El deporte, una oportunidad

1 julio 2007

Fernando García (Madrid)
 
El deporte es una de las actividades de tiempo libre que más niños, adolescentes y jóvenes congrega en la actualidad. Por esa razón, los que nos dedicamos a la educación, vemos en el deporte una oportunidad privilegiada para establecer una relación con los chicos que les permita crecer y madurar como personas.
Esto lleva siendo así durante mucho tiempo. Basta echar un vistazo a cualquiera de las categorías en edad escolar de cualquier competición federada, para encontrarse con el nombre de infinidad de colegios religiosos que lejos de cerrar sus puertas el viernes por la tarde, continúan su labor, un fin de semana detrás de otro, en decenas de partidos de las más diversas disciplinas deportivas.
Ahora bien, en estos años el deporte ha crecido espectacularmente como fenómeno de masas y como complemento del colegio para rellenar la jornada laboral de los padres. En el primer caso, el deporte se ha rodeado de un plus de competitividad que dificulta seriamente la labor educativa, en el segundo ha desvirtuado su función lúdica y espontánea, para convertirse en una actividad más, que permite tener al niño ocupado hasta que llega la hora de poder recogerlo a la vuelta del trabajo.
Y es que en estos años la cultura del tiempo libre, ha experimentado un notable cambio. Lo que era hasta hace poco una labor de voluntariado, se va acercando cada vez más al mundo de los negocios, en el que se ofrecen unos servicios y se obtienen unos beneficios. Empresas de tiempo libre las hay por doquier, y no son pocos los jóvenes que se sacan el título de monitor en el ayuntamiento de turno, para sacarse unos dinerillos en el verano o en los fines de semana.
Ante esto, yo creo que cada vez es más difícil ofrecer una actividad deportiva llevada a cabo por voluntarios. No podemos vivir en un mundo que no existe, y por ello el deporte tiene que manejar unos presupuestos económicos y los entrenadores recibir una asignación económica. Pero al mismo tiempo que hago esta afirmación sostengo que, el deporte en el que yo creo, nunca puede ser un negocio. Ningún entrenador puede pretender hacer su trabajo por dinero, ya que siempre se le pedirá una dosis extra de entusiasmo y de entrega que es la que hará educativo y creíble su trabajo. Ningún club puede pretender grandes beneficios, tal y como están los precios de competición, transportes y equipamiento. Nos daremos por contentos si en lo económico conseguimos cerrar el año de forma que podamos llevar hacia delante un proyecto educativo.
A continuación comparto con vosotros algunos de los puntos clave en una organización deportiva, tal y como yo la entiendo.
 

  1. Proyecto

 
Ante todo, creo que una institución que proponga la práctica deportiva, debe tener un proyecto educativo que plasme los valores que quiere transmitir y las opciones que realiza para poder llevarlos a cabo. Esto es fundamental. ¿Qué valores se pretenden fomentar entre los muchachos? ¿Competitividad o participación? ¿Triunfo, jugando con unos pocos o solidaridad con el compañero más flojo? ¿Agresividad o respeto?…
Estos valores conviene escribirlos en un sencillo documento que se difunda entre los padres, entre los jugadores y entre todos aquellos que forman parte del entorno del club. Sería como decir: nosotros ofrecemos esto si quieres otra cosa, búscala en otro sitio.
 

  1. Equipo de trabajo

 
El segundo paso, es contar con un equipo de trabajo. Para ello es fundamental la función del Coordinador, que tiene que velar para que el ideario o estilo educativo de la institución, se lleve a cabo. Pero por muy claras que tenga las cosas quien coordina, de poco o nada sirve, si estas ideas, este proyecto, no es compartido por un equipo de entrenadores.
Mi experiencia es que, a diferencia de otros ambientes de tiempo libre, en el campo del deporte, los entrenadores requieren una formación mucho más práctica que teórica. Es necesario que el coordinador seleccione y acompañe a los entrenadores de tal manera que estos pasen de ser entrenadores a ser educadores. Y esto se consigue en gran medida a pie de pista. Cierto que un número de reuniones a lo largo del año ayudan y que incluir aspectos explícitamente educativos en los cursos de técnica deportiva, es necesario, pero en el día a día, el mejor trabajo que se puede hacer con los entrenadores es estar con ellos, comentando y corrigiendo las situaciones que pueden surgir en un entrenamiento o en el desarrollo de un partido. Llevar a un grupo de muchachos no es fácil y no tiene que darse por supuesto que una persona con formación técnica en un deporte, tenga la pedagogía necesaria para saber educar en edades difíciles.
 

  1. Relación con otras instancias educativas

 
Cuando la práctica deportiva surge desde la oferta educativa de un Colegio se impone una coordinación entre el último responsable del deporte y las funciones directivas del Centro. En cada sitio esta coordinación se puede hacer de formas diversas, pero sea como fuere, resulta fundamental para ser eficaces en un trabajo que desde sitios diversos se enfoca en las mismas personas.
 

  1. Implicación de los padres

 
El tema de la implicación de los padres en la labor que se desarrolla con sus hijos entrenamiento tras entrenamiento, es complejo. Muchas veces, los padres, son el principal problema, con sus actitudes durante los partidos, para que el deporte realmente practicado sea el que figura en el ideal proyectado. Otras veces, son pieza fundamental en la estructura, posibilitando económicamente con su participación en los desplazamientos, que una oferta sea viable.
Tanto en un caso como en el otro, se debe intentar implicar a los padres lo más posible en el proyecto deportivo ofertado. Difundir el ideario, convocar alguna reunión explicativa a inicio de temporada u organizar algún encuentro festivo en el que participen con sus hijos, puede ayudar a conseguir este fin.
 

  1. Oferta

 
La oferta deportiva que yo propongo se caracteriza por ser amplia, popular y no elitista. Hay que tener previsión para ofrecer aquello que se puede atender. Es evidente que de nada sirve ofrecer waterpolo si no se dispone de una piscina o voleibol si no se cuenta con un entrenador. Pero dentro de las posibilidades, no se puede decir a ningún chico que no. No se puede poner números «clausus» y seleccionar a los buenos para dejar fuera  a los malos.
 

  1. Selección de la competición

 
Que nuestro deporte propuesto no privilegie la competitividad, no significa que la competición no sea importante. Entrenar por entrenar, sin objetivos, lleva a la apatía. Los chicos necesitan una competición adecuada a su nivel. Tan inadecuado es pasearse ganando todos los partidos de forma abultada, como perder siempre. Para ello es conveniente seleccionar cuál es la competición más adecuada para cada equipo en el abanico de posibilidades que cada lugar ofrece.
Para algunos chicos es contraproducente meterlos en un nivel de competición demasiado exigente, tanto en duración como en intensidad, mientras que para otros, una competición que a su juicio es demasiado «pachanguera» les produce desmotivación.
 

  1. Pensar en el chico

 
Una labor fundamental del coordinador de deportes es ayudar a su equipo de entrenadores a pensar sobre todo en el chico. A veces te encuentras con entrenadores pasotas que entrenan con desgana y terminan con puntualidad exquisita en el momento que han cumplido con su horario. Otras, en cambio, te encuentras con entrenadores apasionados que a veces olvidan que los muchachos de su equipo, además de practicar  deporte deben y tienen que hacer otras cosas. En esos casos en aras del compromiso se convierte en la mayor de las infidelidades faltar a un entrenamiento, sea cual sea la razón, generándose una dosis innecesaria de presión en el grupo.
Cualquiera de los dos extremos es perjudicial para el muchacho. Si se crea un ambiente de pasotismo y de falta de «pasión» el equipo en cuestión no durará mucho, si se genera un exceso de compromiso y de presión, se somete al chico a difíciles elecciones entre la práctica deportiva y otras facetas importantes de su vida.
 

  1. Organización y educación

 
Ya he comentado que desde mi forma de pensar, el coordinador de deportes es la persona que debe gestionar el proyecto educativo que la entidad a la que pertenece realiza. Para ello es importante trazar con precisión su relación y papel con otras estructuras existentes, como puede ser la Junta Directiva del club.
Fórmulas hay varias. En la Comunidad de Madrid los Colegios pueden desarrollar su actividad deportiva como Secciones de Acción Deportiva donde el Coordinador es designado por la Titularidad. Allí donde la práctica deportiva es gestionada por Clubes es importante, en un Reglamento de Régimen Interior, delimitar las funciones de la Junta y el puesto del coordinador dentro de ella. En otros casos se pueden establecer convenios de colaboración con Clubes existentes en los que se marquen los puntos que ambas partes se comprometen a cumplir.
Sea cual sea la fórmula escogida, según las conveniencias del lugar, lo que debe garantizarse es que el proyecto educativo que se pretende desarrollar con el deporte, es acogido y promovido por todas las personas que ocupan un cargo directivo.
 
Concluyendo
Con estas breves ideas he recogido mi experiencia diaria de niños, jóvenes y balones corriendo por delante de mí en mi Colegio. Yo particularmente creo firmemente en el deporte y en la magia que tiene para abrir la puerta del corazón de muchos chavales. El deporte para un educador es muchas veces ese primer paso que luego posibilita una conversación, una cercanía, una amistad.
Por eso el deporte hay que cuidarlo, organizarlo y evaluarlo. El deporte sin más no tiene por qué ser educativo, somos los que trabajamos en él los que tenemos que hacer de este espacio que congrega a tantos chicos, un sitio donde poder ofrecer a quién ya hemos conseguido que nos escuche, los valores que llevamos dentro.