“Necesitamos tener el valor de poner
nuestras esperanzas más profundas solamente en Dios,
no en el dinero, la carrera, el éxito mundano
o en nuestras relaciones personales, sino en Dios.
Sólo él puede satisfacer las necesidades más profundas de nuestro corazón”
(Benedicto XVI)
El título del número de nuestra revista para este mes puede llamar la atención:“Espiritualidad sin Dios”. Quizás puedan surgir estas preguntas: ¿Qué es una espiritualidad sin Dios? ¿Es posible? ¿Influye realmente en Pastoral Juvenil?
En esta época hay quien habla de espiritualidad como de una energía… hay quien habla de espiritualidad como un estar bien consigo mismo, vivir reconciliado (una espiritualidad psicológica)… hay, también, quien dice que para ser una persona espiritual no necesitamos al Dios de las grandes religiones monoteístas(espiritualidad sin Dios). Vemos que el cajón donde ponemos la palabra espiritualidad es muy confuso.
Este tema, por lo tanto, nos parece oportuno para la Pastoral Juvenil. Necesitamos acercarnos a la palabra espiritualidad de una manera lúcida, de manera que podamos hacer un buen discernimiento y concretar fecundos caminos de pastoral.
Invitados a hacer visible la fuente de donde bebemos, hablamos de espiritualidad refriéndonos a Dios manifestado en Jesucristo por la fuerza del Espíritu Santo.
La clave posmoderna
Para explicar el fenómeno denominado “Espiritualidad sin Dios” hay que situarse en el ambiente cultural que nos toca vivir, posmodernidad. Este fenómeno cultural está acompañado por una ciencia que cotiza al alza, una ética que cotiza a la baja y una religión que se ve obligada a recluirse en el ámbito privado. Estas derivas pueden verse cuando descubrimos un rebrote de un nuevo ateísmo, en muchas ocasiones de corte cientifista… y, también, el florecer de espiritualidades sincretistas o incluso espiritualidades sin religión o sin dioses.
Espiritualidad sincretista
Antonio Jiménez, en el primer artículo, habla de la Nueva Era. Ésta, nos recuerda al gnosticismo, un viejo conocido en la historia del cristianismo.
El fenómeno de la Nueva Era es muy atractivo para algunos de nuestros contemporáneos por su mensaje de búsqueda de equilibrio interior y armonía en tiempos de complejidad. Pero encierra en sí graves peligros para la vida cristiana: una religiosidad sin Trascendencia, una disolución del Dios trinitario, un vaciamiento del contenido fundamental de la fe. Todo esto exige de nosotros una clara actitud de discernimiento.
Espiritualidades sin religión
La “Espiritualidad sin Dios” se nos presenta como una espiritualidadhumanista y atea. Sus defensores proponen un ateísmo abierto y receptivo de los valores religiosos. Uno de sus abanderados es el filósofo André Comte-Sponville que se define a sí mismo como un ateo no dogmático y fiel. ‘No dogmático’ porque rechaza un ateísmo fundamentalista y aboga por la lucidez. ‘Fiel’ porque reconoce en él valores del cristianismo. Dice: “Hay en mí un Cristo interior”.
Volver a hablar de Dios en nuestro tiempo
Jesús Rojano escribe el tercer artículo este número de Misión Joven. Reconoce que no es fácil hablar de Dios hoy, pero sí que es oportuno y necesario. Hay que volver a Cristo para preguntarle cuál es el verdadero Dios. Dios que es amor, Padre y amigo. Pero hay que recordar que hablamos de Dios con nuestras palabras y con nuestras obras.
El misterio de la Encarnación
José Luis Moral ve que los momentos de eclipse de Dios son momentos propicios para endiosarnos o fabricarnos otros dioses. En su reflexión afirma que nos es difícil aceptar la humanización de Dios, el misterio de la Encarnación. Dice que aceptar este misterio supone tomarse en serio la crisis del lenguaje religioso, revisar constantemente las bases sobre las que cada cual apoya la fe y ver en Dios siempre un misterio.
Algunas enseñanzas
Este complejo escenario nos hace ver, en primer lugar, que Dios sigue estando presente en la cultura y en la vida de las personas. Más presente de lo que algunos enterradores del hecho religioso quisieran. Parece que pasó aquella época en que sobre Dios lo mejor era callarse.
Podemos ver también la necesidad de no separar razón y fe. Esta es sin duda una de las claves del magisterio del Papa Benedicto. “El mundo de la razón y el mundo de la fe —el mundo de la racionalidad secular y el mundo de las creencias religiosas— necesitan uno de otro y no deberían tener miedo de entablar un diálogo profundo y continuo, por el bien de nuestra civilización” (Discurso del Papa Benedicto XVI en Westminster Hall).
Podemos darnos cuenta de que hay cosas que no depende sólo de nuestras programaciones, que tienen otra lógica… ¿Entonces qué nos corresponder hacer? Disponernos y ayudar a los jóvenes a la mejor disposición. “Cuando nos embarcamos en esta aventura, nos damos cuenta cada vez más de que la iniciativa no depende de nosotros, sino del Señor: no se trata tanto de que le buscamos a Él, sino que es Él quien nos busca a nosotros; más aún es quien ha puesto en nuestros corazones ese anhelo de Él” (Discurso de Benedicto XVI en Waldegrave Drawing Room).
Otra enseñanza, entre otras muchas, es darnos cuenta del gran desafío que la sensibilidad actual plantea a la teología, también a la pastoral, invitándolas a buscar las maneras para que el hombre de nuestro tiempo mire a Jesús, y descubra en Él el rostro humano de Dios.
KOLDO GUTIÉRREZ