Críticas a la Iglesia de hoy

1 enero 2003

Javier Fernández Malumbres
 
Javier Fernández Malumbres, periodista.
 
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
La Iglesia vive en el mundo y está formada por las mismas personas que viven en la sociedad civil, que sienten, sufren y gozan con los demás hombres sus contemporáneos. Hoy, la Iglesia en España se encuentra en el ojo del huracán: nunca, como ahora, los medios de comunicación han lanzado tantas críticas en su contra. El autor, partiendo de los hechos e inquietudes del presente, nos ofrece algunas observaciones que puedan colaborar a una valoración más objetiva. Las críticas, más allá de la “desafección”, de los “espectáculos mediáticos” y utilización política, piden una mayor presencia de la Iglesia que haga llegar al público su punto de vista. En medio de un proceso de secularización que se profundiza en nuestro país la Iglesia busca profundizar los criterios de actuación en este nuevo contexto.
 
 
“Tiemblo cada mañana cuando miro la prensa, temiendo lo que voy a encontrarme”.
         Esta frase de un obispo, dicha hace unos meses en un contexto familiar, expresa de forma gráfica el ambiente de sobresalto y de críticas que se ha hecho habitual en los medios de comunicación españoles durante los últimos meses en relación con la Iglesia. La causa: una larga serie de hechos que se han venido superponiendo los unos a los otros casi sin pausa.
 
1.- Los hechos
 
Recordemos de forma rápida los más relevantes. Todos inciden todavía, en mayor o menor medida, en la actualidad.
 
1.1.- Gescartera
En junio de 2001 la Comisión Nacional del Mercado de Valores intervino la agencia de valores Gescartera, después de descubrirse en ella un fraude de 18.000 millones de pesetas. Entre los inversores se encontraban varias instituciones eclesiales (congregaciones religiosas, organismos misioneros y de ayuda al tercer mundo y obispados, particularmente el arzobispado de Valladolid). Estas instituciones han perdido los aproximadamente 1.400 millones de pesetas depositados en la agencia. Las investigaciones y el proceso judicial continúan su curso hoy, y aún han de durar.
 
            1.2.- Pederastas
En enero de 2002 comienza una serie larga de informaciones, procedentes de los Estados Unidos, que recogen los medios de comunicación de todo el mundo, y en las que se da cuenta de denuncias contra eclesiásticos por hechos repetidos de abuso deshonesto hacia niños. Responsables diocesanos como el cardenal Bernard Law, de Boston, estaban informados de los hechos y no se mostraron eficientes ni celosos a la hora de ponerle remedio, se afirma. En La diócesis del cardenal Law se han producido cientos de denuncias.
 

  • “El diablo llevaba sotana. Ochenta y siete sacerdotes de Boston figuraban en un listado interno de la Iglesia por su implicación en abusos a menores. El cardenal Law prefirió mantener el escándalo en secreto durante décadas e indemnizar a las familias ‘bajo cuerda’. Ahora la Justicia norteamericana quiere juzgarlos y ya ha condenado a uno de los curas pederastas a 10 años de cárcel” (El Mundo, 24-2-02).

 
La jerarquía de la Iglesia de los Estados Unidos se reúne para debatir cómo actuar. ¿“Tolerancia cero”? ¿Expulsión inmediata de los infractores o una mayor prudencia para, como prefiere la Santa Sede, cuidar también los derechos legales de los sacerdotes acusados y salvar su presunción de inocencia?
 

  • “Yo creo que hay algo que falla en el principio de ‘tolerancia cero’. Lo comprendo perfectamente en los casos de las personas en que no hay ninguna posibilidad de rehabilitación. Cuando no hay rehabilitación, no puede seguir la persona en su oficio” (Cardenal Errázuriz).

 
Casos de pederastia saltan también a la prensa en Inglaterra, Argentina, Chile… En la Audiencia provincial de Madrid está pendiente para el mes de marzo el juicio al canónigo José Luis Martín de la Peña, para quien el fiscal solicita una condena de 13 años de prisión.
 
            1.3.- Iglesia, terrorismo, nacionalismos
¿Ha sido la Iglesia clara y rotunda en la condena de ETA? La Iglesia vasca ¿ha apoyado de forma suficiente a las víctimas o se ha comportado de manera ambigua? El Gobierno, representantes del PSOE y muchos comentaristas de prensa han echado un pulso sostenido a los obispos sobre estas materias… Pulso que ha derivado finalmente hacia la cuestión de los nacionalismos. Cuatro momentos de muy distinto signo han marcado el proceso. Todos han estado acompañados de polémicas.
1.3.1.- La negativa del Episcopado a la petición del Gobierno del PP de que la Iglesia se sumase al “Acuerdo por las libertades y contra el terrorismo” (Pacto Antiterrorista), de diciembre de 2000.
1.3.2.- El escrito del arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, “La conciencia cristiana ante el terrorismo de ETA”, de enero del 2002, publicado como epílogo del libro “la Iglesia frente al terrorismo de ETA”, de la BAC, y en el que se aborda el juicio moral que merece ETA, pero también ya la cuestión nacionalista.
1.3.3- La pastoral conjunta de los obispos vascos “Preparar la paz”, hecha pública el 30 de Mayo de 2002, en vísperas de la aprobación de la Ley de Partidos. Con esta ley el Gobierno y el PSOE pretenden ilegalizar Batasuna. Los titulares dicen: “Los obispos vascos rechazan ilegalizar Batasuna y auguran consecuencias sombrías, si esto se lleva adelante”. Durante días, tiene lugar un alud de críticas: La Iglesia vasca continúa siendo ambigua ante el terrorismo de ETA, guarda equidistancias entre verdugos y víctimas, sigue la estrategia del PNV… José María Aznar, califica la pastoral de “perversión intelectual y moral grave”. El Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal hace pública el 6 de junio una nota en la que denuncia la crítica “a todas luces injusta y desproporcionada” que ha recibido la pastoral. Críticas, ahora, a la Conferencia por “corporativismo”.
1.3.4.- El cuarto momento es muy reciente: la publicación de la instrucción pastoral “Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y consecuencias”, de la Conferencia, aprobada con ocho votos en contra y cinco abstenciones, que condena el terrorismo y rechaza el nacionalismo excluyente, apuesta por el marco constitucional y afirma que el derecho de autodeterminación sólo es válido “en el caso de una colonización o de una invasión injusta, pero no en el de una secesión”.
Las posiciones de los críticos se invierten en relación con lo ocurrido en el caso de la pastoral vasca. El documento y su principal promotor, el cardenal Rouco, reciben los aplausos del PP y del PSOE: “La Iglesia ha superado su ambigüedad”.
 

  • “La sociedad española y la Iglesia católica se han reconciliado” (César Alonso de los Ríos).
  • “La Instrucción marca un antes y un después en la crítica eclesial sobre ETA y el entramado nacionalista vasco” (La Razón).
  • No cabe ninguna duda de que la Conferencia Episcopal deja con ello meridianamente claro su rechazo a la estrategia del PNV y a la propuesta de Ibarretxe, al tiempo que otorga un respaldo al modelo constitucional que es la base del Pacto Antiterrorista firmado por PSOE y PP” (El Mundo).

Pero los gobiernos vasco y catalán critican el documento, consideran que se inspira en las tesis del PP y que utiliza la condena del terrorismo para arremeter contra proyectos políticos concretos. Algunos obispos e instituciones católicas catalanas expresan también sus reservas. El de Girona, Carles Soler, considera que algunas afirmaciones de la instrucción “no están suficientemente avaladas por la doctrina social de la Iglesia”; sus fieles, afirma, “no deben sentirse inquietados en su conciencia por la doctrina que sobre estos temas propone” la Conferencia. El cardenal Rouco replica al obispo de Girona: “la Pastoral sí está avalada por la Doctrina Social de la Iglesia”, mientras el arzobispo de Pamplona señala que el texto “es obligatorio para todos los católicos”. El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, tercia: el documento “no es moralmente vinculante”, y remite a sus fieles a la Pastoral de los obispos vascos. El Gobierno vasco lo escucha satisfecho: “Gracias a Dios, en estas materias, el referente para la sociedad vasca es y ha sido siempre la Iglesia vasca”.
 

  • “¿Este documento suaviza o complica el debate político? Tengo serias dudas. Sólo lo suaviza en el aspecto de menor incidencia futura: hará callar a conocidos sectores de la derecha españolista, que tendrán que dejar de dar la murga a la Iglesia, pidiéndole que se pronuncie. Pero lo complica, porque los nacionalismos se consideran maltratados y han empezado a ver una jerarquía muy coincidente con el pensamiento de los partidos estatales, por no decir doblegada ante él.

Y hay, finalmente, otro detalle que no justifica la alegría de los grandes partidos estatales. En la medida en que es razonable pensar que los prelados catalanes, vascos y algún otro no han querido votar con el resto, se ha reproducido el esquema de los comportamientos políticos. Se ha escenificado una fisura entre obispos ‘españolistas’ y nacionalistas. Los nacionalismos -incluidos los radicales o los ‘idólatras’, como dice el documento- se pueden considerar a partir del viernes respaldados por ‘su’ Iglesia, y condenados por el resto, como demuestran las críticas de Convergència i Unió. Me pregunto si la Iglesia necesitaba esta erosión” (Fernando Onega).
 
            1.4.- Profesores “despedidos”
Varios profesores de religión, que en septiembre de 2001 no recibieron de sus obispos el permiso anual que necesitan para enseñar, recurren a los tribunales. Algunas sentencias han sido favorables para los profesores. En octubre pasado, el Juzgado de lo Social número 5 de Las Palmas de Gran Canaria condenó al obispado de Canarias por responsabilidad solidaria en el despido del profesor Rafael Ramírez Santana. Los profesores y quienes les apoyan afirman que, con la práctica actual, se violan derechos de los trabajadores y no se respeta el principio de igualdad de los ciudadanos. Los obispos no quieren perder su libertad a la hora de conferir la misión canónica a los profesores que estimen son idóneos. La enseñanza ha de ir acompañada del testimonio de la vida.
La cuestión se complica porque afecta a los Acuerdos entre la Iglesia y el Estado. De hecho, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias ha solicitado al Tribunal Constitucional que clarifique si los Acuerdos se ajustan o no a la Constitución en todos sus términos.          Otros van más allá y opinan que sobran.
 

  • “Los acuerdos de cualquier Iglesia por parte de los poderes públicos, cuando se trata de un Estado social y democrático de derecho, son inútiles. Este Estado, que es necesariamente laico y al servicio de la neutralidad, al firmar dichos acuerdos roza la pérdida de soberanía. Yo los encuentro inútiles, innecesarios e incluso peligrosos. En un Estado laico sobran” (Dionisio Llamazares, ex Director General de Asuntos Religiosos, a ABC, el 2 de nov. de 2002).

 
1.6.- Boda y vuelta atrás de monseñor Milingo
En mayo de 2001 el arzobispo africano Emmanuel Milingo, de 72 años, se casaba en un hotel de Nueva York con la coreana María Sung, en una ceremonia oficiada por el líder de la secta Moon. Gestiones promovidas por el Papa Juan Pablo II consiguieron la reconciliación del arzobispo con la Iglesia, pero a lo largo de un año, se especuló sobre el paradero de Milingo, hasta que reapareció públicamente a finales de noviembre pasado en la abadía cisterciense italiana de Casamari para celebrar una misa.
 
1.7.- Un sacerdote se declara homosexual
En febrero de 2002, el coadjutor de la parroquia de Valverde del Camino (Huelva), José Mantero, de 39 años, se declara públicamente gay en una revista y revela sus prácticas homosexuales. ¿El propósito? Según afirma, abrir un debate sobre la homosexualidad en la Iglesia. El obispo de Huelva, Ignacio Noguer, le retiró a Mantero el permiso para ejercer sus funciones sacerdotales. Hoy este sacerdote se resiste a abandonar el piso parroquial que ocupa en la localidad de Valverde del Camino.
 
2.- Inquietudes del presente
Estos son, lamentablemente, los asuntos relacionados con la Iglesia que han ocupado principalmente el espacio en las páginas de la prensa.
 

  • “La Iglesia católica en España se encuentra en el ojo del huracán: nunca, como ahora quizá, los medios de comunicación han lanzado tantas críticas en su contra” (Eulogio López, en“Hispanidad”).

 
La opinión pública ha recibido un cúmulo de mensajes negativos: La Iglesia invierte en entidades financieras sospechosas el dinero que recibe de los fieles y del Estado; la Iglesia vasca no se enfrenta a los violentos, es ambigua; la cuestión de los nacionalismos divide a los obispos; la Iglesia no garantiza a algunos de los trabajadores que dependen de ella derechos laborales, reconocidos a los demás españoles; algunos clérigos son poco consecuentes con sus compromisos; otros, incluso han cometido delitos gravísimos contra los niños. Sus superiores estaban más preocupados por evitar el escándalo que por el delito en sí…
¿Han calado en la opinión pública estos mensajes?
 

  • “Según el CIS, el termómetro que toma la temperatura del cuerpo nacional, sólo el 18,5 por ciento de los españoles cumple el precepto de la misa dominical. En puridad ese es el censo de los católicos practicantes que, con datos de la misma fuente, en los últimos cuatro años ha disminuido en dos millones y medio de personas para quedarse en siete millones y medio. La ‘católica España’ que acuñaron los propagandistas de la escuela de El Debate es, sensiblemente, menos católica” (M. Martín Ferrand, Abc, 22 de nov de 2002).

 
¿Tiene algo que ver todo esto con el “desencuentro” registrado en los últimos meses?
 
3.- Algunas observaciones para situarse
 
Hasta aquí los hechos y las inquietudes creadas. A continuación, algunas observaciones que puedan colaborar a la valoración del lector.
 

  • Las críticas han de ser tomadas en serio y analizadas en sus causas. Sería mala actitud atribuirla solamente a la “desafección” o excluir la posibilidad de una rectificación en todo o en parte. Una actitud puramente defensiva no es fecunda. En la experiencia personal, las críticas acaban a veces en resultados positivos para el criticado.

 

  • En materia muy grave, como lo es la pederastia, no cabe quitarle importancia con argumentos como que la mayoría de los casos son de tiempo atrás, que en otros ámbitos sociales son más frecuentes, que el tema se ha sobredimensionado en los medios y similares. Ponerse del lado de las víctimas, ¿no es también la mejor forma de defender la institución?

 

  • Pedir perdón, como han hecho ya algunos episcopados ante hechos probados -lo acaba de hacer el arzobispo de Westminster, Murphy O’Connor, tras la condena de un ex capellán del aeropuerto londinense- parece lo más procedente.

 

  • Ahora bien, ¿se puede dar por confirmado todo lo que se publica? Desde luego que no. En la misma materia de pederastia ha habido algunas acusaciones falsas. Igualmente, ¿se puede dar por supuesta la mala actuación de la jerarquía de la Iglesia, incluso en algunos de los casos peores? Hay que recordar que en el caso del sacerdote estadounidense Wayland Yoder Brown, que se ha declarado culpable, el fiscal ha agradecido a la archidiócesis de Washington su “total cooperación” en el caso.

 

  • Los “espectáculos mediáticos” y juicios paralelos son rechazables. Ha ocurrido en Argentina en el caso de Julio César Grassi, durante los meses de octubre y noviembre, según dice la prensa.

 

  • A la Iglesia le ha faltado voz y presencia pública en todos estos avatares. Esta es una vieja cuestión difícil. Los españoles no han recibido una versión suficiente de los hechos desde el punto de vista de la Iglesia.

 

  • Los hechos reseñados, muy distintos entre sí. Junto a algunos graves, la responsabilidad de la Iglesia en otros es pequeña y, a veces, nula. Ni quitarse de encima responsabilidades ni cargar con las que no se tienen.

 

  • Algunas de los tratos más negativos que ha recibido la Iglesia han venido motivados o condicionados por intereses de los políticos o de los posicionamientos ideológicos de los medios. La negativa de la Iglesia a firmar un pacto antiterrorista tiene a su favor muy buenos argumentos (el pacto conlleva muchas medidas posteriores de carácter puramente político o estratégico). Sin embargo, el Partido Popular movilizó durante días, de modo furibundo, a los medios de comunicación afines contra los obispos. Las dudas sobre la actitud ante ETA se han aplicado, a veces, de manera general al episcopado, lo que tiene poco que ver con la realidad. Otro caso: el 8 de diciembre “El País” anunciaba que los obispados se habían quedado con dinero de los profesores de religión, cosa que se ha desmentido. En todo lo que concierne a la religión en la escuela, a la financiación de la Iglesia y, en general, a los Acuerdos Iglesia-Estado, este diario es muy beligerante.

 

  • En el caso Gescartera las informaciones han dado en general la impresión de que las autoras de la ilegalidad y del desfalco han sido las instituciones de la Iglesia y no la agencia de valores. Hacer esta observación no significa disculpar en todo a la Iglesia. Naturalmente, ésta debe emplear, a partir de ahora, criterios económicos mucho más selectivos, e informar con más transparencia.

 

  • Todas las generalizaciones son injustas. La actitud de un arzobispo como Milingo o de un sacerdote no implica un juicio sobre el conjunto de los sacerdotes o de los prelados.

 

  • Otras cuestiones como los nacionalismos (más allá de la afirmación general de que un nacionalismo excluyente es, desde luego, rechazable) requerirían un análisis pausado.

 

  • En muchos comentarios, la “alegría por dar leña al mono” ha jugado en contra de la necesidad de ajustarse a los hechos.

 
4.- Para terminar
 
El proceso de secularización se profundiza en nuestro país. Las creencias individuales aumentan al margen o en contra la institución eclesial. Probablemente los criterios que tenemos sobre cómo actuar en esta situación son aún deficientes. Y aquí las reflexiones pueden ser muy largas: “crear comunidad”, actuar desde la cercanía sin polarizarse en lo jerárquico, ser motivadores y capaces de abordar la propia renovación…
Seguramente, la Iglesia tiene mucho que plantearse y corregir. Sin embargo, el panorama dibujado estos meses no es una buena fotografía. A pesar de sus muchas limitaciones, la Iglesia sigue teniendo en su seno el tesoro abundante e inestimable de los sinceros, de los rectos, de los comprometidos, de los orantes y de los profetas.
Javier Fernández Malumbres