EXPERIMENTAR LA COMUNIDAD

1 abril 2011

“Lo que vimos y oímos os lo anunciamos también a vosotros

para que compartáis nuestra vida,

como nosotros compartimos con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

Os escribimos esto para que se colme vuestra alegría”

 (1 Juan 1,3-4)

 
La tendencia al individualismo y el deseo del encuentro componen una de las paradojas que caracterizan nuestro contexto social posmoderno. Esta dialéctica la vemos reflejada también en la pastoral juvenil. Entre quienes se dedican a la educación y a la evangelización de los jóvenes se habla de la personalización de la fe en el seno de grupos eclesiales como de una gran oportunidad, y al mismo tiempo se comprueba la fragilidad de las vinculaciones con la comunidad y un débil sentido de pertenencia.
El reciente informe de la Fundación Santa María (Jóvenes 2010) dice que, entre los jóvenes españoles que se consideran católicos, un 69% de ellos opina que se puede vivir la fe individualmente, sin necesidad de compartirla con una comunidad de creyentes. Este es un dato, leído desde la fe, se convierte en un reto pastoral. Vemos dibujada la dificultad que tiene la pastoral juvenil para hacer visible la eclesialidad de la fe y la vida comunitaria.
 
Ser cristiano
Ser cristiano es ser discípulo de Jesús y vivir como tal. Reconocemos que misteriosamente el Espíritu hace que nuestro corazón se encuentre disponible para las cosas de Dios, para el encuentro con Él y su Palabra.
Podemos decir que la fe no nace simplemente de nuestra experiencia aunque ésta experiencia sea necesaria, ni se llega a la fe únicamente por la reflexión, aunque ésta nos ayude a entender la lógica interna de la fe.
¿Cómo se llega a la fe? A la fe se llega por la Iglesia, por la comunidad cristiana, y esto supone: el anuncio, la Palabra de Dios que toca nuestro corazón, el agua del bautismo, la eucaristía, la confirmación, la esperanza compartida, el compromiso, la fidelidad…Quedamos marcados por esta experiencia eclesial que nos guía a la experiencia del Dios trinitario. Pero todos sabemos que la fe no es una tranquila posesión, sino que está sometida a sacudidas, es puesta a prueba y se puede perder.
 
Comunidades juveniles
Nuestra revista, en distintos momentos de su historia, se ha acercado al fenómeno comunitario desde una clave teológica y pastoral. Entendemos que la comunidad es sujeto, ambiente y objeto de nuestra pastoral. Por eso subrayamos la importancia y la necesidad de la vida comunitaria.
Dentro de este fenómeno comunitario, las comunidades juveniles ocupan un lugar original. En este número de Misión Joven queremos acercarnos a las comunidades juveniles. Nos preguntamos dónde están, qué están viviendo, cuáles son sus dificultades y cuáles sus retos.
 
Sobre los artículos
Para el Consejo de redacción de la revista era importante, como punto de arranque, acercarse a algunas comunidades juveniles concretas y darles la palabra. Hemos pedido a algunas de estas comunidades que escriban su experiencia y su trayectoria. Evidentemente presentamos solo un botón de muestra, porque comunidades juveniles hay otras muchas.
Hemos pasado estos testimonios a dos especialistas: Luzio Uriarte y Álvaro Ginel. Les hemos pedido que hagan una lectura de los textos valorando el camino humano y el camino de fe que dejan ver.
El último artículo se lo hemos encomendado aJosé Luis Pérez Álvarez, fundador de las comunidades Adsis. José Luis lleva muchos años ocupándose de la trayectoria de las comunidades juveniles. Nos ofrece interesantes reflexiones teológico-pastorales, además aborda aspectos muy concretos sobre los dinamismos en la configuración de la comunidad juvenil y sobre la adultez personal y comunitaria.
 
Experimentar la comunidad
“Experimentar la comunidad”, es un título sugerente para abordar este tema. Refleja, así creemos, el gran reto pastoral que se nos presenta con el fin de colaborar al nacimiento y a la maduración de comunidades juveniles. También, el título invita a acompañar a los jóvenes para que experimenten la belleza de la vida cristiana reflejada en las comunidades juveniles.
Las comunidades juveniles, como toda comunidad cristiana, pueden decir que Jesús, el Cristo es el verdadero centro de la vida donde el evangelio se convierte en norma de vida, y donde se ponen en práctica los valores evangélicos del amor y del servicio fraterno, de la fraternidad y de la comunión, del anuncio, de la celebración y la oración.
Toda comunidad juvenil, como toda comunidad cristiana, necesita hacer visible su eclesialidad viviendo unida a la Iglesia que es ‘comunidad de creyentes’ (LG 9), ‘comunidad fraterna’ (GS 32), ‘comunidad de vida, de verdad y caridad’ (LG 9).
 

KOLDO GUTIÉRREZ

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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