Los indios de América del Norte imploraban con una sencilla oración: “Apártame de juzgar al otro, mientras no haya caminado en sus mocasines, al menos, durante dos semanas”. A partir de esta plegaria, José María Escudero ha escrito el siguiente texto que nos envía y hacemos nuestro:
- Si te encuentras con alguien que no piensa como tú, no es que sea un estúpido, es que es otro.
- Si te encuentras con alguien que no viste como tú, no es que sea “un notas,” es que es otro.
- Si te encuentras con alguien que no reza a tu mismo Dios, no es que sea un diablo, es que es otro.
- Si te encuentras con alguien que no está a tu misma altura, no es que sea “un pobrecico, es que es otro.
- Si te encuentras con alguien que no sabe lo mismo que tú, no es que sea un ignorante, es que es otro.
- Si te encuentras con alguien que no tiene tus mismos gustos, no es que sea “un poco rarillo,” es que es otro.
- Si te encuentras con alguien que no toma tus mismas decisiones, no es que sea “un metepatas,” es que es otro.
- Si te encuentras con alguien que no camina en tu misma dirección, no es que esté perdido, es que es otro.
- Si te encuentras con alguien que no tiene tantas oportunidades como tú, no es que se lo tenga merecido, es que es otro.
- Y si te encuentras algún día con el otro, verás “que no es para tanto” y, como mínimo, acabáis tomando un café.
¿Quién y cómo es el otro en la pastoral? ¿Quién y cómo es el otro en la educación? ¿Quién y como es el otro entre los agentes de pastoral o entre los educadores? No cabe de que entre unos y otros podemos llegar a ser “nosotros”. Y todo nos irá mejor.
Cuaderno Joven