Dos citas de un clásico de la literatura infantil (sic) para comenzar nuestro nuevo curso educativo 2000-2001. Aunque tengamos a Peter Pan deformado por cierta multinacional del ocio y de los dibujos animados, creemos interesante recuperarlo para nuestra labor educativa. Como bien nos recuerda CARRERA RUBIN «no es inocente que la primera en descubrir la «resurrección» de E.T., sea la oyente que todas las noches escuchaba de su madre la historia de Peter Pan». Pues como lectores y lectoras de Peter Pan que somos, podemos hacer una reflexión que impida que nuestros destinatarios se nos rindan y no quieran vivir la auténtica aventura del crecer humanamente (que para los creyentes es sinónimo de evangélicamente) y podamos descubrir su resurrección en seres comprometidos consigo mismo y con la humanidad entera. (Traducimos el texto de la edición gallega de Peter Pan, Col. Árbore 13, Edit. Galaxia, Vigo 1989).
- Texto
«Hace mucho tiempo -dijo [Peter Pan]-, yo pensaba, como vosotros, que mi madre dejaría la ventana abierta. Estuve fuera durante lunas y lunas y luego regresé volando, pero la ventana estaba cerrada. Mi mamá se olvidó de mi y había otro pequeño durmiendo en mi cama» (p. 127).
«-¿Me tocas algo en el piano de los chicos para que duerma? -Le pidió [George]. Y cuando ella se dirigía al cuarto, añadió sin pensar:
-Y cierra la ventana, que hace corriente. -Oh, George, no me pidas nunca que haga eso. La ventana debe estar siempre abierta para ellos, siempre, siempre, dijo la madre de Wendy» (p. 181).
- Metodología
Repartimos las dos citas de Peter Pan entre los miembros del equipo educativo con el que vamos a convivir en este curso 2000-2001. Después de un breve comentario para contextualizar las citas v situarnos ante ellas, se reparte un folio en el que en una carilla ponemos gestos, actitudes, acciones… que construyen ventanas abiertas; y, en la otra, gestos, actitudes, acciones… que cierran ventanas en nuestras relaciones personales (ya sea con los destinatarios o con compañeros). Dependiendo de los participantes, se puede entregar un folio con una ventana cerrada y otra abierta en cada cara del papel.
Dejamos un tiempo prudencial para la reflexión y el trabajo personal (es importante que todos escribamos algo acerca de lo que abre y cierra ventanas). Posteriormente en pequeños grupos o en asamblea (dependiendo del número de participantes) iniciamos un diálogo abierto y no dirigido, en el que se puede llegar a conclusiones de índole personal, grupal (como equipo de educadores), estructural, etc., que nos ayuden a descubrir en nuestro ambiente lo que cierra y abre ventanas, o -lo que es más importante- lo que ayuda o impide que nuestros destinatarios crean que nos estamos olvidando de ellos.
Finalizamos con otra cita: «Tradicionalmente relacionamos el mito de Peter Pan como el del niño que no quería crecer. Y no hemos caído en la cuenta de la importancia de la falta del cariño y de la acogida de los adultos como fundamento de esa decisión. «Dejar las ventanas abiertas» tiene todas las relecturas que queramos darle, pero creemos que ante todo implica una actitud de confianza, dar una segunda (o infinita) oportunidad, creer en la capacidad de sorpresa, o sencillamente primar la esperanza ante cualquiera ruptura que pueda parecer inicialmente como permanente» (J.J. CARRERA RUaIN, El mito Peter Pan, Tesis universitaria sin publicar).
XULIO C. IGLESIAS