José Joaquín Gómez Palacios
Los elementos espirituales de la celebración cristiana son fundamentales y conforman el sentido profundo de la misma. En cada celebración se nos ofrece la posibilidad de entrar en contacto con la comunidad cristiana y recibir la acción salvadora y el amor de Dios Padre, presente en Jesús y prolongado en su Iglesia. Aquí radica su núcleo esencial.
Pero conviene también atender a determinados aspectos externos que contribuyen a facilitar una vivencia profunda del hecho celebrativo. A continuación se repasan brevemente algunos elementos materiales que ayudan a mejorar la participación y su adecuado desarrollo.
Aunque este artículo tiene presente al mundo infantil y juvenil, los puntos desarrollados son extensibles también a la comunidad cristiana en general.
Las personas
Una celebración debe tener siempre en cuenta las personas que intervienen, sus intereses, su cultura, su edad… Muchos niños y adolescentes que participan en celebraciones suelen tener escasa experiencia celebrativa. Este dato se manifiesta en su precaria capacidad para interiorizar y mantener un ambiente de silencio.
Estos niños y jóvenes forman parte de una sociedad mediática, marcada por una gran profusión de imágenes en movimiento, colores brillantes, música, ritmo y ruido. Han crecido inmersos en una cultura en la que priman sensaciones fugaces y una rápida sucesión de secuencias: la cultura del espectáculo.
Ante estos condicionamientos conviene desarrollar previamente la capacidad para interiorizar; aspecto complejo y que requiere un tratamiento particular.
No obstante, conviene:
- Los elementos cristianos esenciales irán acompañados de momentos que contribuyan a «educar los ojos» y a «hacer sensible el alma». Enseñar a mirar en profundidad la vida y los acontecimientos es un paso previo e imprescindible para la escucha de la Palabra y la vivencia de los signos religiosos.
- Las celebraciones contendrán «elementos pedagógicos» que favorezcan un itinerario que eduque de interioridad. El interés del catequista o del agente de pastoral no debe centrarse tan sólo en «celebrar»a cualquier precio, sino en «enseñar a celebrar»
- Allí donde sea posible, conviene establecer un itinerario gradual de interiorización.
El espacio físico de la celebración
Es lugar que acoge la celebración tiene importancia. Un espacio físico cuidado facilita la vivencia religiosa. Por el contrario, un sitio descuidado en sus detalles materiales, puede dificultar la vivencia de los elementos religiosos. Para mejorar los espacios:
- Se debe procurar una sala acogedora. Ni muy grande ni muy pequeña.
- Conviene que esté bien ventilada, e incluso levemente perfumada.
- Si el lugar del que se dispone es excesivamente grande para el grupo, se acotará con algún elemento material que reduzca la sensación psicológica de excesiva amplitud.
- Los lugares muy pequeños, en el que niños y adolescentes se hallan apretados, dificultan la serenidad y, sobre todo, el silencio.
La iconografía y la decoración
Con frecuencia no se puede elegir la iconografía del espacio físico celebrativo. Ésta se halla incorporada al lugar. No obstante es importante tener en cuenta algunas apreciaciones.
- La decoración de la sala puede convertirse en una pre-celebración.
- Unos colores vivos y brillantes facilitan alegría, espontaneidad, resurrección y gozo… Los colores mate, con gradaciones hacia lo oscuro, facilitan la interiorización, el silencio y las miradas interiores.
- Los cuadros o imágenes de santos, aunque estén en consonancia con la estética adulta, pueden resultar extraños a la mentalidad y gustos estéticos de niños y adolescentes. En estos casos, conviene centrar la atención colocando un icono o póster supletorio en lugar bien visible.
- Da buen resultado explicar brevemente las imágenes y los materiales ornamentales.
- Tanto entre las obras artísticas antiguas, como en las actuales, hay elementos que facilitan el hecho celebrativo. El criterio de elección será el buen gusto y la capacidad que tenga un símbolo religioso para transmitir las sensaciones deseadas.
La luz
La luz es un componente decorativo de primer orden. En la larga tradición de los templos cristianos la luminosidad ha sido cuidada por su capacidad para crear una atmósfera que prepara a la vivencia religiosa.
- Las velas y las lámparas de aceite no cumplen actualmente la antigua función de iluminar. Se han convertido en elementos estéticos que aportan belleza. Por ello se deberán elegir con tiento. No sirve cualquier vela encontrada a última hora en un rincón de la sacristía. Contribuyen a crear belleza; deberán estar en consonancia con su función.
- La luz ambiental es como un velo inmaterial que envuelve toda la celebración. Los grandes ventanales por los que se filtra el sol facilitan extroversión, alegría, momentos compartidos… La luminosidad tenue y matizada, la penumbra, la luz indirecta… son complementos ideales para crear contextos de interioridad, reflexión y silencio.
La música ambiental
La música ha sido utilizada con profusión en la celebración cristiana. No puede faltar la adecuada música de fondo y el canto vocal para expresar los sentimientos de la asamblea reunida en oración.
Respecto a la música ambiental conviene tener en cuenta:
- Estará en consonancia con las ideas fundamentales de la ceremonia. Se evitarán estridencias y se procurará para su preproducción la mayor calidad técnica posible, equilibrando graves y agudos con una agradable equalización…
- La música instrumental ofrece mejores prestaciones para la ambientación que la música cantada.
- A veces se propone la escucha de una canción ya grabada. Para que esta propuesta se desarrolle con éxito, la canción deberá escucharse clara y nítidamente. Es de gran ayuda ofrecer el texto en un papel escrito.
El encargado de los cantos
La persona que dirige los cantos debe asumir sin miedos su papel de animador. Evita el excesivo protagonismo, pero actúa con seguridad cuando hay que entonar y acompañar un canto.
- Elige canciones conocidas por los participantes, evitando cantar siempre «canciones nuevas» o desconocidas.
- Un sencillo ensayo antes de comenzar la celebración, facilita la tarea.
- Es importante ejecutar las canciones en un tono que facilite la participación. Un grupo de personas se inhibe del canto cuando éste es desconocido o se toca en un tono excesivamente alto.
- Un cancionero, u hoja de cantos, allana la tarea del canto vocal.
Montajes audiovisuales
En algunas celebraciones se utilizan proyecciones de imágenes mediante el programa informático «power point» u otros de similares prestaciones. Hay que procurar huir del «fetichismo audiovisual». Una proyección audiovisual no contribuye necesariamente a mejorar la celebración. Las imágenes deben favorecer la vivencia e interiorización de los participantes. En sus aspectos técnicos hay que tener en cuenta:
- Preparar con antelación el equipo: pantalla, ordenador, cañón de proyección y sonido.
- Evitar la improvisación. Los fallos técnicos, las dudas y esperas entorpecen la buena marcha de la celebración y terminan por desorientar a los destinatarios.
- Elegir imágenes de buena calidad en lo fotográfico y alta definición en la resolución.
- Adecuar imágenes y música para que el audiovisual forme una unidad compacta. Cualquier música no sirve para cualquier imagen. Las músicas que recuerdan canciones muy conocidas no dan buenos resultados. Distraen.
Los signos y símbolos
Forman parte de la celebración. Son un complemento indispensable para dar visibilidad a ideas abstractas. Actúan sobre la parte simbólica del cerebro y hacen aflorar emociones y sentimientos no verbales. Conviene tener en cuenta:
- Evitar gestos sin sentido. Para ello, proponer tan sólo aquellos que estén en sintonía con la temática de la celebración.
- Introducirlos con una breve explicación que oriente sobre el gesto que se va a realizar.
- Los signos deben ser visibles. Tendrán un tamaño proporcional al número de personas que celebran. Una «cadena», utilizada en una celebración cuaresmal para simbolizar nuestras esclavitudes, no puede estar representada por una cadenita de diminutos eslabones…
- El factor sorpresa ayuda a captar la atención y dar variedad. Para ello no es conveniente repetir siempre los mismos gestos y símbolos. Por ejemplo, al llegar el ofertorio de la eucaristía ofrecemos unas flores, una vela… un balón y unos libros.
- Los gestos y signos se realizarán con pausa, dando tiempo a la interiorización.
- Los movimientos corporales serán elegantes y bien medidos, evitando gestos ridículos o ambiguos.
- Si han de ser representados por niños o adolescentes, se realizará un ensayo previo. De esta forma se eludirán improvisaciones y equivocaciones… que provocan risas entre los participantes y descentran.
Los lectores
La Palabra de Dios es un elemento central que no debe faltar en ninguna celebración. Los textos elegidos estarán en sintonía con la edad evolutiva de los participantes, siendo comprensibles para ellos. Hay que cuidar los siguientes elementos:
- Elegir adecuadamente a los lectores y proporcionarles lecturas según su capacidad.
- Leer en voz alta, en público y en el ámbito de una celebración suele generar una sensación nerviosa en el lector principiante. Este nerviosismo se manifiesta en una lectura más rápida de lo habitual, equivocaciones, respiración ansiosa y pronunciación defectuosa del final de las frases… Para minimizar estos riesgos hay que ensayar con los lectores, recordándoles que deben leer pausadamente, respirando bien en cada punto y vocalizando.
- Hablar por micro es todo un arte que requiere práctica y el ensayo. Los lectores se prepararán haciendo prácticas ante el micro que vayan a utilizar en la celebración.
- El coordinador de la celebración está atento para que el micro “esté encendido” en el momento justo. Es incómodo para los participantes oír cómo el lector comienza con el micrófono apagado, ver cómo se levanta el coordinador a encender el micro, volver a comenzar la lectura… Son factores que entorpecen el buen desarrollo.
- Es importante orientar la postura corporal mientras se proclama un texto en público. El coordinador de la celebración ayuda a evitar gestos nerviosos y posiciones ridículas.
Conclusión
La celebración cristiana posee componentes materiales que, sin ser el núcleo esencial de la misma, contribuye a facilitar la vivencia interior.
En las celebraciones con niños y adolescentes se debe desarrollar una “pedagogía de la celebración”. Por ello, todos los elementos que intervienen deben ser cuidados en sus detalles y estar presididos por el buen gusto.
El catequista o agente de pastoral no deja nada a la improvisación. Salvando los momentos de expresión y comunicación, prevé las situaciones y los materiales que configuran el entramado material sobre el que se asienta la celebración.
José Joaquín Gómez Palacios