Enfocados

23 enero 2017

Según Valerie Hannon, Directora de Consultoría en Learning futures & Learning frontiers, “en el siglo XXI sabemos que las competencias se tendrán a partir de quince trabajos diferentes, y se esperará de nuestros jóvenes que conozcan con amplitud y profundidad muchos ámbitos, algunos de los cuáles aun no existen”. Sin duda, el reto actual de nuestras escuelas es el de dejar de preparar a nuestros alumnos para la economía industrial, para prepararlos para las economías basadas en el conocimiento. Para ello los currículums, las experiencias de aprendizaje y la comunidad educativa deben interconectar estratégicamente las competencias clave para desarrollarse en el siglo XXI con las experiencias de aprendizaje que proponen a sus alumnos. A mi modo de ver, habría dos tipos de escuelas: los centros de enseñanza dónde se prepara el camino para que los alumnos se adapten a la sociedad actual o los centros de aprendizaje, dónde se preparan a alumnos para el camino, para el aprendizaje continuo y autodirigido.
Aunque la demanda social nos lleva a transformar nuestras escuelas en centros de aprendizaje, no debemos olvidar lo esencial: el modelo de persona que queremos educar. Citando a Jerome Bruner, gran referente psicopedagógico, en su libro La educación, puerta de la cultura (1997), dice: «Lo que necesitamos es un movimiento de reforma escolar con una idea más clara de hacia dónde vamos, con convicciones más profundas sobre el tipo de gente que queremos ser”. Creo que es un error convertir la innovación, o cualquier metodología, en la finalidad absoluta del cambio de nuestros centros, creo que es un error transformar nuestras escuelas para ponernos medallas públicas.
En mi opinión debemos enfocarnos en el alumno, para ello explicitando nuestro compromiso institucional para desarrollar un perfil competencial de salida, dónde cada una de las competencias que propongamos sea una articulación desde nuestro proyecto educativo salesiano que permita a nuestros alumnos desenvolverse en una sociedad volátil, incierta, compleja y ambigua.
POSTER_CASTEn este contexto, los educadores de las escuelas de la Inspectoría Salesiana María Auxiliadora de la Zona Norte hemos estado trabajando sobre el alumno que queremos educar. Nuestro compromiso es educar a una persona resiliente, abierta, autónoma, emprendedora, responsable, colaborativa, comprometida, crítica, comunicativa, resolutiva, ingeniosa y creativa para que sea capaz de diseñar un proyecto de vida que la ayude a llegar a ser un agente social transformador.
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La clave está en actualizar pedagógicamente y pastoralmente nuestras escuelas para convertirnos en entornos potentes de aprendizaje enfocados en nuestro perfil de salida, para que el aprendizaje se integre en la identidad de nuestros jóvenes, para que comporte experiencias significativas y memorables y para que éstas se conecten con su vida. Para ello necesitamos unos educadores que, desde su compromiso, construyan su identidad docente alineada con la institución y estén también en continuo proceso de crecimiento personal.
Núria Mollà, Coordinadora Innovación Inspectoría Salesiana María Auxiliadora – Zona Norte

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