Educar en el compromiso

1 septiembre 2002

El 11 de septiembre de 2001, nos hizo re­plantear el orden mundial. Si para la política estadounidense parece que sólo cuenta su se­guridad, se alzan ya otras voces en Europa y América que tras «los pilotos sucidas» ven un mundo de pobreza, hambre, analfabetismos y unas desigualdades insoportables, amén de los agravios culturales, políticos y de la doble moral según los intereses. La situación mun­dial clama por una justicia e igualdad mayor. Al desorden de la globalización anterior a las Torres Gemelas debe seguir el nuevo orden de la globalización ética.

MIRARSE EL OMBLIGO

El peligro. de los habitantes de los países ri­cos es seguir mirando su propio ombligo y desentenderse de lo que ocurre más allá del balneario noratlántico. La educación también puede incurrir en este desenfoque seguir con un localismo ó corto de vista. Padres y educadores pueden cultivar el evasionismo bienestante o tomar ocasión de la situación para plantear un giro en las actitudes y los comportamientos.

RECONSTRUIR EL MUNDO

La reacción digna no puede ser otra que la de afrontar el desafío del desorden acutal. Es decir, necesitamos reconstruir nuestro mun­do, nuestra sociedad, nuestra política, nues­tra cultura, nuestros valores y nuestro cristia­nismo. Esto equivale a postular un cambio de vida.
No hay cambio de vida sin visión del mun­do y de la moral. Necesitamos una elevación general de la moral en nuestro mundo. Sin ella no tendrá lugar ni la superación de la so­ledad de nuestros ancianos, ni la integración de nuestros inmigrantes ni el acortamiento de las desigualdades de este mundo.

Nuevo estilo de vida

Para ello precisamos agentes sociales, indi­viduos e instituciones, comprometidos. Sin ciudadanos con ojos abiertos a nuestro mun­do y con capacidad participativa y responsa­ble, nos podemos despedir de superar el fun­damentalismo del mercado y sus consecuen­cias deshumanizantes. Esta tarea urgente se comienza pronto: desde la cuna. E implica a padres y educadores. Se precisa un estilo de vida nuevo vuelto hacia los otros, indignado ante la injusticia, ruborizado hasta la ver­güenza por el sufrimiento evitable. Se re­quiere compromiso.
Compromiso a la altura de hoy quiere de­cir implicación con la humanidad. Mirada que abarque al mundo entero y que movilice mente, el corazón y las manos desde su si­tuación concreta. El orden nuevo de mañana exige el compromiso educativo de hoy.
 

José Mª Mardones

«Presencia 7» (abril ’02, nº 66)

Para hacer
Tanto padres y educadores como jóvenes, podemos plantearnos algunas cuestiones a raíz de estas reflexiones y buscar cómo traducirlas en acciones concretas a raíz de estas reflexiones, que necesitan concreción:

  1. ¿Hacia dónde miramos nosotros? ¿Hacia dónde podemos mirar?
  2. ¿Cómo aceptamos el desafío del desorden actual?
  3. ¿Qué hacemos para cambiar de vida (cambio de visión del mundo y cambio de moral…)?
  4. ¿En qué se traduce nuestro compromiso de implicación ante la humanidad? ¿Cómo se traduce desde nuestro compromiso educativo?

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