Decálogo básico para «entender» de cine

1 enero 1999

El cine funciona mediante repeticiones y variaciones
Es necesario detectar en el desarrollo de una película elementos a los que se recurre una y otra vez, situaciones que remiten unas a otras con leves alteraciones, asociaciones de imágenes, conexiones que dotan de sentido y refuerzan la arquitectura final de la obra, hasta crear una trama.
El cine no es la realidad
La imagen, a pesar de su apariencia, no es la realidad: ni tiene el volumen ni la textura ni la duración de la vida. La imagen proviene de la realidad y finge funcionar como ella, pero estaimpresión se motiva en el espectador porque este acepta una serie de reglas tácitas. El cine es mentira, truco, signo o fantasma: sin embargo, y ahí reside el milagro, lo fingido puede ascender a la categoría de verdadero.
El cine mezcla lo narrativo con lo expresivo
Las películas no cuentan historias de manera neutral, aunque así lo deseen: eligen un punto de vista para hacerlo (deciden, entre otras cosas, qué mostrar y qué escamotear al espectador) y utilizan de forma metafórica los distintos ingredientes del relato. Una película no sólo narra en imágenes: narra con las imágenes, comenta su propio desarrollo icónicamente, añade sugerencias y connotaciones mediante la utilización consciente de la puesta en escena, la planificación, el montaje o el sonido. No puedo mirar a través de la composición y sucesión de las imágenes como si estas fueran cristal invisible: son vidrieras decoradas donde debo indagar porque sus colores y sus contornos transforman y matizan todo lo que se ve detrás de su lámina brillante.
 
El cine inventa su espacio y su tiempo
El espacio, en el cine, se vuelve elástico, se fragmenta, se articula; la distancia sobre lo filmado se limita y se amplia a voluntad y puede alterarse cuantas veces se desee. Por otro lado, los lugares son recreados o creados de nuevo y son distintos siempre a los de la vida. El tiempo de un relato cinematográfico puede desordenarse, alargarse, acortarse o identificarse con el de los hechos también expresivamente. La operación de montaje se encarga de ordenar la narración como propia, generando un tiempo y un espacio inexistentes pero significativos. Cada película «da a luz» («da a la luz») su propio mundo.
El cine utiliza lo visible para acceder a lo invisible
El amor, el odio, la libertad, la angustia, la inseguridad, el pensamiento… no pueden verse: debido a esta limitación (o a esta riqueza) en el cine intuiremos todo lo interior por sus síntomas exteriores. Cada imagen, desde esta perspectiva, transciende la superficie que refleja, la aligera, la esencializa. Lo que toca la cámara se convierte, en puerta para la instrospección: el fondo se sitúa en las formas; las formas atestiguan un fondo.
El cine no dice: muestra
«Decir», «reflexionar», con imágenes son puras quimeras. Las imágenes sugieren, dibujan, representan, pero nunca afirman o sacan conclusiones. El cine, cuando se eleva a la condición de arte, promociona la ambigüedad, y se defiende, irreductible, de cualquier traducción a términos estrictamente racionales. El cine compensa a través de nuestros sentidos la falta de palabras: nos alivia de lo inefable.
 
Nada es gratuito en una película: cada qué tiene su porqué
La pregunta básica a la que debe responder un buen espectador de cine es la siguiente: ¿por qué  esta imagen es así, y no de otra manera? Sin obsesionarse, en el intento de convertir en hábito de la mirada esta elucubración, atendiendo sobre todo a los elementos que la propia película subraya, si nos vamos agarrando a los cabos que la imagen suelta, estaremos en condiciones de recuperar toda su densidad.
El cine funde distintos códigos comunicativos
En una película funcionan (o pueden activarse) códigos visuales (icónicos, interpretativos, pictóricos, fotográficos, propios de la imagen cinética) y auditivos (sonoros, musicales, literarios). Esta complejidad confiere su particular espesor a una película, espacio donde se dan cita múltiples y diferentes opciones artísticas. La imagen en movimiento es polifónica, arte que roza la totalidad.
 
Pensar una imagen requiere múltiples visiones
Para entender los acontecimientos, los hechos que relata una película basta con «echar un vistazo». Sin embargo, desentrañar todo el entramado de connotaciones y matices presente en sus repliegues requiere más de un visionado.

JESÚS VILLEGAS

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