Evangelización misionera previa

1 abril 2009

Pistas para institucionalizar la etapa misionera en las comunidades cristianas

Álvaro Ginel es Director de la revista CATEQUISTAS
 
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
El artículo defiende, fundándose en el DGC, la necesidad de llegar a una forma de institucionalización del primer anuncio en las Iglesias particulares. Hace ver, ante todo, cómo la reflexión sobre el primer anuncio se plantea en una perspectiva no fácilmente delimitable. Explica el significado del primer anuncio y señala un conjunto de elementos necesarios para su institucionalización: concientización de los responsables de la evangelización, necesidad de responder a la realidad de los sujetos, percepción clara del proceso de evangelización; y orienta también sobre los contenidos que deben ofrecerse
 
La finalidad de este breve estudio consiste en aportar elementos de reflexión y de referencia para facilitar la institucionalización en las Iglesias particulares de la etapa de primer anuncio.
Hoy la experiencia eclesial es amplia en la institucionalización de la catequesis en las comunidades cristianas. Una ojeada a la historia de la Catequética nos lleva a constatar que es sólo al principio del siglo XX (y hasta mediados del mismo) cuando se forja el modelo de catequesis que ha perdurado hasta nuestros días[1]. Estamos hablando, pues, de estructuras recientes de catequesis, aunque ésta venía de lejos, de lo que podemos llamar la “institución del catecismo” que difundió Lutero y la Contra Reforma con los numerosos catecismos[2] que precedieron y siguieron al catecismo de Trento.
Pero el objetivo de esta reflexión se sustenta en una afirmación del Directorio General para la Catequesis: “El hecho de que la catequesis, en un primer momento, asuma estas tareas misioneras, no dispensa a una Iglesia particular de promover una intervención institucionalizada del primer anuncio, como la actuación más directa del mandato misionero de Jesús. La renovación catequética debe cimentarse sobre esta evangelización misionera previa”[3].
El DGC es claro: habla de una intervención institucionalizada del primer anuncio. Hoy en día, como norma general, las Iglesias particulares no disponen de este servicio comunitario. La importancia de ponerlo en marcha radica en que elDirectorio hace recaer la renovación de la catequesis sobre la puesta en marcha del primer anuncio. Nos encontramos, pues, ante una línea de acción necesaria y nueva. Lógicamente muchas comunidades sentirán una cierta perplejidad o desorientación ante esta afirmación y ante la llamada a institucionalizar una forma de acción pastoral que nos es nueva.
 

  1. Datos de situación

 
La primera aproximación al problema tiene que ser nocional porque es la única realidad que tenemos: ¿Qué quiere decir el Directorio al hacer esta apuesta a todas las Iglesias particulares?
 
1.1. Acciones diversificadas
 
Nos detenemos en primer lugar en analizar lo que el Directorio entiende porproceso de evangelización. La Iglesia existe para evangelizar, esto es, “para llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad, y con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad”[4].
Esta misión, la Iglesia la realiza de modo gradual: “Hemos de concebir la evangelización como el proceso por el que la Iglesia, movida por el Espíritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mundo”[5]. “El proceso evangelizador, por consiguiente, está estructurado en etapas o “momentos esenciales”: la acción misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la acción catequético-iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su iniciación; y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad”[6].
La realización de la misión de la Iglesia debe ser entendida como una realidaddiversificada. No todo es todo. No hacemos todo haciendo una cosa, por ejemplo, catequesis, o sacramentos. La evangelización o anuncio del mensaje de Jesús que la Iglesia impulsa es un proceso complejo donde es necesario diferenciar momentos, y por tanto, acciones propias de cada uno de los momentos del proceso de evangelización. De la misma manera que en el proceso de convertirse en persona hay momentos, y la sabiduría educativa ha ido señalando lo que es propio de cada momento, así también la Iglesia, en su historia, ha actuado y actúa diversificando las acciones del largo y complejo proceso de evangelización.
La situación de sociedad de cristiandad que vivió el Occidente llamado cristiano llevó a la Iglesia a “presuponer”, a “dar por hecho” que determinados elementos del proceso de evangelización (los más iniciales, los primeros, los básicos) se cumplían fuera del espacio comunitario, en la realidad familiar, escolar o social. Pero hoy esta situación, de manera generalizada, ya no es sostenible. Así hay niños que no son bautizados en temprana edad, o no viven unas referencias cristianas en el hogar. Es lógico que estos hechos determinen una revisión del proceso de convertirse en cristiano.
Lo nuevo hoy es que “lo que se daba por hecho, lo que se daba por presupuesto” y la comunidad cristiana omitía, centrándose explícitamente en la catequesis, tiene que convertirse en algo instituido e institucionalizado previo a la catequesis en el seno de la comunidad.
 
1.2. Fronteras elásticas
 
El mismo Directorio que afirma que la renovación catequética debe cimentarse sobre una consistente etapa misionera previa a la catequesis y como garantía para una renovación catequética, un poco antes afirma: “En la práctica pastoral, sin embargo, las fronteras entre ambas acciones no son fácilmente delimitables. Frecuentemente, las personas que acceden a la catequesis necesitan, de hecho, una verdadera conversión. Por eso, la Iglesia desea que, ordinariamente, una primera etapa del proceso catequizador esté dedicada a asegurar la conversión”[7].
Al reflexionar sobre el primer anuncio, nos situamos, pues, en un terreno movedizo, de fronteras elásticas. Todo lo que se diga, hay que plantearlo en esta perspectiva de “fronteras que no son fácilmente delimitables”. Esta constatación nos llevará a percibir como primer anuncio lo que otros consideran ya como catequesis propiamente dicha, o a la inversa. Sí que palpamos un hecho que está pasando en la actualidad. Algunas comunidades cristianas sienten la necesidad de alargar los tiempos de la catequesis sacramental que prepara a la recepción de la Primera Comunión, por ejemplo. Dicen que los catequizandos no están preparados, no están maduros, etc. La pregunta surge espontánea, ¿qué es lo que realmente necesitan: más tiempo de catequesis o más tiempo de primer anuncio? Quizá la catequesis que se les da no produce los frutos deseados porque lo que les falta es un cimiento básico sobre el que se asiente la catequesis. En esta línea me inclino a leer la afirmación del Directorio: “La renovación catequética debe cimentarse sobre esta evangelización misionera previa”.
 

  1. Qué entendemos por primer anuncio

 
Más que una definición de primer anuncio lo que encontramos en el Directorio es una descripción: “(La Iglesia) impulsada por la caridad, impregna y transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas; da testimonio entre los pueblos de la nueva manera de ser y de vivir que caracteriza a los cristianos; y proclama explícitamente el Evangelio, mediante el “primer anuncio”, llamando a la conversión”[8].
Esta descripción nos permite una definición muy amplia de primer anuncio: “ Elprimer anuncio, que todo cristiano está llamado a realizar, participa del id que Jesús propuso a sus discípulos: implica, por tanto, salir, adelantarse, proponer”[9]. Disponemos así de un campo abierto que en cada lugar tendrá que ser concretado a partir de la realidad social, religiosa y antropológica de los hombres y mujeres a los que la Iglesia se dirige, sean éstos bautizados o no bautizados. Todo lo que predispone a la acogida de la Buena Nueva y a la conversión es acción de primer anuncio.
El primer anuncio es lo previo en el proceso de evangelización. Y al decir previoaquí estoy refiriéndome a dos realidades íntimamente unidas: a) la preparación o cultivo intencionado de una manera de ser persona que se propone a los no bautizados y a los bautizados indiferentes para que puedan acoger el mensaje de Jesucristo, b) la presentación amplia o anuncio primero de este mensaje de Jesús que hace despertar del sueño, abrir los ojos a la novedad de la Revelación y suscitar las ganas de conocer más y de acoger con más profundidad la persona y las palabras de Jesús. El primer anuncio es lo previo a la construcción sólida del edificio del creyente.
Estas dos vertientes del primer anuncio hacen que al hablar de él unos se escoren más hacia la dimensión de preparar el “campo del sujeto” que es receptor del primer anuncio o hacia el contenido del anuncio del Evangelio. Una síntesis de cuanto queda dicho la tenemos en esta amplia cita:
“Sin primer anuncio no hay fe. Este primer anuncio no es una palabra banal, dicha en cualquier lugar. No es un acto de propaganda. Es una palabra en el contexto de un testimonio, de una relación personal, de unas preguntas o inquietudes. Por otra parte, hoy no es necesario ir en busca de los alejados, pues son ellos quienes vienen a visitarnos. Los motivos por los que se acercan al sacerdote, a la Iglesia, son múltiples: las manifestaciones de religiosidad popular, la celebración de un sacramento para los hijos, el matrimonio, o también la enfermedad o la muerte de un ser querido. En muchas ocasiones son personas con una experiencia de fe, pero necesitan de un anuncio que le dé plenitud o la reoriente. Este primer anuncio es muy sencillo. El Papa Juan Pablo II nos propone en la exhortación apostólica Christifideles laici un modelo que cabría considerar: ¡El hombre es amado por Dios! Éste es el simplicísimo y sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto del hombre. La palabra y la vida de cada cristiano pueden y deben hacer resonar este anuncio: ¡Dios te ama, Cristo ha venido por ti; para ti Cristo es el camino, la verdad y la vida! (Jn.14, 16) (ChL, 34). Este primer anuncio no es una palabra banal sino que responde a situaciones de la vida marcadas por las preguntas de sentido, la experiencia del mal, del sufrimiento, de la muerte. Estas situaciones provocan la búsqueda y son una posibilidad de gracia. El primer anuncio tiene en cuenta todo esto, por eso no es posible sin el contacto personal, sin el conocimiento de lo que realmente preocupa a cada persona. El primer anuncio exige una comunidad eclesial acogedora, disponible a dejarse interpelar por los otros y abrirse a sus necesidades, que muchas veces empiezan por el testimonio del amor”[10].
Siendo importante saber qué decimos cuando utilizamos la expresión primer anuncio[11], de lo que ahora se trata es de dar un paso más, hasta llegar a que la etapa de primer anuncio que precede a la catequesis en el proceso de evangelización, llegue a tener una estructuración institucionalizada en las comunidades cristianas.
 

  1. Elementos para una institucionalización del primer anuncio

 
El reto del Directorio es claro: institucionalizar el primer anuncio en la vida de las comunidades cristianas como hoy está institucionalizada la catequesis que conocemos. En primer lugar, hay que pensar que este reto es de largo alcance. No menos que lo ha sido la institucionalización de la catequesis desde los primeros pasos en los inicios del pasado siglo. ¿Qué elementos parecen importantes para alcanzar el objetivo?
 
3.1. Concientización de los responsables de la evangelización
 
Tenemos que aceptar que hoy estamos ante una nueva etapa en la manera de incorporar nuevos miembros a la comunidad cristiana. Por muy elemental que este dato parezca, no lo es tanto en la práctica. Si es fácil aceptar las dificultades que la catequesis atraviesa hoy, no lo es tanto poner remedios.
Lo nuevo consiste en una situación que se denomina generalmente comofinal de la época de cristiandad. Hacerse cristiano es un proceso, y, algunas etapas de este proceso que antes se hacían en la familia, hoy las tiene que asumir la comunidad cristiana. Aquí radica lo nuevo.
El Directorio lo expresa perfectamente cuando dice: “La catequesis es uno de esos momentos -y cuán señalado- en el proceso total de la evangelización. Esto quiere decir que hay acciones que preparan a la catequesis y acciones queemanan de ella”.[12] No basta conocer los datos, hay que asumirlos como realidad que reta a la Iglesia y le invita a un cambio. No es que nos propongamos cambiar algo porque se nos ocurre, sino porque la Iglesia, al menos en el mundo occidental, vive una situación nueva de no cristiandad que le impulsa y obliga a repensarse como comunidad creyente y como comunidad enviada a anunciar el Evangelio y a admitir a nuevos hijos en su seno.
Sin tomar conciencia de la situación en el seno de las bases de la comunidad cristiana será muy difícil la institucionalización del primer anuncio.
 
3.2. Necesidad de responder a la realidad de los sujetos
 
De nuevo tenemos que recordarnos que la institucionalización de la etapa del primer anuncio no se plantea porque se hayan hecho estudios históricos y hayamos descubierto lo que la Iglesia hacía[13]. Sino porque en el hoy de la Iglesia escuchamos y palpamos las necesidades que tienen las personas que se acercan a la comunidad cristiana para poder formar parte de ella. Lo que sabemos del ayer de la Iglesia, cargado de sabiduría pedagógica, lo adaptamos a nuestra realidad. Pero el intento no es restablecer una costumbre del pasado, sino responder a una necesidad presente. Como Iglesia que se sabe en comunión con un ayer rico y plural, miramos y nos inspiramos en él no para repetirlo, sino para enriquecerlo y actualizarlo.
 
3.3. Esquema claro del proceso de evangelización
 
Son muchos los responsables de comunidades y de la organización de la catequesis que no poseen una estructura mental clara de lo que es el proceso de evangelización y de sus etapas. Estamos saliendo de una etapa en la que la catequesis era todo y cubría todo lo que se refería a la evangelización. La organización de la comunidad se hacía sobre tres pilares: organización de los sacramentos, organización de la catequesis, organización de los servicios. Ahora se pide a las comunidades que introduzcan un nuevo pilar: la organización de la acción misionera, del primer anuncio.
De golpe, introducir un pilar nuevo, lleva a las comunidades a redefinir con más precisión el pilar de la organización de la catequesis. Estamos ante un hecho que obliga a la comunidad a pensarse de nuevo para organizarse de manera nueva. Y tiene que emprender esta tarea sin referencias cercanas a las que acudir… Es un empeño comunitario que no se puede realizar sin reflexión y sin planteamiento pastoral amplio. Hay comunidades que ya están trabajando en esta dirección y van dando pasos.
 

  1. Referencias para una institucionalización del primer anuncio

 
Me pongo en la situación de una comunidad cristiana que quiere poner en práctica la institucionalización del primer anuncio. Una pregunta primera podría ser: ¿Por dónde comenzar? ¿Qué contenidos debe tener esta etapa institucionalizada? ¿Y cómo se llaman las personas que la atiendan?
Partamos de un presupuesto: caminamos a tientas, abriendo caminos. Nada está hecho y lo que se propone como proyecto es susceptible de modificación.
 
4.1. ¿Por dónde comenzar?
La respuesta a esta pregunta inicial es fácil: se comienza por la realidad a la que tenemos que dar respuesta. Sin pregunta, sin problema previo no hay necesidad de respuesta. ¿Qué realidad?
La realidad detectada por los catequistas en su acción catequizadora. Los catequistas son los primeros que “tocan” la realidad de los catequizandos que no tienen “base de sustento” para recibir la catequesis (en cualquiera de sus realizaciones). Hay una “excusa” o una tendencia amplia a “echar las culpas” a la familia porque “es en la familia donde se tendría que hacer el despertar religioso”. Argumentar de esta manera es permanecer en una lógica de sociedad de cristiandad.
En muchas ocasiones, no se podrá pedir a las familias que hagan la tarea de despertar religioso para la que no están preparadas ni quieren realizar.
Junto a las familias que sí aceptan colaborar en la catequización de sus hijos, habrá otras muchas familias que se desmarquen de esta propuesta. Aún las familias que aceptan acompañar a sus hijos en un proceso de evangelización y catequesis necesitan ellas mismas recorrer la etapa misionera con sus propios hijos.
La realidad de los que llegan por otros caminos y piden participar en la comunidad cristiana[14]. Es previsible que las comunidades cristianas tengan que acoger a los que un día vuelven después de un tiempo de lejanía de la comunidad; dígase lo mismo de personas que no fueron bautizadas de niños y lo piden en la edad de la adolescencia o con ocasión del sacramento del Matrimonio o de la Primera Comunión de sus hijos… Son situaciones nuevas que exigen respuestas nuevas.
 
4.2. ¿Qué contenidos deben ofrecerse?
 
Si el primer anuncio es una etapa específica del proceso de evangelización tenemos que saber llenarle de un contenido propio. Para esto lo normal es que nos fijemos en la descripción de lo que la Iglesia ha entendido y entiende por primer anuncio.
Partamos de un hecho previo: cada persona, sobre todo pensando en los adultos, que llama a la comunidad para insertarse más plenamente en ella, ya sea bautizado o posible catecúmeno, llega con una realidad histórica absolutamente personal e intransferible. Habrá casos en los que antes de poder formar parte de un grupo necesitará un acompañamiento personal.
Con esto quiero decir que las comunidades cristianas deberán considerar la institucionalización del primer anuncio no sólo con oferta de grupos, sino con oferta de seguimiento personal; y no con un “programa de contenidos cerrado”, sino abierto y amplio. De todas formas, podemos y debemos tener unas referencias mínimas que apoyen y ayuden la tarea de quienes en la comunidad están encargados de recibir a los que desean una vida más plena comunitaria..
Agrupo en áreas o dimensiones los contenidos que me parecen propios de la etapa misionera:
 
Contenidos que miran más a la persona
En este gran bloque sitúo los contenidos que miran a que la persona se ejercite y adquiera capacidades para dar una respuesta positiva a la escucha de la Palabra, al diálogo con el Dios que le solicita, y a la integración en una vida comunitaria[15].
 

CARIDAD – Acciones de la comunidad que transforman el orden temporal.
– Acciones de la comunidad que son levadura en la masa, luz sobre el celemín, sabiduría nueva que da importancia a cosas pequeñas del Reino…
– Acciones donde la comunidad se empeña en defensa de la justicia, de los pobres…
. …
TESTIMONIO – Nueva manera de ser y de estar en el mundo ante la realidad de los otros y de las cosas…
– Relaciones dentro de la misma vida de la comunidad.
– Visibilidad de una vida según el Evangelio en la vida ordinaria.
– alegría con la que se vive y afrontan los problemas normales de la existencia.
PILARES BÁSICOS PARA QUE UNA PERSONA PUEDA PRONUNCIAR EL ACTO DE FE – Acciones que posibiliten a la persona encontrarse a sí misma, entrar en sí misma para aceptar el encuentro con el Misterio que le habita en lo más íntimo. La fe como aceptación de una solicitud de Dios a la persona.
– Adiestramiento en valores asumidos que excluyan una vida sustentada en “todo vale”, “da lo mismo todo”.
– Aceptación del presente como una situación llena de esperanzas y esforzarse por mantener viva la referencia a los derechos humanos y a la dignidad de los hijos de Dios. La falta de certeza concreta, tan insoportable para quienes viven acongojados por el ideal, fuerza a la creatividad.
– Capacitación para vivir la pluralidad de visiones del mundo y la constante confrontación entre la fe y la increencia, o entre la fe cristiana y otras grandes confesiones del mundo.
– Adquisición de una cultura religiosa sólida y capaz de dar razón de la fe.
– Experiencia individual de Dios y de su Espíritu.
– Participación y compromiso con la vida de la comunidad cristiana.

 
Contenidos que miran más al acompañante
Bajo este enunciado pienso sobre todo en el anuncio que el acompañante tiene que proporcionar a la persona que se interesa por El Señor vivo y resucitado.
Lo nuclear del anuncio de la Buena Nueva tiene que ser percibido por la persona que tenemos delante como “actual y salvación para mí hoy”. Una presentación del mensaje de Jesús que suene a “cosa del pasado” y que no “refresque la vida de la persona hoy” será, de entrada, considerado como algo poco interesante.
Dos elementos me parece que hay que destacar: a) Una lectura de la biblia como referencia para interpretar los acontecimientos de la vida humana, donde el Espíritu de Dios sigue renovando la faz de la tierra y llevando todo hacia la plenitud de los tiempos. b) Una teología que no sólo se sabe para explicar y proponer a otros, sino que “explica la vida de la persona misma” y le da consistencia.
 
Contenidos estructurados desde los contextos sociales
Otra fuente de elaboración de contenidos para la etapa misionera creo que hay que colocarla en cuanto le Directorio sugiere al hablar de los contextos religiosos y sociales[16].
Al hablar de los destinatarios de la catequesis, el Directorio considera “situaciones especiales”. Por extensión creemos que estas mismas consideraciones deben aplicarse a quienes llegan a las puertas de la comunidad: el amplio y difícilmente calificable mundo de la marginación, del trabajo, de la universidad, de los ambientes de barrio con connotaciones específicas (pobreza, inmigración, historia, violencia, riqueza, etc.) de nuestras ciudades… Las coordenadas histórico-geográficas donde la persona habita (o de donde la persona ha sido trasplantada) son otras tantas fuentes de consideración que no se pueden obviar en el proceso de evangelización.
 

  1. ¿Quiénes deben encargarse de esta etapa?

 
Como norma general, debe existir una diferenciación clara entre los catequistas y las personas que la comunidad destine a la etapa del primer anuncio. En la tradición cristiana se denomina acompañantes a las personas de la comunidad que presentaban a los que querían comenzar el nuevo camino.
El Ritual de al Iniciación Cristiana de Adultos, que regula la catequesis de la iniciación cristiana[17], señala que “la preparación al Bautismo y la formación cristiana es tarea que le incumbe muy seriamente al pueblo de Dios, es decir, a la Iglesia, que transmite y alimenta la fe recibida de los Apóstoles… Es, pues, muy importante que los catequistas y otros laicos presten su colaboración a los sacerdotes y diáconos ya desde la preparación del Bautismo[18]”.
Como se ve, aparecen varios agentes en la formación cristiana; el primero es el pueblo cristiano; los catequistas y otros laicos prestan apoyo a los sacerdotes y diáconos de la comunidad. La expresión otros laicos es amplia, y cada Iglesia particular tendrá que concretar funciones y ministerios. El Ritualsólo se detiene en especificar las tareas de los catequistas y de los padrinos.
 

  • Los padrinos

De los padrinos se especifica con detalle su importancia y funciones: “Según costumbre antiquísima de la Iglesia, no se admite a un adulto al Bautismo sin un padrino, tomado de entre los miembros de la comunidad cristiana. Este padrino le habrá ayudado al menos en la última fase de preparación al sacramento y, después de bautizado, contribuirá a su perseverancia en la fe y en la vida cristiana[19]”.
El nombre de padrino (o madrina), según el Ritual, habría que reservarlo para la etapa más directamente catequética. Estas son las funciones que el mismo Ritual le encomienda: “Al candidato que pide ser admitido entre los catecúmenos, les avala el padrino de catecumenado, a saber, un varón o una mujer que le conozca, le ayude y sea testigo de sus costumbres, de su fe y de su voluntad[20]”. “El padrino, elegido por el catecúmeno a causa de su buen ejemplo, de sus dotes y de la amistad, delegado por la comunidad cristiana local y aprobado por el sacerdote, acompaña al candidato en el día de la elección, en la celebración de los sacramentos y en la etapa de la “Mystagogía”. A él atañe mostrar familiarmente al catecúmeno el uso del Evangelio en la vida propia y en el trato con la sociedad, ayudarle en las dudas y ansiedades, y darle testimonio y velar por el incremento de su vida bautismal. Señalado antes de la “elección”, cumple su oficio públicamente desde el día de la “elección”, al dar testimonio del catecúmeno ante la comunidad; y su oficio sigue siendo importante, cuando el neófito, recibidos los sacramentos, ha de ser ayudado para permanecer fiel a las promesas del Bautismo[21]”. Como se puede apreciar, en las tareas que se describen como propias del padrino queda reflejado un perfil de lo que ordinariamente entendemos por un acompañante en la fe.
 

  • Los catequistas

Nos detenemos en lo que se dice del catequista: “Los catequistas, cuyo oficio tiene verdadera importancia para el progreso de los catecúmenos y el aumento de la comunidad, tengan parte activa en los ritos en cuanto fuere posible. Cuando enseñan, procuren que su doctrina esté llena del espíritu evangélico, acomodada a los símbolos y tiempos litúrgicos, adaptada a los catecúmenos y enriquecida, en cuanto sea posible, con las tradiciones y usos locales. Más aún, señalados por el Obispo, pueden realizar los exorcismos menores (Cfr.n.44) y las bendiciones, de que se trata en el Ritual nn.13-114)[22]”.
Mientras no encontremos otra palabra, creo que podemos hablar deacompañantes o personas cuya función es acompañar a otros en el proceso inicial de evangelización. Su misión no será otra que la de ayudar a la persona a “tomar conciencia y a consentir a una Presencia con la que ese sujeto ha sido ya agraciado: esa Presencia originante de Dios y de su gracias que hace de él un sujeto creado a imagen de Dios y dotado de una fuerza divina de atracción que le inscribe en el horizonte sobrenatural de la gracia”[23].
 
Palabra final
 
Creo que estamos lejos de ver la institucionalización de la etapa previa a la catequesis en las comunidades cristianas… Cuando la necesidad nos obligue con una fuerza más imperiosa y cuando dispongamos de materiales apropiados que nos ayuden a estructurar el tiempo pre-catequético, nos será más fácil. Mientras tanto, es oportuno ir sembrando la idea para quelas comunidades la pongan en el horizonte de su organización.
Muchos problemas que experimenta la catequesis hoy tienen su raíz en la falta de “preparación del terreno”.

ÁLVARO GINEL

 
[1] 1910, 8 de agosto, Pío X. Decreto de la Congregación de Sacramentos sobre la comunión frecuente de los niños: Quam singulari.
1923, 29 de junio, Pío XI, Motu Proprio Orbem Catholicum por el que se crea el “Oficio Catequístico General”, dependiente de la Congregación del Concilio, con la misión de dirigir y fomentar la acción catequética por toda la Iglesia.
1935, 12 de enero, Pío XI, Decreto Próvido sane Concilio sobre cómo debe ser cuidada la catequesis y normas sobre su estructuración. Se propone la Asociación de la Doctrina Cristiana en todas las parroquias, se pide la constitución de los Secretariados Diocesanos de Catequesis, la celebración del día de la catequesis, la formación de los catequistas
[2] Luis RESINES, Historia de la catequesis en España, CCS, Madrid 1995.
[3] nº 62.
[4] DGC 46.
[5] DGC 48.
[6] DGC 49.
[7] nº 62.
[8] DGC 48.
[9] DGC 61.
[10] Javier SALINAS, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones. Ponencia en las XXXIV Jornadas de Vicarios de Pastoral. El Escorial, 28-30 de abril de 2008.
[11] Un estudio completo lo tenemos en Joseph GEVAERT, El primer anuncio, Sal Terrae, Santander 2004.
[12] DGC 63.
[13] Michel DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, DDB, Bilbao 1986. También, Brève histoire du catéchuménat, Abidjan, 1980.
[14] Álvaro GINEL, Acoger a los que vuelven, en “Misión Joven” 376(2008)5-16. Cuadernos CJ,¿Porqué volví a la fe? Cuatro Testimonios, en http://www.fespinal.com/espinal/llib/es159.pdf
[15] Francesc TORRALBA ROSELLÒ, Suscitar el encuentro con Dios. Insinuaciones y resistencias. .Ponencia en las XXXIV Jornadas de Vicarios de Pastoral. El Escorial, 28-30 de abril de 2008. Me parece interesante la reflexión que lleva a cabo el Departamento Pedagógico Pastoral de Escuelas Católicas de Madrid, Reflexiones en torno a la competencia espiritual, Madrid, documento sin fecha. Ver un resumen del libro en “Religión y Escuela”, 227(2009)22-29. Esta perspectiva me parece un buen ejemplo de etapa misionera en el ámbito de la escuela, al menos de la Escuela Católica.
[16] DGC 189-214.
[17] DGC 176.
[18] RICA, Observaciones Generales 7.
[19] RICA, Observaciones Generales 8.
[20] RICA, Observaciones previas 42.
[21] RICA, Observaciones previas 43.
[22] RICA, Observaciones previas 48.
[23] Juan MARTÍN VELASCO, La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea, Sal Terrae, Santander 2002, p. 85.