Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y, en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.
Declaración Universal de los Derechos Humanos, 25
En el año 2000, Estados y Gobiernos firmaron la llamada Declaración del Milenio y se comprometieron al cumplimiento de 8 Objetivos de Desarrollo para erradicar la pobreza.
La realidad es que se ha avanzado muy poco. A pesar de las solemnes declaraciones, persiste la severa pobreza, crece el abismo de las desigualdades sociales, y las cifras nos siguen sobrecogiendo al constatar los millones de seres humanos que en nuestro planeta mueren de hambre. Por ello, más de 400 ONGD federadas en la Coordinadora de ONGD de España en estrecha coordinación con organizaciones y movimientos sociales impulsan, bajo el lema Pobreza Cero, un llamamiento mundial de acción contra la pobreza.
Es necesario sumarse a esta movilización, porque es necesario luchar contra la pobreza lejana y contra la cercana. La lucha contra la pobreza constituye el signo más elocuente de la instauración de la justicia. En una sociedad marcada por el pecado de la injusticia, justicia es la respuesta que esperan multitudes ingentes de seres humanos que viven situaciones inhumanas y tremendamente injustas. Porque la justicia entraña el reconocimiento de la dignidad, de los derechos fundamentales y de la exigencia de igualdad. La búsqueda permanente de la igualdad humana, esto es la justicia. Es decir, que dejen de existir la marginación y la exclusión, las desigualdades sociales, el abismo abierto entre ricos y pobres, el hambre, la miseria y la pobreza, que todos los humanos podamos disfrutar de condiciones de vida humana y a todos quede realmente asegurado ese nivel de vida adecuado del que habla la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Tomar conciencia de la realidad de la pobreza, de su gravedad y de su injusticia, sentirse interpelados por ella, mirar la realidad social desde los ojos de los pobres, aproximarse a su sufrimiento y a su miseria, llegar a compartir solidariamente el propio bienestar y los propios bienes, por ahí se encuentran los caminos de la justicia. Y esos son también los caminos del Reino. El reino de Dios se construye con el evangelio de la solidaridad, de la justicia y de la paz. Por eso, la lucha contra la pobreza representa también un reto educativo y pastoral, ante el que es preciso tomar conciencia e intentar responder. Si Dios mismo toma parte a favor de los pobres, por ellos pasa el camino del Reino. Es precisamente la construcción del Reino de Dios lo que más fuertemente nos estimula a descubrir el valor fundamental de la persona, de cada persona, empezando por los más débiles, los más pobres, los más necesitados, y a cultivar un respeto sagrado hacia todos, para llegar a crear un mundo más justo en el que todos vivan en condiciones dignas.
En esta perspectiva se sitúa la reflexión y los materiales que ofrecemos en este número de Misión Joven. Carlos Caballero Alemany propone un acercamiento al concepto y al mundo de la pobreza, señalando las actuales posibilidades de su erradicación; Inés Vázquez se concentra en el compromiso y responsabilidad –personal y compartida- para lograrlo en nuestro mundo globalizado, en la convicción de que “mientras haya un hombre pobre en el mundo, todos seremos pobres”; Isaac Díez destaca la importancia del encuentro personal con el pobre como momento educativo, espiritual y pastoral, capaz de provocar un proceso interior y una visión diferente de la realidad; finalmente Luis Francisco Medina ofrece un rico conjunto de materiales para trabajar con adolescentes y jóvenes, que tienden a suscitar la reflexión y el compromiso. Agradecemos a la Fundación Jóvenes Tercer Mundo, promotora de tantos proyectos de ayuda al Desarrollo, su aportación generosa a través de la colaboración de sus autores.
EUGENIO ALBURQUERQUE
directormj@misionjoven.org