En el mar de la red

1 junio 2004

Navegar ha sido siempre, especialmente para los poetas, metáfora de la vida. Arrojarse al fiero mar, plantar cara al viento embravecido incitando a las olas, avanzar a barlovento… ¡Es el vivir humano! Hoy esta fascinante metáfora de la vida se ha convertido también en símbolo primordial de Internet. En la red, todos nos sentimos navegantes. Basta una conexión a la red, un programa y poner las manos en el teclado para lanzarse a la aventura, a la búsqueda de un mundo desconocido.
 
Red de redes
 
Pero es evidente que Internet no es simplemente eso; la metáfora no logra expresar su más verdadero y hondo sentido. Representa un nuevo espacio de relación, comunicación y socialización, un nuevo espacio social para encontrarse y relacionarse (Javier Valiente). Pero, quizás, su gran importancia reside en que se está convirtiendo en una red global de información. Supone una colosal interacción entre la industria informática y de las telecomunicaciones con la de la comunicación de masas. Y esto conlleva un cambio radical de la comunicación, una revolución en todos los órdenes (industrial, laboral, político, económico, cultural, educativo), una nueva cultura: la cultura digital. No estamos simplemente ante una mera tecnología de la comunicación, sino ante una nueva cultura (F. Pasqualetti). Se ha llegado ya a hablar de una nueva sociedad de la información, como nueva era histórica superadora de la sociedad industrial nacida a mediados del siglo XIX.
 
Ciertamente, la sociedad postindustrial es sociedad de la información. Nos encontramos en la era de la información. Estamos inmersos en una revolución digital que, según muchos analistas, puede alumbrar una nueva civilización. Realmente el factor decisivo del cambio social, impulsado por las nuevas tecnologías, está en la gestión, velocidad y calidad de la información. Símbolo de nuestra era, las comunicaciones sociales constituyen la clave de la actual revolución cultural. Plasman al hombre y a la sociedad; forjan una nueva cultura. Y no cabe duda que el signo más emblemático es la red.
 
Reto a la educación y a la pastoral
 
Por ello implica un imponente reto educativo. Para adaptarse a los desafíos de la sociedad de la información todas las instituciones y agencias educativas, quizás especialmente la escuela, necesitan introducirse más vivamente en el mar de la red. Como analiza A. Ibáñez, los estudios actuales manifiestan que todavía Internet tiene una incidencia poco significativa en la escuela. Aún siendo cierto el crecimiento e incremento de implantación verificado en todo el mundo y de que ha sido el medio con penetración más rápida, sus posibilidades educativas no parece que hayan progresado mucho.
 
Sin embargo, este reto no significa que sea precisamente la tecnología quien tenga que liderar el cambio educativo. Desde una perspectiva educativo-pastoral se podría decir que la tecnología debe estar siempre al servicio de la pedagogía, de la catequesis, de la pastoral; no al revés. La verdadera preocupación de los pastores y educadores no es la tecnología, sino la pedagogía y la pastoral. También Internet, como medio tecnológico, es medio e instrumento, una colosal herramienta. A un educador competente, realmente preocupado por educar, no puede menos de interesarle; pero el interés se centra, ante todo, en analizar y conocer las posibilidades educativas que ofrece. Puede ser un lenguaje excelente para una nueva propuesta educativa: para una cultura y una educación abierta, participativa y solidaria.
 

EUGENIO ALBURQUERQUE

directormj@misionjoven.org