EDUCADORES “ARRAIGADOS Y EDIFICADOS EN CRISTO”

1 junio 2011

SOBRE NUESTRA COMUNIDAD EDUCATIVA

 
Angel Miranda
 
Seguimos, como en meses anteriores, reflexionan sobre el lema de la JMJ desde la pastoral que desarrollamos en nuestras escuelas. Hoy quisiéramos hablar del tema de la Comunidad educativa.
 
COMUNIDAD EDUCATIVA
Es claro que en la medida que se van asumiendo las claves del Derecho a la educación adquiere cada vez mayor entidad la importancia de la Comunidad educativa como entidad que agrupa a todos sus miembros en la programación, desarrollo y evaluación de un Proyecto Educativo compartido.
En cualquier caso, habrá que tener en cuenta los niveles de diversidad de funciones y de responsabilidades en la realidad de nuestra Comunidad Educativa, pero siempre en la perspectiva del respeto a la identidad y en sentido de la misión compartida entre todos los miembros y grupos de la misma.
A ello se añade el dato de que la Jornada Mundial de la Juventud refiere nuestra capacidad de vivir “arraigados y edificados en Cristo y firmes en la fe” a una triple llamada que nos puede ayudar a configurar y revisar la identidad cristiana de nuestra Comunidad Educativa:

  • La llamada a crecer en el conocimiento de Jesucristo.
  • La llamada a fomentar la experiencia de oración y vida sacramental.
  • La llamada a testimoniar nuestra fe por la palabra y la acción.

El significado que adquieren estas tres perspectivas para la vida y acción de nuestra Comunidad educativa constituye el eje de nuestra reflexión y diálogo.
 
Jesús: la referencia
La persona de Jesús, contemplada e interiorizada desde el enfoque específico de cada carisma en la Iglesia, constituye la primera referencia, de una Comunidad educativa que se siente y se define como “familia” de Jesús” con quien comparten rasgos fundamentales de identidad, es decir, como aquella familia donde tienen cabida
 
–          quienes dudan seriamente de su cordura y equilibrio mental,( Mc. 3,21)
–          quienes le siguen con la esperanza de ocupar puestos importantes en el Reino que anuncia, (Mt, 20,21)
–          quienes permanecen ocultos por miedo a los judíos, (Jn. 20,38)
–          quienes se mantienen firmes junto a la cruz cuando muere, (Jn. 19,25)
–          quienes piensan que la resurrección es cosa de “algunas mujeres” (Lc. 24,22)o
–          quienes se echan a la calle convencidos de que está vivo. (Hch. 2,24)
 
¡Ciertamente una familia, cuando poco, plural!
 
Todo ello puede llevar a nuestra Comunidad a establecer unas relaciones interpersonales, dentro y fuera de la propia estructura pastoral, que asume la realidad poliédrica de  la persona de Jesús y la realidad plural de las sensibilidades e intereses de sus miembros tratando de buscar juntos caminos de organización y de relación que ponen de relieve las raíces y los cimientos que hacen visible su enraizamiento y su cimentación en Cristo cuando los aspectos organizativos, disciplinares, académicos, económicos, laborales o  pastorales responden al cuadro de criterios y valores que fundamentan el enfoque evangélico de toda la acción educativa.
 
La luz de la JMJ
La dimensión litúrgica – oración y sacramentos – que enmarca la JMJ, dentro de la vida y acción educativa, incluye, por una parte momentos, tiempos y estructuras pastorales que realiza ofertas explícitas de carácter religioso, pero que debería ir más allá, haciendo de nuestras plataformas pastorales “signos” y “sacramentos” de la presencia salvadora del Dios de Jesús en el seno de la Comunidad educativa.
Una vez más la Palabra de Dios nos ofrece claves de análisis de este “enfoque sacramental” de nuestra Comunidad cuando se manifiesta como espacio y ambiente donde es posible vivir experiencias de:
–          perseverancia en la enseñanza, en la unión fraterna, en la relación con Dios,
–          realizar muchos “prodigios y señales” entre la gente,
–          tener muchas cosas “en común”,
–          compartir los diversos “bienes” que tienen sus miembros (Cfr, Hch. 2,42-47)
–          “pensar y compartir” lo mismo,
–          ser “testigos de resurrección”,
–          compartir y repartir los bienes de forma que nadie pase “necesidad” (Cfr. Hch.4,32-34)
–          construir una Comunidad atractiva a la que vale la pena adherirse (Hch. 5,14)
 
Se trata de construir una Comunidad educativa que hunde sus raíces, se fundamenta y se convierte en “sacramento” de la presencia de Jesús en medio de ella.
 
Testigos de la presencia del Resucitado
Por eso es una Comunidad educativa que se convierte en testigo de la presencia viva del Resucitado porque se siente
–          invitada a ser presencia del “ya” del Reino de Dios en la perspectiva de la mejora continua,
–          llamada a ser “Buena noticia” para cada uno de sus miembros y para su entorno,
–          levadura capaz de transformar la realidad educativa del día a día de su acción,
–          llamada a “anunciar a todos el camino de la salvación, a comunicar a los creyentes la vida de Cristo y a  ayudarles con atención constante para que puedan lograr la plenitud de esta vida” (GE.4)
–          parte activa de una Iglesia, Pueblo de Dios en marcha” que asume y da respuesta a “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo” (GS.1) e
–          insatisfecha si se contenta con  “oir la Palabra sin ponerla por obra”  (St. 1,22-23).
 
Y todo ello sin renunciar a.la identidad específica y a las exigencias legales y técnicas de cada una de las presencias educativas.
Hasta aquí, el sueño, el horizonte, la meta, Luego la realidad de cada día, ajusta mucho más la perspectiva. Pero siempre queda la fe firme de que “arraigada y edificada en Cristo, nuestra Comunidad Educativa seguirá abriendo caminos nuevos de presente y de futuro a todos cuantos formamos parte de ella. Al fin y al cabo, ¡más difícil lo tuvieron quienes nos han precedido! Y eso desde el inicio de la aventura.
 
Pistas para la interiorización
 

  1. Si tuviéramos que definir la identidad evangélica de nuestra estructura educativa escolar, de tiempo libre, parroquial, asistencial… pondríamos de relieve estos tres aspectos:…
  2. Podemos dedicar algún tiempo a poner de relieve los rasgos de la persona de Jesús que caracterizan la lectura “carismática” de nuestra presencia educativa, de nuestra pedagogía, de nuestras Comunidades educativas. En concreto vale la pena destacar los siguientes:…
  3. Más allá de lo estrictamente normativo, nuestra Comunidad educativa asumela pluralidad ideológica, religiosa, social, pastoral y explícitamente evangelizadora cuando…
  4. Pero también es cierto que no faltan tentaciones de considerar launiformidad como meta y horizonte de nuestra acción educativa, sobre todo en situaciones…
  5. Nos parece que el nivel de creatividad para ser “signo inteligible” y “buena noticia” entre los diferentes grupos de nuestra Comunidad educativa sale a relucir cuando…
  6. De hecho hay grupos o personas de nuestra Comunidad educativa que se planteaninterrogantes sobre el porqué de nuestro estilo educativo y pedagógico “arraigado y edificado” en la persona de Jesús, de manera particular cuando… porque… si …
  7. Creemos que habría que tomar algunas decisiones organizativas, pedagógicas, didácticas o de animación pastoral capaces de favorecer la “significatividad evangélica” de nuestra Comunidad educativa, de sus relaciones interpersonales y de las ofertas que realizamos. Entre otras se nos planteamos…
  8. En línea con la llamada al testimonio y compromiso de las primeras comunidades cristianas, nuestra Comunidad educativa debería ser más sensible y mejorar sus niveles devisibilidad de sus raíces  cristianas en temas relacionados con …

 

Ángel Miranda