Numerosas multinacionales, al compás de la moda solidaria y del ‘marketing con causa’, han creado fundaciones que limpian su conciencia –y su imagen- de los numerosos excesos que contra el medio ambiente o los derechos humanos se producen. Sin desmerecer la importante labor de algunas fundaciones empresariales, se producen casos de cinismo espectacular, donde empresas que dicen “proteger el medio ambiente” o “combatir el hambre”, son las primeras que llevan en su expediente los desastres más sangrantes de este mundo.
► Monsanto, la todopoderosa multinacional de los transgénicos y las patentes, con cientos de denuncias a sus espaldas, tiene también un brazo filantrópico. La presidenta de la Fundación Monsanto describe su misión como “un esfuerzo por hacer el bien y ayudar a transformar vidas al mismo tiempo que apoya la filosofía general y la misión de la compañía”. Las organizaciones ecologistas han denunciado reiteradamente los riesgos que constituyen el monopolio y las imposiciones de Monsanto para la seguridad alimentaria global.
►La petrolera Chevron afirma que, “al mismo tiempo que solucionar las necesidades energéticas del mundo”, su objetivo es “ser reconocidos y admirados en todas partes por tener la excelencia medioambiental”, y dice “encarnar esos valores para proteger a las personas y al medio ambiente”. Algo que contrasta radicalmente con la actuación de la petrolera: sólo hay que acudir a las hemerotecas para ver las constantes denuncias en su contra.
►La Fundación Coca Cola, con la que colaboran numerosas ONG, también pregona sus veleidades, especialmente en proyectos educativos hacia la infancia (su público objetivo y futuros consumidores de Coca Cola), para, entre otras cosas, “realzar así la imagen de Coca Cola como ciudadano modelo”. En América Latina no les parecerá tan ‘modelo’ el comportamiento laboral de Coca Cola donde los sindicatos mantienen verdaderas pugnas por defender condiciones dignas de trabajo.
►Merck Sharp & Dome, multinacional farmacéutica, tiene una fundación cuya misión es “el fomento a la educación en la ciencia biomédica y mejorar el cuidado de la salud, a nivel mundial”. Los últimos dos años la fundación Merck dice haber destinado más de 180 millones de dólares en objetivos filantrópicos, generosidad que contrasta con el despiadado combate legal ejercido contra ONG y gobiernos que defendían el abaratamiento de los medicamentos para el sida. Merck Sharp & Dome, Roche y Abbot producen estos fármacos a altos precios, mientras en África viven más de 36 millones de personas enfermas de sida que no pueden acceder a los tratamientos.
Los ejemplos son innumerables… Que el mundo no está para bromas lo sabemos, ni para exaltaciones de unos ‘valores solidarios’ que contrastan con la práctica diaria de los supuestos filántropos. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Si el compromiso de las multinacionales en la lucha contra la pobreza y la conservación del medio ambiente fuera real, es seguro que las heridas del mundo no serían tantas, especialmente porque muchas son cometidas por las propias trasnacionales. Más que fundaciones, sería de gran utilidad que simplemente se dedicaran a fomentar la ética en sus actuaciones particulares. Eso sí sería un gran avance. Que la vida es más importante que sus beneficios es algo que deberían aprender.
Marta Caravantes
Agencia de Información Solidaria (AIS), 25/03/2004
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