Educar para la «acción social»

1 enero 2001

[vc_row][vc_column][vc_column_text]CUADERNOS PARA LA FORMACIÓN DE EDUCADORES
 
El último informe de la UNESCO (La Educación encierra un tesoro) insiste en el «educar para…» ser personas, convivir con los demás, aprender a prender y saber hacer. Son fines que están el origen de la ESCUELA POPULAR CRISTIANA. Al hilo de las posibilidades que ofrece la LOGSE y con ese espíritu popular cristiano, presentamos aquí la propuesta de los «Cuadernos de Educación para la Acción Social» dirigidos a la formación de educadores.
 
 
 
 
La LOGSE nos ha enseñado muchas cosas, entre ellas, una serie de palabrejas que necesitan de un buen diccionario especializado. Resulta que ahora hacemos proyectos curriculares, nos jactamos de tener un aula de apoyo a la integración, hay que evaluar los conceptos, los procedimientos y las actitudes y para más colmo todo debe de estar impregnado de algo que llamamos Ejes Transversales.
En los cursillos, a los que los educadores hemos asistido estos años, nos han explicado que los ejes transversales son aquellos temas que atraviesan (están presentes) en todas las asignaturas. Así leemos en los Diseños Curriculares Base que hay una educación «para» la salud, el consumo, la interculturalidad, la paz, la igualdad de género y el medio ambiente. Son temas que implican valores como el respeto, la solidaridad, la tolerancia, la vida, la salud.  Bienvenida sea la LOGSE que ha traído al discurso pedagógico la obligación de incorporar la educación en valores al sistema educativo.
 
 

  1. Educación para la acción social

 
Y para complicar un poco las cosas, ahora nos inventamos un nuevo «para…»: «EDUCACIÓN PARA LA ACCIÓN SOCIAL».
Pero los «para» más legítimos nos lo recuerda el último Informe de la UNESCO «La Educación encierra un tesoro»: Educar para SER personas, para CONVIVIR con los demás, para APRENDER A APRENDER, para SABER HACER. Este Informe es el sueño posible de una Educación «en mayúsculas». La UNESCO sigue convencida que la educación es el mejor instrumento que tenemos para construir una sociedad más justa, tolerante y solidaria.
Estas finalidades están en el origen de la ESCUELA POPULAR CRISTIANA que, desde una opción por el evangelio entendió que la educación integral es como medio excelente de reforma moral y social. Muchos años después, los estados incorporaron a sus políticas educativas esta genial intuición.
 
Actualmente, la escuela católica goza de un cierto prestigio en nuestro país. Prueba de ello es la demanda que tienen y las personalidades que han pasado por sus aulas. ¿Qué producto ofrecemos cuando tantas familias piden nuestro servicio?. ¿Qué buscan de nosotros?: ¿Una excelente preparación académica, una oferta atractiva de actividades extraescolares, un comedor escolar y un buen pabellón polideportivo, una estructura disciplinar fuerte…?
A los que nos hemos consagrado a este noble ministerio nos toca preguntarnos si nuestras escuelas todavía conservan el carácter POPULAR de sus comienzos. Bastantes nos preguntamos: ¿cómo puede ser «popular» una escuela que presta sus servicios a una población ya privilegiada socialmente? Dado que la educación es un medio eficaz de promoción social y económica para el individuo, si la Escuela Católica la impartiera exclusiva o preferentemente a elementos de una clase social ya privilegiada, contribuiría a robustecerla en una posición de ventaja sobre la otra, fomentando así un orden social injusto[1].
 
Si esto es así, ¿qué hacemos? ¿Cerramos muchas de las escuelas actuales y las reabrimos en barrios más populares?, ¿nos desplazamos hacia el Tercer Mundo dónde hay mayor necesidad de escolarización?, ¿nos dedicamos a la «Educación No Formal»? , ¿montamos ONGS para el Desarrollo?, ¿nos dedicamos a las parroquias? Todas estas salidas son legítimas, pero ¿qué hacemos con las escuelas que tenemos ahora?
Estamos de acuerdo que debemos mantenerlas abiertas, pero con un nuevo estilo más profético, más propositivo y alternativo, más popular. No olvidemos que nuestra apuesta es por el Reino de Jesús y éste apuesta por los excluidos, por los más pobres. La Escuela Católica, movida por el ideal cristiano, es particularmente sensible al grito que se lanza de todas partes por un mundo más justo, y se esfuerza por responder a él contribuyendo a la instauración de la justicia. No se limita, pues, a enseñar valientemente cuáles sean las exigencias de la justicia, aun cuando eso implique una oposición a la mentalidad local, sino que trata de hacer operativas tales exigencias en la propia comunidad, especialmente en la vida escolar de cada día[2].
 
La ESCUELA POPULAR trabaja para erradicar las causas que llevan a la exclusión social; es decir, tiene una opción decidida por los más pobres. En este sentido, lo popular es más bien una perspectiva, un talante, una opción que hace una Institución Educativa por la justicia, la paz y la solidaridad.
La  Educación para la Acción Social (EAS) no es un eje transversal más de nuestra escuela. Entendemos que no se trata de realizar campañas de ayuda al Tercer Mundo, montar un departamento de solidaridad en el colegio o realizar un programa de voluntariado con mayores. No, nos es un adorno solidario para calmar nuestra mala conciencia.
Hemos optado por la palabra ACCIÓN porque da el sentido pleno al estilo que queremos darle a la educación. Actuar no es hacer cosas por hacerlas, para que quede bien, es hacerlas porque encierran la capacidad de transformarnos y transformar nuestro entorno. No basta con comprender, hay que actuar. Nuestra finalidad, nuestro fin último no es desarrollar en nosotros o alrededor de nosotros el máximo de conciencia, el máximo de sinceridad, sino asumir el máximo de realidad a la luz de las verdades que hayamos conocido[3].
 
No basta con que los libros de textos tengan ya incorporados los temas transversales, no basta con que pongamos a los alumnos vídeos del Tercer Mundo, no basta que se monten debates en clase sobre problemas sociales, no basta con lanzar globos blancos el día de la paz. Nos sobran buenas intenciones y los sentimientos de solidaridad son pasajeros y no transforman la realidad. Nuestros alumnos conocen por la televisión los problemas sociales que hay . Lo saben, sabemos, pero ¿qué hacemos para erradicar las causas de estos problemas…? A través de acciones significativas y  con carga educativa, alumnos y educadores aprendemos mejor a ser solidarios.
 
 

  1. Una propuesta editorial

 
Reflexionando sobre el modo de impulsar sistemáticamente la «Educación para la Acción Social» iniciamos una comisión para profundizar en el tema y abrir caminos nuevos. En nuestras reuniones nos dimos cuenta que los cambios educativos reales pasan por que los maestros se entusiasmen con el tema.  La justicia y la solidaridad no es un «valor más» de la escuela sino el eje central de la escuela popular. Por ello, decidimos impulsar una reflexión amplia de la escuela desde esta perspectiva.
Y este fue el origen de una colección de cuadernos para la formación de educadores que hemos llamado «CUADERNOS DE EDUCACIÓN PARA LA ACCIÓN SOCIAL». La justicia está no sólo en los contenidos de las diferentes asignaturas sino en el clima de clase, en la metodología de enseñanza, la gestión escolar, la forma de integrar fe y cultura y el planteamiento que hacemos del tiempo libre. Apuntamos a continuación las finalidades de los diversos cuadernos de la colección.
 

  1. Promover la JUSTICIA que nace de la FE y lleva a la CARIDAD como horizonte ético de nuestra tarea educativa:

 
¡ Para una profunda transformación de las estructuras escolares promoviendo una organización, una gestión y una dirección que favorezca  la opción por los más necesitados.
¡ Para desarrollar unos Contenidos Educativos que lleven a un descubrimiento de los valores de la justicia, la solidaridad y la paz.
¡ Para acompañar a los alumnos en una progresiva inserción con el medio social; especialmente en contextos de pobreza y necesidad.
 

  1. Proporcionar pistas para una ACCIÓN SOCIAL desde la escuela

 

En la base de este planteamiento hay un modelo de persona y de comunidad que se alimenta del mensaje de Jesús de Nazaret y de la Iglesia. El evangelio y las tradiciones humanistas de la Iglesia son un estímulo para renovar permanentemente nuestras prácticas educativas.

 
Por otra parte, la colección está estructurada en tres series de cuadernos que se implican mutuamente y pretenden incidir en otras tantas direcciones:
 
El camino de la «identidad educativa»
Bases teóricas sobre las cuales desarrollar una pedagogía al servicio de una nueva sociedad cimentada en los valores de la justicia, la solidaridad y la paz. Estos principios ya están apuntados en los documentos eclesiales sobre la Educación: carácter popular, público, integración fe-cultura, eclesialidad…
 
El camino de una «escuela solidaria»
Todos los elementos que hacen posible el acto educativo en un Centro: alumnos, educadores, proyecto educativo, dirección, gestión económica, padres, orientación y metodología  son una ocasión para educar para la justicia.
 
Los «desafíos de una sociedad más justa»
Cada momento histórico presenta nuevos desafíos a la educación. Por ello, se debe situar frente a cuestiones nuevas: Sociedad de la información, sistemas de producción, democracia, New Age, etc… y proponer alternativas sociales realmente humanizadoras. La Escuela debe estar atenta a los “signos de los tiempos”.
 
La Escuela Católica ha de ser fiel a sus principios de identidad más genuinos pero al mismo tiempo, ha de estar a la escucha de “los signos de los tiempos”, los cuáles plantean nuevos retos y respuestas creativas a la misión evangelizadora de la educación.
De un diálogo fecundo entre la Identidad y desafíos del mundo de hoy, las Instituciones Educativas Cristianas están llamadas a abrir caminos nuevos que apuesten claramente por los valores del reino de Jesús. La «Educación para la Acción Social» es una mediación para que esta opción educativa sea posible.
En resumen, con esta nueva colección  nos interesa ofrecer un  instrumento asequible y práctico que ayude a los educadores a fomentar la justicia, la paz y la solidaridad en las Instituciones donde trabajan. Esperamos que esta publicación enriquezca la reflexión y anime a abrir caminos nuevos en la escuela.
 
[1] CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, nº 58 (1977).
[2] CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, nº 58 (1977).
[3] Obras Completas (I), Sígueme, Salamanca 1992, 743.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]