Así que no cuenta ni el que planta ni el que riega, sino Dios que hace crecer. El que planta y el que riega trabajan en lo mismo; cada uno recibirá su salario según su trabajo. Nosotros somos colaboradores de Dios, vosotros sois labranza de Dios y edificación de Dios (1 Cor 3,7-9).
Con esta convicción que expresa san Pablo inicié mi servicio en Misión Joven; y con esta misma convicción lo concluyo. No cuentan ni el que planta, ni el que siembra, ni el que riega, ni el que siega. Todos trabajamos en el mismo campo. Y sólo Dios hace crecer la semilla. Somos colaboradores de Dios, cooperadores en su obra, siervos y servidores en la misión de Cristo. Juntos edificamos el Reino. Pero Él, el Señor, es siempre el cimiento.
Tras seis años consecutivos en la dirección de Misión Joven, llega el tiempo del relevo. Durante más de 30 años he estado vinculado a Misión Joven, a través del Consejo de Redacción y de los diez años de director. Por eso la despedida resulta realmente muy sentida. Casi la mitad de mi vida ha tenido en nuestra revista uno de sus principales focos de referencia. Otros seguirán construyendo, plantando y regando la semilla del evangelio.
Al mirar hacia atrás y al intentar decir adiós, no puedo menos de agradecer a Dios todos estos años vividos en el Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil y concretizar mi agradecimiento en tantos hermanos y amigos que han estado a mi lado, me han acompañado en la siembra, me han apoyado y ayudado. Gracias, en primer lugar, a los más cercanos, a los miembros del mismo Centro de Pastoral y de los dos Consejos -Asesor y de Redacción- de la Revista; gracias a todos los autores que generosamente han colaborado a lo largo de estos seis últimos años, tanto con su reflexión y estudios, como con experiencias y materiales diversos; y gracias, muy especialmente, a todos los lectores que, mes tras mes, nos han seguido, han confiado y acogido la misión joven, que siempre hemos querido ofrecer.
Del mismo modo, este adiós que se hace gracias, es también un adiós que solicita perdón. A todos: lectores, autores, colaboradores, compañeros cercanos, amigos de ambos Consejos y del Centro de Pastoral. A cuantos se han sentido heridos, frustrados, no suficientemente atendidos o escuchados. El perdón dado y recibido nos hace siempre más humanos.
Dejo Misión Joven no con tristeza ni con nostalgia, sino con mucho gozo, convencido de que la nueva dirección va a continuar con mayor ilusión, calidad y entusiasmo este servicio específico de animación educativo-pastoral, y nuestra Revista seguirá siendo plataforma de búsqueda y diálogo, de propuesta y estímulo especialmente para la educación y evangelización de los jóvenes de nuestro tiempo, que nos apremian a encontrar respuestas nuevas y valientes.
Como nuevo director de Misión Joven llega al Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil, Luis Fernando Gutiérrez, sacerdote salesiano que perteneció durante seis años al Consejo Asesor de la Revista y que en estos últimos años ha sido párroco de la parroquia “San Francisco Javier” de Vitoria. Avezado en la práctica pastoral concreta en muy distintos campos, asume ahora el quehacer de guiar y conducir este servicio y plataforma pastoral que esMisión Joven, para impulsar una pastoral juvenil al servicio de la vida y de la esperanza. Y llega cuando nos disponemos a celebrar el cincuenta aniversario de la fundación de Misión Joven. Nacida y unida en su desarrollo al Concilio Vaticano II, llega ahora a su verdadera madurez.
Dice el Proyecto Marco de la pastoral de juventud de la Conferencia Episcopal Española que la tarea de evangelización del mundo juvenil es apasionante y gozosa, como un reto constante y desbordante por los innumerables desafíos que ellos presentan a la Iglesia. A esta llamada incesante quiere responder Misión Joven. Si personalmente he podido experimentar en estos años la pasión y el gozo de la tarea evangelizadora, auguro y deseo que así sea también para Koldo. ¡Bienvenido a esta casa!
A todos, adiós y gracias.
EUGENIO ALBURQUERQUE