Erotización de la infancia

1 mayo 2007

Las pequeñas de la casa no están ocupadas en hacer plastilina, colorear o aprender a montar en bicicleta. Ahora, se empeñan en tener el tipo de Beyoncé, bailar como Shakira, vestir ‘tops’ y minifaldas que dejen su ombligo al aire, y se preocupan por cuándo sus padres les darán permiso para hacerse un tatuaje, un ‘piercing’ y un aumento de mamas que les permita volver locos a los chicos.
La tendencia sexualizadora domina a la sociedad.

  • La ropa, los juguetes, los cosméticos, los videojuegos, las películas, los personajes de ficción, los dibujos animados y los medios de comunicación dirigidos a los más pequeños de la casa (en torno a los cuatro años) ya empiezan a hacer énfasis en los atributos eróticos, fundamentalmente de las niñas, y del rendimiento personal que se le puede sacar al atractivo sexual.
  • La sexualidad acaba por excluir a otros aspectos de la personalidad y se convierte en el único parámetro válido para juzgar la valía de un individuo. Las televisiones europeas están cuajadas de certámenes musicales en los que los críos bailan, cantan y se expresan como si fueran estrellas en miniatura.

La tendencia de inculcar a las niñas poses, actitudes y modos de comportarse propios de una mujer acarreapeligros.

  • «La edad de la adolescencia se está adelantando artificialmente cada vez más. Ahora prácticamente no hay niñez. La maduración física, psicológica y social deben ir de la mano, pero solo se está anticipando la primera, de forma que ahora estamos viendo las consecuencias de este desajuste».
  • Las niñas asumen desde que apenas levantan un palmo del suelo que la mujer es un objeto sexual y que será valiosa en la medida que sea atractiva para el varón. Éste a su vez, es empujado a reafirmarse en su rol machista.
  • En los últimos 20 años las inquietudes de las chicas giran en torno a su aspecto físico, que se convierte en el eje de su autoestima y superación personal. No alcanzar objetivos que se proponen provoca insatisfacción, ansiedad y depresión o actitudes depresivas a unas edades cada vez más tempranas.

Desde los medios de comunicación se propone un canon de belleza irreal caracterizado por una delgadez extrema y unas medidas imposibles.

  • Si trasladásemos las medidas de muñecas como la Barbie a mujeres de carne y hueso, éstas no podrían caminar porque, simplemente, su columna vertebral no las sostendría de pie.
  • No es lógico que una niña como la que representan las muñecas Bratz –el más vivo ejemplo de la erotización progresiva de los juguetes y accesorios de las niñas– vaya maquillada, se tiña el pelo de colores estridentes, vista minifalda o pantalones ajustados, botas de plataforma y, además, lleve su cuerpo tatuado y anillado, incluso en lugares con un claro objetivo sexual (pezones, lengua…).

Los patrones han cambiado a una velocidad vertiginosa:

  • Los denodados intentos por conseguir estos ideales han arrastrado a muchas adolescentes a la anorexia y la bulimia clásicas.
  • La edad media de inicio de los trastornos alimentarios ha bajado (ahora se sitúa en torno a los nueve años) y se dan muchos casos de niñas con trastornos intermedios: no encajan en ningún problema concreto a la perfección, pero tienen rasgos de varios de ellos.
  • En realidad, estas chicas son víctimas de la cultura de la rapidez. «Lo quieren todo ya; adelgazar también y para ello no restringen lo que comen, si no que recurren a los laxantes, a los diuréticos y a otros métodos purgativos». Y a la cirugía estética: implantes mamarios, rinoplastias y liposucciones, que se piden como regalo de la graduación.

Los expertos han dado la voz de alarma ante lo que llaman sexualización precoz de la infancia, concretamente de las niñas.

  • Esta tendencia les está robando una etapa necesaria, como es la niñez.
  • Los trastornos de la conducta alimentaria y los complejos estéticos debutan antes. Enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados están repuntando a causa de conductas inmaduras.

En resumen, las chicas lo tienen difícil: ansiedad, depresión, anorexia, bulimia… es el precio que pueden pagar las menores por «jugar» a potenciar su atractivo sexual, una tendencia sexualizadora que capta a población cada vez más joven.
Extractado del suplemento Salud
de El Mundo (17.3.07)
 

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