CONVOCAR

1 marzo 2011

Óscar Bartolomé
Coordinador Inspectorial de Pastoral Vocacional
Salesianos León
 
«Ven y verás»
Una celebración en clave vocacional
 
Invitación a la oración
Jesús cuando se trata de explicar dónde vive, no se corta. Es claro y directo. Dice con energía: «venid y veréis». Aquellos que están en proceso de búsqueda y aquellos que ya han hecho una opción de vida, siguen recibiendo una clara invitación del Señor Jesús: «ven y verás». Jesús nos sigue invitando a estar con él para ser verdaderos discípulos del maestro y poder convertirnos en sus apóstoles.
 
► Saludo del guía de la celebración
Nos reunimos en el nombre del Señor para pedirle que nos ayude a descubrir su proyecto para cada uno de nosotros y para reflexionar cómo está siendo nuestra respuesta. Esto lo hacemos en una celebración en la que todos recibimos la invitación de Jesús a dejarnos guiar por él y seguirlo.
 
Palabra de Dios
Lectura del evangelio según san Juan (Jn 1, 35-42)
 
«Al día siguiente estaba Juan con dos de sus discípulos. Viendo pasar a Jesús, dice: – Ahí está el cordero de Dios.
Se lo oyeron decir los discípulos y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les dice: – ¿Qué buscáis?
Respondieron: – Rabí (que significa maestro), ¿dónde resides?
Les dice: – Venid y veréis.
Fueron, pues, vieron dónde residía y se quedaron con él aquel día. Eran las cuatro de la tarde. Uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús era Andrés, hermano de Simón Pedro. Encuentra primero a su hermano Simón y le dice: – Hemos encontrado al Mesías (que se traduce Ungido).
Y lo condujo a Jesús. Jesús lo miró y dijo: – Tú eres Simón, hijo de Juan; te llamarás Cefas (que significa piedra).
 
Reflexión – oración personal
Nuestros días van pasando. Pasa un día, pasa una semana, pasa un año, pasa la vida. La vida de Jesús fue pasando, pero no ha pasado. Repasa cómo son tus días. Repasa si en alguno de esos días te has sentido mirado, invitado por Jesús para estar con él.
En el evangelio de san Juan las primeras palabras que pronuncia Jesús son: «¿Qué buscáis?» Pregúntate qué buscas tú: ¿comodidad?, ¿seguridades?, ¿tener muchas riquezas?, ¿ser una persona dispuesta a colaborar y a servir a los demás?, ¿éxito?, ¿ser un buen profesional?, ¿vivir la vida como vocación?, ¿a Jesús?…
 
Después de un tiempo de reflexión y oración personal se puede invitar a que aquellos que lo deseen puedan expresar en voz alta qué es lo que buscan en su vida. También pueden comentar si en el algún momento de su vida se han sentido especialmente atraídos por Jesús y su mensaje. Después de cada intervención se puede cantar el estribillo de la canción “Sois la sal” u otro canto con un mensaje de servicio y entrega a los demás.
Para fomentar la participación también se puede escribir en unas cartulinas de colores la pregunta: «¿Qué buscáis?» e invitar a que cada persona escriba qué es lo que busca con mayor intensidad. Mientras las personas van escribiendo se puede cantar alguna canción vocacional o escuchar alguna melodía de fondo.
Después de un tiempo oportuno y cuando hayan concluido de compartir su reflexión u oración todos los que lo deseen se puede hacer el siguiente símbolo: encender velas pequeñas en una vela grande simbolizando que nosotros buscamos al que es Luz y que queremos ser luz para que haya personas que descubran a quien es la verdadera Luz que ilumina y da sentido a toda persona que responde a la llamada que Jesús le propone.
 
 
► Oraciones de súplica
Recemos al dueño de la mies que nos invita a acercarnos a él con confianza y respondamos a cada invocación diciendo: Confiamos en ti, Señor.
 

  1. Que todos los que formamos parte de la Iglesia demos testimonio de los valores de Jesús y seamos capaces de proponerlos y vivirlos en toda circunstancia y lugar para plantear interrogantes a las personas que están en búsqueda. Oremos.
  2. Que sepamos acoger siempre, cada día y en cada momento, la llamada que el Señor nos hace a cada uno de nosotros a servirle en los hermanos y hermanas. Oremos.
  3. Con esperanza acudimos a ti que fuiste capaz de atraer a un grupo de personas para seguir tus pasos. Que haya personas que sigan tu camino. Oremos.
  4. Que siga habiendo personas que indiquen, que orienten, que guíen a los jóvenes y a las personas que están buscando cuál es su camino en la vida. Oremos.
  5. Que las personas que están formándose para ser seguidores de Jesús en alguna congregación o en algún seminario descubran a Jesús como el centro de sus vidas. Oremos.
  6. Que siga habiendo personas que imitando el ejemplo de Jesús se den la vuelta, miren hacia atrás y sean capaces de proponer a los jóvenes vivir su vida como vocación siendo capaces de hacer opciones arriesgadas y de servicio a los demás. Oremos.

 
 
►  Padrenuestro
 
►  Oración conclusiva
Gracias, Señor del camino,
gracias, Señor de la espera,
porque en todo momento de mi vida allí estás tú,
porque en cada curva del camino allí te encuentro,
porque cuando menos me lo espero me sorprendes.
En el vivir de cada día
es donde tú te manifiestas,
es donde tú me llamas
y me invitas a seguirte.
 
►  Gracias por tu don
Experiencias fuertes en clave vocacional
«Venid y veréis». La experiencia comunitaria.
En el evangelio de san Juan aparece la célebre invitación: «Venid y veréis», que Jesús hace a los dos discípulos de Juan el Bautista cuando le preguntan dónde vive. Esta invitación de Jesús nos puede servir a nosotros para seguir proponiendo a los jóvenes que tienen inquietudes vocacionales que se acerquen y vean una comunidad religiosa o un grupo que vive su vida como entrega y servicio a los más necesitados.
Seguramente en nuestros días esta invitación no se puede hacer sin más. Es necesario crear una cultura que ayude a los jóvenes a descubrir el sentido que tiene la vida, la importancia de ir haciendo elecciones importantes y la capacidad de hacer opciones arriesgadas y comprometidas en las que Dios tenga algo que ver en sus vidas.
En la animación vocacional una experiencia fuerte para un joven o una joven que se está planteando una opción de vida religiosa es la posibilidad de vivir un tiempo en una comunidad concreta haciendo experiencia comunitaria.
 
¿Qué entendemos por experiencia comunitaria?
La experiencia comunitaria es la posibilidad que se ofrece a una persona de vivir y entrar en contacto directo con una determinada comunidad religiosa.
En principio, realizarán esta experiencia personas que se están interrogando o cuestionando qué rumbo dar a su vida, cómo responder a esa llamada que Dios les hace y que, por lo tanto, está en un proceso de búsqueda.
La experiencia comunitaria supone seguir un ritmo semejante al que vive la comunidad y, a su vez, una implicación directa en las distintas actividades que lleva a cabo.
 
¿Qué pasos son necesarios antes de hacer una experiencia comunitaria?
Antes de realizar una experiencia comunitaria es necesario conocer a la persona que va a entrar a formar parte, por un determinado tiempo, de una comunidad. Será necesario que la comunidad esté suficientemente informada y concienciada de lo que supone que alguien de fuera venga a «ver» cómo se vive en esa comunidad.
Lógicamente, la experiencia comunitaria debe estar integrada dentro del camino de acompañamiento del proceso vocacional de un joven o de una joven.
Es muy conveniente que la familia de la persona que quiere hacer la experiencia comunitaria esté informada.
Es imprescindible que el joven o la joven sea consciente de lo que supone entrar a formar parte, por el tiempo que sea, de una comunidad de personas con ideas, edades y mentalidades diferentes… aunque lógicamente hasta que no entre no lo experimentará.
 
¿Cómo puede ser esta experiencia comunitaria?
Puede haber múltiples posibilidades de realizar una experiencia comunitaria. Dependerá del proceso que cada joven haya hecho y del acompañamiento que se haga de esa persona.
La duración de la experiencia puede variar desde un fin de semana a un curso. Puede ser un trimestre o de una semana. Dependiendo del tiempo que el joven o la joven lleve discerniendo sobre su llamada puede ser que solicite dar algún paso más dentro de esa institución y comenzar alguna etapa formativa oficial dentro de la congregación o instituto en el que ha hecho la experiencia.
En esta experiencia comunitaria es fundamental que el joven o la joven que está haciendo vida con un grupo de personas tenga claro cuáles son los elementos esenciales y específicos de esa comunidad. No es lo mismo hacer una experiencia comunitaria en una comunidad de vida contemplativa que en una de vida activa.
Para que la experiencia sea lo más rica posible y permita a la persona que está en proceso de discernimiento optar por un estilo de vida o seguir buscando es que tenga experiencia de todos los momentos clave de esa comunidad: vida en común, oración, trabajo pastoral… Todo aquello que ayuda al joven o a la joven a descubrir si la llamada del Señor va por ahí o tiene que seguir buscando.
¿Qué supone?
La experiencia comunitaria pone en una situación nueva tanto a la comunidad que acoge como al joven o a la joven que quiere hacer una experiencia comunitaria en la que quiere discernir sobre su opción vocacional.
 
A la comunidad que acoge le exige:
–          Superar la rutina y la comodidad de vivir sin que nadie moleste.
–          Capacidad de apertura y de acogida a quien viene de fuera.
–          Estar en disposición de diálogo y confrontación con el mundo juvenil.
–          Ser capaz de exponer las razones y las motivaciones más profundas por las que llevan a cabo sus tareas pastorales.
–          Ponerse en disposición de escucha ante las inquietudes que puedan tener la persona que vienen de fuera a hacer una experiencia comunitaria.
 
Pero que un joven o una joven haga una experiencia comunitaria en una determinada comunidad no supone solamente exigencias también permite que esa comunidad se enriquezca, se sienta estimulada a vivir con mayor autenticidad su propia vocación…
 
Al joven o la joven que quiere hacer dicha experiencia le exige:
–          Ser capaz de lanzarse a algo nuevo y distinto.
–          Capacidad para cambiar sus horarios y sus programaciones y pensarlas en función de una comunidad con la que él se ha comprometido a vivir de un determinado modo y según unas condiciones en las que haya decidido hacer la experiencia.
–          Una buena capacidad de relación con las personas que le acogen.
–          Vivir con los ojos bien abiertos para descubrir en profundidad lo que vive la comunidad y poder, posteriormente, tomar una determinada decisión.
–          Dejarse interpelar, corregir y evaluar por las personas que forman esa comunidad y seguramente tendrán que emitir algún juicio de la experiencia que está realizando el joven o la joven.
 
¿Por qué puede ser un momento fuerte a nivel vocacional?
 

  1. Porque supone que la persona que ha pedido hacer dicha experiencia se está cuestionando qué hacer en su vida, a qué le llama Dios y decide confrontarse con el testimonio y las vivencias de un determinado grupo de personas que viven en una comunidad concreta con sus riquezas y con sus límites.
  2. Porque el joven o la joven que hace esta experiencia puede descubrir en directo lo que supone el estilo de vida que quiere seguir.
  3. Porque en dicha experiencia comunitaria tiene que darse momentos significativos (oración, pastoral…) para la persona que está confrontándose con una determinada comunidad.
  4. Porque puede servir para que quien se está cuestionando qué hacer en su vida descubra lo que busca en esa comunidad.
  5. Porque el contacto directo y la vida es mucho más explícita y dice mucho más que las palabras que alguien le pueda contar o que lo que pueda leer en un libro.

 

 Óscar Bartolomé