DECÁLOGO DE “SÍNDROMES EN PASTORAL”

1 julio 2012

Alejandro Abrante
 

  1. Síndrome de Atalanta: Hija de Atamante y Temisto, a su padre no le gustó la idea de haber tenido una hija en lugar de un hijo varón, por lo que nada más nacer fue abandonada en el monte Partenio, siendo amamantada por una osa y educada por unos cazadores.

Como el joven es rebelde, protestón, contestatario, insumiso, etc. En ocasiones no interesa, se prefiere a otro más dócil, más moldeable, menos problemático. En este caso, se abandona al primer joven para que sean otros los que se ocupen de él.

  1. Síndrome de Casandra: Era hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya, y sacerdotisa de Apolo, con quien acordó le otorgara el don de la profecía a cambio de un encuentro carnal. Pero después rechazó el amor del dios, y este sintiéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca. De esta manera, seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos.

Se trata de aquel cristiano, movimiento o institución, que se cree que tiene todas las respuestas, todos los recursos, es autosuficiente. Por eso no escucha nunca a los demás, no cree en los demás, no aprende de nadie, aunque se equivoque no es capaz de reconocerlo.

  1. Síndrome de Cronos: Cronos era el Dios del tiempo, hijo de Urano, dios del cielo, y Gaia, diosa de la tierra, y esposo de Rhea, su hermana. Cronos era un paranoico, que por miedo a ser derrocado por sus propios hijos, se los tragaba nada más nacer.

Puede ocurrir que la paranoia llegue a tal grado, que el cristiano se  dedique a devorar las iniciativas de los demás, porque no son las suyas, porque no le gustan, porque no cree en ellas, etc. Incluso en alguna ocasión, quizás no deje que los jóvenes tomen protagonismo, por miedo a quedar derrocado…

  1. Síndrome de la ninfa Eco: Eco era una ninfa que rechazó a Pan porque estaba enamorada de Narciso. Entonces Pan provocó el pánico entre los pastores que destrozaron el cuerpo de Eco, dejando solo su voz, que pudiera repetir únicamente las últimas palabras de los demás. Además esta se recluye en una cueva, tras el rechazo de Narciso.

Se presentan situaciones en que el cristiano se recluye en su cueva, en sus convicciones, sin tener en cuenta la realidad que hay fuera de él. Y lo que aporta son cosas que ha oído, o leído en algún sitio, pero que nunca ha experimentado por sí mismo, se hace eco de lo que dicen otros. En muchos casos, de lo último que ha salido, de la novedad, como si todo el bagaje anterior estuviera obsoleto totalmente.

  1. Síndrome del Grifo: Ser con cabeza de águila y potentes garras, y la parte inferior de un león. De ellos se decía que tenían el sentido de la vista muy agudizado, eran ágiles y muy fuertes, y que eran capaces de elevar el vuelo y permanecer en vigilancia para cazar a su presa.

Se da cuando un cristiano se mantiene en un lugar apartado, elevado normalmente, y no se relaciona con los jóvenes, no camina a su lado. Anda como al acecho, y de repente se le ocurre una estrategia con la que cree que va a cazar a sus presas. El joven se convierte entonces en un simple botín que hay que atrapar.

  1. Síndrome de Hebe: Aparece en la mitología griega como la personificación de la juventud. Hija de Zeus y Hera, desempeñaba el papel de criada en la familia divina.

Se da cuando convertimos al joven, el cual es hijo de Dios, en criado para nuestros propósitos y proyectos. No lo amamos por lo que es, sino nos servimos de él.

  1. Síndrome de Morfeo: Morfeo tenía la habilidad de recorrer el mundo una y otra vez con sus alas, fabricando fantasías para los seres humanos, seduciéndolos, incluso adoptando formas humanas familiares para llevarlos consigo al mundo onírico.

Ocurre cuando el cristiano manipula al joven para sus intereses, que pueden que en algún caso coincida con los intereses del Reino, pero el fin no justifica los medios. Se puede ver en algún cristiano que es muy dinámico, carismático y posee una elevada capacidad de convicción, pero en muchos casos es solo apariencia y no ama al joven, sino que en realidad lo utiliza para sus argucias.

  1. Síndrome de Narciso: Narciso era un joven tan hermoso que rechazaba a todos sus pretendientes. Cuando rechaza a la ninfa Eco, y esta se recluye en una cueva, la diosa de la venganza, Némesis, hizo que un día que sediento, fue a tomar agua, se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. Absorto en su propia imagen, se lanzó al agua y se ahogó.

Hay cristianos, instituciones y movimientos que están cerrados sobre sí mismos, como si no existiera nada fuera de sí, como si estuvieran tan enamorados de sí mismos que el fanatismo los absorbiera y no los dejara ver más allá, lo bueno que puede haber en el otro. Lo cual lleva al suicidio pastoral.

  1. Síndrome de Pan: Era el Dios más joven del Olimpo, nacido de Penélope y Hermes en forma de cabra. Por este motivo, Pan nació con cuernos, barba de chivo, patas y orejas de cabra, y cubierto de piel. La criatura era la diversión de todos los dioses por las bromas pesadas que gastaba.

Este caso se produce cuando el joven me organiza mis cosillas, hace actividades con la gente y a la gente le gusta lo que hace, en definitiva  “me saca las castañas del fuego”, pero no buscamos el bien del joven, no lo animamos a crecer, a madurar, a formarse, contamos con él para cosas importantes, sino como una especie de animador sociocultural.

  1. Síndrome de Sísifo: Sísifo, marido de Mérope, hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia, engañando a Hades, para que lo dejara salir del inframundo. Como castigo, fue condenado a perder la vista y empujar perpetuamente una roca gigante hasta la cima de una montaña, para que antes de llegar, volviese a caer rodando hasta el valle, y así perpetuamente.

Repite, repite y repite los mismos métodos, estrategias, actividades, etc. Y aunque ve que no dan resultado, sigue empeñado en ellos. A veces porque no conoce otra forma, a veces porque es demasiado soberbio para pedir ayuda o consejo, a veces porque como siempre se ha hecho así y ha dado resultado, no se entiende por qué ahora no. Esta actitud lleva al absurdo, al cansancio pastoral, al hastío…