Comisión Nacional de Centros Juveniles Confederación Don Bosco de Centros Juveniles de España[1]
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
El artículo fruto de una reflexión conjunta, presenta y analiza una plataforma educativo-pastoral concreta para el tiempo libre: el centro juvenil, especialmente tal como está planteado y estructurado en las presencias salesianas. Revisa el camino recorrido, se fija especialmente en el hoy de esta estructura, teniendo en cuenta los nuevos contextos y los nuevos planteamientos sobre el tiempo libre y señala también algunas orientaciones de futuro.
Muchas casas salesianas en España comenzaron siendo un oratorio festivo[2] que, poco a poco, fue ampliando los servicios que ofrecía a muchachos y muchachas de la zona. En este oratorio se reviven las ideas originales de la experiencia educativa de Don Bosco: alegría, taller, celebración, escuela, oración, trabajo, cultura, catequesis, pastoral, misión y todo cuanto sea bueno para los jóvenes.
Los patios de las casas salesianas, se llenaban los domingos de niños, niñas y jóvenes con derecho a juegos, teatro y catecismo, cine y celebración…
- Un poco de historia
En el último cuarto del siglo XX se inicia una nueva orientación en el concepto del Tiempo Libre que lógicamente va a afectar a estas plataformas. Frente a un tipo de trabajo deshumanizador, fruto del predominio de las grandes empresas, las cadenas de producción, la robotización, que se enfrenta de raíz con el sueño de la realización personal a través del trabajo predominante en los años sesenta, aparece el Tiempo Libre como un concepto que revoluciona los modos de hacer, las hábitos sociales y el concepto de bienestar. Redescubrir y potenciar especialmente sus aspectos educativos y pastorales será el empeño de los oratorios festivos y de los incipientes centros juveniles.
1.1. Diversión con “sentido”
En la década de los 70, se empieza a trasladar esta oferta festiva y de acogida del oratorio a jóvenes que están demandando ya una forma de disfrutar su tiempo libre liberadora, imaginativa, espontánea, socializadora y reivindicativa. Fruto del ambiente social, marcado por el final de una época política, las propuestas y actividades para el tiempo libre serán un hervidero de jóvenes que se implican vitalmente en su organización y desarrollo.
Se implementa así del Oratorio como un ambiente abierto y espontáneo ofrecido a los niños, niñas y preadolescentes, con el Centro Juvenil como una iniciativa ofrecida a los adolescentes y jóvenes. Podríamos hablar de estos años como la primera etapa de una clara evolución del ambiente educativo Oratorio/Centro Juvenil Salesiano.
A este afán de reunión, de libertad, de espontaneidad y creatividad se le unía la vivencia de una fe joven y directa reflejada en el musical Godspel, estrenado por esas fechas y representado por gran cantidad de Centros y grupos juveniles en las décadas de los 70 y 80 (y aún hoy). Un evangelio para los jóvenes que se contagia y se vive.
Música, discoteca, chicos y chicas juntos, convivencia y aire libre; deporte y teatro, expresar y crear con otros jóvenes; además con espacios para la reflexión, la celebración creyente, el crecimiento integral como personas y cristianos. La diversión con sentido.
1.2. El “protagonismo” juvenil
Con la consolidación de la democracia, estos Centros Juveniles se plantean hacer del asociacionismo y la participación juvenil su bandera. Los años de la diversión con sentido que llenaban nuestros Centros de jóvenes gracias a la pedagogía de la amplia acogida, al dinamismo de salesianos y salesianas, a la cordialidad del trato, a lo “vanguardista de las iniciativas”, etc. habían dejado un poso en los jóvenes que, participando en un proyecto desde un compromiso cristiano y salesiano, se planteaban algo más.
La posibilidad de transformar la sociedad, el entorno, era lo que la mayoría de los jóvenes reclamaban como compromiso para una acción concreta.
La acción transformadora debía organizarse y la mejor manera, la más comprometida, era constituirse en asociación juvenil. En los años 80 se celebran las primeras asambleas, se legalizan los Centros, se redactan los estatutos, se eligen juntas directivas, y se diseñan proyectos donde se enmarcarán todas las actividades e iniciativas del Centro Juvenil.
Ese compromiso de transformación social se traduce en una apertura al barrio, adaptación de locales más o menos estables y consecución de medios para desarrollar un proyecto original de cercanía a los más necesitados; se establecen relaciones con las administraciones públicas, consiguiendo subvenciones y apoyo para los proyectos juveniles; se constituyen las Federaciones de Centros Juveniles, y se ingresa en los Consejos de la Juventud.
La apuesta por la participación estaba clara, los Centros Juveniles se convierten así en un referente para los jóvenes del barrio que, además de pasarlo bien, de crecer como personas, quieren comprometerse con y por otros jóvenes.
1.3. Al “servicio” de los y las jóvenes
Muchas casas salesianas, con mucha creatividad, acometen el esfuerzo de acondicionamiento de locales parroquiales, colegiales o propios para el uso continuado del Centro Juvenil conjugando una estructura y organización flexible, que no perdiera la vitalidad juvenil, pero que garantizara la estabilidad, el desarrollo de proyectos y acciones con unos planteamientos y objetivos de continuidad.
El aprovechamiento de estos medios y recursos permite que el Centro Juvenil se ponga al servicio de los jóvenes a tiempo pleno. Se ofrecen actividades y servicios dentro y fuera del horario de fin de semana, se organizan actividades con otras entidades del barrio, la parroquia y el ayuntamiento.
Y todo este dinamismo y creación de actividades, se realiza desde la preparación y la formación de los animadores y animadoras juveniles que dan vida a cada Centro Juvenil. Entre los años 85 y 90 se crearon las primeras escuelas de animadores de tiempo libre salesianas (actualmente son 8). Se redactan los itinerarios formativos para animadores en el ámbito local. Se desarrolla un estilo propio de reflexión y programación de los proyectos educativos. Acciones todas que van dando cohesión e identidad a un movimiento que mantiene la riqueza y la particularidad local, a la vez que plantea la necesidad de unirse, crecer, y reflexionar juntos con otros centros y equipos de animadores.
En los años 90, mientras se fragua esta identidad, esta “movida de los centros juveniles”, en algunas Inspectorías ya se ha dado el paso y el 12 de mayo de 1991, en el marco del VIII Encuentro Nacional de Centros Juveniles[3] celebrado en la ciudad de Pamplona, las Federaciones Autonómicas entonces existentes (Andalucía,Catalunya, Madrid y Comunitat Valenciana) deciden constituirse en una estructura de ámbito estatal: la Confederación de Centros Juveniles Don Bosco de España.
Unos meses antes de que se cumpliera el 150 aniversario del encuentro que tuvo Don Bosco con BartoloméGarelli en la sacristía de la iglesia de San Francisco de Asís de Turín, inicio de su obra educativa,[4] origen de los oratorio y centros juveniles, la mayoría de los Centros Juveniles de España creaban su propia Confederación. Hoy son de 150 Centros Juveniles que acogen, 28.000 adolescentes y jóvenes, 20.000 niños y niñas y está animada por 3.500 animadores juveniles.
Pero el Centro Juvenil, nos lo ha demostrado la historia, no es simplemente un lugar donde se puede acudir a “pasarlo bien”. Atrás quedaron aquellas concepciones que hacían del Centro Juvenil un espacio sólo para el entretenimiento donde consumir actividades. Armónicamente se conjuga con la pedagogía de la alegría y la fiesta la ocupación del tiempo libre, la animación educativo-pastoral y un verdadero compromiso social.
Así lo entendieron el resto de Federaciones Autonómicas que se iban fundando en los primeros años 90 y que no tardaban mucho tiempo en incorporarse a la Confederación Don Bosco: Murcia, Aragón, Galicia, Castilla y León, Euskadi, y finalmente, Canarias. Hoy en día la Confederación Don Bosco tiene el compromiso de ofrecer su cobertura legal y su apoyo a otros Centros Juveniles de Comunidades Autónomas donde por diversas circunstancias no pueden desarrollarse Federaciones. Es un gran reto que todos los Centros Juveniles en España puedan beneficiarse de las oportunidades que ofrece la Confederación.
La Confederación Don Bosco junto con la Comisión Nacional de Centros Juveniles ha consolidado en estos años de existencia un modelo estructural y de participación totalmente capacitado para desarrollar sus cometidos. La fortaleza de esta estructura garantiza la concreción de esta vocación, de esta dedicación, no sólo en la cada vez más importante obtención de recursos para los programas que se desarrollan en los Centros y Federaciones, sino también en la amplia oferta de servicios especializados para los y las animadoras de nuestros Centros: la Formación Especializada para dirigentes, el Centro de Recursos Europeos y la pertenencia a la ONG internacional de juventud Don Bosco Youth-Net,[5] o la organización y gestión de los Congresos Estatales.
En este camino ha sido de gran ayuda y estímulo, la “Propuesta Educativa de los Oratorios y Centros Juveniles Salesianos” [6], que desde su publicación en marzo de 1988 y revisada recientemente, ha favorecido un proceso de convergencia entre las diversas realidades de Oratorios y Centros Juveniles distribuidas por todo el territorio español. Señalamos algunos de sus aspectos fundamentales que resumen este esbozo histórico que acabamos de contar:
– Unificar una gran cantidad de propuestas asociativas salesianas inconexas, y clarificar la Identidad Salesiana de los Centros Juveniles.
– Ofrecer una referencia a ciertas experiencias asociativas que no habían llegado a buen puerto. Con la Propuesta Educativa se retomó la rica historia salesiana de educar en el tiempo libre.
– Potenciar la dimensión cristiana y evangelizadora de los Oratorios y Centros Juveniles, que crecieron en identidad y formación, distinguiéndose de otras ofertas para el tiempo libre. Nuestra propuesta educativa se fundamenta en la vida de fe y en los valores evangélicos que la justifican y le dan fuerza.
– Adecuar a los tiempos nuevos la intuición salesiana del “Oratorio”, dando mayor identidad a los Centros Juveniles, que surgían con fuerza en la España Salesiana en aquel momento.
– Favorecer el Protagonismo juvenil. El protagonismo juvenil se abre camino como fruto de una serie de intuiciones y circunstancias: los jóvenes son actores de su propio crecimiento.
– La elección del nombre “Don Bosco” por algunas federaciones o escuelas de animadores. La misma Confederación comenzó a identificarse con el nombre en su interlocución con la sociedad e instituciones. Tras lograr cierta unidad, se presentó ante la sociedad civil y la administración pública como la alternativa salesiana de Tiempo Libre; una alternativa sostenida por animadores voluntarios dotados de sólida formación. Fue muy importante en este camino una «denominación de origen» única, que con el tiempo se ha convertido en símbolo de calidad. La denominación de origen común fue: «Don Bosco».
– Consolidar la formación sistemática de animadores juveniles. El proyecto ha ido cobrando fuerza progresiva y ha conseguido tener un importante prestigio en el ámbito del tiempo libre educativo, tanto en las Comunidades Autónomas como ante organismos estatales. Este prestigio se debe, en gran parte, al esfuerzo realizado para formar monitores y animadores de calidad.
Se hacía realidad, de este modo, aquella conocida expresión: Jóvenes educadores y evangelizadores de los jóvenes.[7]
- La actualidad: Una realidad en constante cambio, los jóvenes.
El “hoy” de los centros juveniles pasa por reinventarlos en cada realidad de la manera más creativa y abierta a la cultura del lugar. Porque la base social que les da vida cambia constantemente: los jóvenes. Y esa habilidad por adaptarse a las circunstancias y a la gente que se tiene delante, ha hecho evolucionar diversos modelos de estructuras de centro juvenil en las diversas inspectorías-provincias religiosas salesianas.
Las nuevas tipologías juveniles, marcadas por la cultura emergente de la posmodernidad tardía,[8] está influyendo innegablemente en la manera de hacer, en el rostro externo, en la misma convocatoria del centro juvenil como ambiente educativo.
Los jóvenes hoy, son motivo de estudio y análisis, casi continuadamente. Todo el mundo (educadores, instituciones, asociaciones, y como no empresas, publicidad, etc..) queremos acertar con nuestras propuestas, educativas o no, con una generación que nos lleva de calle por el presentismo de sus criterios, por la fragmentación de sus manifestaciones, el relativismo en sus opciones, el silencio-vacío de sus conversaciones y su apabullante fragilidad que les hace más vulnerables a las presiones externas, como a las propias luchas personales e internas.[9]
Pero a lo que el tema de nuestro estudio refiere, quizás lo que nos preocupa más es la evolución del concepto y realidad misma de tiempo libre, unido al ocio que está modificando costumbres, gustos, tendencias comerciales y sin duda, está impactando en nuestras propuestas y estructuras de tiempo libre en los centros juveniles. Los matices a la hora de definir este “nuevo paradigma” del tiempo libre serían muy variados según tendencias y sensibilidades.[10]
Pero para nosotros, en el que siempre hemos basado nuestras intervenciones y proyectos, es el concepto de tiempo libre bajo un “prisma cuantitativo”: en el que la vida ordinaria de las personas y jóvenes, se organiza en segmentos de tiempos (tiempo disponibles o no disponibles) muy diversos, de distinta importancia (trabajo, estudios, obligaciones no laborales, ocupaciones, necesidades, tiempo libre…) y en el que el tiempo libre, apetecido y gratuito, era el segmento temporal hábil para intervenir educativamente, convocar para actividades lúdicas, promover el asociacionismo, etc… entre los niños, adolescentes y jóvenes.
Esta visión cuantitativa del tiempo libre, contrasta actualmente con “el salto de cualidad” en el que los jóvenes viven instalados en su propia cosmovisión del tiempo libre y el ocio. El disfrute del tiempo libre está en relación con el nivel de autorrealización y de la potenciación de la dimensión existencial de los jóvenes, por lo que ya no es una suma de actividades que se pueden ir consumiendo en la medida que se dispone de tiempo sino que ocupa un Espacio Central [11] en su vida (incluso mayor que sus estudios…) Los jóvenes en la actualidad, además de ser los grandes disfrutadores de inmensas dosis de tiempo libre, han hecho del ocio y su disfrute, un elemento articulador de su organización personal, de su funcionamiento, del nivel de vida, de la búsqueda de autorrealización existencial; es plataforma de sus relaciones personales más estables, así como dinamizador de sus energías y motivaciones personales.
Y si para ellos y ellas es un espacio central de su vida , para nosotros educadores y para la sociedad misma, se convierte en un Fenómeno Social nada despreciable; porque mezcla la cultura de libertad total de los jóvenes, el consumo y negocio de las empresas de ocio, el desbarajuste social que supone tener a jóvenes en “pide de fiesta continua” y por lo tanto, el esfuerzo de asimilar sus fenómenos colaterales.
Desde esta visión de carácter central y, como no, universal del Ocio, el disfrute del tiempo libre ha contribuido a generar nuevos fenómenos o culturas juveniles, que han producido un impacto social considerable entre los jóvenes.
La contraposición entre fin de semana -entendido como espacio concentrado para el disfrute del tiempo libre- y semana -entendida como espacio formal para el estudio y trabajo-; el fenómeno de la noche como tiempo sin límites para los jóvenes; el impacto de las nuevas tecnologías para la comunicación; la proliferación de ofertas comerciales para ocupar el tiempo libre juvenil, son entre otros, botones de muestra de la cultura juvenil actual.
Pero tampoco hay que olvidar, que la sociedad del bienestar ha generado, junto a la cultura del disfrute total, otros fenómenos que generan exclusión y nuevas pobrezas entre los jóvenes, como son: el fracaso escolar, el paro juvenil, la precariedad en el acceso al mundo del trabajo, las adicciones a sustancias tóxicas, que hacen más violentas y vulnerables a las jóvenes generaciones.[12]
Zarandeados por “estos vientos” y metidos por inmersión, en “diálogo” (a veces impuesto por las circunstancias, a veces necesario para no quedarse “sin nadie”) con estas formas y culturas de los jóvenes, lo que no se pierde, ni se olvida, es el secreto originario que configura la plataforma de los centros juveniles como tal; las claves y las opciones de fondo, que la relanzan como una oferta válida para los jóvenes en cada momento, en cada lugar concreto y en cualquier tiempo.
2.1. Para los jóvenes
El secreto de su método (estrategia educativa) está en colocar en el centro de la atención a la persona del joven y la joven. Ni las actividades, ni las estructuras, sino la persona tal como es y como viene. Y alrededor de ella “conjugar con el corazón” verbos tan sencillos como “estar” (acogida), “crear lazos” (socializar), “recrear la vida” (educar), “implicar” (comprometer) y “proponer valores” (interrogar-evangelizar). Y todo este saber hacer se construye a partir de una metodología clara y directa: el encuentro personal y la relación interpersonal.
Los medios vienen después, todo es “medio para…”, “excusa para…” y en eso no hay secretos, sólo tiempo dedicado e imaginación.
Porque para algo tan gratuito y volátil como es “el tiempo libre” cualquier propuesta puede echar raíces con ellos y ellas, pero sin olvidar el “secreto” de crear el ambiente adecuado (ambiente educativo) con la amalgama de verbos que os hemos citado y que convierte esta historia en positiva y constructiva, educadora y evangelizadora.
2.2. Con los jóvenes
Sigamos con el método, que como tal siempre se ha de experimentar y rodar, adaptar y revisar; porque ni es mágico, ni automático. Así pues, el siguiente paso que hace que un centro juvenil tome forma en el tiempo y no sea algo del momento, es sin duda contar con los jóvenes para todo.
Para construir un espacio joven que sea positivo y que convoque, ellos y ellas deben ser los protagonistas de los procesos (pensar, programar, idear, elegir…), de las intervenciones (actividades, reuniones, acciones, campañas, celebraciones…) y de las responsabilidades (cargos, coordinadores, estructuras, equipos…). Todo lo que no se considera como propio, no implica lo suficientemente entre la gente joven.
Y esto no es nada fácil, es todo un reto para educadores, agentes sociales, etc. Porque los vientos culturales entre los jóvenes, que hemos apuntado más arriba, no despiertan entre ellos y ellas demasiadas ilusiones como para implicarse a fondo en las “movidas” juveniles…; disfrutar sí, pero “pringarse”, eso no está de moda. Aquello de “la implicación distanciada” [13] o “la existencia virtual” que nos cuentan los sociólogos, se convierte a veces en una losa que no nos deja avanzar. Pero no por ello nos debemos desalentar y acabar haciéndolo todo los adultos, -los expertos- porque esta historia de los centros juveniles, funciona con ellos y ellas.
2.3. El equipo de animadores y los adultos acompañantes
Y todo proyecto tiene sus dinamizadores que lo hacen eficaz y práctico. Dichos dinamizadores, son los animadores. Otros jóvenes que han hecho “el recorrido”, que sienten que “esta historia va con ellos” y dedican tiempo, (aunque cada vez menos), y vida a hacer realidad su centro juvenil por un tiempo, que a veces son años (aunque la media va bajando poco a poco). Ellos son punto de referencia, miembros de la comunidad educativa, grupo que acompaña, fermento en la masa. Y lo que para muchos puede parecer un atrevimiento hablar de educación y educadores con jóvenes, como los propios destinatarios, acaba siendo una curioso misterio hecho de sintonía, de lenguajes encontrados, de pareceres compartidos, de puntos de referencia…que convoca y mueve. Jóvenes que educan, acompañan, dinamizan, evangelizan a otros jóvenes.
Pero esto sólo es posible si se cuidan los procesos de formación (el recorrido) acompañados cálidamente por adultos (acompañantes). Formación y acompañamiento hace germinar y aglutinar una comunidad educativa capaz de llevar un proyecto educativo en un centro juvenil. (Todo lo que se acompaña crece)
3 . Un futuro abierto, aunque siempre imprevisible: los jóvenes.
Con los años todo va cambiando: la sociedad, los jóvenes y sus costumbres, la manera de organizarnos y los proyectos que llevamos adelante. Cuanto más pensamos en otros tiempos y en tantas cosas que se han hecho, más rápido nos parece que ha cambiado todo.
Pero mirando hacia atrás con serenidad tenemos la satisfacción de haber conseguido ciertos logros que nos llenan de satisfacción y que son obra de todos los que con el transcurrir de los años han creído en la capacidad de los jóvenes en labrar su propia historia. Citaremos algunos de esos logros.
En primer lugar, un hecho constatable son las generaciones de jóvenes que, tras su paso en una etapa de su vida por un Centro Juvenil Salesiano, han adquirido, junto a su valía propia, las herramientas sociales, el sentido de compromiso… que les hace ser “fermento en la masa” en entidades públicas y eclesiales (ONG’s, Cáritas, Servicios Sociales, parroquias, en el campo de la educación, etc) dedicadas a la solidaridad, a la acción social, haciendo con su vida un sociedad más justa y solidaria.
En segundo lugar, otra constatación es el empeño continuado de los centros juveniles por no desalentarnos en la lucha por conseguir y recrear un tiempo libre participativo y con sentido en contra de un ocio-negocio y consumista. Para ello, se han abierto espacios a la creatividad y la participación de los jóvenes (teatro, música, emisoras de radio, deporte, prensa joven…), creando en los centros juveniles un ambiente donde prima una relación educativa como base de las relaciones personales libres de “franquicia”, y donde la persona está siempre por encima de las actividades.
En la base de todo esto, constamos también en tercer lugar, las apuestas serias de estos años en el tema de la formación de animadores juveniles, que son el “alma” del Centro Juvenil. Formación para la animación juvenil por etapas, estableciendo procesos que han cristalizado en itinerarios de formación de premonitores, monitores, animadores…, en la creación de estructuras estables y reconocidas oficialmente, como las escuelas de animación juvenil, los cursos de verano, etc., porque nadie da aquello que no tiene.
En cuarto lugar, constamos el recorrido realizado estos años en el campo de la evangelización y la pastoral juvenil. La plataforma ágil y gratuita de un centro juvenil da para establecer propuestas claras de educación en la fe y establecer itinerarios que vayan cimentando las bases de comunidades cristianas con jóvenes, que se convierten, a su vez, en evangelizadores de otros jóvenes.
También en otro orden de cosas, y en quinto lugar, alentados por la propia “Propuesta Educativa de los Oratorios y Centros Juveniles Salesianos”, en estos últimos años se ha hecho un recorrido interesante abriendo centros juveniles a la acción social, atendiendo colectivos de niños y jóvenes en riesgo de exclusión social. La sensibilidad social de los equipos de animadores ha llevado a desarrollar proyectos específicos de atención a sectores de exclusión, a la creación de plataformas sociales, a la intervención directa en alternativas al ocio nocturno, etc.
Todo esto son constataciones que aseguran, sin duda, la validez de una plataforma educativa como es el Centro Juvenil, pero sin olvidar la fragilidad de lo que supone asumir una base social que se renueva en poco tiempo, por su condición de jóvenes. Por todo ello no hay que olvidar que los mismos jóvenes nos piden inventar con ellos el futuro, repensarlo todo… porque los jóvenes no son los mismos y los cambios son cada vez más vertiginosos. Cada nueva generación debe recorrer su propio camino, construirlo de nuevo… cada nueva generación aporta algo distinto, original, creativo.
Por último, si miramos hacia adelante, desde el “ahora mismo”, tenemos que reconocer que queda mucho que hacer y mejorar. El asentamiento de la “red” de centros juveniles que aglutina la Confederación de Centros Juveniles Don Bosco, a través de las distintas Federaciones miembro, ha supuesto una consolidación de los Centros Juveniles en toda España, a la hora de una gestión más eficaz, de una presencia en la sociedad y en las instituciones públicas dedicadas a los jóvenes, de una formación más especializada, etc… Pero ahora que tenemos una “red” seria y reconocida, quizás nos faltan líderes con quienes seguir avanzando en los cuotas de protagonismo y compromiso juvenil para que este entramado siga creciendo en el fututo y no se pare. El miedo a asumir responsabilidades que les haga complicarse e implicarse puede poner en “jaque” la continuidad de procesos educativos iniciados, por lo que, con frecuencia, surge el dilema de la conversión de una estructura mantenida por el voluntariado de jóvenes por otros jóvenes, en una estructura profesionalizada que garantice una continuidad.
Las opciones mixtas que van apareciendo en muchas realidades, tal vez sean el modelo que se va abriendo camino: promover un voluntariado juvenil que siga dinamizando los procesos de animación juvenil y encomendar a profesionales ciertas tareas específicas de gestión y coordinación que mantengan una continuidad en los procesos.
Resumiendo
Podemos afirmar que la intuición de Don Bosco de crear unos espacios flexibles y abiertos, con grandes dosis de “gratuidad” y que asumió de los Oratorios Festivos de su tiempo, para que fueran plataformas educativas y de evangelización, siguen siendo una realidad viva en los que ahora llamamos “Oratorios y Centros Juveniles Salesianos,” porque en el transcurrir de los años, los mismos jóvenes nos han ido pidiendo una actualización cada vez mayor de un ambiente educativo que es “cosa suya”, pero donde no puede faltar la presencia de educadores, abiertos a una relación educativa cercana y constructiva… Allá donde haya jóvenes, los Salesianos y Salesianas se convierten en acompañantes de procesos en los que los jóvenes sean los verdaderos y auténticos protagonistas.
[1] La Comisión Nacional de Centros Juveniles la componen salesianos y salesianas representantes de cada inspectoría-provincia religiosa salesiana de España; la Confederación Don Bosco tiene en el Consejo Ejecutivo, su órgano representativo compuesto por jóvenes representantes de cada una de las Federaciones Autonómicas.
[2] El Oratorio es una institución que tiene un significado especial para la Familia Salesiana, en cuanto que ha supuesto el origen de la obra educativa de Don Bosco y el origen del Sistema Preventivo. Dicha institución Oratoriana proviene, no obstante, de una larga tradición que tiene su origen en el siglo XV. En esta época se dan las primeras iniciativas para responder a las necesidades de instrucción, catequesis, y subsistencia de muchos niños y jóvenes.
[3] Encuentros nacionales de los jóvenes animadores/as que periódicamente se convocaban desde la Pastoral Juvenil Nacional para reflexionar y compartir experiencias. Eran muy multitudinarios y se celebraban en diversas ciudades de España. Actualmente han evolucionado en lo que llamamos Congresos Estatales de Centros Juveniles.
[4] Cfr: Juan Bosco, Obras Fundamentales: “ Memorias del Oratorio” Parte I. Biografías, Págs. 414-417, B.A.C. Madrid, 1978
[5] Los primeros pasos para crear la Don Bosco Youth Net se dieron en el año 2000, quedando constituida la red en octubre de 2001. Formaron parte de la misma: Alemania, Austria, Bélgica, Eslovaquia, Eslovenia, España, Holanda, Italia y Reino Unido. Posteriormente se han unido a este proyecto Malta y Polonia. La Confederación de Centros Juveniles Don Bosco de España fue una de las entidades promotoras de esta entidad, teniendo claro desde el primer momento la importancia de trabajar en red en el ámbito europeo.
[6] “La propuesta educativa” es el documento de referencia, dónde se plasma las características de identidad salesiana, criterios metodológicos y organización para los oratorios y centros juveniles salesianos. La primera edición data de 1988 y recientemente, noviembre 2006, se ha renovada y actualizado.
[7] Cfr. “La propuesta educativa de los oratorios y centros juveniles salesianos” Introducción, CCS, Madrid, 2006
[8] Cfr. LIPOVETSKY, G.- CHARLES, S. Los tiempos hipermoderos, Anagrama, París 2004, Págs 53-55.
JIMENEZ ORTIZ, A. “ Posmodernidad y jóvenes. La niebla cae sobre la pregunta por el sentido”, en Proyección 220 (2006) 49-66.
[9] Cfr. CEREZO.J. J.-GOMEZ SERRANO, P.J. Jóvenes e Iglesia. Caminos para el reencuentro, Fundación Santamaría-PPC Madrid, 2006 Págs. 11-39.
[10] Cfr. LOPEZ RUIZ, J.A. “Ocio y Tiempo Libre” Jóvenes Españoles 2005, Fundación Santamaría, Madrid, 2006 Págs. 345-353.
[11] Retomamos el dato del primer estudio publicado en este número: “Los jóvenes españoles y la vivencias del ocio” el 92% de los jóvenes otorgan al tiempo libre y al ocio un valor de bastante o muy importante.
[12] Cfr. “La propuesta educativa de los oratorios y centros juveniles salesianos” Jóvenes y tiempo libre, CCS, Madrid, 2006
[13] Elzo, J. “ Los jóvenes ante el futuro” en 286 (Misión Joven), 2000, Págs 12-14