CUADERNO JOVEN nació en pleno auge de lo que se llamó Movida madrileña y en él anunciamos su defunción. Durante 14 años hemos navegado con otras rutas pero sabiendo lo que allí se cocía. Ahora uno de sus protagonistas, Luis A. de Villena, acaba de realzarla en novela (Madrid ha muerto, título con referencias al eslogan de entonces «Madrid me mata»). Y Manuel Hidalgo,entonces joven director de Cultura de Diario 16, comenta ahora (ver «El Mundo», 9 de octubre de 1999):
«La Movida fue uno de los caballos de Troya que erosionó desde dentro la viabilidad del imaginario, de la ideología, del propósito, no diré del proyecto, socialista. Al decir socialista, no me refiero específicamente al PSOE, sino al conjunto social que abrigaba, o creía abrigar, ideas socialistas. Al mismo tiempo, la Movida no era sino un epifenómeno de la posmodernidad, caracterizada por el individualismo, el narcisismo, el hedonismo y el egotismo. El PSOE gobernante, a comienzos de los 80, se topó con la Movida, surgida del hambre atrasada de libertad, de la necesidad de dar cauce a placeres y opciones reprimidos por la dictadura y del cansancio de quemarse las yemas de los dedos con el compromiso de tantos mecheros encendidos, y por boca de Tierno Galván,alcalde a la sazón de Madrid, decidió asumirla y gestionarla como elemento embellecedor y autoprestigiante y síntoma de la nueva política de libertades y patrocinada por los socialistas.
La estrategia, triste es decirlo, fue equivocada. Tan cierto como que la sociedad española, los jóvenes sobre todo, necesitábamos de una válvula de escape que nos aligerara de la espesa y severa herrumbre del franquismo y de sus continuadores peridemocráticos, la UCD, era que los elementos constitutivos de la Movida, y de su matriz posmoderna, debilitarían los presupuestos y los objetivos del socialismo. La preocupación por lo colectivo, el socorro de los desfavorecidos
o la solidaridad no eran, precisamente, los valores que ocupaban y preocupaban a los posmodernos, a los protagonistas de la Movida, en sus días y noches de sexo, droga, arte y música.
La repentina vocación neoliberal y neocapitalista, el reformismo de ciertos líderes socialistas hicieron después el resto, entronizando, tras la libertaria búsqueda del placer, el culto al dinero. El resultado de todo eso ha sido el advenimiento de una derecha política que gestiona sin problemas, desde perspectivas laicas y cínicas, los frutos madurados en aquellos años.
Luis Antonio de Villena, en su interesantísima novela Madrid lea muerto, se empeña erróneamente, a mi juicio, en contraponer los años del socialismo a los años del PP sin darse cuenta de que aquellos barros trajeron estos lodos. Es decir, que el PP está administrando alegremente los restos del naufragio del socialismo, atacado por el mascarón de proa de la Movida (…).
Pero hay más. Su ruidosa y furiosa, elegíaca y emocionante crónica memorialística de aquellos años, los 80, no da respuesta clara a otro problema, como el anterior, hecho de contradicciones. A mí, no me sirve la imagen del fuego negro para explicar por qué la libertad más hermosa y el placer más deseable hubieron de acabar en sufrimiento v en una larga nómina de muertos y desaparecidos.
No. Quiero un vitalismo, v un fulgor, y un esplendor que se prolonguen, que se sostengan y se preserven de vomitonas y agonías, que sean compatibles con el amor y con el compromiso, que no sean flor de una noche y moribundia de la mañana siguiente.’,
Es necesario tener en cuenta todo este proceso, que ha afectado más de lo que parece a quienes fueron jóvenes durante esta época y a quienes lo son ahora, y que espera de nosotros una respuesta.
CUADERNO JOVEN