EXCLUSIÓN SOCIAL Y EVANGELIZACIÓN

1 marzo 2010

“Se anuncia a los pobres la Buena Nueva”

(Mateo, 11,5)

En la época que nos toca vivir parece que no a todas las personas les resulta cercana la Iglesia, ni sus acciones. Pero quizás, estas mismas personas, sientan respeto y admiración por muchos cristianos comprometidos con los más pobres aquí o en otras partes del mundo. Estos cristianos hacen visible el rostro caritativo de la Iglesia. Que la Iglesia está con los más pobres lo saben especialmente los pobres.
La historia de la Iglesia, la vida de los santos, es un continuo discurrir de iniciativas y obras de caridad. Esta historia gloriosa y sorprendente nos permite constatar que la caridad toma muchos rostros: la misericordia, la justicia, el servicio, la creatividad pastoral.
En ocasiones quienes están desarrollando programas en la exclusión social se preguntan si queda claro su empeño evangelizador. No quieren dar nada por supuesto.
Este es un tema apasionante, y por eso Misión Joven lo quiere abordar. Para ello ponemos en relación ‘Exclusión Social’ y ‘Evangelización’, desde la perspectiva de la segunda.
La Pastoral de la Iglesia es siempre misionera. Una urgencia de la misión, en el mundo de hoy, es la evangelización. Así lo dice el Magisterio de los últimos Papas. Al hablar de la evangelización se habla de Anuncio del Evangelio y del Testimonio de vida. En los lugares de exclusión social, no siempre se puede empezar por el anuncio del evangelio, pero lo que no cabe duda es que nunca puede faltar el testimonio de vida cristiano.
Quisiera primero presentar los tres artículos de este número de la revista y después concluir con algunas breves reflexiones.
El primer artículo lo firma Jean Marie Peticlerc, salesiano francés, reconocido pedagogo e impulsor de iniciativas en favor de jóvenes excluidos.Peticlerc afirma que evangelización y lucha contra la exclusión van unidas. Propone, en su artículo, el acompañamiento como metodología en el trabajo de excusión social. Pero él no habla de un acompañamiento sin más, sino de un acompañamiento iluminado por las virtudes teologales (fe, esperanza, caridad). Este acompañamiento se convierte en acompañamiento evangelizador.
Rafel Gasol y Ferran Solé llevan muchos años trabajando en programas de exclusión social en Cataluña. Se preguntan cómo evangelizar en estos contextos. Su experiencia les anima a plantear itinerarios de evangelización en lugares de exclusión. Itinerarios que sean diversificados, que tengan muy en cuenta las experiencias significativas y las experiencias bisagra, que estén animados por una comunidad que se convierte en referencia.
El último artículo, escrito por José Luis Segovia, es una bocanada de aire fresco. Reconoce que, a pesar de las dificultades, hay significativos “brotes verdes” del Reino en la exclusión. Los “brotes verdes” es lo que el Concilio llamaba signos de los tiempos. El primero de estos brotes es una Iglesia que tiene una oportunidad histórica por contar con hoy con muchos cristianos convencidos de su fe (de una u otra tendencia); el segundo es que el mundo de la marginación está repleto de ejemplos de bondad natural (todavía hay quien apuesta por la acogida y la hospitalidad). Acaba José Luis Segovia con una invitación: “Sólo una radical apertura al mundo y a los otros como lugar de Dios, desde el no poder, nos permitirá en algunos casos detectar señales de la primavera de su presencia”
“Llamó a su a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a Doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios” (Marcos 3,13-15).
 
Recojo algunas claves que nos ofrecen los articulistas, las leo desde el texto de San Marcos de la elección de los discípulos. El evangelista habla de tres encomiendas para el discípulo: estar con Jesús, predicar y expulsar demonios.
En nuestra presentación para dar unas pistas sobre cómo evangelizar en lugares de exclusión empezamos por lo más genérico y concluimos con lo más específico.
Evangelizar en lugares de excusión es “expulsar demonios”.  Luchar contra el mal, ‘expulsar demonios’, es ya una tarea evangelizadora. Unimos nuestras fuerzas a tantas otras personas e instituciones que buscan un mundo más justo.
Evangelizar en lugares de exclusión es “estar con Jesús”. Descubro en este segundo enunciado la necesidad de unos educadores cristianos no sólo formados técnicamente,  sino cristianamente vitalizados. “La unión con Cristo es unión con todos los demás a los que él se entrega” (Benedicto XVI, DC 14). Aquellos educadores cristianos que viven su fe, llevan en sí un gran don, un gran atractivo. Estar con Cristo implica entregarse a los demás. Por eso podemos decir que estos educadores, con su testimonio vital, son un puente para el evangelio. Dejan, en sus destinatarios, la pregunta sobre qué les mueve, qué han descubierto, dónde sacan esa alegría, esa fuerza. Estos educadores saben evangelizar con su vida, su trato acogedor y sanador, su amor incondicional. Evangelizar de esta manera es mostrar interés por la vida de estos jóvenes excluidos, es acercarse donde se encuentran y ponerles en situación de dar. Olvidarse de la fuente, olvidarse de Dios, puede hacer que la acción social se desconecte de todo mensaje religioso, de toda experiencia de fe. Este peligro existe en también en algunos de nuestros programas de acción social.
Evangelizar en lugares de exclusión también puede ser “predicar”. El anuncio del evangelio, predicar, es siempre un gesto de amor. No es nunca actitud de proselitismo. Parece necesaria, cuando la prudencia pedagógica lo permita, la evangelización explícita, al mismo tiempo que se lucha contra la pobreza. En los tiempos de Jesús eran los pobres quienes mejor entendían el evangelio. “Se anuncia a los pobres la Buena Noticia” (Mateo 11,5).  Si esto es así…también los proyectos de exclusión social pueden contar con su plan pastoral (convivencia positiva, clima de optimismo y alegría, un clima abierto a Dios, un clima de colaboración, anuncio del mensaje cristiano). “El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor” (Benedicto XVI, DC 31).
 

KOLDO GUTIÉRREZ

 
 

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