1.      Abre tus manos y tu corazón cada mañana a todo lo que te regala la vida (aunque a veces sea doloroso o triste) y guárdalo como un tesoro cada noche.
2.      Mira a los ojos a tus compañeros de clase y cultiva la amistad y la colaboración.
3.      Confía en tus educadores y, sin perder tu sentido crítico y tu obligación de dialogar con ellos, déjate guiar por sus orientaciones.
4.      Escucha y atiende las necesidades de los que te rodean y comprométete también con las que descubres en tu ciudad y en el mundo.
5.      Aprende los saberes que nos han dejado los mayores y que están en los libros, porque a través de ellos tú podrás hacer nuevas aportaciones al futuro.
6.      Lee libros, escucha música, visita museos, viaja, ve al cine, siéntate ante el televisor, navega por Internet…, ya que la cultura no se encierra entre paredes.
7.      Haz deporte y comparte juegos y diversión con tus amigos.
8.      Organiza tu tiempo, sé esforzado en el trabajo, ten siempre una alternativa a la superficialidad y a la pereza.
9.      Ejercita tu libertad con el buen obrar que te pide tu conciencia y con la educación que te piden las personas que están contigo.
10.  Da pasos, pequeños o grandes, hacia un proyecto personal que tenga sentido para ti y que sirva a los demás.
 
Estos diez mandamientos de la ley del alumno se pueden resumir en dos: ama tu vida y, con ese mismo amor, ama a los demás.  Y si tienes una visión cristiana del mundo, con ese mismo amor, ama al Padre Dios porque él te amó primero.

José Luis Santamaría

Presencia 7, 78 octubre 2004, 10s

Para hacer
El curso es un maratón donde no vale correr bien un par de kilómetros y menos creer que se puede ganar corriendo tan sólo cien metros lisos. La carrera no la ganan los entrenadores, en este caso los profesores, aunque son muy importantes, sino los corredores, los alumnos, que son lo que tienen que hacer el mayor esfuerzo. ¿En que nos pueden ayudar estos puntos?
Quizá sobren algunas ideas y falten otras. ¿Cuáles?