EDUCAR LA ESPIRITUALIDAD: CLAVES

1 noviembre 2009

“He dejado delante de ti una puerta

que nadie puede cerrar”

(Ap. 3,8)

 
Hoy se habla mucho de espiritualidad. Es un fenómeno que interesa a sociólogos, filósofos, educadores, teólogos…y a muchas personas que quieren vivir una vida con plenitud de sentido. Vemos en creyentes y no creyentes un rebrotar, un nuevo impulso de la espiritualidad. Curiosamente desde hace unos años se habla de una espiritualidad laica.
 
Jesús Rojano nos presenta el actual florecer de una espiritualidad sin Dios. Recoge algunos testimonios de este fenómeno cultural y entra en diálogo con él, dejándose interpelar. Ve en esta situación una gran oportunidad para recuperar el rostro de Dios manifestado en Jesucristo, un rostro ensuciado con el pasar de los años, un rostro quizás desfigurado con intereses e ideologías ajenas a la fe. Propone como criterio de verificación el Dios misericordioso dibujado en la parábola del hijo pródigo.
 
El segundo artículo está firmado por Carmen Pellicer. Es pedagoga. Desde el concepto de competencias, tan actual en la pedagogía europea, define una competencia espiritual y propone un itinerario.
 
El tercer artículo tiene la firma de Juan Crespo y de un servidor. Dios tiene un lenguaje. Para acercarnos y entenderlo necesitamos tiempo y pedagogía; necesitamos ayuda. Esta ayuda nos la ofrecen educadores y  maestros de espíritu. Vemos que son necesarios unos y otros según la necesidad del joven. Proponemos recuperar el talante paterno (distinto del paternalismo) en educadores y maestros de espiritualidad. Subrayamos la capacidad pedagógica de ambos.
 
Después de haber ocultado al Dios de la fe (modernidad), y después de intentar des-divinizar al hijo de Dios (posmodernidad), nos encontramos con una espiritualidad sin Dios. Esta situación obliga a la Pastoral Juvenil a dejar claro el modelo espiritual del que bebe.
 
Esta claridad de intenciones paraliza a muchos educadores que, o no se siente preparados, o consideran que proponer un modelo de espiritualidad es para unos pocos, para élites. Es un grave error. En el evangelio la llamada al seguimiento y a una vida bienaventurada (feliz) es para todos, sobre todo para los que no eran tenidos por religiosos y estaban más abandonados. Así ha sido en la historia de la Iglesia. La invitación al seguimiento y a la vida feliz y plena (a la santidad) han sido y son parte fundamental de la pastoral. Exige mostrar la riqueza de la vida cristiana respetando a la persona y cuidando pedagógicamente los ritmos. Es la única manera de poner en camino, iniciar un proceso. El educador debe tener claro que es Dios quien transforma a las personas en su camino de fe; el educador acompaña este camino.
 
Este número de MISIÓN JOVEN tiene como título “Educar la espiritualidad: Claves”. La clave primera habla de Dios. El problema de nuestro tiempo es que el hombre no le deja espacio a Dios en su vida, ni en su mundo. También nos damos cuenta que muchas personas tienen un rostro desfigurado de Dios. Nuestro tiempo está demandando una vuelta a Dios. Integrar nuestra autonomía personal y su autoridad nos hace hombres y mujeres creyentes.
 
Más en concreto, ante nuestro mundo posmoderno, el anuncio de Jesucristo es urgente. Este anuncio debe ir acompañado de un testimonio vital y una autenticidad en la vida cristiana. Un testimonio personal y un testimonio eclesial.“Estad siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que te pida la razón de tu esperanza” (1 Pedro 3, 15).
 
La segunda clave que proponemos habla del agente de pastoral. Sólo educan en la espiritualidad hombres y mujeres espirituales. Educar en la espiritualidad requiere tener experiencia de vida espiritual. San Alberto Magno escribió en el siglo XIII: “Hay tres tipos de plenitud: la plenitud del vaso, que retiene pero no da; la del canal, que da pero no retiene; y la de la fuente, que retiene y a la vez da. Hay hombres vaso, que tiene pero no comparten, espléndidos pero estériles. Hay hombres canal, que dan de forma vital pero quedan vacíos. Y hay hombres fuente, que dan sin vaciarse, riegan sin disminuir, ofrecen sin secarse”. Dar y recibir. Hombres y mujeres fuente son los educadores que podrán educar en la espiritualidad.
 
La tercera clave la definimos como un estilo de pastoral más espiritual. “Esto exige la convicción humilde y confiada de que sólo Dios salva. Él suscita la búsqueda, convierte, enseña por dentro, llama al compromiso. Descansar en Dios de nuestros afanes y trabajos apostólicos confiándoselos a Él es signo de haber asimilado esta convicción”[1].Un estilo de pastoral más espiritual reconoce a Dios en todos los ámbitos de la vida y, al mismo tiempo, busca su presencia en el recogimiento íntimo y en la celebración litúrgica.
 
“He dejado delante de ti una puerta que nadie puede cerrar” (Ap. 3,8). Con este encabezamiento abría estas líneas de presentación. El Apocalipsis está escrito en unos tiempos nada fáciles para la vida cristiana. La intención del autor sagrado es dar ánimo a la comunidad. Dios mismo está siempre regalándonos su vida y su amor. A pesar de las dificultades nadie podrá cerrar esta puerta. Estamos llamados a la vida de Dios. Esa es nuestra meta, esa es nuestra más firme identidad.
 

KOLDO GUTIÉRREZ

 
[1] Cfr. OBISPOS DE PAMPLONA Y TUDELA, BILBAO, SAN SEBASTIÁN Y VITORIA, Renovar la vida de nuestras comunidades”, Carta pastoral Cuaresma-Pascua 2005, 68.

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