Los carnavales
Desde hace mucho tiempo, en la mayoría de nuestros pueblos y ciudades se celebra la fiesta del carnaval. Es cierto que los carnavales son fiestas en algunos lugares importadas o de tinte consumista, fiestas que nacen de intereses claramente comerciales. Pero también es cierto que en muchos sitios son fiestas que surgen de la raíz del propio pueblo.
Perspectiva educativa
La fiesta del Carnaval cae este año a finales de febrero. Creemos que es una buena ocasión para evangelizar desde lo popular, desde la fiesta, desde la cultura y, por qué no, una buena ocasión para dar una lectura distinta a la mayoritariamente consumista.
Creemos muy interesante integrar en nuestros centros educativos esas acentuaciones que en cada zona o pueblo resuenan en la mayoría de sus habitantes. Pensamos que es un deber de los educadores de niños y jóvenes estar atentos a esa tradición recuperada, a esa fiesta popular, a esa costumbre que se vuelve a potenciar.
Desde nuestra perspectiva y desde nuestros valores, intentaremos contagiar los valores que, desde nuestra propuesta educativa, pensamos como valores alternativos, valores que humanizan. Por eso creamos que es idóneo potenciar la fiesta del carnaval desde esta perspectiva, por lo menos en los pueblos de España que surge del pueblo.
Objetivos y propuestas
Incluir los carnavales dentro de nuestro plan de actividades debe partir de unos objetivos que queremos potenciar. Y aquí cada equipo de animadores y animadores, desde su realidad, tendrá que priorizar y poner el acento en los que crea más urgentes o más importantes que sus destinatarios descubran o potencien.
Ponemos varios ejemplos que muchos educadores estarán ya llevando a cabo:
- Potenciar el valor de la participación haciendo entre todos una comparsa en la que, desde la idea de realizarla hasta el último detalle, pasa por todos los componentes del grupo. Cuando alguien hace la propuesta, todos nos unimos y la sentimos nuestra enriqueciendo la primera idea original de aportaciones. Desde técnicas de creación colectiva podremos ir definiendo contenidos, procesos, métodos organizativos etc.
- Afirmar el valor de la creatividad en que el diseño de vestuario y de las coplillas que cantamos, de modo que se realice entre todos, seleccionando las mejores ideas y llevándolas a la práctica. No se trata de copiar por copiar, sino de consensuar entre todos las aportaciones sorpresivas e ilusionantes que todos aportamos.
- Defender el valor de la austeridad utilizando materiales de deshecho, materiales que ya tenemos y que con un “toque” nuestro los hacemos casi nuevos. Se puede utilizar el método del préstamo donde la familia, amigos y vecinos comparten lo que tienen para realizar auténticas maravillas sin gastarnos cientos de euros en tiendas de modas o de disfraces. Todo nos vale para nuestro proyecto de carnavales.
- Consensuar el valor de la gratuidad. Nos disfrazamos para divertirnos y pasarlo bien. No para ganar ese gran premio que si no lo conseguimos nos frustramos del todo o en parte. Nuestro gran objetivo es disfrutar con la gente, con nuestra gente, con el ambiente en que todo un pueblo se divierte disfrazándose y realizando acciones que la normalidad nos impide realizar en el día a día.
- Promover el valor de lo alternativo. Lógicamente nuestra opción de comparsa puede llevar implícitos valores contracorrientes. Pensar una comparsa con el valor de la paz, por ejemplo, nos ayudará a todos y todas a ir asimilando este valor… y, con creatividad y cariño, contagiarlo a un barrio, a unos participantes para que sepan defenderlo en sus vidas y no solo en carnavales.
Podríamos indicar muchos más valores, pues el carnaval es una buena fiesta que da pie a muchas y sugerentes propuestas. Lo importante es que estemos atentos al “alma” de nuestros pueblos y ciudades y sepamos, como los primeros seguidores de Jesús, encarnarnos en nuestro pueblo y en nuestra cultura, también jugando, divirtiéndonos y disfrutando de la vida…, pues no hay que olvidar que encarnarse también implica gozo.
Xulio C. Iglesias