Los cineastas belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne son reconocibles por una obra interesada en los aspectos sociales –especialmente el mundo de quienes se abren a la vida en condiciones poco favorables– y por un estilo que evita los alardes esteticistas. Así sucede anteriormente con La promesa (1996), Rosetta (1999), El hijo (2002), El niño (2005), El silencio de Lorna (2008).
«La idea de El niño de la bicicleta vino de una historia que nos contaron en Japón. Durante años, un chico estuvo esperando noticias de su padre en un orfanato porque allí lo dejó y le prometió que volvería. No lo hizo jamás.» (Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne)
Nos invitan, ahora, a acompañar a Cyril en la búsqueda de una bicicleta y de un padre que perdió en una mala época. Poco a poco iremos descubriendo qué sucedió entonces, qué nuevas puertas se le abren y se le cierran con estrépito, cómo se va esbozando un futuro incierto para un niño solitario.
«Creo que nuestros filmes agradan porque no se parecen a ningún otro. Es un cine que está cerca de la vida, que conlleva humor, ternura y emociones, a veces contradictorias… Actualmente, y es lo que queríamos subrayar, se tiende a comparar una actitud humana, un gesto humano como el de Samantha, ¡a una reacción de santa! Pero no hay nada de excepcional. Samantha es, simplemente, adulta y humana. Es verdad que en nuestra sociedad, en donde las relaciones están en la concurrencia y en la rivalidad, en donde están más en la guerra que en la amistad o en el amor, el comportamiento de esta mujer parece anormal. Por eso, Cyril no la cree cuando ella dice que va a telefonear al director del hogar para proponer recibirlo los fines de semana. Está habituado a que se le mienta, comenzando por su padre, al que espera en ese centro desde hace tiempo y que nunca ha venido a buscarlo.» (Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne)
«Siempre hemos salvado a nuestros personajes, nunca les hemos hecho morir, pero decimos que en esta película queríamos mostrar explícitamente que Samantha lo consigue. Hemos querido que el amor que da al chico no sea completamente en vano, que no sea una empresa abocada al fracaso, que el amor que ella lleva pueda alcanzarlo y apaciguar su cólera, su violencia. Hay muchos chicos como él hoy en día en nuestras sociedades, y se les condena muy fácilmente al juzgarlos: “Ha robado, ha escupido, ha insultado, no respeta al profesor”. Y es verdad. Pero creo que Samantha da una respuesta a estos chicos al dar su amor. Se sabe que la realidad no es así. No queríamos narrar la realidad. Queríamos escribir una historia que terminara bien. Hemos querido escribir una historia en la que ese chico, gracias a esa mujer, llega a salir de esa violencia que lo conduciría a matar o a matarse él mismo, pero que nunca lo ayudaría a crecer.» (Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne)