“DA MIHI ANIMAS, CETERA TOLLE”

1 enero 2009

Una lectura pastoral del Capítulo General 26


José Miguel Núñez pertenece al Consejo General de la Congregación Salesiana. Es Consejero para la Región Europa Oeste.
 
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
El artículo presenta una lectura transversal del documento del reciente Capítulo General de la Congregación Salesiana haciendo ver su continuidad con el camino recorrido por la congregación en las últimas décadas y resaltando especialmente los rasgos de la acción pastoral que emergen en dicho documento: una pastoral de testigos del amor y la ternura de Dios, una pastoral evangelizadora, encarnada, capaz de convocar, sanadora y liberadora.
 
La celebración del Capítulo General 26 de los salesianos de Don Bosco ha sido una experiencia para evocar y narrar, un documento para transmitir y asumir, pero sobre todo un espíritu para compartir y vivir en este momento histórico de la Congregación Salesiana.
Su propuesta es un estímulo para seguir caminando comprometidos con la caridad pastoral del corazón del Buen Pastor. Haciendo una lectura del documento capitular desde la perspectiva pastoral, podemos subrayar algunas líneas clave que iluminen nuestra praxis y abran nuevas sendas para un mejor servicio a los jóvenes del siglo XXI, destinatarios de un renovado anuncio del Evangelio.
 

  1. En continuidad con el camino realizado

 
En un clima de discernimiento, dejándose orientar por el Espíritu Santo, la Asamblea Capitular ha querido ponerse a la escucha de la realidad concreta y de la voluntad de Dios, que nos convoca continuamente a la misión apostólica de Don Bosco. Hijos de nuestra cultura, queremos ser también hombres de Dios que en su nombre anuncian su bondad y su misericordia presentes en nuestra historia por la encarnación del Verbo. Los salesianos queremos ser “en la Iglesia, signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres” (Constituciones 2).
 
1.1.Convergencia en el camino de renovación

Tras la puesta a punto conciliar emprendida por el Capítulo General 20 (1970), en todas estas décadas la Congregación Salesiana ha hecho un camino de profunda renovación que, de forma convergente, nos ha conducido hasta los albores del siglo XXI en fidelidad creativa al carisma del Espíritu en nuestro Fundador.
Además de la promulgación de las nuevas Constituciones, los temas fundamentales que en estos años han conducido a los salesianos a un nuevo modo de presencia en medio de los jóvenes más pobres han sido la misión salesiana y particularmente la educación en la fe, el modelo operativo de animación y de gobierno de una casa salesiana, la corresponsabilidad con los laicos que comparten con nosotros el espíritu y la misión de San Juan Bosco, y la re-situación de la comunidad salesiana que forma parte del núcleo animador de la obra. En el corazón de la Iglesia y sensibles a la realidad social y cultural, con una fuerte conciencia evangelizadora, nuestras comunidades han llevado adelante proyectos educativos y pastorales para superar las antiguas y nuevas pobrezas de los jóvenes en los cinco continentes.
El CG 26 ha puesto la mirada en la persona del salesiano consagrado, como hombre profundamente creyente que está llamado a vivir la misma pasión apostólica de Don Bosco, expresada en la asunción vital de su lema: da mihi animas, cetera tolle (Dame almas, ¡llévate todo lo demás!), capaz de vivir y anunciar con autenticidad y credibilidad el amor de Dios a los jóvenes de este tiempo, en los diversos contextos, y de forma especial a los que se encuentran en situación de grave riesgo de exclusión social, y viven en el abandono más absoluto o sufren la lacra de la pobreza o de la injusticia.

1.2.Corazón pastoral

En la reflexión capitular emerge con fuerza la figura de un salesiano con el rostro y el corazón de Don Bosco. Es una invitación a volver a Valdocco, a la experiencia original de la misión salesiana, para recuperar las intuiciones geniales del Santo turinés, su creatividad industriosa, su tenacidad apostólica, su caridad pastoral. En efecto, escribe Don Pascual Chávez, “Don Bosco vio, escuchó, supo comprender la realidad social, leer su significado y sacar las consecuencias. De esta experiencia nació en Don Bosco una inmensa compasión por aquellos muchachos. En el contacto con ellos sintió la urgencia de ofrecerles un ambiente de acogida y una propuesta educativa[1].
Como Don Bosco, el salesiano del siglo XXI es un hombre con los ojos bien abiertos ante la realidad de los jóvenes, con el corazón generoso para la acogida y la entrega, los brazos arremangados para poner en marcha proyectos creativos que den respuesta a las inmensas necesidades que descubre a su alrededor. La misión juvenil y popular es su territorio, la pobreza su desafío y la salvación de los jóvenes su compromiso.

1.3.Una mirada apasionada
 
De Don Bosco aprendemos la fantasía pastoral para descubrir con imaginación y generosidad las respuestas adecuadas para los nuevos retos que plantean los jóvenes. Volver a Don Bosco significa estar en medio de los muchachos de hoy a través del testimonio de una comunidad que vive animada por la pasión apostólica (cfr. CG 26, 2). Es Dios quien nos pide estar atentos a la realidad y a la cultura juvenil para responder a los desafíos que ésta plantea a la evangelización.
Como recordó el Papa a los capitulares, es urgente dar respuesta a la emergencia educativa de nuestro tiempo. Hablar de educación supone estar atentos a los jóvenes en los diferentes ambientes en los que se mueven para poder lanzar propuestas creativas. Sea en la educación formal, en el tiempo libre, en los itinerarios de crecimiento la fe o en los proyectos para jóvenes en situación de riesgo, hemos de tener en cuenta la realidad social, cultural y religiosa de los jóvenes y afrontar los retos y dificultades que de ella emergen.
El salesiano deberá, pues, cultivar una mirada pastoralmente apasionada sobre la realidad juvenil, y buscar con audacia nuevos caminos para la evangelización en las diferentes propuestas educativo-pastorales que configuran una pastoral juvenil orgánica, integral y creativa.
 

  1. Una pastoral juvenil de testigos


Esto ha sido el Capítulo General: la escucha de la voz del Espíritu que nos llama a “volver a Don Bosco como guía seguro para caminar siguiendo a Cristo con una pasión ardiente por Dios y por los jóvenes, sobre todo los más pobres” (CG 26, 1).
Hoy es más necesario que nunca una pastoral de “testigos” que con credibilidad y autenticidad puedan acompañar a los jóvenes a la experiencia de la fe. Nuestra “vuelta a Don Bosco” busca re-descubrirlo como evangelizador, como testigo, “profundamente humano y rico en las virtudes de su pueblo (…) profundamente hombre de Dios y lleno de los dones del Espíritu Santo” (Constituciones 21).
 
2.1. Testigos del amor y la ternura de Dios
 
La pastoral juvenil que podemos discernir en el Capítulo General 26 es, sobre todo, una pastoral de testigos. De hombres consagrados que, compartiendo el espíritu y la misión con muchas otras fuerzas laicales, llevan adelante un proyecto educativo-evangelizador claramente testimonial.
Por esto la comunidad salesiana (y la comunidad educativo-pastoral) es una comunidad evangelizada y evangelizadora que, centrada en la Palabra de Dios y en la Eucaristía, vive la fraternidad y el servicio a los jóvenes como compromisos cotidianos.
Estamos convencidos de que “el principal camino de evangelización es el testimonio de fe. Tal testimonio se hace más convincente cuando nosotros nos acercamos a los jóvenes como amigos y los acompañamos como padres y maestros, irradiando alegría y esperanza. De este modo transmitimos aquello en que creemos, y mostramos con la vida los que anunciamos” (CG 26, 23).
Como testigos de la fe anunciamos con nuestra vida y nuestra palabra el amor y la ternura de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, como buena noticia, como oferta liberadora, como esperanza y salvación de hombres y mujeres, especialmente de los jóvenes. Por eso la pastoral juvenil que brota de la reflexión capitular da la primacía al ser frente al hacer, al testimonio vital frente al aprendizaje conceptual, a la persona destinataria del anuncio (con su bagaje de experiencias) frente a la inflación de ocurrencias metodológicas o devaneos lúdicos. Una pastoral juvenil, en fin, centrada en la experiencia del Dios trinitario, con conciencia eclesial, sensible al mundo de hoy, con capacidad de comunicación y celebración de la fe, en ambientes de relaciones humanas, auténticas y educativas, según el Sistema Preventivo de don Bosco, en una actitud de servicio, compasión y cercanía cordial.
 
2.2. Con el corazón del Buen Pastor

En la lectura salesiana del Evangelio, nuestra pastoral juvenil asume rasgos específicos de la experiencia de Jesús: “La gratitud al Padre por el don de la vocación divina a todos los hombres; su predilección por los pequeños y los pobres; su solicitud en predicar, sanar y salvar, movidos por la urgencia del Reino que llega; su actitud de Buen Pastor, que conquista con la mansedumbre y la entrega de sí mismo; su deseo de congregar a los discípulos en la unidad de la comunión fraterna” (Constituciones 11).
De esta forma los salesianos y cuantos comparten vocacionalmente y de forma corresponsable la misión salesiana, estamos llamados a vivir en nuestro compromiso pastoral la solicitud, la compasión, la ternura de Jesús que pasó por la vida haciendo el bien, sanando y liberando. Con el corazón del Buen Pastor, el evangelizador con estilo salesiano se pone en camino a la búsqueda de los que han sido marginados o se sienten perdidos. La acción pastoral exige una mirada atenta y compasiva hacia los últimos, y reclama la creatividad necesaria para idear y proponer iniciativas que respondan a las urgencias de las nuevas y antiguas pobrezas de los jóvenes de hoy.
El CG 26 hace una llamada urgente y profética para recorrer los caminos de nuestro mundo con los ojos abiertos y el corazón compasivo para todos aquellos adolescentes y jóvenes que son olvidados, maltratados y que buscan afanosamente sentido y esperanza.

2.3. Consagrados “samaritanos”
 
Mirando la realidad de los jóvenes hoy, “quedamos impresionados por lugares de marginación en los que los jóvenes viven, como en periferias de ciudades y barrios de chabolas, y por algunas situaciones de marginación como la de los refugiados, de los indígenas, de los gitanos y de otras minorías étnicas. Reconocemos también las esperanzas de los jóvenes espiritual y culturalmente pobres, que solicitan nuestro compromiso: jóvenes que han perdido el sentido de la vida, carentes de afecto a causa de la inestabilidad de la familia, desilusionados y vacíos por la mentalidad consumista, indiferentes religiosamente, desmotivados por el permisivismo, por el relativismo ético, por la extendida cultura de la muerte” (CG 26, 98).
Ante esta situación, el salesiano pide a Dios entrañas de buen samaritano para hacerse prójimo que cura, consuela, alienta, que devuelve la esperanza al que yace en el camino. Como Pedro, sin oro ni plata, ofrecemos a los jóvenes la salvación liberadora y misericordiosa de Dios en Cristo Jesús. Nos comprometemos también al mismo tiempo en la transformación de las estructuras injustas, intentando romper las cadenas de la miseria, de la ignorancia y del sinsentido.
El CG 26 nos recuerda, de forma acuciante, que nuestra pastoral juvenil debe ser hoy, más que nunca, samaritana y preventiva. Por eso, en la defensa de los más débiles, en la lucha por la justicia, en el esfuerzo por superar la marginación, profundizamos en el sistema educativo de Don Bosco, proponemos acciones preventivas, y anunciamos a los jóvenes más pobres a Jesucristo, Vida plena y abundante para todos.
 

  1. Una pastoral juvenil evangelizadora


Estamos convencidos de que nuestra pastoral juvenil ha de ser decididamente evangelizadora. De hecho, “consideramos la evangelización como la urgencia principal de nuestra misión, conscientes de que los jóvenes tienen derecho a oír anunciar la persona de Jesús como fuente de vida y promesa de felicidad en el tiempo y en la eternidad” (CG 26, 24).
Desde esta convicción, afirmamos también que nuestro “objetivo fundamental está, pues, en proponer a todos vivir la existencia humana como la ha vivido Jesús”[2].
El Papa apunta a la centralidad de la misión salesiana que, participando de la misión de la Iglesia, busca educar y evangelizar a los jóvenes “siguiendo un proyecto de promoción integral del hombre, orientado a Cristo, hombre perfecto” (Constituciones 31). Para llevar adelante esta tarea, la misión salesiana hoy se concreta en dos mediaciones históricas fundamentales. La comunidad educativo-pastoral y el proyecto educativo-pastoral salesiano.
 
3.1. La comunidad educativo-pastoral
 
La comunidad salesiana forma parte del núcleo animador de la comunidad educativo-pastoral. Una comunidad de religiosos y laicos que compartiendo corresponsablemente el espíritu y la misión de Don Bosco llevan adelante la misión juvenil y popular que se nos encomienda en un territorio.
Pero una comunidad que está llamada a ser “evangelizadora” es, ante todo, una “comunidad evangelizada”. Ésta tiene la fuente de su compromiso y acción en el encuentro personal con Cristo, “un evento cotidiano que se renueva en la escucha de la Palabra de Dios, en la participación del misterio pascual a través de la liturgia y los sacramentos, en la participación fraterna y en el servicio a los jóvenes” (CG 26, 23).
Éste es el empeño de todos los convocados a participar en la misión. El compromiso renovado por la formación conjunta (salesianos y seglares), el camino compartido de crecimiento en la fe, la planificación pastoral y la corresponsabilidad harán posible la profecía de la comunión. La comunidad educativo-pastoral será, en medio de los jóvenes a los que sirve, una auténtica comunidad eclesial de referencia donde los jóvenes puedan madurar en la fe y abrirse a la vida como personas libres, ciudadanos responsables y creyentes comprometidos (buenos cristianos y honrados ciudadanos según la máxima de Don Bosco).
 
3.2. Dimensión evangelizadora del Proyecto
 
La “urgencia de evangelizar” es una de las necesidades más fuertemente sentidas por la Asamblea Capitular y así ha quedado reflejado en el documento. En nuestra pastoral, “central debe ser el anuncio de Jesucristo y de su Evangelio, juntamente con la llamada a la conversión, a la acogida de la fe y a la inserción en la Iglesia” (CG 26, 24).
Tal urgencia debe traducirse en una acentuación de la dimensión evangelizadora de nuestro Proyecto Educativo Pastoral Salesiano. Sabemos que “en la perspectiva de una educación que evangeliza y de una evangelización que educa, característica de la Pastoral Juvenil Salesiana, el objetivo final del proceso es la síntesis fe-cultura en la vida, es decir: madurar una fe como valor central de la persona y de su visión del mundo; una fe crítica, abierta al diálogo con las nuevas exigencias educativas y desafíos culturales; una fe comprometida con traducir en la práctica su opción por los valores; una fe que estimule y una fe que estimule y profundice los procesos de humanización y promoción de las personas y de los grupos humanos según el modelo de Jesucristo”[3].
En una pastoral juvenil orgánica e integral las dimensiones deben asegurar las grandes líneas de nuestros ambientes pastorales. Así en la escuela, en los centros juveniles, en las parroquias, en los proyectos y servicios para jóvenes en situación de riesgo social, se deberá cuidar “una más eficaz integración de evangelización y educación, en la lógica del sistema preventivo” (CG 26, 41); esto es, con la pedagogía de la cercanía, del testimonio y de la propuesta debemos acompañarles en experiencias que posibiliten la opción de la fe, asumida vitalmente.
 
3.3. Una pastoral juvenil “encarnada”
 
La evangelización ha de ser, según la propia dinámica de la historia de la salvación, encarnada. Por eso, en sociedades secularizadas y complejas, ante las situaciones de exclusión y pobreza que viven muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo, nos comprometemos a “encontrar nuevos caminos para comunicar el Evangelio de Jesucristo respetando y valorando las cultural locales” (CG 26, 26).
En nuestro caso concreto queremos impulsar una pastoral juvenil, marcadamente evangelizadora,encarnada en su contexto social, capaz de mediar el mensaje de la salvación en esta Europa de grandes contrastes, en la que se busca luz, sentido y esperanza. Frente a la increencia y la indiferencia, frente al alejamiento de la comunidad eclesial de muchos cristianos, sentimos la urgencia de un renovado anuncio del Evangelio que, proponiendo con decisión la salvación de Dios en Jesucristo, pueda ofrecer vida y esperanza a los jóvenes del siglo XXI.
También en Europa la nueva evangelización tiene que ser “nueva en su ardor, en sus métodos y en sus expresiones”[4].
 

  1. Una pastoral juvenil capaz de convocar


La pastoral juvenil salesiana ha de tener capacidad de convocatoria. Aglutina las fuerzas de muchas personas en la Iglesia para llevar adelante, en identidad de espíritu y misión, la misión de evangelizar a los jóvenes. La docilidad al Espíritu y la fidelidad al carisma del Fundador nos guían en la praxis pastoral convocando diferentes fuerzas apostólicas que se unen para impulsar – en lenguaje de Don Bosco – proyectos de salvación para la juventud pobre y abandonada.

4.1. “Un vasto movimiento de personas”

Profundizando en la sensibilidad eclesial actual, según las inspiraciones del Concilio Vaticano II, los laicos están llamados a comprometerse en la tarea evangelizadora confiada al Pueblo de Dios. Como hace unos años nos recordaba Christifideles laici, es necesario “suscitar y alimentar una toma de conciencia más decidida del don y de la responsabilidad que todos los fieles laicos, y cada uno de ellos en particular, tienen en la comunión y en la misión de la Iglesia” (ChL, 2).
En nuestra tradición salesiana los propios jóvenes que son destinatarios de la misión se convierten, en un momento concreto de su propia maduración personal, en animadores de la formación cristiana de sus propios compañeros. Por eso hemos de poner “un empeño particular en suscitar entre los jóvenes la pasión apostólica. Como Don Bosco, estamos llamados a estimular a los jóvenes a ser apóstoles de sus compañeros, a asumir diversas formas de servicio eclesial y social, a comprometerse en proyectos misioneros” (CG 26, 53): Jóvenes evangelizadores de los jóvenes.
Para favorecer este compromiso apostólico, “se deberá proponer a dichos jóvenes una vida espiritual más intensa y un acompañamiento espiritual sistemático” (CG 26, 53). Por eso son tan importantes en nuestra propuesta pastoral los itinerarios sistemáticos de educación en la fe, las celebraciones comunitarias y sacramentales, especialmente la eucaristía y la reconciliación, las experiencias de oración personal y la formación continua, de calidad y con sentido pedagógico. No puede faltar en nuestro proyecto un adecuado acompañamiento en la fe, realizado por adultos convencidos, creíbles y bien formados.

4.2. La animación vocacional en la pastoral juvenil
 
En estos años hemos recorrido un camino fecundo de clarificación y de propuesta de una pastoral vocacional renovada y bien inserta en la pastoral juvenil de la que no puede ser separada. Al revisar los pasos dados, “hoy sentimos más fuerte que nunca, el desafío de crear una cultura vocacional en todos los ambientes, de modo que los jóvenes descubran la vida como llamada, y que toda la pastoral salesiana sea realmente vocacional” (CG 26, 53).
En efecto, creemos que la pastoral juvenil debe crear ambientes con atmósfera vocacional, en los que los jóvenes se pregunten sobre el propio proyecto de vida y estén abiertos a la voluntad de Dios, que llama y envía. Sabemos bien que esto no es fácil en una sociedad secularizada que reprime las preguntas decisivas de la vida. Pero hemos de facilitar, con audacia en la propuesta y sabiduría en el acompañamiento, que adolescentes y jóvenes se encuentren con el Misterio de Dios de forma que sean sensibles a su llamada. Si sabemos estar cerca y acompañarles, serán capaces de un auténtico discernimiento sobre sus vidas, con la posibilidad de decidirse por una vocación religiosa.
En los ambientes en los que se cree una auténtica cultura vocacional, proponer la vocación consagrada “exige algunas opciones fundamentales: la oración constante, el discernimiento diligente, el acompañamiento personalizado” (CG 26, 54). El compromiso de toda la comunidad educativo-pastoral, el servicio de una pastoral que sabe acoger y acompañar, el testimonio de de laicos y consagrados son imprescindibles si queremos que los jóvenes acojan la llamada de Dios que sigue resonando en este tiempo.
 
4.3. Nuevas estructuras de discernimiento vocacional
 
Para aquellos jóvenes que decidan iniciar un camino de discernimiento se podrán facilitar experiencias en comunidades específicas que, con diferentes modalidades, ayuden al candidato a una clarificación y maduración para la opción (cfr. CG 26, 54).
Deberán ser estructuras flexibles, pero con la calidad humana y espiritual necesaria para acoger cordial y generosamente a jóvenes que buscan confrontarse con la vida consagrada y realizar un camino de discernimiento.
En estas nuevas formas de acompañamiento vocacional deberá valorarse, con modalidades diversas, la aportación de la propia familia. Así mismo habrá que tener en cuenta los medios necesarios para que el joven desarrolle sus propias capacidades y descubra progresivamente su idoneidad para la misión apostólica y para la vida religiosa.
 

  1. Una pastoral juvenil sanadora y liberadora


La praxis de la pastoral juvenil salesiana ha de ser sanadora y liberadora, siguiendo las huellas de Jesús, el Buen Pastor. En el Capítulo General ha resonado con fuerza la necesidad de mirar y recorrer los márgenes de la historia, la necesidad de caminar hacia las nuevas fronteras donde los problemas de los jóvenes se hacen más acuciantes. Con la mirada de Don Bosco, compasiva y samaritana, queremos continuar “cultivando la pasión por los más pobres, por los abandonados, por los últimos”[5].

5.1. La cercanía a los más excluidos
 
Nuestra pastoral juvenil quiere estar cerca de la realidad que nuestras sociedades acomodadas no quieren ver: “los muchachos de la calle, los adolescentes soldado, los niños obreros, los muchachos explotados en el maldito turismo sexual, los evacuados a causa de la guerra, los inmigrantes, las víctimas del alcohol y de la droga, los enfermos del SIDA/HIV, los muchachos privados de sentido religioso…”[6].
Nuestros proyectos educativo-pastorales deben cuidar de manera particular los ambientes para jóvenes en situación de riesgo y de exclusión social. Salesianos y seglares, con el estilo y el corazón de Don Bosco, han de trabajar juntos en programas para atender a menores en situación de desamparo, como inmigrantes no acompañados, o adolescentes con fracaso escolar, jóvenes con graves dificultades para acceder al mundo laboral, jóvenes sometidos a dependencias o adicciones, o amenazados, por la violencia, el mercado del sexo o la delincuencia.
 
5.2. Proyectos audaces y en red
 
En estos proyectos queremos trabajar con creatividad, aunando todas las fuerzas posibles para acabar con las causas de la marginación juvenil con una acción preventiva: “educación ética, promoción de la dignidad de la persona, compromiso socio-político, ejercicio de la ciudadanía activa, defensa de los derechos de los menores, lucha contra la injusticia y construcción de la paz” (CG 26, 98).
Don Bosco pensó en un vasto movimiento de personas, laicos y consagrados, para trabajar por el bien de los jóvenes más pobres. Herederos de aquella intuición, también hoy promovemos el trabajo en red con personas, asociaciones, instituciones que – de alguna u otra forma – trabajan a favor de los menores y de los jóvenes en situación de riesgo social.
En este sentido el Capítulo General propone una nueva manera de gestionar nuestros proyectos y obras haciéndolos más flexibles y abiertos ante situaciones que cambian continuamente.
Con una creciente sensibilidad hacia los últimos, proyectamos “conjuntamente con la Familia Salesiana y trabajamos en red con otras organizaciones y agencias educativas, en sinergia con la Iglesia Local y la sociedad” (CG 26, 100).
 
5.3. El vino nuevo de Jesucristo

Sabemos bien cuál es el mejor regalo que podemos hacer a los jóvenes: el vino bueno de la salvación de Jesucristo, plenitud para sus vidas. Por eso, en nuestro servicio pastoral “reconocemos que en los jóvenes pobres se encuentran apertura y disponibilidad para el Evangelio, les anunciamos con valor a Jesucristo y les proponemos caminos de fe” (CG 26, 99). No podemos hurtar a los más pobres la Buena Noticia. Jesucristo es liberación y plenitud para todos. Sentimos la urgencia de su mandato de salir a los caminos para invitar a muchos al banquete.
En su nombre, una propuesta samaritana y misericordiosa se abre paso en nuestros proyectos pastorales y en ella se hace más explícito el servicio y el anuncio a los últimos.
Se requiere fortaleza y valentía para situarse en los márgenes de la realidad social, pero el llamamiento angustioso de muchos jóvenes llega hasta nosotros como un clamor que hemos de saber escuchar, acoger y atender. Nuestra pastoral juvenil esta llamada a ser más testimonial y radicalmente transformadora desde la “lógica del sistema preventivo” que Don Bosco supo vivir y encarnar en los arrabales de Turín.
 

* * *

En el CG 26 hemos querido escuchar el susurro del Espíritu Santo que nos impulsa a vivir con autenticidad evangélica, ofreciendo un testimonio coherente. Salesianos y laicos compartiendo el espíritu y la misión de San Juan Bosco, hombres y mujeres de nuestro tiempo, queremos seguir alentando en nosotros la misma pasión apostólica que supo vivir el Santo de los jóvenes. Con su ardor, su caridad y su creatividad pastorales hemos de saber fomentar para adolescentes y jóvenes proyectos educativos en los que se haga la propuesta liberadora de la salvación de Dios en Jesucristo.

JOSÉ MIGUEL NÚÑEZ MORENO

 
 
[1] Discurso de clausura del CG 26.
[2] Benedicto XVI, Carta a Don Pascual Chávez Villanueva, Rector Mayor de los Salesianos, con ocasión del CG 26, 1 de marzo de 2008, 4.
[3] DICASTERIO DE PASTORAL JUVENIL, Pastoral Juvenil Salesiana. Cuadro Fundamental de Referencia, Madrid 2004, 34-35.
[4] Juan Pablo II, Discurso a la Asamblea del CELAM, 9 de marzo de 1983.
[5] Discurso del Rector Mayor en la clausura del CG 26.
[6] Ibidem.