Galerías de arte

1 junio 1999

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ARTISTA Y FIGURA

 
Este material propone una sencilla experiencia —imaginar una galería de arte, un artista y la obra que somos cada uno— que puede dar pie para un encuentro de oración, una celebración o una simple reunión de grupos. En el caso particular de utilizarse para el tiempo de Pentecostés, remitimos a los materiales ya publicados con motivo del «Año del Espíritu» [cf. Misión Joven 256(1998), 56-64] para completar y orientar en esa dirección.
 
 
 
 

  1. Preparación del encuentro

 
Adaptamos aquí un material original de D.Mª Gacía Vila. Antes de nada, es necesario pararse a organizar concretamente cuanto aquí apuntamos. En principio, está estructurado conforme a los aspectos que apuntamos a continuación.
 
Objetivos y destinatarios
El material está dirigido a jóvenes y adolescentes, con el objetivo de ayudar a tomar conciencia de la propia identidad, particularmente de las posibilidades y limitaciones, para sentirse a un tiempo creados y creadores. Dicha toma de conciencia se intenta realizar a través del valorarse como «imagen de Dios», «hechura de Dios», mi artista.
 
Tiempo y ambientación
El tema propuesto permite ser abordado en muchos momentos y circunstancias. Podría servir para una celebración penitencial, para el tiempo pascual, para pentecostés… Aquí está orientado en la dirección de una «celebración de final de curso». Para ambientar el espacio del encuentro, se pueden colocar algunas esculturas. En el centro de la sala se coloca una peana con una particular «obra de arte», tapada con un paño —para ocultar una figura o silueta blanca con un letrero donde dice «Yo»— y que se descubrirá en el momento indicado. Igualmente, se distribuyen algunos pósters de obras de arte por la sala. Todo iluminado adecuadamente y con una música de fondo que permita imaginarse una «galería de arte».
 
 

  1. Desarrollo del encuentro

 
Juego de imaginación
(Se puede mantener suavemente la música de fondo). Se trata de visitar, con la imaginación, una «galería de arte». Para lograrlo, se acompaña el proceso con sugerencias como éstas: «Vamos a visitar una galería de arte. Es lugar que nos interesa mucho conocer. Sentimos un vivo deseo de visitarlo. Podéis cerrar los ojos para imaginarlo todo más interna e intensamente. Imaginaos ya dentro… Vais pasando lentamente por distintas salas… Observáis a la gente y escucháis sus comentarios. Hay quien se fija en todo menos en las obras de arte; quien se aburre; quien mira, critica e interpreta; quien trata de aprender; quien sólo contempla… Un guía experto, una especie de enamorado de cada una de las obras expuestas, las va explicando y haciéndolas gustas… (siguen con los ojos cerrados, mientras el animador o animadora destapa la estatua o silueta blanca del «Yo»).
»Nos han hablado de una sala muy especial, en la que existe una figura única… Miradla bien, ¡es única! Es una auténtica obra maestra… Una obra criticada y admirada, acompañada y solitaria… Nos han hablado inmejorablemente del artista… Tenemos vivos deseos de conocer esa obra. Así que ahora os invito, sin hacer ningún comentario, a abrir los ojos para contemplarla y conocerla. Miradla bien… ¡Única! Pertenece a un artista realmente enamorado de su obra…»
 
Reflexión, comunicación y oración
En la presencia del «Artista», cada uno trabaja y ora con la hoja de los dibujos y preguntas. Tras este trabajo personal, se comunican sentimientos, inquietudes, reflexiones, «mociones», etc. Para terminar, se puede orar con el salmo 138, del que proponemos la relectura de D.Mª García.
 
 
EL ARTISTA Y SU OBRA (Salmo 138)
 
¡Hola! Soy el «Artista» de tu figura.
Sé cuándo te paras o cuándo te mueves:
¡No puedes estar quieto!
Conozco tus ilusiones y tus deseos
porque te quise hacer a mi imagen,
y estoy orgulloso de eso.
 
Conozco tus palabras antes de pronunciarlas,
y reconozco que están llenas de felicidad.
Lo que pasa es que a veces no te salen bien…
no sabes cómo hacerlo…
pero sé que tu corazón es bueno.
 
Veo que muchas veces me buscas,
aunque también, otras me huyes.
Y la verdad, no dejo de preguntarme:
¿Qué harás tú lejos de mí?
¿Dónde irás si yo no voy contigo?
Si subes, te ayudo. Si corres, te animo.
Si tropiezas, te levanto. Si enfermas…
Si te escondes, te busco, Si…
 
Cuando lloras, lloro.
Cuando eres feliz, canto contigo.
Cuando sonríes, bailo de alegría.
Cuando es noche, te siembro de estrellas
y te anuncio un nuevo día.
 
Quiero ser el manantial de tu sed,
la raíz de tu árbol,
la entraña de tus entrañas:
llenar de sentido tu vida,
y de amor tus fracasos.
 
Te puse en esa «Galería de arte»
que es el mundo,
en una «sala» que es tu vida
y te rodeé de «obras maestras»:
tus semejantes, mis semejantes…
 
Eres único, pero no el único.
Vives junto a otras «salas» y otras obras de arte.
¡Fíjate en eso! No te hice para la soledad,
sino para la comunidad,  para el amor.
 
Me gustaría que te apuntaras de una vez
al proyecto que yo mismo encargué a mi Hijo, Jesús:
¿Sabes cuál es? ¡No me digas que no!
¡¡Construir el Reino, mi Reino!!
 
Por cierto que los hombres mataron a mi Hijo,
pero me pronuncié en contra de lo que habían hecho,
resucitándolo.
 
Bueno, ya me estoy poniendo pesado
recordando estas cosas.
Pero insisto:
Me seguiré poniendo en contra
de los que destrozan mis obras de arte,
resucitándolas.
Te agradezco que me escuches.
Recuerda que soy tu «Artista»:
el de la «Sala de la Figura».
SENTIR, REFLEXIONAR, REZAR…
EN PRESENCIA DEL «ARTISTA» DE MI «FIGURA»
 
–         ¿Quién soy yo?
–         ¿Qué opinión tengo de mí mismo?
–         ¿Por qué soy una «obra maestra»?
–         ¿Qué hago en esta «Galería», en esta vida?
–         ¿Vale la pena que venga a visitarme…?
–         ¿Cuál es el motivo de mi «obra»?
–         ¿Qué cara tengo?
–         ¿Qué cara pongo ante…?
–         ¿Cuál es mi postura ante las cosas, ante…?
–         ¿Qué ha supuesto este curso
en mi crecimiento personal…?

 
 
–         ¿Qué impresión se lleva la gente que me ve?
–         ¿Admito la crítica de los otros?
–         ¿Qué personas me han ido moldeando
este curso? ¿En qué me han ayudado?
–         En el fondo ¿qué imagen doy?
–         ¿Convenzo?
–         ¿Defraudo?
–         ¿Pueden «descubrir» en mí algo del «Artista»?
–         ¿Cómo me ven los más sencillos y pobres…?
–         ¿En qué parte, de la parte de quién estoy…?

 
 
–         ¿Cómo veo yo a la gente?
–         ¿Se ven en ellos las «huellas del Artista»?
–         ¿Cuál es mi misión como obra?
–         ¿A quiénes he ayudado este curso?
¿En qué?
–         ¿Cuál es mi opinión de la gente
cuando está delante?
–         ¿Y cuando estoy solo?
–         ¿Cómo valoro a los más marginados?

 
–         Mi «Artista», ¿qué dice de mí?
–         ¿Me siento creación suya?
¿En qué se nota?
–         Se me propusiese hacer algún retoque,
¿se lo permitiría?
–         ¿Soy consciente de mis «retoques»?
–         Y… ¿qué le digo yo al «Artista»?
–         ¿Alguna vez le he hado las gracias?
–         ¿En qué le muestro mi disponibilidad?
–         Cómo colaboro en su «creación»
–         ¿Quién soy yo sin Dios?
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