Evangelizar la ciudad secular

1 diciembre 2001

PIE AUTOR:
Norberto Alcover es periodista y profesor de Teoría de la Comunicación en la Universidad Ponticia Comillas (Madrid).
 
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO:
Arrancando de «la Encarnación como misterio permanente» y sirviéndose de referencias artísticas que acercan narrativa y plásticamente a cada una de las formulaciones teóricas, el autor analiza la «naturaleza de la ciudad secular» para postular correlativamente una evangelización que arranque de una «encarnación secular» que, entre otras condiciones, exige una descodificación de la actual formación de los agentes de pastoral y una seria preparación que pasa por los medios de comunicación.
 
 
 
 
Aunque la nueva generación de agentes de pastoral, tanto clérigos como seglares, vayan abriendo caminos un tanto nuevos a la evangelización en las nuevas estructuras ciudadanas, la verdad es que todavía andamos sumergidos en este reto límite para la misión anunciadora de la Iglesia: cómo conseguir que el Evangelio del Señor Jesús, vinculado de forma tan radical a un determinado tipo de cultura (la oriental/judía), pueda abrirse paso en una realidad tan sumamente diversa a tal cultura, como es la llamada ciudad secular, en general de corte occidental y sin apenas restos de religiosidad en su vida cotidiana. Extraña situación que, si no fuera por nuestra obligación creyente/eclesial, daríamos por solventada con el abandono mismo de una pretensión casi imposible.
 
Sin embargo, existe una raíz sustancial en la misma naturaleza de esta ciudad que se adjetiva con el concepto de secular, que nos permitirá acceder a una serie de posibilidades de presente y de futuro en el terreno evangelizador, siempre y cuando seamos capaces de admitir que para un tipo de ciudad nueva, se hace absolutamente necesaria una pastoral también nueva, de forma y manera que el Evangelio encuentre lugar y forma diferentes a las existentes hasta no más de 25 años. Hasta entonces, Dios era alguien necesario para entender la realidad ciudadana, mientras que en este momento es perfectamente posible estarse un tiempo en Viena, Berlín, Nueva York, Pekín o el mismo Madrid, sin que Dios resulte ni necesario ni mucho menos urgente a la hora de comprender la naturaleza de esas ciudades como «casas en el tiempo».
 
 

  1. La Encarnación como misterio permanente

 
Hay dos maneras absolutamente diferentes de contemplar este misterio fundante que es la Encarnación del Cristo de Dios en el Jesús humano. Una consiste en hacer de tal misterio algo puntual por histórico y narrativo: Dios se encarnó en Jesús en un momento dado y, desde entonces, vivimos referidos a tal realidad pero en cuanto esa misma realidad dejó de producirse en el tiempo y espacio humanos.
La segunda manera es muy diferente: la Encarnación de lo divino en lo humano tiene una doble lectura, duplicidad que, en su complementariedad, nos permite comprender y experienciar el misterio encarnatorio de forma completamente desveladora del sentido último de la historia y del sujeto histórico como acumulación narrativa. De tal manera que cualquier reto evangelizador pasa necesariamente por esta doble lectura de la Encarnación del Cristo en Jesús.
 
Cuando la Palabra se hace Carne, en un hacerse que resulta imposible de explicar aunque sea levemente, toda la Carne resulta afectada por la presencia en ella misma de la Palabra, y así, en la misma medida que la Carne se desarrolla en el tiempo y espacio humanos, también lo hace la encarnadura de la Palabra.
Se trata, pues, de un doble acto deseado por la Paternidad de Dios: acto de inmersión puntual y acto de extensión histórica. En otras palabras, la Palabra se hace Carne en una encarnación tan completa desde el comienzo como necesitada de crecimiento en el tiempo y espacios humanos. La inmersión está potenciando una y otra vez esa extensión. Y la extensión se verifica en todo lo humano histórico, precisamente en la medida en que lo humano histórico, del menor al mayor detalle, se verifica en lo cotidiano.
Nada escapa a esta complementariedad entre inmersión y extensión, pero al mismo tiempo, cuando se olvida esa complementariedad, entonces caemos en una suerte deencarnación estática y reductiva, que saca fuera del devenir espacio/temporal al conjunto de las cuestiones a resolver para evangelizar. La consecuencia es obvia: sin presencia de un Cristo Jesús que se hace Carne en las sucesivas presencialidades históricas cotidianas, es imposible descubrir en esas presencialidades la potencia expansiva del Cristo Jesús siempre viviente.
 
Por ello mismo, tal es la raíz sustancial de todo proyecto pastoral de corte cristiano: la historia se encamina hacia su plenitud en la medida en que los hombres y mujeres de cada momento histórico son capaces de leer cómo se presencializa el Evangelio en las realidades históricas más obvias por terrenales e inmediatas. Ahí está la raíz de todo.
 
 
Ä Referencia artística
 
Dado que la ciudad secular ha entronizado unos nuevos templos/capillas como son las salas cinematográficas, sin las que resulta imposible explicarse la factura del hombre y mujer contemporáneos, en cada situación de este texto y como referente, comentaremos brevemente una película susceptible de visionarse en vídeo. Así, cuando llevamos escrito, constituye el basamento último de esa obsesiva búsqueda de la belleza en estado puro, que realiza el profesor Von Achenbach en la persona del atractivo Tadzio, y que, en su ambigüedad, acaba por destruirlo en la arena del Lido veneciano (Muerte en Venecia, Luchino Visconti, 1971).
 
La metáfora es de una sublime sencillez: se busca lo perfecto en su dimensión absoluta en la medida en que está hecho carne en Tadzio, pero además, se le puede rozar con la mano porque además de estar hecho carne… siempre permanece en su hacerse carne en la vida concreta, verbal, gestual, mostrada, del provocador Tadzio. Tadzio/inmerso es Tadzio/extenso. Así, y solamente así, el viejo maestro de música se aproxima a lo que, de suyo, es indominable por serlo inalcanzable: la belleza perfecta. Y en esa búsqueda, agotadora y desesperante, sobreviene nada menos que la muerte, como especie de identificación radical con cuanto se buscaba. Pocas veces el arte moderno ha plasmado de forma tan inteligente y bella esa encarnación del Misterio en lo Material, de la Palabra en la Carne, pero también, de  lo Metahistórico en lo Histórico, que tal es nuestra llevada y traída ciudad secular.
 
 

  1. Naturaleza de la ciudad secular

 
Escribir sobre la ciudad secular no es lo mismo que hacerlo de la ciudad secularista, porque se trata de dos perspectivas completamente diferentes. Ciudad secular es la que, superado el momento en que lo divino impedía la autonomía de lo estrictamente humano e invadía un campo que no era el suyo, para el carro y comienza a formularse como ciudad establecida según una recta comprensión entre la dimensión humana y la dimensión divina, entre lo inmanente y lo trascendente, entre «las cosas atañentes al hombre en cuanto hombre» y en esas otra que le atañen «porque se relaciona con Dios».
 
Si propusiéramos un tipo de ciudad en que lo divino ha sido completamente eliminado y barrido, estaríamos hablando de una ciudad secularista y no secularizada, si bien, en determinados casos, ya haya comenzado a darse esta tipología de ciudad secularista. En la que estamos analizando, de cara a su necesaria evangelización, Dios tiene su lugar: otra cosa es que nosotros, en cuanto Iglesia, no hayamos sido capaces de encontrarle las vueltas a la presencialidad del Cristo hecho Carne en sus estructuras y en su ponerse cotidiano. Una cosa para nada quita la otra, y es muy urgente caer en la cuenta de tal cosa.
 
Si es así, el problema a resolver por el creyente cristiano no será dónde colocar la encarnación sino cómo descubrir la presencia de la encarnación en los plurales datos de la ciudad secular. Nunca deberíamos preocuparnos por «colocar en» sino por «descubrir cómo», pues la posibilidad de evangelización sabemos que está dada en todas las presencialidades de esta compleja ciudad secular y no secularista. El problema está, así, en saber mirar para poder descubrir. Porque cuando descubrimos la presencia encarnada de Dios en alguna realidad histórica, entonces podemos establecer su correspondiente pastoral de respuesta: pero no desde afuera hacia adentro, antes bien desde adentro (de la realidad) hacia afuera (de la pastoral).
Dicho de otra manera, la evangelización será la respuesta adecuada y adecuadora que el pastoralista cristiano emite como quien descubre huellas presenciales de lo divino en lo humano, del Cristo Jesús encarnado de una vez por todas pero también extendido en su encarnación a todo tiempo y espacio humano históricos.
 
Ä Referencia artística
 
José Luis Garci no es un intelectual cinematográfico, pero está en posesión de esa capacidad intuitiva popular, que le conduce a expresar cuestiones muy hondas en breves expresiones sencillas y hasta populistas. En Canción de cuna (España, 1994), esa bellísima introducción en el universo de unas religiosas de clausura, escuchamos estas palabras eminentes: «quien sabe mirar sabe amar», en evidente elogio del cine en cuanto arte de la mirada, si bien no deja de ser cierta la lectura de la frase al revés: «quien sabe amar sabe mirar», lo que implica otro elogio a la esencia del ser cristiano, que es un amor que ama. Pues la verdad es que, tomando a José Luis Garci como referente, cuando acertamos a mirar lo real con ojos limpios de evangelio creído, entonces estamos amando esto o lo otro, porque nuestra mirada es la mirada del Jesucristo encarnado en nosotros mismos. El que mira bien, es el que ama bien. Y el que ama bien, de forma irreductible, encuentra esas presencialidades del misterio divino en la ciudad secular, que no secularista.
 
Si todo esto es así de sencillo, y para nada es facilitón, ¿por qué no comenzar a establecer un ejercicio pastoral fundado en la mirada, de forma que los agentes de pastoral vayan percibiendo dónde está realmente el Señor Jesús, invitándonos a encontrarnos con él y precisamente para mostrarlo a nuestros hermanos allí presentes? Insistimos en que llegado el momento de abandonar una «pastoral desde fuera hacia adentro» para sustituirla por otra «desde adentro hacia fuera», pues es en el adentro donde nos espera Jesucristo en tantas presencialidades ciudadanas seculares. Saber mirar. Y entonces ser capaces de todo y mucho más porque sabremos amar. El buen arte siempre acaba por resultar un camino antropológico de alta fiabilidad.
 
 

  1. Evangelizar desde la encarnación secular

 
Llegados aquí, la cuestión se formula con gran delicadeza y sentido: ¿cómo será posible evangelizar/entregar la buena noticia del evangelio, sumergidos en esa ciudad secular y desde el horizonte encarnatorio? Porque si no alcanzamos esta dimensión de la problemática, permanecemos al margen de la misma, y solamente dedicaremos nuestros esfuerzos a repetir las medidas tantas veces comentadas y tantas otras verificadas ante la apatía de la gente. O de una vez intentamos dar con determinaciones originales en función de cuanto llevamos escrito, o estaremos por enésima ocasión ante toma de postura voluntaristas pero completamente ineficaces. Si la ciudad secular es nueva, confrontémosla desde una estrategia también nueva por renovadora de lo ya cumplido. La cuestión, repetimos, siempre residirá en responder pastoralmente a la «extensión encarnatoria» ya propuesta con anterioridad.
Nuestras concretas propuestas son las siguientes:
 

Aceptar como una realidad urgente que la Parroquia debe de soportar una visión absolutamente transformadora de su naturaleza, de su estructura y de su función en el contexto de la ciudad secular

 
La atomización progresiva, cuantitativa y cualitativa, de las nuevas formas ciudadanas, no soporta una partición del territorio y de las urgencias evangelizadoras tan racionalista como la actual, siempre subordinada a una concepción verticalista parroquial. Hay que marchar hacia una concepción horizontalista parroquial, en la que se proceda por ámbitos que acojan amplias zonas de la ciudad secular, aunque pertenezcan, a su vez, a determinados ámbitos de naturaleza más vinculada al culto y a los sacramentos.
 
Por ejemplo: el ámbito de la cultura creativa, el ámbito de las articulaciones sociales, el ámbito de la  mujer, el ámbito político, el ámbito de la marginalidad, el ámbito de la vida sacerdotal, el ámbito de religiosos/religiosas, etc. Cada Parroquia tendrá creyentes vinculados a algunos de estos ámbitos, pero existirán estructuras supra/parroquiales para afrontar sus necesidades de pervivencia, de formación y de identidad. El universo parroquial conservará la única responsabilidad de «cuidar espiritualmente/personalmente de tales creyentes».
 
Ä Referente artístico
 
Philadelphia, de Jonathan Demme (EE.UU., 1993), es un ejemplo clarísimo de esta primera propuesta. Al personaje protagonista del film, es imposible que llegue una actividad parroquial estructurada como hasta hoy. Sin embargo, los responsables de un posible «ámbito del SIDA» en la ciudad secular, de carácter interparroquial, estarían en disposición de asumir el caso y ver de darle alguna solución. Hay que comenzar por llevar a cabo una estrategia de dimensiones verticales/estáticas vinculadas a un permanente lugar, y otras horizontales/dinámicas, pendientes de urgencias móviles en el complejo mundo de la ciudad inmensa, en la que somos y existimos sin remedio.
 

Reformulación de los lugares en que el hombre y la mujer habitantes de la ciudad secular, en todos sus momentos, pero especialmente los dedicados al ocio, son susceptibles de engendrar situaciones de encuentro entre ese ocio, el que sea, y la oferta del Evangelio como respuesta, puede que muy indirecta a efectos estratégicos, al ocio disfrutado.

 
Determinar tales lugares será una tarea inicialmente en manos de los sociólogos y psicólogos, que ofrecerán el resultado de los lugares analizados y no menos de sus integrantes. ¿Qué debemos organizar en ese lugar ya analizado? Sencillamente, algo así como un «Club de Dios», en el que las personas integradas en el ocio lugareño, sepan que pueden entrar en ese club, para charlar, para aquietarse, para rezar, para parar el carro de la vida, convertida en ocio inmediatista y extrínseco a sí misma. Tales clubs, nunca dependerán de la Parroquia más cercana, antes bien, formarán uno de los planteados ámbitos de carácter horizontalista. La gracia radica en permitir y en colaborar a que un creyente en cuanto tal, un indiferente o un agnóstico puedan abrir una puerta y encontrarse con lo que constituye una oferta atractiva por diferente: el club de Dios.
 
ÄReferente artístico
 
Días contados, de Imanol Uribe (España, 1994), nos permite contemplar todo un ambiente en que drogadicción, venta de cuerpos, marginalidad y hasta terrorismo, se cruzan de forma normal y cotidiana, para producir asco y piedad. Se trata de una submundo cutre, humillante y despersonalizado, en que el ser humano es objeto de compra y venta como cualquier otro objeto, convertido el barrio en una informe masa de perdedores. La abundancia de películas de esta naturaleza, permiten no insistir más en este ambiente que actualmente recorre todas las ciudades que superen los 200.000 habitantes. Un submundo gris de estercolero: si en él mueres, te entierran y nada más. No se trataría de algo exactamente igual a los «clubs humanos». El evangelio sana cuando se ofrece explícito, pero no menos cuando se le entrega a través de mediaciones inteligibles por los «pacientes». En tales lugares no se trata de rehabilitar complemente a un marginal, sino de salir al encuentro en un momento dado, si bien pueda repetirse en el tiempo cuantas veces lo quiera así. Es saber que saben que estamos junto a ellos.
 

En el universo ciudadano secular existe un sector que, en cuanto tal, suele escaparse a la evangelización eclesial/parroquial

 
Me refiero al mundo intelectual, a la gente dedicada a vivir desarrollando ideas, proponiendo defensas y acusaciones ciudadanas, gente, en fin, con una altura de inteligencia y de sensibilidad fuera de lo normal, y que ayuda a desarrollar sistemáticamente, un estilo de vida, un estilo de relacionarse y, en fin, un estilo de concebir lo real. Es cierto que tales personajes están atravesando un pésimo momento social, pero seguramente también se vislumbra la posibilidad de que, dado tanto tono gris y hasta sensación de vacío, comiencen a surgir peticiones de que retornen cuanto antes. Sería el retorno de los maestros.
 
Ä Referente artístico
 
La lengua de las mariposas, de José Luis Cuerda (España, 1999), relata, con sereno espíritu contemplativo, la presencia en un pequeño lugar, de un profesor/maestro republicano, auténtico experto en vida, que de forma permanente enseña, sugiere, armoniza, desde su cultura, su inteligencia y su bondad. Los pequeños le admiran y los mayores le veneran, a pesar de sus discrepancias políticas. De forma parecida, el hombre y la mujer cristianos tienen ante sí un fustigante panorama evangelizador: se trata de no ocultar la propia pertenencia a la fe en Dios por medio de la Iglesia, erigiéndose, cada quien, en sus tareas de todo tipo, en referente intelectual del misterio de Dios. Porque, lentamente, hemos ido abdicando de una fe manifestada, de una esperanza encubierta y de una caridad ofrecida, de tal forma que quienes nos rodean pueden preguntarse, con todo derecho, qué es eso de lo que hablamos unos con otros los creyentes.
 
Todo lo anterior, y que solamente es un pequeño muestrario de las posibilidades de reestructuración horizontalista eclesial/parroquial, tiene dos condiciones de posibilidad de realización:
 
n Una descodificación de la actual formación de los agentes de pastoral, haciéndoles tener presente la necesidad urgente de modificar su forma y fondo de formación, de manera que tal formación corresponda a la complejidad de la sociedad y ciudad secular en que deberán moverse. No se trataría ya de prepararse para una Parroquia estilo «ámbito verticalista», como hasta ahora. Se trataría de prepararse para parroquias en la línea de «horizontalismo móvil», con sus correspondientes «ámbitos según las exigencias», con sus «clubs de Dios» y sus «clubs humanos» siempre cercanos al mundo del ocio, y con sus «preparados intelectuales» de forma que quienes nos rodean reencuentran en todos nosotros un motivo para sobrevivir desde la esperanza en nuestra ciudad.
 
n La conciencia seriamente admitida de que la ciudad secular, en su mayoría de casos, está en manos de los poderes mediáticos, incapaz de evitarlos o matizarlos. Los digiere, los maldigiere y le causan males nunca comentados. Es preciso conocer los medios, estar en posesión de sus correspondientes elementos de lectura, hasta llegar a ser capaces de descifrar sus mensajes, todos ellos llenos de intencionalidades. Inclusive se hace cada vez más urgente la participación de agentes pastorales en los mismos medios, aceptando su dureza. Un film como Eyes wide shut (USA, 1999), el último film del gran Stanley Kubrick, resulta completamente diferente si sabe leerse o si permanecemos en él a nivel de mera narración; y las posibilidades de presencia cristiana en prensa y televisión, no ofrecería dificultades si, desde las cúpulas, se careciera de miedo a posibles confrontaciones.
 
 

  1. ¿De verdad lo queremos?

 
Si recuperamos el comienzo del este texto, que no en vano se encuadra en uno más amplio: «La ciudad como lugar teológico», comprendemos que la evangelización corresponde a dos parámetros igualmente relevantes: el parámetro de la concepción teológico/encarnacionista de la historia, y el parámetro de la concepción horizontalista de la parroquia. Y si la historia contiene elementos subyacentes de divinidad, de forma que continuamente Jesucristo está encarnándose en ella, algo parecido sucede con el hecho parroquial: que la verticalidad vinculada a un lugar fijo, se sucede en el tiempo en una parroquia con extensiones en los lugares más inverosímiles, lugares que, de suyo, mejor sería que no perteneciesen a la misma parroquia, sino que se mantuvieran dependientes de organizaciones supraparroquiales.
 
Quiere decirse que nos ha llegado el momento en que una concepción teológica como la sostenida —hace tantos años ya— por el gran Rahner, ahora, en este nuevo tiempo secular y secularizado, aparezca como condicionado la configuración de lo que resulta medular en el organigrama eclesial de la evangelización ciudadana: si Jesús, el Cristo, es móvil en toda realidad, entonces no podemos enfrentarnos a esta situación desde la inmovilidad y fixismo evangelizadores. Deberemos acudir allí donde esté Jesucristo espontáneamente, en los lugares de ocio, en ese cúmulo de situaciones límite en que los humanos vivimos, en los ámbitos de estancia y existencia intelectuales, y tantas otras situaciones que, espontáneamente, no acudirán al encuentro de la Buena Noticias porque no forma parte de sus intencionalidades. Se acabaron los días fáciles de «esperar adentro a los de afuera» (porque no vendrán); por el contrario, es necesario y urgente salirles nosotros a su encuentro, en un movimiento desde nuestro adentro a su afuera, para ver de interesarles por el evangelio sumergido en sus vidas, en sus ámbitos, en sus realidades.
 
En esta tarea, debemos dar cancha a los imaginativos, a los creadores, a los innovadores, incluso a quienes nos desconciertan con sus propuestas, para que nos ofrezcan sus hallazgos pragmáticos. Y los que ostentan el servicio de coordinar, Papa y Obispos, pero no menos Superiores Religiosos, bien harían en secundar estas iniciativas, porque en ellas nos va el futuro del conjunto eclesial que a todos incumbe. En definitiva, lo importante es viajar hacia lo desconocido, sabedores de que Dios camina a nuestro lado. Un Dios, manifestado en la encarnación de Jesucristo, que late siempre en la ciudad secular. Nuestra ciudad. n
 

Norberto Alcover

estudios@misionjoven.org
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

FÓRUM «EVANGELIZACIÓN JUVENIL Y ESCUELA CRISTIANA»

Centro Arrupe – Valencia

 
¡ 31.10.2000          Psicopatías juveniles: su prevención en la familia y en la escuela
Vicente Garrido Genovés (Conferencia).
¡ 4-5.11.2000         La relación de ayuda: escuchar, responder, dialogar
Javier Ortigosa (Cursillo).
¡ 11.11.2000          El Dios de la experiencia cristiana
Andrés Torres Queiruga (Cursillo «Evangelización Juvenil/1»).
¡ 25.11.2000          Aprender a orar
José Antonio García Monge (Cursillo).
¡ 13.1.2001            Los contextos y formas de la experiencia de Dios
Xavier Quizá (Cursillo «Evangelización Juvenil/2»).
¡ 16.1.2001            Una escuela alternativa en la sociedad global
Joaquín García Roca (Conferencia).
¡ 17.1.2001            Posibilidades y límites de una escuela en tiempos de LOGSE

  1. Alonso-F. Marhuenda-I. Martínez (Conferencia).

¡ 17.2.2001            Los pobres y excluidos, lugar de experiencia de Dios
Toni Catalá (Cursillo «Evangelización Juvenil/3»).
¡ 10.3.2001            Perspectiva antropológica de la experiencia de Dios
Pedro Rodríguez Panizo (Cursillo «Evangelización Juvenil/4»).