DIÁLOGO DE AMOR Y SEXO. Apuntes Sobre Una Experiencia Pedagógica

1 mayo 2004

Santiago Galve
Santiago Galve es Asesor Familiar y experto en Educación Sexual
 
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
El autor, junto a Mar Martín, presenta un proyecto de educación sexual, dirigido especialmente a adolescentes. experimentado en diversos ámbitos educativos, especialmente en Colegios. Desde la experiencia de largos años destaca el desconocimiento de los adolescentes en esta materia, los múltiples influjos a los que están sometidos, al mismo tiempo que clarifica, siempre desde una perspectiva educativa, el auténtico sentido de la sexualidad y de la relación sexual, los verdaderos problemas actuales, los rasgos culturales en los que hoy es vivida, así como la importancia de una verdadera educación sexual, centrada en el conocimiento, en el diálogo y en la responsabilidad.
 
Hace ya varios años que me dedico a impartir cursos de educación sexual en Colegios, Parroquias, formación de Profesores y cursillos prematrimoniales. Todo este trabajo, unido a mi anterior experiencia como profesor, y a la tarea del despacho como Asesor Familiar, me ha dado un bagaje que ahora utilizo para explicar a los adolescentes de 4º de ESO y de 1º y 2º de Bachillerato el proyecto que voy a comentar. Desde hace dos años colabora conmigo, en la exposición del proyecto, Mar. Es una experiencia muy interesante pues aporta la visión femenina en un tema eminentemente diferencial. Previamente a la charla con los alumnos, convocamos a sus padres para explicarles punto por punto tanto los contenidos, como la metodología que vamos a utilizar. Ellos son los responsables de su educación y quienes deciden si comparten la ideología de educación sexual que les proponemos. En todos los años que llevamos desarrollando este Proyecto, nunca hemos tenido problema alguno.
 

  1. Para comenzar

Dado que impartimos el curso a todos los grupos del mismo nivel juntos, y no requerimos la presencia de los profesores, les colocamos intercalados chico/chica. Ya tenemos asegurado el poder hablar sin continuas interrupciones y cuchicheos. Les repartimos una hoja con ocho preguntas. Les razonamos la importancia de que contesten lo que de verdad piensan, pues la finalidad de las mismas es que puedan constatar si están equivocados en sus opiniones sobre sexualidad o, por contra, tienen las ideas muy claras. La primera pregunta dice:
Si conoces la campaña publicitaria que —bajo el lema ¡Póntelo! ¡Pónselo!— se emitió en TV. con una doble finalidad: evitar embarazos no deseados en las adolescentes y evitar contraer enfermedades de transmisión sexual, elige uno de estos dos juicios sobre ella: Considero que fue una buena campaña publicitaria / Considero que fue una mala campaña publicitaria.
 
Todos los alumnos responden unánimemente que fue una buena campaña. Previamente les hemos insistido en que lean bien las preguntas antes de contestar. Ahora les interpelamos:
− ¿Sabéis en que año se lanzó esta campaña?..
− … …
− En el año 90. Teníais dos añitos, pero la recordáis. Bien, supongamos que vuestros padres la tuviesen grabada en vídeo y sí la conocéis. ¿Cómo se juzga una campaña?.. Si cumple con el objetivo que pretendía (y está descrito en la pregunta). Por tanto no se debe contestar si no se conoce cuántos embarazos había en el año 90 y cuántos posteriormente. Pues bien, es curioso que la inmensa mayoría hayáis juzgado como buena una campaña de publicidad que ha tenido un fracaso notorio, ya que —según datos del curso de sexología en la Universidad de Verano, El Escorial 92— en este año no sólo aumentaron en dos puntos porcentuales (lo cual, dado el número de los mismos, es una cantidad inmensa), sino que descendió ostensiblemente la edad media de las adolescentes embarazadas.
La segunda y tercera preguntas son del mismo signo. Versan sobre el porcentaje de fracaso matrimonial y sobre la edad de iniciación sexual. Sus respuestas son igual de disparatadas que la primera. Concluimos con una reflexión:
− No debéis creer absolutamente nada que no esté apoyado en sólidas razones. Os aseguro, como viejo profesor, que la palabra que más me gusta en la boca de mis alumnos, es… ¿por qué? ¿Sabéis por qué os pedimos que no os creáis nada, ni siquiera lo que os vamos a explicar?
− … …
− Pues porque nos da la impresión de que en materia de sexo os tienen comido el coco
A continuación les explicamos de dónde proceden los errores: la TV, la publicidad y las películas. Les recordamos la célebre frase de Groucho Marxs: Vale más una imagen que mil palabras, y les razonamos cómo estos superegos crean estado de opinión.
 
1.1. El poder de la tele
La TV tiene mucho poder. Es conocida la frase de aquel publicista: Lo que no sale en la tele, no existe. En nuestra conversación de calle solemos recurrir al gran argumento: lo ha dicho la tele. Les solemos narrar una experiencia que contó una señora en una charla al Aula de Cultura de la mujer:
Mi hijo le había regalado a mi nieto de cuatro años un pollito vivo —de esos de colores que venden en el Rastro—. Estaba jugando con un amiguito en su habitación, cuando oímos piar al pollito de una manera un tanto sospechosa. De pronto dejó de piar. Fuimos a ver y ¿sabe qué es lo que habían hecho? Habían desplumado al pollito por la pechera y no contentos con ello lo habían rajado.
Cuando narramos esta anécdota los alumnos hacen gestos de repulsión. Les decimos: pero lo más tremendo no es que los niños desplumaran y luego rajaran al pollo. Lo más trágico es por qué lo hicieron. ¿Alguien se lo imagina?
− … … (las respuestas son de lo más variopinto).
− No lo ha acertado ninguno. ¡Para buscar las pilas!
Pues bien, las imágenes que sobre sexualidad nos ofrecen las series y casi todos los programas de TV son siempre las mismas: Los protagonistas casi siempre están divorciados; el único aspecto a destacar es el puramente erótico; los valores de la persona y de la pareja brillan por su ausencia. Y son tantos años viendo las mismas imágenes que no tenéis otra opción que creéroslas.
 
1.2. El arte de la publicidad
Qué duda cabe que es un arte. Son capaces los publicistas de contarnos toda una historia en los 20−30 segundos que dura un spot, o en la página de un revista. Pero ese arte lo que pretende es crear necesidades; así no podremos dejar de consumir el producto anunciado. El sistema consiste en introducir en nuestro cerebro, a ser posible de manera subliminal, la información. Les contamos uno de los experimentos clásicos sobre publicidad subliminal; el realizado por M. Vicary, psicólogo social, en una sala comercial de cine de Fort Lee, en los años cincuenta:
− Durante la proyección de la película Picnic, en días alternos, aparecían cada cinco segundos y durante una tresmilésima de segundo, en plano subliminal, las frases: Beba Coca–Cola ¿Tiene hambre? Coma pop–corn. En las seis semanas que duró el experimento, los días en que se insertaba la publicidad, los dos productos aumentaron sus ventas en un 18% y un 57,7%, respectivamente. Si a aquellos espectadores se les hubiese preguntado por qué bebían Coca–Cola o comían palomitas de maíz, todos habrían afirmado categóricamente que porque les gustaban, cuando la realidad era que les habían creado el deseo de consumirlas a través de una publicidad subliminal.
A continuación les proyectamos unos sesenta anuncios recogidos de las revistas, vallas y marquesinas publicitarias. Les enseñamos a descubrir el truco de cada uno de ellos, y concluimos: la mayoría de los anuncios utilizan el reclamo erótico para vender cualquier producto. Esto hace que, si os han bombardeado desde niños con la idea subliminal de que el único aspecto que importa de la sexualidad es el placer erótico, no es de extrañar que ahora estéis tan obsesionados con ello. Este es el verdadero perjuicio que ha causado en vuestra ideología sexual la publicidad.
 
1.3. El influjo del cine
Aquí también utilizamos el método interpelativo. ¿Alguien ha protestado o ha cuestionado la escena que se repite en tantas películas, desde que la inventara Marlon Brando en El último tango en París, de una pareja que copula estando de pie? Bien, pues esto es imposible. A la dificultad de soportar todo el peso de la mujer se añade, como bien sabéis las chicas que usáis tampones, la imposibilidad de que este entre si estáis un poco nerviosas. Pero todos lo habéis dado por bueno. Imaginad el trauma de aquel que lo intenta y no puede. Al contarlo en los cursillos prematrimoniales todavía nadie nos ha contradicho.
Y ¿qué decir de aquella escena en que la protagonista se retuerce de placer cuando le aplican unos cubitos de hielo en el pecho? Es de la película Nueve semanas y media. Os cuento: una universitaria del último curso, de las que tienen buenas notas, me dijo en la consulta: Después de ver Nueve semanas y media, mi novio, como no tenía cubitos de hielo a mano, se compró un helado —versión española—, me lo estampó en el pubis y allí se lo fue comiendo.Pero lo realmente penoso es aquello que me dijo a continuación: Yo lo único que sentía era un frío horroroso, y unas ganas locas de que se acabara el helado de una vez. Pero, ¡a ver quién era la guapa que le decía a mi novio que yo no sentía placer! Lo que manda el estereotipo del celuloide es más verdad que lo que uno siente.
Concluimos esta primera parte pidiéndoles que escriban un breve resumen de todo lo que hemos explicado. Luego hacemos nosotros el resumen para que puedan comparar:

  • Las verdades sólo sirven por las razones que las sustentan, no por quién las afirma.
  • Actualmente, de manera consciente o subliminal, tenemos información errónea sobre sexualidad, que afecta tanto a la ideología, como a la conducta sexual.
  • Quienes más nos influyen son: la TV, la publicidad, las películas.

 

  1. ¿Qué es la sexualidad?

 
Es el enunciado de la 4ª pregunta. Los alumnos leen sus respuestas. Con muy pocas variaciones, en lugar de definir sexualidad definen relación sexual. Y, por supuesto, esta la dejan reducida al hecho puramente fisiológico. Les razonamos: sexualidad es una palabra que termina en idad y, como bien sabéis, las palabras castellanas que terminan en idad denotan una cualidad. Por tanto diremos que la sexualidad es una cualidad. ¿de qué? La palabra lo indica: del sexo. Esta si que es una pregunta difícil: ¿qué es el sexo?
Evidentemente todos los alumnos están pensando en lo mismo. Hacen la identidad sexo = placer. Esto es la información que han recibido de los superegos anteriormente expuestos. Les hacemos recordad que el lenguaje es convencional, que para nosotros menear la cabeza de arriba abajo, por ejemplo, quiere decir SÍ, mientras para los búlgaros quiere decir NO. Y que todos los españoles hemos ratificado en el DNI que sexo significa: M −mujer−; V − varón−. Por tanto: Sexualidad es la cualidad que hace que una persona sea hombre o mujer.
Es importante aprender bien esta definición. Si reducimos el sexo al solo placer estamos cometiendo una auténtica castración mental. Hacemos que desaparezcan de la mente de nuestros jóvenes todas las múltiples y gozosas connotaciones que tenemos las personas en su totalidad, tanto en el aspecto puramente físico como, y de manera especial, en el psíquico.
Ratificamos esta teoría constatando que en la pregunta nº 5, −¿Qué problemas crees que son más preocupantes, actualmente, en la cuestión sexual?−, todos los alumnos, unánimemente, contestan que el SIDA y los embarazos no deseados. Si esto fuera cierto, en España habría muy poquita gente con problemas sexuales, ¿no os parece? ¿No creéis que si la sexualidad es algo que aporta una gran felicidad a las personas, deberá considerarse un problema aquello que haga que la gente no sea feliz sexualmente?
 
2.1. Los verdaderos problemas
Según nuestra experiencia, lo que causa mayor infelicidad y a mayor cantidad de personas es:

  •  La ignorancia sexual: Puesto que somos diferentes, los hombres desconocemos cómo son, cómo piensan, como sienten, cómo aman las mujeres; y las mujeres no saben cómo son, cómo piensan, como sienten, cómo aman los hombres. Aquí les ponemos un sinnúmero de ejemplos de la vida cotidiana como la diferente forma en que los hombres y las mujeres nos quitamos un jersey. Ellos suelen añadir alguna otra diferencia. Les contamos una experiencia de los cursillos prematrimoniales: Han de pensar los novios, separadamente, cuál ha sido la última discusión importante que han tenido en su pareja. Luego se la cuentan. Pues bien, más de la mitad, como media, no coinciden. Incluso, en varias ocasiones, se ponen a discutir en ese momento: Pero no me digas que esa tontería te ha afectado…
  •  La intolerancia sexual: Tenemos absolutamente claro que las cosas sólo están bien hechas si se hacen como nosotros las hacemos. Creo que es una pretensión, cuanto menos, ridícula. Y el problema es que, puesto que hombres y mujeres somos diferentes, lo normal es que hagamos las cosas de manera diferente. Pues, ¡no!, no lo admitimos.
  •  El egoísmo: Se nos llena la boca de la palabra amor, y sólo pensamos en nosotros mismos. Entendemos el término amor recordando el viejo refrán Obras son amores, que no buenas razones. Y lo definimos como dar sin esperar nada a cambio. El error es confundir amor con cariño, o con atracción, enamoramiento.

 
2.2. Las diferencias entre los sexos
Si el principal problema sexual es la ignorancia sexual, deberemos explicar las principales diferencias entre hombres y mujeres. Hemos de tener siempre muy presente que las afirmaciones que iremos haciendo en este apartado tienen siempre un carácter estadístico, dado caso que las personas somos muy complejas y de que en psicología no existen leyes matemáticas. Comenzamos por las diferencias físicas, aunque muy sucintamente porque ya las han estudiado en la asignatura de Ciencias. Destacamos algunos aspectos como la obsesión que tienen respecto al tamaño del pene, explicándoles razonadamente que no tiene importancia alguna. Describimos el ciclo menstrual, los días fértiles y la posibilidad de embarazo, y concluimos, dirigiéndonos especialmente a las chicas:
− Como os explicaremos posteriormente, consideramos que a vuestra edad es un grave error el copular. Pero podéis no estar de acuerdo con nuestras razones o, incluso, considerar que sois muy libres para acostaros con vuestro novio o con quien os plazca. Ciertamente sois libres hasta para no querer ser felices, pero no tenéis la libertad que requiere el hecho de tener un hijo como consecuencia de esa decisión, porque es el hijo que va a nacer el que tiene unos derechos inalienables, como tener madre y padre, tener una familia estable y un mínimo de condiciones económicas básica, que ninguna de vosotras actualmente tiene. Por tanto, en el caso que no nos vayáis a escuchar, por favor, poned los medios para no quedaros embarazadas. Y, a vuestra edad, el único método que debéis usar es el preservativo. Les explicamos, con sólidas razones, y con lamentables ejemplos, todo esto.
– Actividad: Hombres y mujeres podemos hacer las mismas cosas, pero las haremos de manera diferente. En una pareja el reparto laboral −considerendo el trabajo de fuera y el de la casa− ha de ser justo. La mayoría de las peleas matrimoniales vienen motivadas por no respetar estos dos principios. Les ponemos múltiples ejemplos.
– Sensibilidad: En general, la mujer tiene mayor sensibilidad que el hombre. Le gustan los detalles y sentirse querida. Decíamos que a las mujeres les encantan los detalles. Pero no se trata de que cada día tengáis que gastaros un dineral en un ramo de flores. ¡Que no! Que también en esto somos diferentes hombres y mujeres: Los hombres, en el regalo, valoramos únicamente el contenido y su precio; pero desdeñamos su presentación. Las mujeres aprecian el detalle y su valor afectivo tanto o más que el objeto. Por tanto, tengamos esos pequeños detalles. Y no sólo en regalarles cosas, por insignificantes que sean, sino en colmarlas de pequeñas atenciones.
Conociendo esta diferenciación sexual en la sensibilidad, las mujeres tendréis que comprender que vuestro novio no es que no os quiera, es que no se entera. Por ello deberéis ser tolerantes y disculparle por su falta de sensibilidad y de detalle. Y los novios deberéis extremar vuestra actitud en el detalle, en las pequeñas cosas, en las continuas atenciones de cariño y, ¿por qué no?, ser también tolerantes cuando su sensibilidad degenere en susceptibilidad.
El hombre, generalmente, tiene mayor sensibilidad erótica. ¿Por qué? ¿Habéis observado que cuando los mamíferos copulan, la hembra no muestra signo alguno de placer, mientras el macho está disfrutando ostensiblemente? ¿Por qué? Los animales solo actúan si por ello obtienen un beneficio inmediato. En la cópula, es el macho el que ha de realizar el esfuerzo y ciertamente no lo haría si no fuese por el orgasmo que obtiene a cambio. De esta manera está asegurada la continuidad de la especie. Y las personas también, aunque no sólo, somos animales.
Podríamos representar la curva del placer erótico en el hombre y en la mujer de esta manera: En el hombre comienza la excitación erótica y sube rápidamente; el orgasmo dura breves momentos y, dado que es una experiencia de placer tan intensa, se produce una caída muy rápida. Todo este proceso puede durar unos poco minutos. En la mujer la curva sube muy lentamente y de forma sinusoidal; y decrece también paulatinamente. El orgasmo es mucho menos intenso, pero se prolonga más tiempo. El proceso dura, generalmente, al menos media hora ¿Por qué?
– ¿Qué ocurre cuando os hacen una pequeña caricia en la oreja?
– … … (el gesto placentero de las chicas lo dice todo)
– ¿Y si os hacen esa misma caricia a los chicos?
– … … (también la cara de extrañeza que ponen lo dice todo)
– Está claro, ¿no?
La causa de esta diferencia es la llamada geografía del placer erótico: en el hombre la sensibilidad erótica queda restringida casi exclusivamente a su órgano genital, mientras que la mujer la tiene extendida por todo su cuerpo. Son órganos erógenos de la mujer el clítoris, los pechos, la nuca, los labios, las orejas, los glúteos, la espalda, los muslos, etc. Es por esto por lo que la mujer necesita mucha más cantidad de estimulación erótica que el hombre.
Otra diferencia importante es que los hombres utilizamos sólo dos sentidos en la sensibilidad erótica: la vista y el tacto; en cambio lo que más excita a una mujer es el cariño. Al explicar esto a los novios, observamos cómo ellas esbozan una amplia sonrisa, mientras que ellos ponen cara de póquer. Les decimos:
− ¿Verdad, chicas, que es cierto lo que os decimos?
− … … (Ellas asienten a coro).
− Y, ¿verdad que vuestros chicos no tienen ni idea de lo que eso significa? Pues ya sabéis: tenéis por delante una bonita tarea de diálogo. Pero no os desaniméis si hasta dentro de unos años no llegan a comprenderlo. No es que no os quieran, es, simplemente, que somos diferentes.
El desconocimiento de estas diferenciaciones o, peor aún, el egoísmo por parte del hombre, que una vez experimentado su placer se echa a dormir, hace que se dé tan alto índice de fracaso en la relación sexual.
 
2.3. En síntesis
Como en el anterior tema, hacen ahora los alumnos un resumen personal y por escrito. Después les entregamos nuestro resumen:

  • Sexualidad es la cualidad que diferencia a la mujer del hombre. El error es pensar sexo = placer. Somos diferentes hasta en la forma de quitarnos un jersey.
  • Los principales problemas sexuales, actualmente, no son el SIDA y los embarazos no deseados, sino: la ignorancia sexual (los hombres no conocen como piensan, sienten, aman las mujeres; las mujeres no conocen como piensan, sienten, aman los hombres); la intolerancia sexual (no admitimos que las cosas se hagan de manera distinta a como las hacemos nosotros y, como somos diferentes, lo normal es hacerlas de modo diferente); el egoísmo (se nos llena la boca de la palabra amor, y sólo pensamos en nosotros mismos).
  • Caracteres sexuales diferenciales:
  •  Aspecto físico.
  •  Actividad: Hombres y mujeres podemos hacer las mismas cosas, pero las haremos de manera diferente; en una pareja el reparto laboral ha de ser justo.
  •  Sensibilidad: en general, la mujer tiene mayor sensibilidad que el hombre; le gustan los detalles y sentirse querida; el hombre, generalmente, tiene mayor sensibilidad erótica.
  •  Amar es dar sin Amar esperar nada a cambio: obras son amores, que no buenas razones. El error es confundir amor con cariño, o con atracción, enamoramiento.

 

  1. La relación sexual

 
La pregunta inicial 7ª decía: define relación sexual. La 8ª (una narración) era la siguiente: Javier (15 años) vuelve a casa después de la clase. Se encuentra en el portal con Paula (Una vecina que no es su novia ni nada, pero con quien se siente más a gusto que con las otras chicas. A ella le sucede lo mismo). Javier le cuenta, con ilusión, unas cosas que ha aprendido en el Cole, y ella le expone una preocupación grande que tiene por causa de una amiga. Ante las voces de la madre de Paula por la escalera, se despiden enseguida. Ni siquiera se dan un beso.
Pregunta: Lo de Javier y Paula ¿es una relación sexual? Levantad la mano quienes habéis contestado que sí.
− … … (Sólo unos pocos).
− Levantad la mano quienes habéis contestado que no.
− … … (La mayoría).
− Bien, suponemos que tanto unos como otros, antes de contestar, habréis tenido presente la definición que de Relación Sexual habéis hecho. Pero vamos a definirla correctamente, ¿os parece? Sabemos que relación es toda comunicación que sea recíproca. Conocéis cuáles son los elementos de toda comunicación: emisor… receptor… mensaje… código… canal… contexto. Esto es común a toda comunicación, pero a nosotros nos interesa ahora la comunicación que sea recíproca y que sea sexual. Poned, por tanto, en vuestro cuaderno cuál es, en la relación sexual, cada uno de esos elementos.
Después de algunas vacilaciones llegan a la conclusión correcta: Emisor y receptor, el hombre y la mujer. Mensaje, el amor. Código, el erotismo. Canal, el cuerpo. Contexto, (en nuestra cultura) sólo debe realizarse la relación sexual entre personas enamoradas. Así pues, la definición será: Relación sexual es la comunicación recíproca de amor entre un hombre y una mujer enamorados, a través de su cuerpo, sintiendo por ello un placer erótico.
− Revisad de nuevo la pregunta 8ª. ¿Cumple con la definición que hemos aprendido? Será una relación sexual si tiene todos y cada uno de sus elementos. No lo será sólo con que falte uno.
La mayoría cree que faltan algunos de los elementos. Analizamos los que nos indican:
− Sí hay erotismo. Lo que ocurre es que vosotros confundís erotismo con orgasmo y el erotismo, como cualquier otra sensación es gradual: va desde un pequeñísimo placer al placer más intenso. Leed el enunciado y recordad vuestra propia experiencia cuando os mira (sólo os mira) el chico o la chica que os gusta. Sí lo hacen con el cuerpo. Es admirable cómo al hablar de sexo el cuerpo se restringe únicamente a las zonas erógenas. El oído, el hablar, el mirarse también es el cuerpo. Sí están enamorados. Definimos enamoramiento como atracción sexual exclusiva y excluyente. De todas las chicas/os por las que te sientes atraído −por el hecho de ser sexualmente diferentes− hay alguien que supera a los demás. Así lo narra el enunciado. Sí hay amor. Lo definíamos como dar sin esperar nada a cambio. Y esto es lo que hace Javier y esto es lo que hace Paula. Dan algo, aunque sea muy poquito, porque comunicar es dar.
 
Conclusión: Sí es una relación sexual. Y, por desgracia, la mayoría de los actos que calificamos como hacer el amor, no suelen ser una relación sexual porque falta el elemento más importante, que es el amor: las debemos llamar relaciones eróticas. Tampoco se puede llamar relación sexual a la realizada entre dos hombres o entre dos mujeres. En el caso de que se den todos los restantes elementos, falta el concepto de emisor y receptor que, por definición de sexo, ha de ser mujer y hombre. En este caso el nombre adecuado sería relación homosexual.
 
3.2. Rasgos culturales de la relación sexual
 
A continuación les proponemos las dos cualidades que consideramos han de cumplirse, en nuestra cultura, para que la relación sexual conduzca a la felicidad:
 
a) La relación sexual ha de ser proporcional.
Esta proporcionalidad se establece entre el amor que se comunica y la expresión del cuerpo, a través del cual se comunica ese amor. Sería un contrasentido dar muy poquito amor y utilizar para ello el cuerpo plenamente. Tan absurdo como utilizar un cable de alta tensión para transmitir una corriente de 1,5 voltios, o pretender transportar el agua de un pantano con una manguera de regar el jardín. A poco amor, poca actividad del cuerpo y, a mucho amor, mucha actividad. Si esta proporcionalidad se respeta, el placer erótico es siempre satisfactorio. En este punto algunas alumnas suelen hacer esta observación:
– Pero es que yo quiero a mi novio totalmente.
– No lo dudamos. Pero habrás de convenir en que esa totalidad de la que hablas es una totalidad de una joven de 17 años.
Supongamos un caso: Imagina qué hubiese pasado si, cuando comenzabas lo estudios en Secundaria, un profesor hubiese tenido la peregrina idea de explicaros unos conceptos pertenecientes al programa de los últimos cursos universitarios. Se hubiese encontrado de inmediato con la protesta airada de unos alumnos que exigen sus derechos. Estos derechos los conocéis bien: todavía la mente no ha evolucionado lo suficiente como para entender a los 14 años, por ejemplo, un teorema del último curso de la facultad de matemáticas. Y la protesta hubiese llegado al tumulto, si el profesor advirtiera que aquella explicación iba a ser materia de examen.
Pero lo que ya no entendéis tan bien, es que tampoco vuestra capacidad de amor haya evolucionado lo suficiente como para tener unas relaciones sexuales de persona adulta. ¿De verdad pensáis que la relación sexual −no estamos diciendo la cópula genital− tiene tan poco valor como para que sea el único aspecto de vuestra vida para el que no necesitáis un largo proceso de aprendizaje? El tipo de relación sexual que ahora podéis realizar correctamente es el adecuado a vuestro desarrollo personal, que actualmente está en la adolescencia.
 
b) La relación sexual ha de ser evolutiva.
Es una exigencia que nace de la esencia misma del hombre. Todo en nosotros es evolutivo y, como tal, ha de ser paulatino y progresivo: aumentando el grado a cada paso y sin dejar de caminar. Recordad el proceso que seguimos para la alimentación: Primero mamamos, luego el biberón, luego la papilla, después el puré y finalmente el pescado y la carne. Recordad el proceso evolutivo en vuestros estudios. Es admirable que se aplique este proceso a todas las potencialidades de la persona, menos a la relación sexual.
– Mirad, chicos. En vuestra relación sexual podéis optar por dos modelos diametralmente opuestos: El que os proponen los medios de comunicación, cuyo esquema ya conocéis: Te conozco, hablamos y a la cama. El que comienza en una relación tan elemental como el ejemplo de Javier y Paula y que termina, después de muchos años de compartir todos los valores de la persona, y de manera progresiva, haciendo el amor. Entre la relación de grado uno y la de grado cien deberéis hacer una progresión de las diferentes relaciones posibles entre un hombre y una mujer enamorados. Ya sé que esto es muy difícil, pero también sabéis vosotros que cuanto más alta es la meta que uno se propone, necesariamente tiene que esforzarse más por conseguirla. Pero os vamos a decir algo más: estamos absolutamente convencidos de que la opción que os proponemos os va a proporcionar más cantidad de placer que la que os ofrecen las películas. Veamos:
– Todos sabéis que el placer está en el cerebro y que las personas gozamos de aquello que cada uno decida. Recuerdo que en una visita al psiquiátrico vi a un señor que tenía una curiosa forma de obtener placer: quemándose con el ascua ardiente del cigarro. Es indudable que aquel hombre sentía placer aunque su mente, ciertamente, no estaba sana. Incluso sabéis, por propia experiencia, que el placer erótico está más en el proceso de conquista que en su adquisición. Ejemplo: a los hombres nos resulta mucho más erótico el intentar ver o imaginar el pecho que insinúan las chicas que verlo cuando ellas lo muestran en una playa. Incluso se suele decir que el mejor placer es el placer de lo prohibido. ¿Qué les queda por descubrir, por tanto, a los novios que a los cuatro días ya se han acostado?
– Si se realiza un proceso lento de relación física, cada una de las nuevas etapas proporciona un gran placer, porque es una meta que se intenta conquistar. Además, estas nuevas formas de placer quedan impresas en el cerebro como valores, pues sólo se estructura en la mente aquello que se asimila. Ejemplo: cuando os dais esas palizas a estudiar el día antes del examen, no aprendéis nada. El cerebro no ha tenido tiempo para poderlo asimilar y se os olvida en cuatro días. Si, por el contrario, estudiáis todos los días, eso ya no se os olvida.
Así resulta que mucha gente no conoce los pequeños placeres que se dan entre un hombre y una mujer y piensan que lo único que pueden hacer es copular. Y, por contra, qué agradable es constatar cómo muchas parejas mayores siguen disfrutando de las miradas tiernas, de los pequeños detalles, de las sorpresas, de las caricias sencillas, del cogerse de la mano, de decirse piropos… Y es que aquello quedó impreso en su mente como un valor y siempre tendrá el mismo sentido que cuando se realizó por primera vez.
– Al asimilar correctamente las diversas experiencias de placer, resulta más fácil dar el siguiente paso. En el caso contrario, suele suceder que cada nueva experiencia se vive con auténtico sentimiento traumático, pues nuestro cerebro no ha sido capaz de asimilarlo como un valor. Es como si se pretendiera explicar a un niño de diez años un teorema de trigonometría.
Pero hay otra razón práctica a favor de nuestra opción: Si tienes que romper una relación que todavía va por sus primeros estadios te va a doler, pero el trauma no será definitivo. Si ya te has implicado mucho más de lo que puede considerarse normal, qué difícil es superar ese trauma. Y en este negocio, como seguimos instalados en una cultura machista, aunque algo se haya avanzado en los últimos años, las que más tenéis que perder sois las chicas.
 
Les ofrecemos ya nuestro resumen, después de que ellos escriban el suyo en el cuaderno:

  • La relación sexual: es una comunicación recíproca de amor, entre una mujer y un hombre enamorados, realizada con el cuerpo, que produce un placer erótico. Si falta sólo uno de sus elementos constitutivos, no hay relación sexual. Deberemos llamarla relación erótica, relación homosexual, prostitución…
  • La relación sexual en nuestra cultura debe ser: proporcional: entre el amor que se da al otro y el uso del cuerpo; evolutiva: siguiendo un proceso pausado y creciente; esta relación sexual es más humana, da más placer, este placer es de mejor calidad y conduce a la felicidad más fiablemente.

 
Conclusión
 
La auténtica libertad sexual es la que nace de una información completa y desinteresada. Esto es lo que explicamos a los adolescentes. Recomendamos a los tutores que se lo hagan estudiar a los alumnos (todos sabemos que lo que no se estudia, por más que lo hayamos entendido, no se aprende) y que dialoguen con ellos en la hora de tutoría.

Santiago Galve y Mar Martín