En los primeros días del otoño de 2004 se dio a conocer la Encuesta Escolar del Plan Nacional sobre Drogas. Traemos aquí algunos de sus datos, adaptados de la recopilación de Emilio de Benito en El País (29.9.04).
Consumo disparado: El consumo de alcohol, como el resto de las drogas, se ha disparado entre los jóvenes en España., el porcentaje de estudiantes con edades comprendidas entre 14 y 18 años que admiten que se han emborrachado durante los 30 días anteriores al estudio aumentó del 19,4% al 27,3% en sólo dos años (una subida del 40%).
Cuándo: La primera conclusión del trabajo es que, al igual que ocurre con otras drogas ilegales, el consumo tiende a concentrarse en los fines de semana. Ya son un 44,16% de los jóvenes los que afirman que sólo beben entre el viernes por la noche y el domingo. Hace dos años, cuando se hizo la anterior encuesta, la proporción era del 40,6%.
Dónde: El consumo se concentra en discotecas, bares y en la calle, lo que confirma el fracaso de políticas represivas como la ley antibotellón de varias comunidades que prohíbe el consumo de alcohol en la calle.
Quiénes: Hay una diferencia de pautas entre chicos y chicas. Mientras los jóvenes beben más en una tarde-noche, las muchachas lo hacen con una «mayor frecuencia».
’Cannabis’ y tabaco: Además, «se constata una intensa asociación entre el consumo de alcohol, cannabis y tabaco, de modo que el uno de cualquiera de estas sustancias implica una alta probabilidad del consumo de las restantes». Esta relación ya se había reflejado en estudios anteriores.
Sin pensar en los riesgos: El alcohol se consume «sin pensar en el riesgo». Así, frente a una proporción creciente de jóvenes que contestaron que se habían emborrachado en los 30 días anteriores a la encuesta, disminuye la de aquellos que tienen «la percepción de consumir mucho o bastante alcohol». Sólo un 9% de los entrevistados creía que bebía demasiado, mientras que en 2002, según los datos de la encuesta escolar disponibles en la web del Plan Nacional sobre Drogas, realizada a más de 25.000 estudiantes de 567 centros, el porcentaje era del 11,2%.
Emborracharse: tendencia al alza: La tendencia de bajada en la proporción de estudiantes que admiten que se ha emborrachado en los 30 días anteriores al estudio también se ha truncado. En 2000 contestó que lo había hecho el 20,6% de los encuestados; en 2002 la encuesta mostró un ligero descenso (dijeron que habían bebido de más el 19,4%). El porcentaje se ha multiplicado vez y media en dos años, y en mayo de 2004 respondieron que sí el 27,3%.
Edad de inicio, tendencia a la baja: El estudio también revela que en sólo dos años la edad de inicio del consumo baja de 15,3 a 13,7 años.
Menos abstemios: Paralelamente disminuye el número de abstemios. Un 80,6% de los estudiantes de Secundaria afirma que ha probado alguna vez el alcohol. Esta proporción es la cuarta más alta de las registradas en las encuestas escolares desde que comenzaron a hacerse, cada dos años, en 1994. Como con otros indicadores este dato rompe una tendencia a la baja desde el 84,2% de 1998, y supone un incremento del 6% frente al resultado de la última encuesta. Cuando se les preguntaba acerca de si habían bebido en los últimos 30 días, se confirma que el consumo de alcohol ha aumentado por primera vez de una manera significativa desde que empezó a medirse en 1994. Entonces el 78,5% contestó que sí; ocho años después la proporción había bajado hasta el 55,1%. Pero el descenso se ha interrumpido este año, y un 64% de los encuestados respondió que había bebido en el último mes.
Como… el resto de la sociedad: El Ministerio de Sanidad destaca que estos datos están en consonancia con los del resto de la sociedad. Según la encuesta domiciliaria del Plan Nacional entre adultos de 2003, un 29,6% de los hombres y un 12,7% de las mujeres se había emborrachado en el año previo a la encuesta.
Consecuencias graves: Pero el problema con los jóvenes es peor. El consumo de alcohol produce problemas en el desarrollo y sociales. «Cuando antes empiecen a beber, más tiempo van a hacerlo», lo que se traduce en riesgo de padecer enfermedades crónicas graves, como hipertensión o cáncer de hígado.
Herminio Otero