la escucha interior ni nos insensibilice a las intuiciones  y valores  centrales del proyecto a desarrollar en red!.
 

  1. Aprender a innovar colectivamente

 
Vivimos un cambio de época y somos testigos directos de la gran metamorfosis de la sociedad laboral, la economía y la cultura. Ciertamente no es el  fin del mundo del trabajo  pero sí de un  modo de concebirlo, administrarlo y gestionarlo. El impacto de este fenómeno sobre la educación es directo, dada la profunda interrelación entre sociedad, empleo y formación. Saber dialogar con la sociedad es fundamental para estar presentes con sentido enla  vida. Necesitaremos saber mirar con ojos nuevos  una realidad siempre compleja. Hay que atreverse a compartir en vez de competir creando o integrándose en redes y coordinadoras para dar testimonio de solidaridad .La práctica y la experiencia es esencial para avanzar aprendiendo a gestionar redes. Tenemos que combinar diálogo y diapraxis.
Lo más importante lo aprendemos desde la práctica a partir de la  experiencia de amor y amistad. En ese territorio misterioso es donde aparece la creatividad, la intuición y el agradecimiento a otras personas. Creo que es el poetaBenedetti quien dice que “a veces uno no es libre de hacer lo que  quiere pero sí  tiene el derecho para no hacer lo que no quiere hacer”. Las elecciones laborales y  profesionales no pueden hacerse a costa de  sacrificar la felicidad o perder el buen humor. Al fin y al cabo uno acaba respondiendo a las preguntas más importantes con los hechos de su propia vida. Si perdemos nuestra libertad por realizar una actividad alienante o que no desarrolla lo mejor de nosotros mismos, estamos cegando la fuente de  nuestra creatividad e intuición. La libertad es el verdadero oxígeno de la inteligencia. Sin entornos abiertos ni emancipación no solo deja de brotar lo mejor de cada quien sino que acabamos atrofiándonos.
Preservar el buen humor, la alegría y la felicidad es pues fundamental no solo para nuestra  salud individual  sino para la colectiva. Nuestras sociedades están enfermas por la angustia que inocula el discurso ideológico de la competitividad y la globalización económica sin límites. La gran dificultad del ser humano es el desamor y el miedo. Es el temor a los demás y al futuro que nos empuja a competir y a rivalizar con los otros en vez de ayudarnos y cooperar. Impelidos a acumular riquezas o poder nos olvidamos de los fundamentos esenciales de lo humano: el amor y la amistad con el potencial de generosidad y cooperación es el mejor antídoto al veneno del miedo y la inseguridad.
No es lo mismo oír que escuchar. Escuchar es un acto de voluntad. Saber escuchar requiere decisión y esfuerzo. Es un ejercicio de respeto y reconocimiento que el otro puede tener su verdad diferente. En cambio oír se puede fingir. Puedes asentir y dar la razón con indiferencia total porque no va a modificar un ápice tu decisión pre-determinada e invariable durante el diálogo de sordos. Crees tener una solución deseada por ti  aunque ya no importe el problema. El que no escucha no sabe dialogar. Sin sentimientos no hay creación humana de ningún tipo. La razón no basta para mover a la acción ni a la esperanza.
Necesitamos construir el dialogo sin prejuicios ni respuestas pre-establecidas. Esencialmente consiste en aceptar que los demás pueden tener su razón aunque no coincida con la mía y que yo no voy a imponer mi punto de vista o  posición. Mucha gente que habla entre sí, sabe  previamente que no va a entenderse porque habla sin escucharse. Esta es una de las características de nuestra época. El gran humanista valenciano Luis Vives decía que “no a todos les gusta oír lo que a ti te gusta decir”. Escuchar supone también reflexionar atentamente lo que la otra persona dice. Requiere silencio que es la cuna de la palabra sentida. Pero improvisamos mucho y reaccionamos casi instintivamente  por movimientos reflejos y prejuicios hacia los demás.
Dar la callada por respuesta no es lo mismo que el silencio activo e interpelante. Hay silencios elocuentes y por el contrario palabras vacías, que no dicen nada. Pero las palabras tiene el gran poder de articular referencias subjetivas y objetivas. Una venerable sentencia recomienda que “al hablar procura que tus palabras sean mejores que tu silencio”. Eso intento hacer. Es una responsabilidad elegir las palabras precisas para comunicar lo que deseamos. Las palabras nos permitirán trasladarnos en el tiempo como un viento suave y conjurar el olvido aireando las semillas de otros  pensamientos posibles.
Entre la pasión y la razón -a modo de síntesis integrativa- hemos descubierto  la fuerza de la ternura que nos sirve para entendernos y comunicarnos con mayor hondura. Porque a veces el problema, como dice Emilio Lledó, no consiste en “poder decir lo que se piensa” sino en “poder pensar lo que se dice” en un contexto de plena independencia y libertad. Se da la presión dogmatizadora de discursos monocordes e  hiperespecializados que conocen mucho de aspectos parciales pero ignoran lo principal al negar la transversalidad y la perspectiva holística. Yo  quiero plantear unas reflexiones críticas y heterodoxas que sirvan para estimular  debates. Me arriesgo a expresar y compartir ideas que para mí son significativas. A lo largo de estos años he procurado la coherencia entre el pensar, hacer, sentir y decir, ese hilo invisible que nos ayuda no solo estar en paz con nuestra conciencia sino a simpatizar  o diferir con otras maneras de pensar de hacer ,de sentir. Todo esto nos identifica con una misma comunidad de confianza y esperanza sin fronteras. Nos hermana la misma tarea de humanizar la humanidad como dice Casaldáliga.
Lo hago con mi  visión e  ideología porque cada uno es como es y como lo han hecho. Y entiendo por ideología no dogmas sino un conjunto de ideas, valores, sensibilidad y conocimientos en los que se cree y te configuran. Cada uno tiene efectivamente una manera de entender el mundo y comprender a los demás, que le caracteriza. Lo terrible es  creerse sin ideología, apolítico o  fingir ser de otra forma distinta a como eres. Ser veleta  y a-histórico sometido a las fluctuaciones de las modas. No aceptarse ni valorarse a sí mismo  lleva el germen de la frustración y la autodestrucción.
Claro que el proceso de construcción de uno mismo no es automático ni lineal. Afortunadamente no es programable la tarea de forjar identidades. El azar y las casualidades se invitan solas a la fiesta de la vida. Somos esa misteriosa combinación de herencia genética, biológica y familiar acrisolada con vivencias y sentimientos en diferentes paisajes y con paisanajes distintos. Todo junto nos ha proporcionado las palabras, aprendizajes, pasiones, decisiones y azares que hemos ido trenzando en nuestra historia y con  nuestro entorno. Ya sabemos que la sinceridad siempre comporta reconocer en público lo que se siente en privado. En ese sentido exponer es exponerse y nos ayudará a entender el  enigma de por qué somos o hemos llegado a ser lo que somos con la ayuda de los otros. ¿Qué palabra de aliento dar a nuestros adolescentes y jóvenes? ¿Cómo hacemos para estar presentes en el mundo y comprometidos por causas sociales y humanitarias junto a otros agentes en redes plurales sin perder nuestras raíces?
 

  1. Dilemas educativo, opciones vitales para saber estar

 
Debemos partir de que nuestros centros son proyectos educativos donde aprendemos muchas cosas que valen la pena  a través de la práctica y la gestión. La materia prima educativa es la cotidianidad y los problemas del ocio y tiempo libre.  Queremos que los Centros Juveniles D. Bosco sirvan para educar integralmente para la vida y desde las condiciones históricas donde se desarrolla la existencia y se forja la ciudadanía: con valores del trabajo, honradez y curiosidad por conocer la verdad y gustar de la libertad. Precisamente laboriosidad, honestidad y veracidad son los tres valores fundantes de nuestras opciones básicas.
La educación  es transversal a toda la intervención. No es problema solo de los trabajadores de la enseñanza, o de los  padres y madres. También los niños, adolescentes  y jóvenes cuentan. Sabemos que la definición del propio interés no puede llevarse a cabo sin los otros. Y menos imponerlos a los otros. Es necesario reconocer los diferentes intereses en juego para pactar objetivos  interesantes que sean coincidentes.
Me gustaría que mis reflexiones fueran como puentes tendidos para construir soluciones conjuntamente. Desearía que mis palabras fueran pasarelas para intercambiar criterios y comunicar ideas y pasiones significativas de nuestro quehacer.
El diálogo no se puede establecer sobre teorías o intenciones. Requiere día-praxis, hablar de lo que sabemos porque lo hemos saboreado, experimentado y sentido. Saber es sabor. Ramón Llull decía que el verdadero dialogo no es confrontación entre dos realidades opuestas para dirimir quién está equivocado. Esencialmente es intercambio del que sale una verdad nueva, que no es ninguna de las que entran en  confrontación. En el diálogo se puede ir hasta el límite como Llull que no excluye la certeza de los que dialogan: la verdad puede ser una construcción compartida, otra verdad generada por el acuerdo  logrado. Me gustaría pues establecer con  todos y todas un diálogo de conocimiento y ternura para compartir algo de lo que hacemos, lo que somos y  ese  sueño que deseamos seguir construyendo.
 

  1. Formar personas

 
¿Cuál es la esencia de nuestro trabajo como educadores y educadoras? Siempre he trabajado en procesosinterdisciplinares y con equipos multiprofesionales en los ámbitos de educación, empleo y economía social. Laformación es mi predilección. Creo en el poder transformador de la educación, en su contribución decisiva para formar personas a que aprendan a pensar por sí mismas pensando en los demás, a ser  creativas y no resignadas, a tener espíritu crítico. La educación revalida su importancia ayudándonos a ser ciudadanos/as libres y responsables. Creo en la fuerza de la educación para que todas las personas puedan desarrollar su potencial de inteligencia y bondad. El don de la libertad lo expresamos no solo en nuestra capacidad de dialogar y deliberar si no también de decidir y actuar. El campo de la animación sociocultural y la educación del tiempo libre es un marco idóneo para nuestras reflexiones. Por eso podemos contribuir con la educación a que hombres y mujeres, en la infancia o la vejez-a lo largo y ancho de toda la vida-puedan ser felices recreando el mundo.
Mi praxis educativa y social se ha desarrollado en áreas diversas ubicadas en el mundo del trabajo, la formación y la empresa  de economía social. Tanto en el ámbito público como en el privado .Un sector y un oficio desconocidos  cuando estudiamos  y que tiene que ver más con las nuevas necesidades, nuevas profesiones vinculados a los nuevos yacimientos de empleo y las transformaciones del mundo del trabajo y la economía. También en la animación. Tengo que reconocer que lo que  vale la pena lo he aprendido haciéndolo con otras personas y llevándolo a la práctica. La experiencia compartida, con sus errores y sus aciertos, unida a la curiosidad como la gran fuente de inspiración, sabiduría  y aprendizaje permanente.
Hay que ser crítico con cierto profesionalismo que cree tener soluciones a todo abusando de un poder técnico supuestamente infalible. Más que gremialismo endogámico que ofrece recetas universales desde la superioridad que otorga el falso monopolio del saber, conviene siempre aplicar el sentido común, paciencia, humildad y saber escuchar las demandas reales. El entorno de nuestro compromiso está lleno de realidades interpelantes: la vida, el trabajo, Las condiciones de nuestra existencia, los demás, el sufrimiento, la búsqueda de la felicidad.
 

  1. El oficio de ser humano

 
Es más sugerente reflexionar sobre el difícil oficio de ser humano, sobre el ministerio de humanidad que entraña la común misión de construir ciudadanía responsable y solidaria. Y para ello nada mejor que  enseñar  que la gente aprenda a emprender y pensar por sí mismo pensando en los demás sin dicotomizar.
Marta Mata una de las fundadoras de la Asociación de Maestros y MRP “Rosa Sensat” suele decir que magíster es mejor que minister porque etimológicamente ministerio quiere decir –posición de servicio-  que se distingue de magisterio que es posición de maestría –mestratge– habilidad o cualidad del sabio. El oficio de maestro-a, auténtico magisterio,  es una combinación  pues de  ministerio y de misterio.¿Por qué el reencuentro de  ministerio, como posición de servicio con el “misterio? Porque toda relación humana incluyendo la que pasa por la transformación de la naturaleza, el compañerismo etc… remite a una relación con los otros seres humanos y que la relación interhumana es por naturaleza “misterioso” nunca acabamos de conocer del todo a nadie, nunca agotamos nuestra capacidad de sorprendernos ni asombrarnos ante las personas. Así pues un oficio es un “ministerio misterioso”.
Tenemos que replantearnos el contenido de nuestra actividad profesional: Puede ser innovadora o burocratizadora. La obra y el oficio es más rico y sugerente que no el profesionalismo o el trabajo. Hay una diferencia fundamental entre  la obra como oficio creativo y el trabajo. Etimológicamente viene de tripalium, potro de tortura, maldición bíblica que esta en la base de los sistemas de explotación y dominación. El trabajo impone condiciones de penalidad y agotamiento, es una situación de dependencia y obligación servil; y es necesario en la lucha por la supervivencia para obtener ingresos. Puede ser una condena a ganarse el pan con el sudor de la frente, un modo de ir tirando en la vida sin auto-realización ni aportación sustantiva  socialmente útil. En cambio  el trabajo creativo y querido como obra de arte es muy diferente. Puede ser el eje del proyecto de vida. Una opción existencial.
Los seres humanos no nos conformamos en nacer para “vegetar” o en ser como mamíferos que se limitan a buscar la supervivencia poniéndose a salvo de los depredadores, practicando el individualismo consumista, materialista o hedonista, o haciendo como el avestruz escondiendo la cabeza para no ver  el peligro….. En realidad  los seres humanos somos los únicos habitantes de la  madre-tierra  que sabemos que vamos a morir. A todos nos llega esa hora fatídica. Y esto es algo muy serio. Si fuéramos plenamente conscientes de esta realidad ontológica, nuestra vida tendría un sentido más pleno. ¿Para qué vivir si moriremos? Es una pregunta que no admite evasivas. Requiere una  jovial radicalidad en la respuesta.  En mi caso  es una apuesta por la  praxis de la esperanza nutrida por la confianza y el amor solidario.
Las personas somos seres con inteligencia, bondad y responsabilidad que nos hacemos cargo de determinadas cuestiones generales de tipo colectivo, que cumplimos nuestro deber de conciencia  para crecer en humanidad porque las condiciones de in-humanidad e infra-humanidad nos interpelan. Una cosa es limitarse a vivir y otra es existir con plenitud y sentido. Tolstoi decía que “todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismos”.
También hay una relación dialéctica entre conocer y transformar. Necesitamos experimentar la transformación personal y social cambiando  nuestro entorno. La interrelación recíproca siempre es fecunda. También necesitamos buscar sentido a nuestra existencia y, sobre todo, saber encontrarlo. Frecuentemente comprobamos que nuestros momentos de mayor felicidad son aquellos en que ya no nos planteamos obsesivamente la cuestión del sentido de la vida perfecta. Ciertamente es necesario conocer para transformar. Pero frecuentemente ocurre que la tarea de conocer se limita a describir los síntomas eludiendo las causas. No interesan las raíces ni las interrelaciones de los por qués.
Esa sofisticación en describir lo obvio es ardua e inacabable. Y se convierte en la gran coartada para no transformar adoptando actitudes acomodaticias pseudoeruditas que se inhiben de producir cambios. Es en el proceso de transformación que conocemos lo mejor porque en el cambio se producen las innovaciones que nos permiten un conocimiento completo. En el esfuerzo por cambiar nuestra vida también cambiamos el mundo y una humanidad fraterna será realidad. Hemos tenido la fortuna de conocer a gente que ama la vida  siendo generosa y amable con quienes le rodean por encima de la idea de felicidad absoluta  siendo felices de ese modo y contagiando su alegría. Muchas teorías abstractas nos alejan de la vida  y de las personas en pos de una perfección técnica o filosófica cerrada.
Nos sobran discursos y nos falta la auténtica sabiduría que solo da la práctica de la sencillez y la experiencia de bondad y bien. Porque las cosas que realmente importan y que hay que aprender para hacerlas solo las aprendemos haciéndolas a partir del gusto y curiosidad por el conocimiento; con la inspiración del amor  y amistad. Porque son pocas las personas cuyas palabras concuerdan con su existencia. Cuando encontramos coherencia entre pensamiento y obra se produce  una de las maravillas más extrañas de la vida: el valor ejemplarizante de personas que nos ayudan a tener una causa digna para comprometernos. Sin valores éticos, esfuerzo ni emulación no hay educación.
Necesitamos las interacciones, reflexiones y afectos con  otras personas  para sentirnos vivos.  Para ello necesitamos cambiar ese paradigma simplificador que separa el sujeto pensante de la cosa pensada.  Frente al modelo  reduccionista, racional-mecanicista necesitamos el paradigma de la complejidad basado en la riqueza de la diversidad como valor  que se expresa en los conceptos eco-sistema y  cooperación en red. Frente a la lógica del miedo, rivalidad y dominación que es consustancial al sistema económico y socio-cultural vigentes  anteponemos la dinámica de cooperación y alegría propio de la economía social y solidaria y la ética consustancial a los derechos humanos y la democracia.
 

  1. Utopía de la educación, praxis de la esperanza

 
Quiero  reflexionar sobre mi práctica  desarrollada desde diferentes experiencias significativas realizadas siempre en compañía de  personas especialmente queridas. En cierto sentido también es un  homenaje a la amistad porque la vida se elige, se sueña y se construye especialmente con los afectos de amigos y amigas. De personas que nos dieron su confianza y confiaron en nosotros: nos ofrecieron una oportunidad. Nos ayudaron a encontrar nuestro propio camino sin dependencias. No en vano Aristóteles decía que “la amistad es lo más necesario para la vida”.
Quiero dar testimonio de mis esperanzas para compartirlas con otros colectivos y personas que impulsan también proyectos transformadores en el ámbito de la formación, el empleo o la inserción. Necesitamos-como el aire que respiramos- reinventar la Esperanza. Fromm lo advertía: “Un espectro anda al acecho entre nosotros. No se trata del viejo fantasma del  comunismo o del fascismo, sino de un nuevo espectro: una sociedad completamente mecanizada, dedicada al máximo de producción y al máximo consumo material y dirigida por máquinas computadoras. En el consiguiente proceso social, el hombre mismo, bien alimentado y divertido, aunque pasivo, acabado y poco sentimental, está siendo transformado en una parte de la máquina total (…) Si la gente no se da cuenta de la dirección despertará cuando ya sea demasiado tarde y su destino haya sido sellado irrevocablemente.”
Esperanza consustancial al ser humano. Sin ella todo esfuerzo es estéril. Todo compromiso efímero. No hay nada peor para la educación que el trabajo inútil y sin perspectiva. Es más, sin esperanza ni el propio pensamiento adquiere lucidez. Solo con esperanza tenemos un conocimiento holístico y completo. Porque nos permite percibir la realidad  con todo su potencial. No solo lo que es sino lo que puede llegar a ser.
No me refiero, claro está a la esperanza vana o  ingenua producto de la ilusión supersticiosa, sino a la esperanza como  amor a la vida  y por ende indisociable del amor al prójimo. Esperanza como ese impulso amoroso  creador de valor que ayuda a buscar la verdad de la experiencia humana, la realidad de la presencia activa en el mundo. A esa esperanza generadora de la alegría de amar es a la que nos referimos. No a la esperanza “alienadora” y “conformadora” de las situaciones de injusticia o enajenación; que se manifiesta en la pérdida de conciencia de sí, en la tergiversación y manipulación del reconocimiento de la propia identidad personal que nos hace desear fantasías o ficciones. No la vana espera de algo inalcanzable sino  el derecho a  soñar y amar una vida que sea digna para todos y un trabajo en condiciones decentes.
No es posible la experiencia de amor sin esperanza ni confianza en lo que se ama. Y sabemos que no hay más alegría que amar. Por eso también  tengo presente la gente que pone sus mejores energías construyendo alternativas a esta sociedad de consumo  productivista que rompiendo límites éticos, sociales y ecológicos  produce también pobreza, exclusión y  su propia destrucción. Con la impresión que a veces produce la metáfora de David contra Goliat. El amor casi siempre es el más fuerte. Podemos  confiar.
 

  1. Motivar la opción por la esperanza

 
Sabemos que no es suficiente con la esperanza ni con la toma de conciencia para vivir la tensión utópica de una educación liberadora para una economía social y solidaria. Con Giulio Girardi, aprendí que es necesaria una opción personal y profesional interpelada por una voluntad de entrega y una identificación con el sufrimiento de los oprimidos y perdedores del sistema. Necesitamos motivar la opción con el gusto de la libertad.  Que sea capaz de aceptar los riesgos. Capaz de  sacrificar ciertas seguridades, los individualismos, los egoísmos. Porque sabemos que en esta tierra  no hay felicidad sin un deseo de justicia, de  una vida digna, sin un sueño de  humanizar lo infrahumano.
Por eso hay que crear alternativas educativas, de trabajo y economía solidaria demostrativas de otros modos de aprender, cooperar para producir y progresar. Hay que evitar el “reduccionismo mental” que el fenómeno de la “jibarización” -supresión del espíritu  crítico y  la capacidad de pensar-, propio del modelo neo-liberal que se quiere imponer. Es necesario formar en y para la libertad y la equidad, con modos creativos  y responsables de hacer ciencia-tecnología para la resolución de las necesidades sociales y ambientales teniendo en cuenta su contexto ya que el conocimiento científico es interpretativo porque es histórico. La educación  así concebida tiene un importante papel no solo en el acceso al conocimiento sino de  creación de signos y transformación del orden simbólico y cultural del mundo. La producción de significados y de sentido asociados al desarrollo  humano como  fuente de libertad y derechos humanos es una de las mayores responsabilidades que tenemos. Es posible formar mentes pensantes y corazones sintientes porque se trabaja con sentido y cooperación.
Tal como caricaturiza  Morin siempre es preferible la calidad de una cabeza clara que una cabeza llena. Participar en  asociaciones y redes  diversas no es algo superficial. Implica comprometerse socialmente como el mejor modo de tener una presencia activa.  Por todo ello la necesidad de construir redes de cooperación e intercambio que nos permita llegar y avanzar juntos donde solos, aislados, no podríamos. En red:
– Aprendemos a complementar nuestros saberes y conocimientos.
– Desarrollamos capacidad de diálogo y búsqueda de acuerdos buscando las coincidencias y perspectivas que nos igualan.
– Fijamos objetivos comunes que nos permiten producir sentido y dar significado a nuestro quehacer.
– Toda iniciativa tiene mayor resonancia y efecto multiplicador al hacer visible y transferible la acción.
– Es un proceso de aprendizaje del respeto a las diferencias y de las responsabilidades compartidas.
 

  1. Conclusiones y propuestas

 
            Para saber estar en diálogo con la sociedad, presentes en la vida:
– Debemos madurar  los planteamientos y motivaciones para lograr que el  proyecto educativo de los centros juveniles se desarrolle siempre en contacto  con la cultura juvenil del momento, en total apertura a la sociedad y en diálogo con ella, dejándonos interpelar  por los desafíos de la   sociedad y los  nuevos   problemas de  la realidad  a la luz del evangelio.
– Para ello se participará  constructivamente en redes cristianas o sociales, en entidades y foros juveniles, creciendo en  significatividad y protagonismo en el entorno propio dando testimonio de apertura y confianza en la riqueza de la  diversidad y asumiendo los riesgos de la pluralidad.
– Mantendremos actitudes sinceras de compromiso y  participación seria en grupos de reflexión, de trabajo y relaciones  institucionales aportando criterios  claros para el mejor  discernimiento evitando activismos estériles.
– Este proceso creativo de participación y compromiso en plataformas de cooperación y solidaridad es  vivido, no como un añadido más al propio proyecto, sino como un  rasgo genuino de nuestra identidad cristiana de saber estar presentes en el mundo, en sus conflictos  “siendo sal y luz para transformar la realidad siempre compleja y cambiante, dejándonos interpelar sí pero sin dejarse diluir o  absorber por ella .
– La idea de  implicarse  socialmente con todas los redes, agentes sociales, instituciones que se suman a opciones  positivas de construir una Esperanzadora sociedad de la solidaridad, por la  educación, el conocimiento compartido, la lucha por la justicia y la inclusión social es expresión de la mejor tradición salesiana  de solidaridad con los jóvenes y trabajadores más pobres y desfavorecidos mediante el “sistema preventivo” de Don Bosco que sería la aportación innovadora y genuinamente salesiana.
– Todo esta opción estratégica de compromiso a favor del trabajo en red y  de apostolado social  es un signo emblemático de fidelidad y  coherencia a nuestro proyecto siendo fieles a los  lenguajes ,códigos y valores culturales de la sociedad a la luz del evangelio.
– Todo el proceso de  cooperación y  trabajo en red debería tener un especial “estilo salesiano” :integrando-con alegría y eficacia- los cuatro ingredientes  esenciales del compromiso hecho desde el amor: cuidado, responsabilidad, respeto y confianza.
– Prestar especial sensibilidad social  por los nuevos rostros de pobreza y exclusión priorizando  los que más sufren y  menos tienen. No perder tiempo ni energías en dinámicas superficiales o de entretenimiento banal.
– Necesitamos cuidar el desarrollo organizacional y la puesta a punto funcional de la estructura tanto de los Centros Juveniles como de los espacios de coordinación en red, porque una dinámica de gestión y desarrollo organizacional solo es transformadora y creativa si se enraíza en el valor del compromiso y la coherencia. Paulo Freire, nos alertaba acerca de la incoherencia, de la distancia sustantiva entre el decir y el hacer. Nos animaba a perseverar en el valor del ejemplo y compromiso ético, a construir organizaciones que respondiera a los problemas. Organizaciones  que nos haga sanos y no nos enfermen.
– En el compromiso social y en el diálogo con la sociedad trabajando en red no podemos dicotomizar el ser del quehacer, las palabras y los hechos. Para que una persona aprenda, produzca y de lo mejor de sí  misma   en la organización y cambie su actitud para trabajar en red y comprometerse socialmente debe sentir la necesidad de hacerlo y para ello debe reconocer que la actividad propuesta le va a dar respuesta a su problemática.
– La capacidad de producir sentido es básica para auto-educarse y auto-orientarse. Responde a la fuerza del deseo y la pasión que se liberan por  construir procesos participativos basados en la cooperación en diálogo con otros agentes o personas. Se trata de desear un poco menos lo que no es o no depende de nosotros y un poco mas lo que es o sí depende de nosotros: comprometernos y solidarizarnos (Mt 5 y 25). Esperar en vano un poco menos y amar y actuar un poco  mas; Se trata de liberar el deseo de la nada que lo atormenta abriéndolo a lo real que lo impulsa al solidarizarnos por causas justas que hagan una humanidad más fraterna.
– Finalmente queremos destacar la importancia de la conciencia cristiana. Conciencia, porque sin ella no hay voluntad ni motivación para tomar iniciativas ni en los propios centros juveniles ni en las redes o plataformas sociales donde participemos. La conciencia es el conocimiento  que tiene el espíritu humano de sí mismo y de la fuerza del amor al prójimo. Es lo que posibilita encontrar razones para actuar. Es un descubrimiento progresivo que consolida las convicciones en los valores e ideales que te impulsan a querer dejar la condición de objeto y salir del  fatalismo  con  fe, esperanza y caridad.

DANIEL JOVER TORREGROSA