Es difícil explicar al que no ha sentido la experiencia religiosa en qué consiste. Pasa igual con el amor, con la amistad, con todos los sentimientos verdaderamente importantes y fundamentales. El lenguaje nos sirve para andar por casa, para apañarnos en nuestra briega cotidiana. Pero ¡qué dificultad tiene cuando ha de definir las cosas esenciales, lo que de verdad importa! A una persona que no ha experimentado el sentimiento religioso yo le diría que es algo parecido a dar las gracias.
Dar las gracias (gesto cada vez más infrecuente) supone unas cuantas cosas.
- Una, admitir que nos llega algo valioso de fuera (de los demás, del mundo), algo que nos viene bien y que, sin embargo, no depende de nosotros.
- Otra, que hay alguien que quiere un bien para nosotros. No todo es negativo, no todos los hombres, como decía la conocida frase de Hobbes, son lobos para el hombre, sino que alguien rompe esta cadena de maldades.
- Una tercera cosa: esto valioso que nos llega se nos da gratuitamente, es decir, sin esperar una recompensa inmediata a cambio. Aunque sea difícil de concebir, existe la gratuidad; no todo es un toma y daca, un debe y un haber donde cualquier acto, palabra u opinión hay que cobrarla, si no con creces, sí sin perderle nada.
- Y una cuarta y última: quizá no somos merecedores de eso que recibimos, la generosidad del otro nos desborda, va más allá de nuestros merecimientos. Por lo tanto, lo que recibimos no sólo es gratuito, sino que es un don, un regalo.
Habría que probar, aunque fuera solo por un día, a hacer un pequeño experimento de gratitud. Levantarnos una mañana y no caer en la cuenta de todo lo que nos falta (que casi siempre son cosas sin importancia); olvidar nuestros pequeños fastidios y problemas (que en su mayoría son nimiedades) y hacer inventario de todo lo que tenemos, que es mucho más de lo que creemos.
- Tenemos nuestro propio cuerpo, en el que cada miembro es tan importante.
- Tenemos a los demás (la familia, los amigos).
- Tenemos el trabajo y las relaciones sociales.
- Tenemos las cosas que de las que nos valemos.
- En una palabra, tenemos vida. Tenemos la vida.
Todo esto se nos ha dado gratuitamente. Dar las gracias por ello es lo más lógico que podemos hacer.
Del escritor católico Chesterton escribió Borges:
“Pensó que el mero hecho de ser es tan prodigioso que ninguna desventura debe eximirnos de una suerte de cómica gratitud”.
Tomás Salas
Forumlibertas.org, 16/07/2010
Para hacer
Sentirnos vivos y dar gracias cada día… ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo lo podemos hacer?
¿Y qué tiene que ver todo esto con la experiencia religiosa?
¿Cómo damos nosotros gracias por la vida? (Podemos recordar la canción que cantaba Joan Baez: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto…”).
La última frase de Borges la podíamos cambiar añadiendo una ese: “El mero hecho de ser es tan prodigioso que ninguna desventura debe eximirnos de una suerte de cósmica gratitud”. ¿Cómo sería esta cósmica gratitud… (Podemos recordar al Cristo cósmico de Teilhard de Chardin).