DEUDA EXTERNA Y CLAMOR DE LOS POBRES

1 noviembre 1998

DEUDA EXTERNA, ¿DEUDA ETERNA?
 
LA deuda externa se ha convertido en un grave obstáculo para el desarrollo humano de los países más pobres del mundo. CÁRITAS CONFER,, JUSTICIA Y PAZ y MANOS UNIDAS han lanzado la campaña «Deuda externa, ¿deuda eterna? Año 2000: libertad para millones de personas» para salir al paso del problema. Recogemos aquí las líneas generales de dicha campaña.
 
LA campaña quiere ser, ante todo, una llamada a la reflexión y a la toma de postura personal ante la situación de endeudamiento de los países pobres. Lo primordial es despertar la conciencia de cada persona para crear así un movi­miento social que logre hacer realidad las múltiples soluciones financieras, que desde hace años se proponen en orga­nismos internacionales, pero que no en­cuentran la voluntad política de los go­biernos para llevarlas a la práctica.
El problema de la deuda es sólo un síntoma de las aberrantes relaciones financieras que rigen la economía mun­dial. Perdonar la deuda no es el único objetivo, pues el sistema económico ac­tual volvería a reproducir la presente situación en pocos años. Por ello la condo­nación de la deuda se asocia a la reinversión de ese dinero en proyectos de desarrollo social en los países deudores. Se pretende un cambio en estas estructu­ras económicas que debe ser provocado por una nueva conciencia de la sociedad civil que exija que el mito de la aldea global, se haga realidad para todos los habi­tantes del planeta y se establezcan unas relaciones de solidaridad y justicia que busquen el desarrollo de todos los hom­bres y los pueblos
CÁRITAS, CONFER, JUSTICIA Y PAZ y MA­NOS UNIDAS -junto a más de 120 ONGS, sindicatos y otras entidades de carácter cívico y social que han reunido en torno a ellos- han puesto en marcha una cam­paña de sensibilización, movilización ciudadana y presión política, con el obje­to de conseguir liberar de la carga de la deuda externa a más de 1.000 millones de personas en todo el mundo. Dicen textualmente en el «documento base» de la campaña (Deuda externa, ¿Deuda eter­na? Año 2000: Libertad para mil millones de personas): «Pretendemos conseguir la condonación o renegociación de las deu­das impagables de los países pobres de la tierra, vinculándola a la inversión en desarrollo humano, estudiando la situa­ción de cada país en particular y ponien­do en marcha un proceso independiente y transparente».
Educar para la utopía, crear esperan­zas e ilusión por un mundo mejor, es al­go irrenunciable en la tarea de todo edu­cador. Este es el mejor «adviento» que podemos celebrar los cristianos. La cam­paña por la condonación de la deuda ya ha empezado a dar sus frutos: el pasado mes de octubre, INTERMóN compró la deuda externa que Mozambique tenía con España (2.500 millones) para finan­ciar con ese dinero programas de asisten­cia social, sanidad y educación. Todos podemos implicarnos, cada uno con­forme a sus posibilidades, para acabar con la deuda externa de los países po­bres, como un nuevo paso en la cons­trucción de un mundo más justo.
 

El problema

  • Entendemos por deuda externa el dinero que los países del Sur deben a entida­des y países del Norte a consecuencia de prestamos recibidos por sus gobiernos y a los que no pueden hacer frente.
  • La deuda externa se ha convertido en un grave obstáculo para el desarrollo hu­mano de estos países que deben utilizar sus escasos recursos para devolver los prestamos que recibieron en el pasado, en lugar de invertir en el bienestar de su población. Muchos de estos prestamos, al destinarse a países gobernados por re­gímenes dictatoriales, servían sólo para la compra de armamento y el enriqueci­miento de las clases dirigentes.
  • Cada año mueren más de 500 mil niños como consecuencia de los recortes en los servicios sanitarios provocados por el pago de la deuda.
  • Para obtener recursos con los que pagar la deuda se talan las selvas tropicales y se permite la sobreexplotación de la riqueza del suelo y de los mares.
  • Africa gasta cuatro veces más en pagos de la deuda que en atención sanitaria. Y de cada 4 pesetas que pagan en concepto de deuda, reciben una en concepto de ayuda.
  • Si las potencias acreedoras decidieran perdonar la deuda externa de los países pobres, en el año 2000, cerca de 21 millones de niñas y niños que son víctimas del hambre y de enfermedades, podrían salvar sus vidas.

 
 
 Algunos otros datos
Ya en 1996, los principales acreedores del mundo acordaron reducir parte de la deuda de los países más pobres, pero la iniciativa tuvo muchas irregularidades,
debido a la irresponsabilidad tanto de los acreedores como de los deudores. Éstos son los países más endeudados del mundo, con la referencia al % que supone la deuda con respecto al Produc­to Nacional Bruto en 1995:
 

                               % del Producto Nacional Bruto 1995                        Servicio de la deuda
como % de las
0                200             400            600             800 exportaciones
Nicaragua 36%
Sao Tomé & Príncipe 23%
Guyana 17%
Mozambique 34%
Guinea-Bissau 22%
Congo-Brazaville 26%
Somalia 1%
Angola 9%
Sudán 5%
Costa de Marfil 31%

Fuente: Banco Mundial y PNUD
 
El PNUD insiste año tras año en que los países pobres muy endeudados tiene ta­sas de mortalidad infantil, enfermedad, analfabetismo y malnutrición más altas que el resto de países en vías de desarro­llo.
Mozambique, por ejemplo, de su pre­supuesto dedica un 34% a deuda, sólo un 7’9% a educación y un 3’3% a sanidad.
Valga como dato contrapuesto y posi­tivo el de Ecuador. En 1992, Bélgica con­donó parte de su deuda con Ecuador. Del importe perdonado, el Gobierno ecua­toriano como parte del acuerdo tuvo que destinar el 58% a proyectos de desarrollo
que fomentaran la diversificación de las tareas del campo, además de crear más de ochenta cajas comunitarias destinadas a facilitar pequeños créditos a los cam­pesinos.
Una última referencia a la situación es­pañola. La deuda de otras países con el nuestro asciende a 1.600.000 millones de pesetas. Los diez países más endeuda­dos con España son las cifras entre pa­réntesis hacen referencia a miles de mi­llones: Rusia (119), Argelia (170), Egipto (119), México (111), Marruecos (100), China (100), Perú (94), Cuba (93), Argen­tina (90), Angola (63).
 
 ¿Qué podemos hacer?
 
Antes de nada implicación personal: tomar conciencia de la carga que supone la deuda y, sobre todo, mantener criterios de consumo responsable en la propia vi­da (fijarse en qué gastamos el dinero y a quién estamos beneficiando con ello), a la par que se trata de ayudar a los más desfavorecidos (uniéndose en alguna cam­paña concreta de ayuda, comprando y haciendo campaña a favor de las «Tiendas solidarias», etc.).
Hablar con familia, amigos/as, compañeros/as de clase, etc. para hacer algo. Y ser creativos inventando algún tipo de acción en el pueblo o ciudad, barrio, asocia­ción o club. Para ello, por ejemplo, empezar por elegir un país del Sur endeuda­do, intentar conocer mejor su realidad, etc.
En colegios, parroquias, centros juveniles…: Asumir la campaña, poniéndose en contacto con alguna de las organizaciones que la encabezan, participar en los ac­tos que promueva en el ámbito estatal, autonómico, provincial y local, recoger fir­mas a favor de los contenidos de la campaña y de los objetivos políticos que pro­pone y difundir los materiales de sensibilización de la campañas.
Más en concreto y para celebrar este «Adviento» como Adviento de los Derechos Humanos, sería conveniente marcarse objetivos específicos de sensibilización y ayuda a los más necesitados para cada uno de los domingos hasta la Navidad.
 
 
… ¡Piénsatelo!
Los pueblos ya desarrollados tienen la obligación gravísima de ayudar a los paí­ses en vías de desarrollo» (Gaudíum et Spes, 86).
Tanto la justicia como la humanidad exigen que las naciones ricas presten su ayu­da a las naciones pobres» (Juan XXIII, Mater et Magistra, 161).
Ante la creciente indigencia de los países subdesarrollados, se debe considerar co­mo normal el que un país desarrollado consagre una parte de su producción a satis­facer las necesidades de aquellos; igualmente normal, que forme educadores, ingenieros, técnicos, sabios que pongan su ciencia y competencia al servicio de ellos» (Pa­blo VI, Populorum Progressio, 48).
 
La solidaridad es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común de todos y de cada uno, de modo que todos seamos verdaderamente respon­sables de todos» (Juan Pablo II, Solicitudo Reí Socialis, 38).
Los cristianos deberán hacerse voz de todos los pobres del mundo, proponiendo el Jubileo como un tiempo oportuno para pensar entre otras cosas en una notable re­ducción, si no en una total condonación, de la deuda internacional, que grava sobre el destino de muchas naciones» (Juan Pablo II, Tertio Millennio Adveniente,51).
 
Además de difundir las reivindicaciones de la campaña recogiendo firmas, escribiendo a los responsa­bles políticos de la propia localidad, etc., se pueden constituir grupos para apoyarla más estrechamente. En este caso, hay que cumplimentar una ficha de inscripción, enviarla a la sede de la coordinación y aportar una cuota mínima pensando en los que menos tienen de 5.000 ptas. al año. Todas las organizaciones que se adhieran antes del 10 de Julio, se incluirán en los materiales de difusión que salgan con ocasión del lanza­miento de la campaña: tríptico, hoja informativa y en el documento base.