Cuaresma, el descanso del guerrero

1 marzo 2010

De las películas de mi niñez recuerdo con ternura aquélla en que un valiente guerrero volvía maltrecho y exhausto de luchar con el dragón. En el castillo le esperaba una linda dama que curaba sus heridas, le preparaba una tina de agua humeante y le ofrecía reparadores alimentos.

Para mí la cuaresma se parece a la experiencia del galán de mi película… Uno tiene la certeza de que la religión o es positiva o no es nada. Por eso no puedo evitar la alegría de llegar al tiempo del «descanso del guerrero». Buscaré mis heridas, cortaré las hemorragias, me daré un largo y desinfectante baño, obtendré ropa limpia y conseguiré mejorar mi vida. Después de luchar con diversas clases de dragones todo un año, merezco un descanso para reparar mis fuerzas. ¿Y la dama? Mi bellísima dama se llama«determinación de progresar» y me espera siempre, dispuesta a repetir el proceso de cura y limpieza cuantas veces haga falta.
Resumiré los pasos de recuperación necesarios para fortalecerse y volver a los desafíos de cada día. Bien podría ser el programa de esta cuaresma:
» Analizar mi vida: Se trata de un análisis interno, no sólo de mis circunstancias y actos externos. Se trata de un «análisis de sensaciones con contenido psicológico», no sólo de un análisis intelectual. Es mucho más que un examen de conciencia, mucho más que un contraste intelectual de nuestra conducta con las normas establecidas. Se trata de encontrar lo que nos produce «malestar interior» (desazón, inquietud, sufrimiento, angustia…). Los síntomas nos revelan un mal funcionamiento, un desequilibrio, una fuente de dolor… Cuando estoy enfermo acudo al médico, que reconoce mi cuerpo e identifica la causa de mi mal. Después me prescribirá unos remedios. En mi persona hay más que cuerpo, por eso tengo que aprender a analizar mi interior, identificar el origen de mis malestares y acertar con las soluciones adecuadas. Es muy bueno contar con alguien experto y experimentado que nos ayude a reconocer nuestro mundo interior en esa relación personal que llamamos «relación de ayuda».
» Identificar mis malos funcionamientos: Es la parte más urgente del análisis. Si no identifico lo que funciona mal en mí, no podré rectificar. Si no rectifico, seguiré retrocediendo. Es imprescindible identificar mis desequilibrios en los cuatro niveles de mi persona: cuerpo, sensibilidad, yo cerebral (inteligencia-voluntad-libertad) y ser. Sin esa inmersión en mí mismo, sin saber lo que va y lo que no va, es imposible salir de la oscuridad de mi laberinto… Cuando identifico un problema, tengo mucho conseguido. Si me doy cuenta de que estoy sentado sobre un nidal de hormigas, me levantaré de inmediato para evitarlas. Identificar los hormigueros interiores es algo más difícil. Pero posible y necesario para salir de los dolores que mis malos funcionamientos me originan. Desde luego es ineludible para conducir mi vida, avanzar y llegar.
» Concretar los medios y actuar: demasiadas veces pretendemos llegar sin emprender el camino. Tenemos dentro de nosotros todos los recursos necesarios. Si no avanzamos, es porque no sabemos, no podemos o no queremos poner los medios. «Dios, ordinariamente, no nos da peces sino que nos proporciona la caña para pescar». Sin embargo, muchísimos católicos no sólo abandonamos la caña y reclamamos al Cielo los peces, sino que exigimos que sean asados, rebozados o a la plancha… Después deencontrar los medios hay que actuar en consecuencia, es decir, hay que utilizarlos. Cuando nos ponemos a pescar, entonces la oración alcanza todo su sentido porque Él pesca a nuestro lado, aunque finja dormir. Esa Presencia, tantas veces olvidada, es precisamente nuestro mejor recurso, nuestra mayor fuerza.
Me falta recordar que nuestra naturaleza es progresiva. No se pueden conseguir las metas con sólo identificarlas y desearlas. Hay que caminar lenta y constantemente. Eso se hace decidiendo y actuando. Los actos bien decididos, convertidos en hábitos, irán llevándonos a una vida mejor, más ordenada, más consciente, más feliz.
Finalmente, muy poco se puede hacer en este proceso de curación, de limpieza, de puesta en orden, de entrenamiento eficaz, si no estamos asistidos por esa bonita dama que lo facilita todo: la determinación de progresar. Sin su ayuda, sin su compañía, sin su permanente estímulo, será muy difícil estar listo para volver a la lucha con los dragones.

Jairo del Agua

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