Con frecuencias escuchamos a educadores o pastoralistas que “en nuestros tiempos todo era distinto”. Y comienzan a recitar un rosario de recuerdos y comparaciones con lo que ahora sucede. Los recuerdos son muy buenos, porque hablan de la propia experiencia, y las comparaciones pueden serlo porque hablan de una visión de la vida actual desde las experiencias personales. Pero el peligro es evidente y solemos equivocarnos, porque “nuestros tiempos” son los actuales, “nuestro tiempo” es hoy.
No podemos anunciar la buena noticia a los jóvenes de hoy más que hoy, tal como ellos son y tal como ellos viven. Quienes tenemos que cambiar, para ser fieles a “nuestros tiempos”, somos nosotros, porque el tiempo pasado ya no es.
Viene esto a cuento de varias páginas que componen este Cuaderno Joven. Todas ellas se refieren a nuestros tiempos, o sea, los actuales, si se exceptúa la siguiente, que valdría como ninguna para hoy:
- Comenzamos por un testimonio que nos puede sonar ya a algo viejo, pero ahí está. Lo escucharon y convirtieron en oración los miembros del equipo pastoral en la FERE en su reunión de finales de mayo, y lo reproducimos en la página siguiente (Testimonio).
- En esa misma página damos algunas pautas (muy pocas) para trabajar con los textos de las dos páginas siguientes: Textos (con el sugerente comentario sobre la Generación no-no) y Recortes (análisis de acontecimientos recientes y comparación de los intereses de los jóvenes actuales con los de quienes fueron jóvenes en otras décadas más combativas).
- A la vez, tenemos en cuenta una realidad: la de los adolescentes que se suicidan. Son síntoma de que algo no va bien… hoy (Tema).
- Y todo ello lo envolvemos en las claves que nos da un psiquiatra, desde una concepción determinada de la vida, sobre los síntomas del malestar de nuestro tiempo (Recursos).
- Las demás secciones siguen trayéndonos la vida de los jóvenes de hoy para los educadores de hoy.: en la Imagen, por ejemplo, vemos la tentación (desde ellos) o la pretensión (desde otros) del encierro… Y así en las demás…
En nuestros tiempos, o sea, en los actuales, Enrique Rojas propone algunas soluciones ante la desorientación actual (Véanse en la página 6 Algunos síntomas de nuestro tiempo. El artículo terminaba con algunas soluciones que allí no reproducimos. Son estas:
► Para evitar estar desorientado, lo mejor es tener ideas claras sobre lo que es la vida y por supuesto, sobre uno mismo. Pero la formación no se improvisa: necesita estudio, tiempo y que los conceptos se vayan sedimentando.
► Se necesitan modelos de identidad fuertes que enseñen las claves para vivir. Enseñar es seducir por encantamiento, descubrirle a alguien pistas, vertientes, parajes de luz que arrastren de forma sugestiva hacia valores seguros, sin caducidad. Y transitar por ellos. Lo que debe regresar es el restablecimiento de la coherencia esforzada que lucha titánicamente por no dejarse llevar por la moda del momento, que hoy es de un color y mañana de otro. Hay que expulsar del recinto propio el cinismo.
►Cervantes dijo: «Tú mismo te has forjado tu ventura». Para circular de forma desenvuelta en un mundo tan difícil y complejo recomiendo la siguiente fórmula: busca la ética, la adhesión de la inteligencia y la voluntad al bien; y no hay bien sin amor.
¿Que el empujón que hay que dar a los jóvenes (ver Testimonio) tiene que ser distinto en nuestros tiempos de hoy? Pues vamos a ello. Con originalidad. Con entusiasmo. Con esperanza.
Cuaderno Joven