Ángel Rodero Lucas – Julio Yagüe Cantera
Ángel Rodero y Julio Yagüe, en este texto, concebido como un Retiro para comunidades salesianas, comparan el método de acción pastoral sobre la realidad de Ignacio Ellacuría con la pedagogía práctica de San Juan Bosco. En este año en que la Familia Salesiana conmemora la pedagogía del santo de Turín, en Misión Joven hemos querido publicarlo porque creemos que puede resultar orientador para todos los que educan a jóvenes con dificultades.
El teólogo Jon Sobrino ha citado innumerables veces el método de IgnacioEllacuría, inspirado en la filosofía de Zubiri, para llevar a la práctica la honradez con la realidad, proceso que incluye necesariamente un momento noético (hacerse cargo de la realidad), un momento práxico (encargarse de la realidad) y un momento ético(cargar con la realidad)[1]. Sobrino ha relacionado este método con la doctrina tradicional del discernimiento cristiano, que describe como “búsqueda concreta de la voluntad de Dios, no sólo para ser captada, sino para ser realizada, un proceso en el cual la voluntad de Dios realizada verifica la voluntad de Dios pensada”[2]. También ha empleado este esquema en la Cristología, relacionando la encarnación de Jesús con el hacerse cargo de la realidad, el anuncio y práctica del Reino con el encargarse y la cruz con el cargar con la realidad, y ha añadido un cuarto momento, que ha denominado dejarse cargar por la realidad, y que corresponde a la resurrección y la presencia de gratuidad del Espíritu[3]. Más recientemente, en 2011, José Lagunamostraba cómo las etapas de dicho método se ven reflejadas en la parábola del Buen Samaritano (Lc 10,25-37)[4]. El samaritano, en efecto, sabe ver lo que pasa, acercarse al herido, compadecerse de él, cargar con él en su cabalgadura, hacerse cargo de su curación y manutención en la posada.
- Don Bosco educador
“El Señor indicó a Don Bosco, como primeros y principales destinatarios de su misión, a los jóvenes, especialmente los más pobres. Llamados a esa misión, nos percatamos de su extrema importancia: los jóvenes viven los años en que hacen opciones de vida fundamentales, que preparan el porvenir y de la Iglesia. Con DonBosco, reafirmamos nuestra preferencia por la juventud pobre, abandonada y en peligro, la que tiene mayor necesidad de ser querida y evangelizadora, y trabajamos sobre todo, en los lugares de mayor pobreza” (Constituciones SDB, art. 26).
La experiencia de base de D. Bosco fue su encuentro con jóvenes “apaleados” por la vida. Cuenta en sus Memoria del Oratorio: “Lo que más me impresionaba era que muchos, al salir, estaban decididos a cambiar de vida… Pero, al cabo de poco tiempo, terminaban de nuevo allí”. Intentó averiguar la causa y termina diciendo: “Porque están abandonados a sí mismos”. No tenían familia, o eran rechazados por sus parientes porque la cárcel “les había deshonrado para siempre”. “Estos muchachos, decía para mí, deberían encontrar fuera un amigo que se preocupase de ellos y les atendiese e instruyese en la religión, durante los días festivos. Entonces no volverían a la cárcel”.
1.1 Descripción
Don Bosco empezó su labor educativa acercándose a una realidad que le sorprendía (jóvenes maltratados en el trabajo, maltratados en la ciudad, sin familia que los levante…) y reflexionando sobre esa realidad de jóvenes que estaban en la cárcel, de pequeños obreros venidos de otras regiones de Italia para trabajar en Turín, de chicos pobres de la periferia de esa gran ciudad. Después, en un segundo momento, amplió mucho los intereses pastorales, guardando siempre como prioritario el compromiso con los jóvenes que él llamaba “pobres, abandonados y en peligro”. Este objeto prioritario de las preocupaciones pastorales de Don Boscoconstituye el momento más importante de su actuación, de su compromiso, aunque no haya sido siempre la preocupación real de sus actividades pastorales.
Si miramos a Don Bosco es porque de él dimana el estilo salesiano, él fue su “inventor”, en él se plasmó de una manera genuina esa intuición educativa, fruto de la reflexión, la oración y la experiencia de vida. El ir por las calles, plazas, el visitar las cárceles, el ver cómo explotaban a “sus jóvenes”, le hizo sentir la necesidad de dar una respuesta desde su ser sacerdote, eso le hizo “sentirse llamado por Dios” a una misión: “salvar a los jóvenes”. En esta experiencia de Dios con los jóvenes él descubre el sentido de su vida, de su vocación como sacerdote.
Don Bosco vivió, en Turín, los comienzos de la sociedad industrial en el siglo XIX. Esto hizo que él sufriera los problemas de marginación de los adolescentes y jóvenes, en los barrios periféricos. Esta marginación, entonces como ahora, era una realidad muy dura. Don Bosco se encontraba con el problema de la inmigración de un gran número de chavales que venían de las poblaciones cercanas a buscarse la vida, adolescentes, casi niños, que habían dejado sus familias, que no frecuentaban la escuela, con todo el día para no hacer nada en la calle, con las consecuencias que este estar todo el día en la calle bien conocemos.
Don Bosco, por tanto, habló, pensó y respondió en aquellos tiempos. Ahora somos nosotros los que tenemos que pensar, actuar con generosidad, con ilusión, con sentido de utopía, como él tuvo. Nosotros somos hoy los Don Bosco que tenemos que responder a las necesidades de los jóvenes de hoy. ¿Qué respuesta dar? Tenemos que volver a Don Bosco, para ver qué respuesta daba él a los problemas de los jóvenes de su tiempo, y ver qué respuesta podemos dar nosotros hoy (actuando y pensando), buscando las respuestas más parecidas a las que él ofreció a los jóvenes de su tiempo, para que no se pierda su espíritu, no para hacer lo mismo, evidentemente.
Don Bosco descubre en las calles, en las plazas, en la cárcel, unos jóvenes sin recursos, sin herramientas para “defenderse” de la situación de inadaptación que sufren por el paso de la vida en el campo, en sus familias…a la vida en una gran ciudad, solos y sin familia, estudios, trabajo… Sin duda, esto hace que estén “tirados” a las afueras de la ciudad, y que muchos pasaran a su lado sin acercarse a curar sus heridas.
1.2 Los que se acercan
¿Cuáles son las respuestas que se dan a los chavales “difíciles”, “marginados”, “raros”…? En tiempos de Don Bosco se daban las mismas respuestas que hoy: respuestas judiciales, policiales, sociológicas, asistenciales… Muchas de las personas que vivían en Turín en tiempos de Don Bosco, viendo la situación de todos estos muchachos y muchachas, sentían pena, pero no iban más allá, ahí se quedaban. Como mucho les daban a lo mejor algo para comer, o algo de dinero… pero nada más.
Otras personas, como la Marquesa de Barolo y otros, fundaban lugares para estos muchachos y muchachas. Era una manera de expresar esta lástima que sentían por ellos y ellas, pero no iban más allá; no intentaban cambiar la situación ni buscaban la manera de hacer que estos chicos y chicas fueran los protagonistas de su historia. Desde la lástima, mantenían la situación de pobreza y exclusión de estos chicos y chicas, pues seguían sin tener los recursos, las herramientas para poder salir de su situación. La posada del buen samaritano no es refugio, sino paso para descansar y tener fuerzas para moverse en la vida.
Y no podemos olvidar el problema de la inseguridad. Esta cantidad de chicos en las calles creaba una situación en la que las personas y los comercios viven en una situación de inseguridad. Esto se paliaba con la cárcel; de esa manera volvía la tranquilidad y, con ella, la seguridad a las calles y plazas, y la gente podía pasear tranquilamente sin miedo a sufrir un altercado.
“Encerrar o educar”: es la alternativa que se pone D. Bosco. No es solución la cárcel, el reformatorio, no para esos chicos.
- La respuesta de Don Bosco a los jóvenes necesitados
2.1. Llegada del acogedor
Don Bosco “sale” al encuentro de estos chicos por las calles y plazas de y también los visita en la cárcel. Don Bosco adoptó un proyecto de promoción integral de los jóvenes de las clases populares, pensando en esta promoción como un instrumento esencial de regeneración de toda la sociedad de su tiempo. El tenía un proyecto utópico, que era promover un movimiento universal de todas las fuerzas sociales, eclesiales, políticas, educativas, de creyentes y no creyentes, de hombres y mujeres de buena voluntad, para trabajar por la salvación total e integral de los jóvenes.
Don Bosco habla de “regeneración”: para él, “la regeneración” es una promoción total de la persona, una promoción de la persona no sólo como individuo, sino también como clase social, como conjunto de personas. Habla de la salvación total de este grupo social de personas como instrumento de regeneración de toda la sociedad.
La intervención educativa de Don Bosco tenía estas características:
2.2 Fidelidad total a la situación de los jóvenes.
Fidelidad total significa conocer y valorar la realidad juvenil. Hoy conocemos poco la realidad juvenil; conocemos por intuición, porque “nos lo han dicho”, porque lo hemos leído; pero es muy difícil conocer de verdad a los jóvenes. Ahora los jóvenes constituyen en Europa un “archipiélago” (no son una condición, son una yuxtaposición de muchas condiciones juveniles). No podemos hablar de los jóvenes en general, existen características, tipos, grupos, categorías de jóvenes. Esto implica“pararse” y “acercarse”: Don Bosco entra en la prisión para conocer la situación real de esos chicos.
2.3 Capacidad y voluntad de dar respuestas totales, integrales, en perspectiva y en proyección utópica.
Don Bosco es un soñador, es un constructor de utopías (sin sentido utópico no podemos ser buenos educadores). Don Bosco creía utópicamente en la capacidad de los jóvenes de ser educados. Esto implica “conmoverse” y “compadecerse”. DonBosco sale a las calles para encontrarse con los chavales que frecuentaban el Oratorio, consciente de que el trato ocasional no basta, necesita conocer a sus chavales donde están. Y todos sabemos que la calle es un auténtico lugar de aprendizaje para los niños, adolescentes y jóvenes de las grandes ciudades. En la calle proyectan sus ilusiones, sus sueños; se sienten fuertes con otros y crean su propio lenguaje, su propio mundo, caracterizado por la actitud de rebeldía y rechazo contra todo lo que vive en su casa, en la escuela, en el trabajo (si tiene la suerte de tenerlo), en el grupo de amigos… La calle es siempre lugar de refugio para los jóvenes pobres, separados de su familia o marginados por la sociedad, y que deben echar mano de cualquier medio para sobrevivir. En los contextos de pobreza, para muchos, es la única casa, el único puesto de trabajo y la única escuela de vida. Pero en la calle -y en los otros ambientes de reunión espontánea- es fácil ser presa de mensajes cargados de solicitaciones ambiguas, que estimulan al goce de lo inmediato, a la evasión mediante el alcohol, la droga y otras formas de comportamiento descarriados.
2.4 Confianza ilimitada en el protagonismo juvenil.
Don Bosco, sabemos hoy, tuvo que echar fuera de sus instituciones a algunos jóvenes que no aceptaban la lógica educativa, el proceso educativo; hay una documentación bastante grande de los jóvenes expulsados del Oratorio y que son la documentación de cierto fracaso educativo. No supo educar a algunos jóvenes; DonBosco también… y nosotros. Pero tenemos que creer siempre en la educabilidad de todos. Esta es una contradicción y un reto; pero Don Bosco era fundamentalmente una persona de este tipo. Esto implica un “conocimiento personal de cada uno de los chicos”, establecer una relación educativa con él. Necesitamos “perder tiempo” con ellos, establecer relaciones vinculantes, que supongan en nosotros un movimiento afectivo, de preocupación por cada uno de ellos.
Necesitamos creer en la educabilidad y en el protagonismo de los jóvenes, en la capacidad de los jóvenes excluidos de no ser simplemente objeto de nuestra preocupación pastoral, sino sujetos de su liberación personal, de su emancipación personal y colectiva. Esto es algo más que creer en la posibilidad de ayudar a los excluidos. Don Bosco creía posible la regeneración de los jóvenes, de todos, y, por medio de la regeneración de los jóvenes, la regeneración de la sociedad. Este es el dato más importante de su actitud frente a los jóvenes en general. Esta fue su utopía, este fue su sueño, el convencimiento de que todos esos chicos que se encontró en la cárcel, en las calles, en las plazas… “si hubiesen tenido a alguien que les hubiera querido, que les hubiera dedicado tiempo…”
2.5. Tres actitudes: espiritualidad de Don Bosco.
El modelo de intervención centrado en la persona considera que ésta tiene grandes recursos de autocomprensión para alterar y mejorar conceptos propios, actitudes básicas y conductas autodirigidas.
Para que este clima sea estimulador del crecimiento y desarrollo de la persona hace falta que se den tres elementos básicos: hacerse cargo (Acercarse a la realidad), cargar con ella (preparar medios para educarle. Afrontar su realidad, conmoverse y usar nuestros medios y nuestras personas en su servicio) yencargarse (dar la cara por él: recuperación, reeducación, reinserción para poder caminar de otra manera…):
* Hacerse cargo: La prevención como proyecto educativo. Educar es prevenir, educando se puede prevenir. La educación es un instrumento de prevención social, por medio de la educación podemos verdaderamente actuar en el sentido de la prevención. No es solamente un instrumento metodológico interno al hecho de la educación, sino que es también un efecto externo, que es producido por una educación concebida en un sentido profundo e interno.
* Cargar: La prevención como metodología educativa, reeducativa y promocional. Esta metodología educativa es un modelo complejo, global, de vida, de espiritualidad. Cuando hablamos de prevención no hablamos solamente de evitar experiencias o de anticiparlas, hablamos de aquella propuesta total de Don Bosco, que es una integración dialéctica entre humanismo y cristianismo, entre razón, religión y “amorevolezza”; es este estilo de vida familiar, de amistad, de espontaneidad, de fiesta… Estamos recuperando a Don Bosco, él era un educador total, humano y cristiano, con un estilo de vida capaz de vivir la preventividad como una propuesta total para los jóvenes.
* Encargarse: Dar la cara. Don Bosco ofrecía (y se puede ofrecer también hoy) a los jóvenes los recursos de su Sistema Preventivo. Tenía un proyecto social; y dentro de este proyecto social, como especificación y calificación de este proyecto social, la oferta de un sistema educativo, que llamamos preventivo.
Estos tres elementos, generados en el clima de relación que el educador establece, favorecen que la persona, al sentirse aceptada, apreciada y escuchada, no juzgada, tienda a desarrollar una mayor aceptación y “cariño” por ella misma. Cuando se favorece su libre expresión y siente que es escuchada activamente es más capaz de profundizar en el “fluir” de su propia experiencia interna. Resulta así que las personas son más reales y auténticas, siendo protagonistas de su propio crecimiento y desarrollo personal.
Partimos de una realidad en la que los jóvenes son objeto de “manipulación”, transformación, integración, reinserción… donde se responde a los valores del sistema social dominante sin plantearse la necesidad de desarrollar un espíritu crítico, un darse cuenta, un crecimiento personal que en primer lugar incida en ellos/as mismos/as y que pueda posteriormente incidir en su ámbito natural y social de referencia y ayude en su transformación.
2.6 La posada.
Posada, no residencia. El final es volver a la vida, al trabajo, transformar la sociedad… había otras formas de oratorio: paternalista, asistencialista, Don Boscoutiliza la educación como curación de heridas y preparación para afrontar las dificultades de la vida. El Sistema Preventivo es una intervención para curar las heridas.
La historia del Oratorio nos presenta a Don Bosco aferrado a su misión entre los jóvenes. Desde el primer momento, llama la atención su decidida voluntad de dar una respuesta inteligente y fiel a la vocación divina. Tenía el convencimiento de que el Oratorio constituía su decidida respuesta a la llamada de Dios, el fin de su vida.
El Oratorio que Don Bosco ve en sus sueños está destinado a ser la casa de la catequesis para los muchachos abandonados. La atención a los jóvenes que se acercan al Oratorio no es austera, ni rígida, mortificante… sino que se presenta alegre, placentera y atrayente. El Oratorio es católico, es decir universal, en cuanto que está abierto a todos los jóvenes. El motivo de la preferencia por los pobres, los abandonados y los más ignorantes, concuerda perfectamente con la finalidad primordial del Oratorio. Para Don Bosco, el Oratorio pretende ser “una casa para aquellos que no la tienen, una parroquia para los que no conocen la suya”, una escuela accesible a quienes encontrarían dificultades, quizá insuperables, en otros lugares… Es decir, lo que nace como un “lugar para la catequesis”, con el tiempo se va convirtiendo en casa, escuela, taller… en función de las necesidades que DonBosco va descubriendo en la relación personal con cada uno de los chicos que se acercan por el Oratorio.
Don Bosco “acompañaba” a sus chicos, hace el seguimiento de cada uno de ellos: durante la semana se pasa por sus lugares de trabajo, por las calles, por la cárcel, para charlar con cada uno de ellos. No se dedica a ellos “sólo un rato a la semana”, como si sólo les preocupara “su alma”; no, Don Bosco tiene como proyecto hacer “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, y esto implica una preocupación por toda la persona de cada uno de sus jóvenes. Don Bosco creía en el efecto preventivo de la educación, creía en la capacidad de la educación de prevenir los riesgos de la pobreza, abandono, peligro y exclusión en que se encontraban los jóvenes de las clases populares[5]. Él educaba para prevenir la exclusión social, para que esos jóvenes fueran capaces de salir de su marginación hipotética y real. En él se encuentra una concepción social de la prevención un poco de tipo defensivo, que es la manera más frecuente de pensar la prevención en su sentido social de aquellos tiempos.
Pero él también tiene otra idea de la prevención social: una idea promocional. Es la idea de la regeneración, de que la educación puede promover a la persona. Es un instrumento para que “los malos”, “los peligrosos” y “los que están en peligro” puedan cambiarse en “buenos”, que puedan ser protagonistas de una nueva vida. ¿Tiene la educación un efecto preventivo? Como Don Bosco, creemos que sí. Esta es la legitimación de la presencia de los Salesianos entre los jóvenes más deteriorados. Educando prevenimos. La educación es un instrumento de prevención. Somos personas que creemos en la prevención como metodología educativa.
Razón – Religión – Amor, son los pilares de su sistema educativo. Se trata por tanto de una educación basada en la razón, en el diálogo, no en la imposición. Don Bosco habla con sus chicos, les pide opinión… También se basa en el Amor: “La educación es cosa del corazón y todo el trabajo arranca de aquí”. Si no hay corazón, el trabajo es difícil y el éxito problemático”. Además, se basa en la Religión: DonBosco es sacerdote, no engaña a nadie: se siente llamado por Dios para “revelar su amor a los jóvenes”, y lo hace a través del vínculo que él considera más importante, la fe en Dios. Presenta también la figura de la Madre, María Auxiliadora, a los chicos que están fuera de sus casas y que, por lo tanto, sienten la ausencia del cariño maternal, pues él les propone una que está cerca y a la que pueden ver cada vez que se acerquen al Oratorio.
Don Bosco, por tanto, trata de sacar lo mejor de cada uno de sus chicos, a través de esa relación personal con cada uno de ellos y con la propuesta de su “propuesta educativa” personalizada, basada en los pilares del Sistema Preventivo: Razón, Religión y Amor.
- La persona del educador de estilo salesiano hoy
3.1. Descripción
Urge identificar hoy los salteadores de camino que dejan al ser humano apaleado. La inseguridad, inutilidad (paro), ruptura de valores (en el aire), ausencia de referentes (adultos no significativos), y de mensajes salvadores (Iglesia donde no irían a preguntar cosas de la vida…), la sociedad excluyente (necesita menos gente para producir más), la pobreza de relaciones (familias rotas, la soledad…) deja tirados a muchos jóvenes en las cunetas de la historia actual.
La sociedad hoy se presenta estructuralmente compleja y culturalmentepolicéntrica. Vemos como se han multiplicado las relaciones y los sujetos sociales, las lógicas y los valores que estructuran las relaciones (los valores de la familia no suelen ser los mismos que los de la sociedad civil, económica, religiosa…). Nos encontramos por tanto ante un serio problema para nuestros adolescentes y jóvenes, la falta de referencias, de modelos y esto hace que muchos de ellos se vean obligados a buscar puntos de referencia en diversos centros culturales y de interés y que vivan inmersos en:
– Una crisis del sentido de pertenencia: Los efectos que provoca esta crisis son visibles; en primer lugar, en la mentalidad individualista (el Yo como primera cosa primaria e irrenunciable), y en segundo lugar, en la pérdida del protagonismo familiar (la familia ya no es lugar de socialización).
– Crisis del sentido de pertenencia cultural, esta crisis tiene sus manifestaciones en el éxito del relativismo y del nihilismo (sociedad politeísta, con muchos dioses y muchas verdades), por lo cual se vive en la cultura de la indiferencia.
– Que están “hechos añicos” en cuanto individuos más débiles, desorientados e incapaces de componer en unidad los trozos de la propia vida, influenciados por conceptos desviados sobre el hombre, la mujer, la sexualidad…
Esta situación de desajuste para muchos niños, adolescentes y jóvenes está creando una “sociedad excluyente”, en la que cada vez es más difícil entrar, por estudios, situación familiar… pero en la cual la gran mayoría nunca podrá entrar pues hoy falta un elemento fundamental para esa integración social: el trabajo.
Destacamos, en segundo lugar, la “cultura del riesgo”. Existe entre los jóvenes de esta generación la fascinación de la irracionalidad. Cuando se encuentra en el riesgo es muy fácil aceptar esta fascinación de la irracionalidad para salir de las dificultades. Este tipo de filosofía está condicionando la conciencia de muchos jóvenes que, verdaderamente, aceptan la idea de que no se puede dominar la complejidad con un pensamiento fuerte, es decir, con valores, con una interpretacióntotalizante, con una capacidad de interpretar, sin reducir. El nihilismo, el pensamiento débil, es un factor de multiplicación de la hipótesis de la irracionalidad. Se ve una presencia de esta filosofía nihilista en las películas, en la literatura común, en muchas producciones de tipo cultural que los jóvenes consumen cada día en la calle, leyendo, escuchando, participando en espectáculos. Es muy fácil aceptar la irracionalidad como la cosa más lógica de la complejidad.
Hay fuertes carencias de índole afectivo-familiar: inexistencia de la familia, ausencia de uno o ambos cónyuges, malos tratos, alcohol, droga… En nuestra labor educativa descubrimos cómo muchos padres y madres han renunciado a su labor como “educadores” de sus hijos/as, y han dejado esta responsabilidad en la escuela, en mano de los profesionales. Pero la escuela no siempre está preparada para atender a este número cada vez mayor de chicos y chicas “desajustados”. Para muchos chicos y chicas, la escuela es el único lugar en el que se impone la vida de grupo.
Tampoco podemos olvidar a la cantidad de chicos y chicas que, como en tiempos de Don Bosco emigraban de sus pueblos a Turín, hoy descubrimos en nuestras obras y en nuestras ciudades a muchos que vienen de otros países al nuestro, en condiciones muchas veces difíciles para ellos, sin ningún tipo de “proyecto migratorio”; simplemente ha venido su familia… y ellos también. Otros han venido solos, sin familia, o se encuentran viviendo situaciones familiares muy complejas. Todo esto hace que vivan situaciones carenciales, de afecto y de sentido, muy importantes.
La fascinación oor la irracionalidad antes mencionada acarrea para muchos chicos y chicas problemas de “salud metal”, porque les es difícil distinguir entre “realidad” y “ficción”. Esta nuestra sociedad competitiva y consumista, que manipula descaradamente los deseos de las personas y provoca continuas expectativas artificiales, se mueve con frecuencia al ritmo de aldabonazos a los que, por desgracia, suele seguir el pánico y la huida. Algo parecido sucede con el fenómeno de la violencia juvenil. No hace mucho, Londres temblaba —así rezaban unánimemente los titulares de la prensa— ante los miles de adolescentes y jóvenes dedicados a quemar coches, lanzar piedras contra las fuerzas del orden o provocar todo tipo de disturbios callejeros.
3.2 Los que se acercan
Nuestras sociedades europeas, desde hace unos años, se pueden definir, frente a los problemas de los jóvenes, como sociedades de la indiferencia. Hay una creciente indiferencia por los problemas de los jóvenes. Tiene esto su raíz en el hecho de que tenemos poca confianza en el futuro, en la vida, en la posibilidad de cambio. Nuestra sociedad es vieja, no es una sociedad con mucho entusiasmo o con sentido de la vida.
Cada vez hay más técnicos y personas que hablan y hablan de los jóvenes y sus problemas, y lo hacen desde los estudios de campo que hacen; y por eso nada cambia, porque son estudios sin conocimiento personal, sin conocimiento directo, es un trabajo muy técnico pero poco “vinculante”, sin un compromiso personal.
Cada vez también son más las respuestas que se dan desde las instituciones (programas de fin de semana, intercambios, residencias…); pero con personas que “tienen un trabajo”, que “tienen un horario”, y que por lo tanto realizan un trabajo con niños, adolescentes y jóvenes, como lo podían hacer con otro tipo de población.
“La policía” –educación represiva: sancionadora-: persigue, castiga, aparta. Es sin duda otra respuesta que se da, cada vez más demandada por la sociedad ante “los peligros que nos acechan”.
Y por último están los que se aprovechan de los adolescentes y jóvenes. Nos encontramos con la situación de los “chaperos”, aquellos que a cambio de una cantidad de dinero ofrecen la posibilidad de disponer de todas aquellas cosas que la situación económica familiar impide: móvil, moto, ipod… aunque para ello haya que renunciar a la propia personalidad.
3.2 Llegada del acogedor (Técnica de intervención)
Sólo el que se acerca sin interés, con tiempo, es capaz de descubrir las heridas internas. Es la primera experiencia salesiana de “estar ahí”: la asistencia, la calle, la vida… porque ya no se acercan a nuestros patios. Pero no cualquier presencia, porque a su lado están también los traficantes: alguien capaz de llegar al corazón, de tratar de otra manera, de tener alternativas, de mostrar que se trabaja así porque se le quiere, no porque se quiere algo de él.
Pararse, Acercarse… Necesitamos los Salesianos hoy “volver a Don Bosco”, para descubrir los rasgos fundamentales del “carisma”, necesitamos acercarnos a los jóvenes, salir a su encuentro como hizo Don Bosco, salir donde están, donde viven, para descubrir cómo son. No basta leer el “Informe de la juventud española 2010” de la Fundación Santa María. Don Bosco descubrió el sentido de su vida, su “vocación”, con los jóvenes en la calle, en la cárcel, en el encuentro con ellos; ahí él se encontró con Dios. Por eso nosotros, si queremos descubrir nuestra vocación de Salesianos, si queremos volver a Don Bosco, tendremos que volver a los jóvenes.
El encuentro con ellos, sobre todo con los pobres, abandonados y en peligro, suscitará en nosotros, como lo hizo en él, “la compasión”, ese sentimiento que nos lleva a sentir su situación y a compadecernos para, como Don Bosco, buscar la manera de dar respuesta a sus problemas, no a los nuestros. Y esto implica la “presencia” de cada uno de nosotros entre ellos, para que desde la sensibilidad de cada uno, ver cuál es la respuesta que juntos podemos dar como comunidad, como obra.
Necesitamos crear vínculos con ellos, necesitamos sentir como nuestros los problemas de los jóvenes. Tenemos que dejarnos afectar por su situación, por sus vidas; sus heridas tienen que despertar en nosotros la búsqueda del remedio, para poder curarlas.
3.3 Tres actitudes: Espiritualidad del educador salesiano
* Hacerse cargo: No deberíamos dar rodeos ante la vida desde nuestros terceros o cuartos pisos. ¿Con qué cristales miramos? Cuando nuestra actitud es la indiferencia, estamos dejando que apaleen al ser humano. Estamos llegando cuando le están apaleando ¿qué hacer? Como Don Bosco, nuestra acción educativa, en cualquier situación en que se desenvuelva, comprende siempre la preocupación por la salvación total de la persona (es decir, ayudarle a descubrir el sentido de su vida). Desde la vida de Jesús descubrimos que la presencia del Reino de Dios entre los hombres se manifiesta en “que los pobres son evangelizados”. Con esta Evangelización-Educación, no pretendemos un adoctrinamiento, sino la experiencia de hacer llegar a los jóvenes el amor de Dios a través de nuestra relación cercana con ellos. Desde el principio venimos sosteniendo que a nosotros nos interesa la persona entera, y además creemos que lo nuestro, el estilo salesiano, no es sólo fruto de la intuición de una “persona”, sino que es en primer lugar obra de Dios, que entra en relación con una persona, Don Bosco, para manifestar a los jóvenes que les ama, que ellos también son parte de Él. Porque de lo que se trata, a fin de cuentas, es de conseguir “ la salvación” , el sentido para la vida de los jóvenes, sobre todo de aquellos que lo tienen más difícil porque nunca nadie se ocupó de ellos, y como los pobres de Yahvé no tienen nada de nada, lo único que les queda es Dios. Si a estos jóvenes también le quitamos también a Dios ¿qué les queda?
* Cargar: Hay que darles la posibilidad de encontrarse con Él también en sus vidas, que le descubran presente en medio de la calle, en su mundo, que descubran la presencia de ese Dios nómada, que va de un sitio para otro, que se hace cercano a ellos, a sus vidas…Y, además, el criterio de evangelización–educación salesiano es la preferencia por los últimos, los que todavía ni siquiera se han hecho la pregunta no sólo por Dios, sino ni siquiera por ellos mismos, por el sentido de su vida, del mundo, de la historia… La Evangelización no se realiza solamente en el momento del anuncio explícito, sino también cuando se está presente y se comparte la vida, cuando se empeña alguien en rescatar del peligro de muerte las briznas de vida que todavía existen en una persona, en la solidaridad con quien sufre; en una palabra, en todo aquello que revela que Jesucristo salvador mueve interiormente a una persona y la predispone a recibirlo.
* Encargarse de la realidad. Lo nuestro es la promoción integral de la persona, de cada chaval y chavala que se acerca a nuestros centros, a nosotros, y no podemos olvidar que sólo Dios es quien da sentido pleno a la vida de una persona, sólo desde Él se puede entender este nuestro mundo en el que nos ha tocado vivir. Además, es en esta historia, porque no hay otra, la única posibilidad que nosotros tenemos de encontrarnos con El, de vivir una experiencia con Él, y son estos chicos y chicas la excusa que El se ha buscado para entrar en relación con cada uno de nosotros. Nuestra fidelidad a ellos es el indicativo de nuestra fidelidad a Dios. Dios, en definitiva, es un derecho para todos, también para estos chicos. Hay que anunciarlo sin forzar los tiempos, pero sin dejarlos pasar en vano. Y además, nosotros estamos en esto por la experiencia que de Dios vamos teniendo, viviendo.
3.4 La posada
¿Qué necesitamos hoy hacer? ¿Son posadas nuestras obras? En las ciudades no hay lugares de acogida… Cuando los hogares faltaban, D. Bosco hizo ‘casas’.Pinardi ya pasó. ¿Lo usamos sólo como reclamo o como realidad?
Estamos en el último momento de nuestros “itinerario”, sin duda el más complejo, pues es el que nos indica cuáles son las “estructuras” que hoy necesitan los jóvenes, sobre todo los pobres abandonados y en peligro. Sin duda tienen que ser estructuras abiertas, capaces de dar respuesta a necesidades reales, descubiertas en la relación personal con ellos, estructuras flexibles, de fácil cambio y sobre todo que respondan a una pregunta: ¿Qué pretendemos ofrecer a los jóvenes en esa “posada”?
¿Tratamos simplemente de “insertar en la sociedad” de una forma acrítica, que los jóvenes asuman sin más los criterios de la sociedad “neoliberal en la que vivimos”, o pretendemos primero dar una respuesta a los problemas reales de los jóvenes, pobres, abandonados y en peligro? ¿O simplemente tratamos de hacer de nuestras obras centros para “almacenar” gente, cada vez más, pero sin preguntarnos si responden a necesidades reales y qué tipo de persona estamos formando?
Todo esto implica un seguimiento de cada uno de los chicos y chicas que entran en nuestras obras, y esto se hace con cercanía. Qué menos que conocerlos por el nombre, saber de dónde son, eso que Don Bosco hacía a la perfección y que nosotros estamos dejando pasar, pues nuestras obras cada vez son más grandes, más complejas y esto quizá no esté impidiendo “conocer” personalmente a cada uno de los chavales.
Y otra cuestión importante: el análisis de la realidad a pie de calle nos hará ver que en la zona donde nosotros estamos ya hay respuestas que están dando otras instituciones y que hay necesidades a las que nadie está respondiendo. Pues esa es la “posada” que nosotros tenemos que dar, esa es la respuesta que nosotros tenemos que ofrecer.
ÁNGEL RODERO – JULIO YAGÜE
[1] Cf. I. ELLACURÍA, Hacia una fundamentación del método teológico latinoamericano, en ECA 322-323 (1975), p. 419 y Filosofía de la realidad histórica, Madrid, Trotta, 1991. Cf. un buen resumen del método de Ellacuría en J. I. GONZÁLEZ FAUS, El factor cristiano, Estella, Verbo Divino, 1994, pp. 329-332.
[2] J: SOBRINO, Jesús en América Latina, Santander, Sal Terrae, 1982, p. 209.
[3] Cf. J. SOBRINO, La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas, Madrid, Trotta, 1999, pp. 84, 460.
[4] Cf. JOSÉ LAGUNA, Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad. Hoja de ruta samaritana para otro mundo posible, Barcelona, Cristianisme y Justícia, 2011.
[5] Clases populares: clase baja de la sociedad en tiempo de Don Bosco