Las huellas de la vejez se marcan en el estado mental…
Si le pones esperanza al paso del tiempo,
color al cielo de tu ventana,
sueños a los nietos,
temple a las emociones,
amor a la convivencia,
y sabor a la amistad…
¡Eres joven!
Si tienes el pensamiento del filósofo,
la voluntad de la roca,
la mentalidad del sabio,
la maniobra del timonel,
y la voz alerta…
¡Eres joven!
Si usas la mente en cosas placenteras y positivas,
si usas el cuerpo en actividades calmadas y reconfortantes,
si usas tu corazón en latidos de amor,
si crees en ti…, en la vida… y en Dios…
¡Eres joven!
Si siempre tienes una flor que recoger,
un algo que dejar,
una velita que encender,
una ventana que abrir,
un pájaro que cante,
un asombro en los ojos,
una sonrisa en los labios,
y un niño en el corazón…
¡Eres joven!
Mientras te retoñe el deseo,
te alumbre la ilusión,
te tiemble alguna cuerda,
te nazca algún reto,
te caliente alguna lágrima,
te descanse alguna oración,
te ilumine algún recuerdo,
te seduzca alguna estrella,
y sepas respirar la vida para enaltecerla,
¡Te morirás Joven!
Zenaida Bacardí de Argamasilla
Para hacer
Este es un texto… para la tercera edad. ¿A quién conocemos así? ¿Cómo nos anima en la vida?
Pero a veces hay jóvenes viejos. ¿Podemos aplicar estas actitudes también a nosotros como jóvenes? ¿Cómo somos de jóvenes o de viejos según eso?
¿Cómo nos imaginamos a nosotros mismos de viejos? (Porque alguna vez llegará, ¿no? ¡Ojalá!). ¿Y cómo habría de afectar esa visión a nuestra realidad actual?