DERECHOS HUMANOS Y SISTEMA PREVENTIVO

1 octubre 2010

Carlo Nanni, sdb.
Rector de la Universidad Pontificia Salesiana, Roma
  
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
El profesor Nanni, en este breve artículo, ofrece unas reflexiones sobre “Derechos humanos y Sistema preventivo”. El lugar donde se sitúa es el binomio educación y evangelización. Es el momento, así lo pide el CG 26 de los salesianos, de profundizar el Sistema preventivo.
 
Los derechos humanos hoy están en boca de todos, de los políticos y de la gente común. Pero piden que se vaya más allá de la aceptación ideal, mediante  una esforzada convergencia con objeto de poner en obra las tres famosas “p” de los mismos derechos humanos (prevenir, proteger, promover). Y en esta línea exigen políticas congruentes: educativas especialmente. Pero no hay que pensar en la educación sólo como instrumento de crecimiento económico. Tiene el deber de atender al desarrollo integral del ser humano, de cada uno, del grupo, la comunidad, el pueblo, la humanidad. Y ha de promover no sólo el conocimiento, sin una verdadera cultura de los derechos humanos en la mente, en el corazón, en la conducta.
 

  1. La educación en los derechos humanos

El art. 29 de la Convención de los derechos de los menores de 1989 recuerda que “la educación del niño debe tener como finalidad:

a) favorecer el desarrollo de la personalidad del niño así como el desarrollo de sus facultades y de sus aptitudes mentales y físicas, en toda su potencialidad;

b) desarrollar en el niño el respeto a los derechos del hombre y a las libertades fundamentales y a los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas;

c) desarrollar en el niño el respeto a sus padres, a su identidad, a su lengua y a sus valores culturales, así como el respeto a los valores nacionales distintos de la suya;

d) preparar al niño a asumir las responsabilidades de la vida en una sociedad libre, en un espíritu de comprensión, de paz, de tolerancia, de igualdad entre los sexos y de amistad entre todos los pueblos y grupos étnicos, nacionales y religiosos y de las personas de origen autóctono;

e) desarrollar en el niño el respeto al ambiente natural”.

 
Por su parte,  la pedagogía contemporánea habla de aprendizaje y de educación permanente, es decir, para toda la vida, de toda la vida, en todas las situaciones de la  vida), obrando “sinérgicamente” (o como hoy se dice con frecuencia “en red”) entre sistema social de formación (informal, no formal, formal), entre familias, escuela, universidad, territorio y sus diversas configuraciones sociales, sin que sean las últimas las religiosas y eclesiales. Subraya la formación de actitudes de criticidad, libertad, responsabilidad y solidaridad. Y trata de salir al encuentro de las grandes aspiraciones del corazón  humano de cada persona bajo todo cielo.
 

  1. Educación y evangelización

Desde siempre, pero sobre todo desde la edad moderna en adelante, la Iglesia  ha fundido la evangelización con el cuidado educativo de la generación en crecimiento, en el horizonte de un humanismo integral, de una vida buena e íntegra, de la formación  de  personalidades capaces de “ser honrados ciudadanos y buenos cristianos”, con un cuidado especial de los muchachos más pobres, necesitados y abandonados. Aún hoy, donde haya necesidad, el “beneficiar” y el “sanar” acompaña o precede a la misma predicación evangélica, conjugando la fidelidad a Dios “amante de la vida” con  el amor al hombre (y al muchacho/a viviente), “gloria d Dios” en toda tierra y en todo lugar del mundo.
En este contexto se sitúa también la acción educativa  de la familia y de la congregación salesiana.
En la última gran asamblea de la congregación salesiana, el capítulo general 26, en los primeros meses de 2008, se puso de relieve que: «La urgencia de llevar el anuncio del Señor Resucitado nos impulsa a colocarnos ante situaciones que resuenan en nosotros como llamada y preocupación: los pueblos todavía no evangelizados, el secularismo que amenaza a tierras de antigua tradición cristiana, el fenómeno de las migraciones, las nuevas formas dramáticas de pobreza y violencia, la difusión de movimientos y sectas. Nos sentimos interpelados también por algunas oportunidades, como el diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural, la nueva sensibilidad por la paz, por la tutela de los derechos humanos y por la salvaguardia de la creación, las muchas  manifestaciones de solidaridad y voluntariado que se extienden cada vez más en el mundo. Estos elementos […] nos comprometen a encontrar nuevos caminos para comunicar el Evangelio de Jesucristo en el respeto y la valoración de las culturas locales» (CG26 n. 26).

  1. Profundizar el sistema preventivo

El Sistema preventivo Salesiano lo entienden todos como el modelo educativo propio de la tradición educativa salesiana. Por muchas razones se presenta todavía hoy actual en su juego educativo de anticipo, apoyándose en los recursos de los muchachos/as y en las del contexto,  actuando con razón, religión y cariño, en espíritu di familia y refiriéndose a un lugar educativo que se entiende como “casa que acoge, parroquia que evangeliza, escuela que instruye y prepara para la vida, patio donde nos encontramos y nos conocemos en amistad y alegría”. Todo esto está sostenido e iluminado por el horizonte “teologal” de la paternidad de Dios, de la “filiación  cristiana”, de la presencia del Espíritu que ilumina, conforta e infunde valentía para  afrontar la vida y las dificultades del crecimiento.
La cultura de los derechos humanos  presenta al sistema preventivo nuevos ámbitos y campos de acción. Éste, a su vez, ofrece un fundamento antropológico “fuerte” y un método para la educación en y con los derechos humanos.
Pero el mismo CG 26  advierte que hay que superar la inercia repetitiva y pensar en ciertas fórmulas conectadas con el Sistema Preventivo, como, por ejemplo, ‘honrados ciudadanos y buenos cristianos’ o ‘evangelizar educando y educar evangelizando’ (cfr. n. 25). En otra ocasión, el mismo Rector Mayor de los Salesianos invitó a «ensanchar la concepción del sistema preventivo”, ocupándose “de la marginación y no sólo de la educación, de la evangelización, de la catequesis, del asociacionismo» (revista “Un mondo possibile, 2008, n.16, p. 6). No basta hacer. Hace falta una profunda reflexión que justifique y sostenga  “preventivamente” la acción educativa en el pluralismo y en el conflicto de las civilizaciones actuales, sabiendo leer  “en positivo” las novedades de la demanda de formación que viene de los jóvenes de hoy.

  1. Conclusión

Hoy, efectivamente, la credibilidad de la evangelización se juega en gran parte en la capacidad o incapacidad que tiene de proponer a la educación un modelo de humanidad plenamente lograda. A su vez, la educación lograra hacerse valer si es  capaz de tocar el corazón de los jóvenes, desarrollar el sentido humano y religioso de la vida,  y en ese sentido favorecer y acompañar el proceso de evangelización.
«Sin educación, en efecto, no hay evangelización duradera y profunda, no hay crecimiento ni maduración, no se da cambio de mentalidad y de cultura» (Benedicto XVI en su “Carta a los Salesianos Capitulares” del 1º de marzo de 2008).  Además, el mismo Papa advierte que «sería una educación muy pobre la que se limitase a dar nociones e informaciones, pero dejase aparte la gran demanda de verdad,  sobre todo de esa verdad que puede ser guía en la vida» (“Carta a la diócesis y a la ciudad  de Roma  sobre la tarea urgente de la educación”, del 21 de enero de 2008).Pero en la misma carta subraya: «todo verdadero educador sabe que para educar debe dar algo de sí mismo y que sólo así puede ayudar a sus alumnos a superar los egoísmos y a hacerse a su vez capaces de amor auténtico».
¿No deberá hacerlo quien intenta educar en los derechos humanos según el sistema preventivo?
 

Carlo Nanni