Amiga, amigo, comienza la Cuaresma, tiempo de buenos propósitos y mejores intenciones, tiempo de penitencia y conversión, tiempo ideal para bajar esos kilos de más… Kilos que no se depositan en el abdomen, sino que van directamente al corazón, y que afean, y de qué forma, nuestra vida de cristianos, de amigos de Jesús…
Ha llegado el momento de ponerse en forma. Por delante, cuarenta días para lograr un corazón 10… ¿Te animas? ¡Toma nota! El Dietista por excelencia, Jesús de Nazaret, te aconseja:
- Ayuna de insultos, palabras malsonantes y puñetazos sobre la mesa o sobre el hermano, y date un atracón de palabras amables, abrazos apretados y gestos conciliadores.
- Ayuna de egoísmos, paseos en torno al ombligo y espejitos mágicos, y llénate con las preocupaciones, las inquietudes y las necesidades de tus hermanos.
- Ayuna de series televisivas, actividades internautas y maquinitas individuales e intransferibles, y prueba libros de lectura, actividades solidarias y juegos compartidos.
- Ayuna de pesimismo, derrotismo fácil y caras largas, y atibórrate de confianza en Dios, de las pequeñas luchas de cada día y de sonrisas sinceras y esperanzadoras.
- Ayuna de juicios a la torera, críticas despectivas y reproches destructivos, y mastica palabras de ánimo, consejos positivos y llamadas de atención constructivas.
- Ayuna de marcas famosas, últimos modelitos y modas pasajeras, y saborea tu propia personalidad, tu carácter más autentico y tu moda más genuina (la que brota del corazón, la que no se ve pero se siente).
- Ayuna de pasotismo, apatía e indiferencia, y devora compromiso, inconformismo ante las injusticias y ganas de cambiar el mundo, empezando por tu entorno más cercano.
- Ayuna de pedir papeles, de cerrar puertas y de clasificar personas, y empáchate con los papeles del corazón, con puertas sin mirilla y con seres humanos que son todos ellos, apúntalo bien, tus hermanos, tu familia.
- Ayuna (y valga la redundancia) de un ayuno falso (bajo en calorías del corazón) de una limosna interesada (algo sacaré de todo esto) y de una oración obligada (toca, que lo vamos a hacer) y paladea un ayuno verdadero, una limosna solidaria y una oración comprometida.
- Finalmente ayuna de creerte que tú solito puedes llevar adelante esta dieta, e ingiere el convencimiento y la fe de que yo, Jesús de Nazaret, estaré contigo, y si tú quieres, si tú me lo pides, te ayudaré a conseguir un corazón 10.
José María Escudero