- Por estar alegre y feliz,
da gracias a Dios.
- En la mañana,
haz oración fervorosa.
- En el trabajo,
pon una buena intención.
- Si sufres,
lucha y no te dejes abatir.
- Si te sientes ofendido,
perdona de corazón.
- Ante un error de los demás,
sé indulgente.
- Si eres culpable,
busca el arrepentimiento.
- Ante un fracaso,
vuelve a empezar.
- Sé humilde
ante una buena acción.
- Alivia el dolor
de quien sufre.
- Y al llegar la noche,
olvida todo lo negativo.
- Agradece a Dios
por un día más.
El tiempo de verano puede ser una buena ocasión para poner en práctica estas propuestas para vivir y orar. Y lo haremos sin olvidar que la oración ha de ir unida a la vida, y que la vida puede ser más vida si sabemos descubrir su dimensión más profunda mediante esa mirada particular que es la oración. Hágase, pues.